Estuve esperando ansiosamente la llegada del profesor para comprobar si eran ciertos los rumores sobre su atractivo. Tras esperar en la oficina de mi padre con mis materiales universitarios y disfrutar de una deliciosa arepa rellena con jamón, queso parmesano, pollo y una taza de agua panela caliente, pasó una hora y media hasta que finalmente llegó José.
José me anunció la llegada del profesor y me retiré a la oficina. Mientras esperaba, me ocupé de arreglarme porque había pensado que el profesor llegaría a las 9 a. m. Sin embargo, resultó que su llegada estaba programada para más tarde. Regresé a mi habitación y me cambié de ropa. Elegí un vestido elegante con un estampado floral fuera del hombro y una cintura alta que realzaba mi figura. La tela elástica se sentía cómoda. Luego, me recogí el cabello en un moño y coloqué una vincha de flores.
De regreso en la oficina de mi padre, decidí aprovechar el tiempo para leer algunos artículos sobre la historia de la administración y así distraerme mientras esperaba. Las horas pasaron y, sorprendentemente, el profesor no apareció a las 3 de la tarde, lo que me desconcertó.
José llegó nuevamente a informarme que el profesor de Matemáticas Financieras estaba abajo, esperando una señal para entrar. Le indiqué que lo hiciera pasar.
Tras esperar durante cinco minutos, el profesor finalmente hizo su entrada.
Hay un suave golpe en la puerta de la oficina.
"Adelante", respondo, esperando la llegada del profesor para la clase de Matemáticas Financieras y Negocios Internacionales. El rumor acerca de su atractivo parece ser cierto, y esa curiosidad solo aumenta mi ansia de conocerlo.
El profesor se disculpa por llegar tarde debido a un inconveniente. A pesar de su demora, su apariencia es notable. Él toma asiento, y sus movimientos transmiten una seguridad que no puedo evitar observar.
José se asegura de que estoy acompañada y, una vez más, vuelvo a la realidad, respondiéndole al profesor que estoy lista para comenzar.
El profesor inicia la conversación y explica su rol como profesor de Matemáticas Financieras y Negocios Internacionales. Mientras hablamos de los temas y realizamos ejercicios, no puedo evitar mirarlo de reojo para evaluar su apariencia. Cuando él se concentra en la computadora, siento su mirada sobre mí mientras resuelvo las actividades. Su mirada es intensa, y siento una tensión en el aire.
Al final de la clase, me informa que necesita unos minutos para calificar nuestras actividades. Aprovecho ese tiempo para terminar mi lectura sobre la historia de la administración. De vez en cuando, mis ojos se desvían hacia él, y noto que también me observa. Sus gestos me resultan simpáticos, pero reconozco que debo ser profesional y mantener la distancia.
Cuando termina de revisar mis respuestas, me felicita por mi desempeño, y me siento satisfecha por el resultado. Nos preparamos para finalizar la clase y recogemos nuestros materiales. En un pequeño encuentro accidental, rozamos nuestras manos, y la tensión aumenta. El profesor corta la atmósfera con un comentario picante antes de retirarse.
Algunos días después, continúo con mis terapias de recuperación y visitas a la sede militar en Putumayo y la costa. También paso tiempo con mi padre en la finca, donde observamos los terrenos y hablamos sobre diversas historias. El médico me ha dado permiso para regresar a la universidad, y estoy ansiosa por reunirme con mi gente y continuar con mi trabajo y actividades de adrenalina. Sin embargo, el médico me recuerda que no debo excederme y que mi recuperación es del 80%, no del 100%.
Pronto, viajaremos a Medellín para asuntos de negocios y familiares. La vida vuelve a encaminarse, y estoy agradecida por cada paso en mi recuperación.
Estoy en la ciudad que amo, Medellín. El clima es perfecto, y estoy rodeada de amigos y amigas. Mi padre y yo llegamos en una camioneta negra, y nuestro equipo de apoyo nos ayuda con las maletas. Ya que han pasado días ocupados desde mi regreso, esta noche decidí quedarme en casa en pijama, viendo una película. Sin embargo, mi amigo Julio me llama, pidiéndome salir a divertirnos y ponernos al día.
Finalmente, lo persuado para salir, y me preparo. Me pongo un vestido largo de color pastel con tirantes y escote de corazón. Cuando llego al Vrtice Rooftop, donde hemos acordado encontrarnos, Julio me recibe con entusiasmo. Pasamos tiempo conversando sobre la vida, nuestras experiencias y las novedades. Luego, nos sumergimos en la pista de baile y disfrutamos la noche.
Mientras bailo, siento que alguien me observa. Julio me avisa, y descubro que es el atractivo profesor. Viste con elegancia un traje azul marino y no quita los ojos de mí. Mi mente se nubla y me siento atraída por su mirada intensa, pero decido seguir con la fiesta.
Después de una charla y algunos tragos, el deseo me lleva al baño. En medio de mis pensamientos, el profesor aparece en la parte oscura del baño de mujeres. Se acerca, y su mano toca mi hombro. Su proximidad me hace temblar. Comienza a oler mi cabello y hace comentarios insinuantes que me desconciertan. Después de un rato, baja su mano, y mi vestido se alza ligeramente. Siento dolor y protesto, pero él no se detiene.
Mi resistencia debilita y temo ceder a este hombre que apenas conozco. Aun así, le imploro que me deje. Sus palabras seductoras me confunden aún más. Finalmente, me besa apasionadamente, y aunque reconozco su atractivo, me pregunto si debo ceder a sus avances o mantener mi distancia. La tentación es abrumadora, pero sé que debo tomar una decisión. El tiempo se encargará de resolver esta situación y decidir su importancia en mi vida.
La puerta de la habitación suena, rompiendo el inquietante momento que compartíamos. Me alejo de sus brazos con mirada de indignación y le digo que lo nuestro no puede suceder. Le recuerdo que él es mi profesor, y esto está mal. Sin embargo, él insiste en que es más que eso y que puede darme la atención que deseo para experimentar cosas nuevas.
Rechazo su propuesta y le pido que no me busque ni me llame. Le explico que no necesito un hombre para tener atención. Con tono molesto, me despido y me dirijo hacia la puerta. Mientras se va, él me lanza una última frase sugestiva sobre el placer divino y el sufrimiento infernal, pero mi respuesta es un firme "vete a la mierda".
Después de asegurar la puerta, abandono la escena y me dirijo a la zona donde se encuentra Julio. Conversamos sobre cómo me he demorado en el baño y él nota que estoy sonrojada. Le cuento una pequeña mentira para justificar mi tardanza y le digo que me tengo que ir debido al agotamiento. Julio se ofrece a llamar a mi guardaespaldas, y me despido prometiéndole que nos veremos nuevamente.
Salgo de la discoteca y me quedo esperando afuera. Después de esperar unos veinte minutos, observo la hermosa ciudad y la vida nocturna que la llena de vitalidad. Parejas caminan de la mano, gente disfruta de comidas en los restaurantes y otros se reúnen en el parque. La vista de la ciudad es impresionante, y me hace sentir afortunada de estar en este lugar.
Este es un momento para reflexionar sobre lo que sucedió y pensar en lo que podría ocurrir en el futuro. La noche continúa, y estoy lista para afrontar lo que venga en mi camino
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