—Hay algún deseo en ese pequeño corazoncito?
Preguntó Gabriel con ternura. —¿Sabes? soy un hombre muy rico y podría regalarte muchas cosas, por ejemplo una casa, darte mucho dinero o incluso devolverte la visión. Puedo cumplir un deseo no importa lo grande que sea, solo dime qué anhelas con todas tus fuerzas.
—¿De verdad puede hacer eso por mí?.—Preguntó sorprendida mientras giraba su pequeño cuerpecito en dirección a la voz de Gabriel.
—Si pequeña, en serio que puedo.
El silencio hizo presencia mientras el pequeño rostro pálido de Daya se sumergía en un profundo pensamiento.
—Sabe Señor solo tengo un anhelo.....Y es... que mi mamá me ame —Dijo con su dulce voz entrecortada al borde de derramar unas cuantas lágrimas. —No quiero que me pegue ni que beba, solo quiero que sea una mamá normal.
Gabriel no pudo evitar abrir la boca con asombro.
Le había ofrecido deseos maravillosos incluso regalarle luz a sus ojos, pero la pequeña solo quería el amor de su madre.
Supuso que solo ello podía llenar el enorme agujero en su corazón.
El se quedó en silencio durante un segundo para luego abrir la boca.
—Querida niña, ¿ese es tu deseo en verdad ?.
—Hujum —Dijo al tiempo que asentía con la cabeza.
—Entonces roguemos, quizás Dios haga el milagro.
—Ya lo hice pero creo que está muy ocupado y no me escucha.
—Claro que lo hizo, por eso me envió a mi para cuidarte.
—¿En serio?. ¿Usted cree eso?.
—Si. ahora oremos, quizás para el día siguiente ocurra un milagro.
La pequeña Daya juntó sus pequeñas manos y empezó a orar con devoción, mientras Gabriel la observaba, aquella criatura era tan especial, emitía una paz incalculable, llenaba de luz y alegría el lugar.
—Amén.— Concluyó la pequeña dando un suspiro de paz.
—Ahora. ¿Te gustaría que fuéramos a algún lugar pequeña Daya?.
—No lo sé, quizás no deba salir a penas te conozco.
Gabriel sonrió por su respuesta, si que era una niña inteligente.
—Solo quiero ayudarte confía en mí.
—¿Puedo tocarte?—Preguntó Daya. Tenía la necesidad de conocer a la única persona que estaba dispuesto a ser su único amigo.
Gabriel sabía que iba a seguir rompiendo las reglas, pero estaba dispuesto a soportar las consecuencias que se avecinaban por ello.
Pensó que la niña se lo merecía, por la dulce hadita estaba dispuesto a hacerlo. Había una fuerte corriente que le impedía negarse cómo otras ocasiones. Algo en ella lo atraía cómo imán. Tenía muchos deseos de cuidarla y hacerla sonreír.
Ajustó los dientes y accedió.
—Claro que si.
Tomó la pequeña y delicada mano de la niña y la llevó hasta su rostro. Daya empezó a recorrer cada centímetro de su rostro como si quisiera memorizarla, el cutis de Gabriel era demasiado suave al tacto, y su nariz era perfecta.
La pequeña se detuvo por unos segundos en sus labios, estos le resultaron gruesos y sedosos cómo pétalos de rosa.
Por último le tocó el cabello ondulado que le resultó realmente suave y satisfactorio al tacto.
Tenía una aroma delicado. Olía a almizcle.
—Al parecer es muy apuesto Señor. —Concluyó la niña con una sonrisa.
—Llámame Gabriel. Los amigos se llaman por sus nombres. ¿Verdad?.
—Está bien. GABRIEL.
—¿Ahora si aceptarás que te lleve a pasear?.
—¡Si! —Respondió la dulce pequeña al sentir la maravillosa paz interior que aquel joven emanaba, al tocarlo solo sintió benignidad en su ser y ella se sintió encantada y segura.
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Comments
ALMA D. V. G. 🇲🇽
Se me encogió el ❤️
2023-07-25
0
Sonia de la Torre
Uff, qué dolor de corazón me ha dado 😔
2022-11-29
0
Clara E.
Realmente Daya tiene un gran corazón noble 🥰❤️. Y Gabriel sigue rompiendo reglas por ella 😳
2022-10-16
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