Mi padre, con odio en sus ojos, que ahora estaban completamente oscuros, ya que su amada había dado su último aliento y se había ido, se levanta y carga a su amada en sus brazos.
No podía evitar pensar que todo se había arruinado. Todo iba tan bien, y mi madre había destruido el final. Maldición, esto se convertiría en un completo caos en cuanto mi padre llegara. La ira que mi padre sentía era comprensible, considerando lo que mi madre había hecho.
Después de unos minutos, mi padre regresa, esta vez vistiendo un traje diferente, seguramente se había cambiado.
"Disculpen la interrupción que ha ocurrido. Agradezco su presencia en este evento benéfico. No se preocupen, estarán informados de todo. Buenas noches. Tengo asuntos familiares que resolver", declara con una expresión seria.
Se dirige hacia donde se encuentra mi madre, emanando una sensación de superioridad y profundo desprecio. Yo me aparto de su camino, temiendo que su ira pueda dirigirse hacia mí. Después de despedirme de los invitados, regreso a mi habitación.
No puedo creer hasta dónde ha llegado mi madre para llamar la atención de mi padre, a pesar de ser la causa de la tragedia que tuvo lugar. Mi familia ha llegado a un punto en el que necesita protegerse de ella. Todo lo que solía ser amor ahora se siente como una ilusión, y siempre me he sentido excluida de su afecto por no ser un hijo varón.
Mi abuelo quería un nieto, al igual que mi padre, para criar desde el principio, ya que él no pudo estar presente durante gran parte del crecimiento de mis hermanos. Esta vez, mi padre ha estado más involucrado, debido a que le han encargado misiones y la dirección de la sede. Está dedicando más tiempo a su familia y nos brinda la atención que merecemos. Es el único vínculo paternal y maternal que hemos tenido, y siento una profunda gratitud por ello.
Siento un profundo desagrado por lo que ha hecho mi madre. Ha sacrificado todo por su ambición y codicia. La vista de mi abuelo estaría llena de desilusión si pudiera ver lo que ha llegado a ser su hija. Ha traicionado la memoria de mi abuelo y ha perdido todo respeto hacia él.
Observo cómo la gente se aleja y sus autos desaparecen en la distancia a medida que se alejan de la casa. Finalmente, me acomodo para dormir y descansar después de la caótica jornada de hoy.
- Arturo...
Siento un inmenso vacío y una impotencia abrumadora por lo que acaba de suceder con Helena. Mi amor, mi vida, ella me hizo volver a creer y me sacó de la oscuridad en la que me tenía Roxana. Siento un odio profundo por todo lo que ha hecho, pero al mismo tiempo, no puedo evitar sentir amor hacia ella, ya que es la madre de mis hijos. No podría matarla, sería lo más cruel. Extraño cómo éramos antes, cuando éramos felices. No entiendo qué cambió, en qué fallé, en qué fallamos. La rabia y el deseo de venganza me hierve la sangre. No logré salvar a Helena, y eso me destroza.
Después de un tiempo sentado en mi estudio, salgo para verificar que todo esté bajo control después del evento benéfico. Percibo una luz en el pasillo y veo de dónde proviene. Ahí está mi pequeña, Jezabel, junto a Osiris, nuestro perro, fruto de mi amor con Roxana. Jezabel es mi refugio, mi fuerza y, al mismo tiempo, mi fragilidad.
"Te quiero, mi niña", le digo con sinceridad.
"Te quiero también, papá. ¿Vas a arreglar esto, verdad? Helena necesita justicia", me pregunta con los ojos llenos de esperanza.
"Sí, Jezabel, lo prometo", le aseguro.
"Luego, canta como lo hacías cuando era niña", me pide, buscando consuelo en la música.
"Está bien", le respondo. Me acomodo en la cama junto a ella, apoyo la cabeza en la pared, y ella recuesta su cabeza en mi hombro. Le acaricio el cabello y comienzo a cantarle una canción que solía cantarle cuando era una niña:
**LETRA DE "SEÑORA SANTANA"**
Señora Santana, ¿por qué llora el niño?
Por una manzana que se le ha perdido.
Yo le daré una, yo le daré dos,
una para el niño y otra para vos.
Yo no quiero una, ni tampoco dos,
yo quiero la mía que se me perdió.
Duérmete, mi niño, duérmete, mi amor,
duérmete, pedazo de mi corazón.
Mi querida hija se queda dormida cuando termino la canción. Con cuidado, la dejo en su cama y me encamino hacia Roxana, donde todo está en orden y los invitados están siendo atendidos en el salón. Bajo al sótano y cierro la puerta con llave. Me enfrento a Roxana, quien ha sido mi amor en este mundo.
"No me has dado el amor que merecía, el amor que se le da a alguien a quien amas", le digo con firmeza. "He estado esperándote aquí, mientras tú con tus patéticas excusas... Lo único que has amado es el maldito rango que ostentas. Nuestros hijos saben lo que es real, lo que es importante. No sé si tú alguna vez lo sabrás. No sabes distinguir la realidad de tus delirios. ¿No te da vergüenza? Mirarte y ver lo que te has convertido... Esa mujer dulce con la que me enamoré, valiente y decidida. ¿Dónde quedó? ¿No te avergüenzas?"
La Conversación
La habitación estaba cargada de tensión. Roxana, con sus ojos llenos de rabia, miraba fijamente a Arturo, quien había llegado tras el evento benéfico en el que sucedió la tragedia con Helena.
"¿A ti qué te importa, mi padre? Él no está muerto. Tú eres el culpable de que no sea feliz y de que haya encontrado a alguien más, cambiando mi lugar en su vida", acusó Roxana con voz temblorosa.
Arturo respiró profundamente antes de responder. "Con el mismo tema, la que es culpable aquí eres tú. Tu familia siempre ha estado aquí y quiere que des el siguiente paso para estar con ellos. Ya sabes lo que tienes que hacer: ir a terapia. Te vamos a apoyar, Roxana. Estamos esperando de ti".
La conversación estaba cargada de emociones encontradas. Roxana parecía al borde de las lágrimas, y su enojo la hacía temblar. Arturo, por otro lado, estaba decidido a encontrar una solución para su familia.
"Necesito a mi Roxana, hazlo por mí si me quieres recuperar. Hazlo por tus hijos, porque con tus acciones lo estás alejando más de ti. Si no lo haces conmigo, no tendrás otra oportunidad. Siempre te tendré alejada", añadió Arturo con determinación.
La tensión aumentó, y Roxana, desbordada por la ira, escupió a Arturo. En ese momento, el guardaespaldas de Arturo intervino y le propinó una cachetada a Roxana, quien quedó en shock por el golpe.
Arturo continuó, con la misma firmeza en su voz. "Tú piensas que con la violencia y esos actos vas a arreglar algo, pero no es así. Y cuando te des cuenta, será muy tarde. Tu familia no te querrá ver y estarás alejada de todos nosotros".
Tras su intensa conversación, Arturo salió de la habitación. Mientras se alejaba, escuchó las palabras hirientes de Roxana, quien lo mandó a la mierda de mil formas distintas. Se dio cuenta de que necesitaba alejarse y descansar de un día caótico.
Héctor Andrés
Mientras Arturo se retiraba, la mente de Héctor Andrés estaba sumida en pensamientos confusos. La noche había sido intensa y llena de emociones, y una parte de él se sentía apenada por lo que había sucedido con Helena. A pesar de sus acciones pasadas, sentía una conexión con ella y lamentaba su pérdida.
"Mi querida diosa, esa mujer con su cabellera y su indomable personalidad me vuelve loco", pensó Héctor Andrés. "Quisiera que sea solo mía y tenerla para mí".
Durante el evento benéfico, Jezabel lo había cautivado con su presencia. Su vestido, su actitud y su encanto lo tenían hipnotizado. Sin embargo, se había controlado y no había besado a Jezabel frente a su padre.
"Pero su hermana me miraba con lujuria", recordó Héctor Andrés. "No puedo permitirme ese lujo, porque la única a la que tengo ojos es a Jezabel. Ni siquiera me reconozco a mí mismo. He disfrutado de muchas mujeres, algunas de ellas forzadas, compradas con dinero y regalos costosos, pero Jezabel es diferente a todas las mujeres con las que me he acostado".
Héctor Andrés se sentía perturbado por sus impulsos y por la intensidad de su deseo hacia Jezabel. Se dio cuenta de que sus arrebatos salvajes para poseerla lo estaban volviendo desquiciado.
"Oh, Jezabel, ¿qué voy a hacer contigo? ¿Qué estás haciendo con este pobre hombre?", se preguntó, sintiéndose atrapado en sus propios deseos.
En ese momento, alguien tocó la puerta de su despacho, sacándolo de sus pensamientos. Héctor Andrés habló para concederle el paso a la persona que estaba afuera.
La Conversación con el Padre
El padre de Héctor Andrés, un hombre de aspecto distinguido y con una mirada penetrante, entró en el despacho. La conversación con su hijo fue inminente.
"Hola, hijo. ¿Cómo te fue en el evento benéfico de Galonis?", preguntó el padre.
Héctor Andrés suspiró antes de responder. "Fui el único hombre que sobresalió en el evento. Fui el trofeo admirado y deseado por todos los presentes. Ambicioné ese reconocimiento y decidí que era el momento de obtenerlo".
La Conversación con el Padre
El padre de Héctor Andrés lo miraba con preocupación mientras lo interrogaba. "Y qué era, dime, para saber que te veo tan feliz".
Héctor Andrés titubeó un momento antes de responder. "La hija de tu amigo. Tuve una cena con ella".
El padre de Héctor Andrés frunció el ceño y advirtió con seriedad: "Oh, por favor, Héctor, no hagas una locura con esa mujer. Es una dulce niña y si le haces algo indebido, sabes que tendrá consecuencias con Arturo".
Héctor Andrés asintió, agradeciendo la advertencia de su padre. "Okey, gracias por la advertencia".
Su padre continuó con firmeza: "Solo te digo esto, jovencito. Sé que la niña está muy guapa y te la quieres llevar a la cama, pero ella necesita un hombre de verdad, no alguien como tú que solo quiere acostarse con ella y luego olvidarla, llenándola de lujos y confundiéndola. No quiero eso, porque la estimo mucho, al igual que a su padre".
Héctor Andrés asintió nuevamente y se sintió reflexivo después de la charla con su padre. Sabía que debía cambiar su enfoque hacia las mujeres y no lastimar los sentimientos de nadie.
La Preparación
Después de unos días ocupados en la universidad y en reuniones exclusivas con el presidente de Turquía sobre un operativo clasificado, Héctor Andrés se encontraba en su despacho reflexionando. Era uno de los generales de alto rango con una amplia experiencia en operaciones, y se había destacado por su impresionante trabajo en el combate.
Sin embargo, sus pensamientos lo llevaron a Jezabel. A pesar de su vida agitada, ella también había trabajado incansablemente en los operativos, siempre alcanzando sus objetivos. Había escuchado muy poco sobre que se le hubiera escapado algún objetivo. Jezabel y él estaban dispuestos a trabajar y responder a la llamada para entrar en cualquier operativo.
Operativo Osiris
El día finalmente llegó. El operativo clasificado llamado "Operativo Osiris" era de suma importancia, y se centraba en eliminar a la jefa de la mafia de Turquía, quien había sembrado el caos en la ciudad durante años. El estado de Turquía había estado buscando al personal adecuado para este trabajo especial y había convocado a Héctor Andrés y Jezabel debido a su historial impecable de nunca haber dejado escapar a un objetivo.
La tensión en el cuartel general era palpable mientras todos se preparaban para el operativo. Héctor Andrés observaba a Jezabel, que estaba revisando su equipo y verificando su arma con precisión. Había algo en la determinación de su compañera que lo impresionaba.
"Hola, Jezabel", rompió el silencio, atrayendo su atención.
Jezabel lo miró, y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. "Hola, pequeño".
El presidente, quien había llegado para dar las últimas instrucciones, saludó a ambos con formalidad. "Hola, Héctor. Hola, Jezabel".
Héctor Andrés no pudo evitar sentir un atisbo de celos al escuchar el presidente llamar a Jezabel "pequeño". No obstante, reunió sus pensamientos mientras se preparaban para la misión. El Operativo Osiris sería un reto considerable, pero confiaba en que él y Jezabel, como equipo, podrían llevarlo a cabo con éxito.
El Compromiso con la Operación
El presidente los miraba fijamente mientras expresaba su confianza en su capacidad. "Ustedes dos son personas que han estado en operaciones del estado y operaciones para eliminar disturbios, operaciones especiales. Se han destacado por su eficiencia y he recibido buenas recomendaciones de ustedes. Así que deben demostrar hasta el final que tomé la mejor decisión".
Después de una reunión que duró aproximadamente una hora con el presidente, Héctor Andrés estaba más motivado que nunca. Habían discutido los detalles de la próxima operación y cómo beneficiaría su carrera más allá de lo que había logrado en todos esos años trabajando en operaciones del estado y operaciones especiales para eliminar contrabando, acabar con el tráfico de personas, órganos y sustancias ilícitas.
Uno de los momentos que más le gustaron durante la reunión fue cuando el presidente les pidió que mantuvieran el contacto para estar informados y plantear ideas para hacer la operación más segura y eficaz. Tenía la sensación de que este trabajo podría ser un punto de inflexión en su carrera.
El día de la operación finalmente llegó. Héctor Andrés se encontraba en el avión junto a Jezabel, dándose las últimas instrucciones y repasando la información relevante. Observó a Jezabel, quien estaba concentrada en la lectura de los documentos de la operación. Valoraba su profesionalismo y su dedicación.
El copiloto del avión anunció por los altavoces que estaban cerca del punto de inicio de la operación y que se prepararan para el despliegue. Héctor Andrés y Jezabel asintieron en silencio, listos para la misión.
A medida que el avión se acercaba al punto de partida, Héctor Andrés se sumergió en sus pensamientos, repasando mentalmente todos los detalles del operativo. Estaba determinado a llevarlo a cabo de manera exitosa.
Finalmente, el capitán informó que estaban a dos minutos del punto de inicio. Les recordó la importancia de prepararse para la salida sin contratiempos. Héctor Andrés y Jezabel asintieron nuevamente, ansiosos por empezar la operación.
A medida que el tiempo pasaba, Héctor Andrés sintió la adrenalina corriendo por sus venas. Observó cómo los demás miembros del equipo se preparaban, ajustando sus paracaídas y revisando su equipo. Héctor Andrés y Jezabel eran los últimos en la fila.
El copiloto anunció que era hora de partir y saltar del avión. Todos los demás miembros del equipo se desplazaron hacia la puerta, listos para saltar. Cuando Héctor Andrés se acercó a la puerta, sintió un escalofrío recorriendo su espalda.
Jezabel estaba justo detrás de él. Una de las correas de su paracaídas se soltó y, en un abrir y cerrar de ojos, Jezabel cayó al vacío. Héctor Andrés actuó instintivamente, agarrando su propio paracaídas y saltando tras ella. La mujer que lo hacía sentir emociones que ni siquiera podía comprender estaba en peligro y no dudó en lanzarse al abismo para intentar salvarla.
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