CAPÍTULO X

Anne se dirigió lentamente hacia donde la persona le indicó, salió de la cocina para luego entrar en la sala, donde estaba Ellen, amarrada a una silla con un pedazo de cinta en la boca, tal y como había visto Anne en su casa.

Al llegar junto con Ellen se dio la media vuelta y pudo ver que la persona que se encontraba con la pistola en la mano era nada más y nada menos que Laura, la cual tenía una mirada sumamente intensa en su rostro, una mirada de una verdadera desquiciada

Anne-. ¿Qué es lo que quieres de mi hija maldita perra? ¿Por qué no puedes dejarla en paz?

Laura-. Cierra la puta boca anciana asquerosa o te la cerraré para siempre de un tiro en tu arrugada cara. Tú no tenías nada que ver aquí, pero como siempre, metiéndote en los asuntos que no te corresponden.

-. ¿Cómo piensas que estos asuntos no me corresponden? Es mi hija a quien intentas dañar, no dejaré que la lastimes ni que le toques un solo pelo.

-. Por Dios, tan solo mírala, ya le toqué más que un pelo, tan solo ve cómo está sangrando por causa mía, y te atreves a decir que no permitirás que algo le pase, al igual que ella das lástima, incluso llegue a pensar en perdonarles la vida a ambas, pero pensándolo bien, le estaría haciendo un favor a este mundo.

-. ¡Estás loca! ¡Completamente loca! Ni siquiera me pasa por la cabeza pensar en el porqué de lo que estás haciendo.

-. ¡Ah! ¿No logras pensar en el porqué de todo lo que estoy haciendo? Veamos si la pequeña e indefensa Ell tiene alguna idea.

En ese momento Laura camino de manera sumamente extraña hacia Ellen, pues cada paso que daba lo acompañaba con un pequeño brinco, como si de una niña que juega se tratara. Al llegar a Ellen le quitó la cinta de la boca, le puso la pistola en la cabeza y le dijo con una dulce voz totalmente distinta a la suya.

-. ¿Y dime, pequeña y hermosa Ellen, tú acaso tienes idea del por qué hago esto?

Ellen entre sollozos y con la voz temblorosa contestó.

-. No sé por qué haces esto, pero, ¿Acaso será porque tú eras la amante de Aldo? ¿Aquella persona con la que se reunía los miércoles por las tardes? Dime si me equivoco o si estoy en lo correcto.

En ese momento Laura comenzó a bailar y gritar de la emoción mientras decía:

-. ¡Por fin! Tenemos una ganadora, la sabia y hermosa Ellen, como siempre robando toda la atención, pero ¡qué inteligente eres! He quedado totalmente estupefacta.

La actitud de Laura cada vez ponía más y más nerviosas a Ellen y Anne, pues no era algo que hubieran visto en una persona antes, en ese momento parecía que algo la había poseído o que había caído totalmente en la locura.

-. Así que era cierto – Comentó Ellen. Aldo tenía una amante, una maldita amante con la que me veía la cara semana tras semana, mes tras mes.

-. Ay por Dios Ellen, pero no hay necesidad de ser grosera, creí que éramos amigas.

-. Tú y yo dejamos de ser amigas desde el primer momento en que te atreviste a meterte con el amor de mi vida.

-. Por favor Ellen, no te hagas la estúpida ahora, la dos bien sabemos que Aldo fue quien me buscó a mí, él se encontraba perdidamente enamorado de mi belleza natural.

Anne-. Pero si tú no tienes ni una pizca de belleza, lo único que vio en ti fue alguien con quien acostarse cada que le diera la gana, solamente te usó, JMMM, y dices que nosotras somos quienes damos pena.

En ese momento Laura por la rabia de lo que le había dicho la madre de Ellen le tiró un fuerte golpe con la culata de la pistola en la cara, haciendo que cayera al suelo sangrando de la nariz y la boca.

-. ¡Eres una maldita hija de perra! ¡Cómo te atreves a hacerle eso a mi madre si ella siempre te apoyó y siempre mantuvo las puertas de nuestra casa abiertas para ti!

-. Ella se lo buscó – Exclamó Laura de una forma un poco cantada.

-. Aldo ya no está aquí, él falleció hace varios meses, no sé qué es lo que quieres aún de mí, si ya perdí todo con su muerte.

-. Verás, nena, Aldo antes de que tuvieran el horrible accidente me dijo que había dejado en una carta que él escribió un mensaje, para la mujer con la que se quedaría, y obviamente esa mujer soy yo, solo quiero confirmar los hechos, y es por eso que estoy aquí, porque él dejó escondida esa carta en este mugroso lugar, pero al parecer la colocó en un lugar en el que nadie pudiera encontrarla porque por más que he buscado jamás he encontrado nada. Y si, si te lo preguntas, he estado dentro de la casa por un par de días, esperando el momento indicado para llegar a este punto.

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