CAPÍTULO XVI

Ellen y Tom se volvieron muy cercanos, incluso más de lo que ya eran antes, todo después de aquella noche en la cual se convirtieron sus dos esencias en una misma.

Ambos acudían a verse lo más posible, siempre acudían con un par de sorpresas para el otro, algo que sabían les podría alegrar el día, aunque fuera un pequeño detalle.

Una mañana en especial Tom acudió a casa de Ellen, ese día harían una limpieza profunda a toda la casa para poder reacomodar todos sus muebles y dar una impresión distinta, ya que la forma en la que estaban acomodados los muebles le recordaba un poco a aquél duro momento por el cual había vivido ya hace un par de meses atrás.

El mueble y los libros que se habían quemado aquella noche fueron remplazados por cosas nuevas, al igual que la alfombra con aquella mancha de sangre. El orificio de la pared causado por la bala había sido reparado, únicamente había que cambiar las cosas de lugar.

Ambos apoyaban para poder mover los muebles y así reacomodar las habitaciones, una por una empezando por la cocina, luego el comedor, la sala, el cuarto de invitados y al final la habitación de Ellen.

Fue un trabajo un poco pesado para ser verdad, pero al hacer el trabajo juntos todo salió de maravilla y terminaron las habitaciones de abajo antes de que se dieran cuenta.

Tomaron un respiro para poder proceder con la habitación, comieron un poco de sushi casero y tomar un par de copas de vino. Esperaron 1 hora para que pudieran retomar el trabajo y pasado este tiempo ambos subieron y entraron a la habitación.

El trabajo allí parecía ser el más fácil pues solamente había un par de muebles no muy grandes, la cama, un par de luces que colgaban de entre el techo, un pequeño escritorio, un clóset, un tocador, un librero y un organizador.

Tom comenzó por sacar las cosas del armario para así poder hacer más fácil el trabajo, por su parte, Ellen comenzó a quitar todos los libros, uno por uno, para poder colocarlos sobre una repisa de manera temporal en lo que terminaban el reacomodo.

Cuando Ell se encontraba sacando los libros tomó el primero que le regaló Aldo, THE GREAT GATSBY, su libro favorito. Lo hojeó un poco, recordando aquel momento en el cual le fue obsequiado, un día lluvioso, ambos corrieron a la casa al salir del cine, llegando completamente empapados. Él le comentó a Ellen que le tenía un pequeño obsequio, que aguardara ahí mientras iba por él, dándose la vuelta y subiendo a la habitación, bajó después de 2 minutos, llevaba consigo algo rectangular envuelto en un papel de regalo plateado con un moño azul.

Aldo-. Un pequeño regalo para la Reina de mis pensamientos.

Ellen rompió el papel y sacó el libro, dándose cuenta de lo que era, abalanzándose sobre de Aldo y llenándolo de besos.

Tom-. Hey, cariño, ¿Estás bien?

Ellen-. Sí, solo estaba pensando en donde poder acomodar este librero.

Ell no quiso mencionar nada acerca de aquel libro, pues para ser verdad no tenía sentido alguno hacerlo, prefirió continuar con la limpieza hasta terminar y poder descansar.

Tom estaba verdaderamente agotado, por lo que Ellen prefirió indicarle que ella terminaría de organizar, pues ya solo era acomodar los libros y poder meter nuevamente la ropa dentro del clóset.

Él aceptó tras un par de intentos por quedarse, pero su agotamiento pudo con él. Apenado se dirigió hacia la puerta principal, Ellen le acompañaba, se dieron un beso y se despidieron, ambos deseándose una linda noche.

Ellen regresó a la habitación para poder concluir con la limpieza, primero acomodó la ropa de nuevo en su lugar, para después proceder a hacer lo mismo con los libros.

Uno por uno fue colocándolos de vuelta a su lugar. Llegó el turno de que tomara el libro entre sus manos, THE GREAT GATSBY, dio un gran suspiro y comenzó a hojearlo, esta vez de una forma un poco más rápida, haciendo que una hoja cortara su dedo índice, dando como resultado que tirara el libro al suelo.

Algo extraño se asomó de entre las últimas páginas, un sobre rojo pastel, Ellen recogió el libro y sacó este sobre, dándose cuenta de que tenía algo adentro, un par de hojas dobladas, quizás. El sobre no tenía nada escrito, tampoco alguna postal o un sello, quizás podría ser algo del antiguo trabajo de Aldo.

Tomó una pequeña nava para poder romper el papel, sacó con cuidado las hojas y tan pronto comenzó a leer se dio cuenta de que las hojas estaban escritas con la letra de Aldo.

-. ¡Por dios! ¿Acaso será esto lo que Laura tanto buscaba? - Pensó.

Pronto comenzó a leer la carta, la cual decía:

...

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