CAPÍTULO VII

Después de por fin poder terminar de recoger todo el desastre que quedó de la noche anterior y al ver que no pudo encontrar nada extraño decidió tomar una ducha, pues se sentía bastante asqueada por el olor a alcohol.

Abrió las llaves de la regadera una vez estuvo lista y comenzó a usar el jabón. Cuando llegó la hora de enjuagar, los pensamientos comenzaron a llegar a su mente, todo relacionado con Laura pues, era cierto que tenía bastante tiempo que no tomaba, pero, jamás en su vida se había embriagado a tal punto, ni siquiera cuando era adolescente. Lo último que Ellen recordaba era como todo se nublaba ante sus ojos, poco a poco, mientras Laura la miraba estática, sin movimiento alguno y sin pronunciar palabras. No recordaba haber despertado hasta la mañana, por lo que se le hacía extraño el hecho de que Laura argumentara que fue ella quien realizó todos los destrozos.

Mientras el agua caía directamente a su cabeza y se deslizaba por todo su cuerpo escuchó a lo lejos que alguien tocaba el timbre de su casa, así que tomó su toalla y se vistió de la manera más rápida posible, pero sin lastimar sus piernas.

Ellen abrió la puerta y del otro lado se encontraba Rosse, la mamá de Aldo.

Esta visita cayó en Ellen como balde de agua fría, pues ella no esperaba que Rosse acudiera a su casa, de hecho, no esperaba volver a verla una vez más en su vida.

Rosse-. Por Dios Ellen, no has cambiado nada desde la última vez en que te vi, sigues siendo la misma chica que conocí en la Universidad.

Ellen-. Gracias, he tratado de continuar adelante sin importar nada, incluso empecé a cuidar mi salud para poder seguir.

-. Me da mucho gusto por ti, pero, ¿Acaso no piensas invitarme a entrar?

-. Oh, cierto, lo siento mucho, que descortés de mi parte, pasa por favor.

Al entrar Rosse a la casa se dio cuenta de que las cosas no estaban completamente en su lugar, inspeccionó de arriba a abajo las habitaciones.

Rosse-. Sabes, encontrar la casa de esta forma me recuerda a aquella vez en que vine y Aldo estaba enojado contigo, ese día pude verte por la ventana que da hacia la calle, estabas llorando con la cara cubierta. Pero sabes qué, mejor no hablar sobre ese tipo de cosas pues no tiene caso. Únicamente vine a asegurarme que te encontraras bien, y por lo visto así es, me da mucho gusto que puedas continuar a pesar de todo.

Ellen invitó a Rosse a quedarse a comer pues lo que le había dicho le había desconcertado bastante y quería saber un poco más acerca de ese día, pues parecía haber sido borrado totalmente de su memoria.

Rosse se negó a la invitación pues argumentó que tenía que ir con su esposo, pronto partirían de la ciudad a un pueblo lejano, un nuevo comienzo para ellos.

Al salir por la puerta Ellen escuchó las palabras que le causarían una gran sensación de duda en toda su vida.

Rosse-. Sabes, Ellen, desde que Aldo se fue has cambiado mucho, hacía años que no veía esa calidez que tanto te caracteriza, ciertamente te liberaste de un gran peso y eso me hace muy feliz, pues no fuiste la única.

¿PERO QUÉ DIABLOS ACABO DE ESCUCHAR? – Pensó Ellen.

Cómo es posible que Rosse se atreviera a hablar de esa forma, aunque para ser sinceros no sabía a ciencia cierta que era a lo que se refería con “Desde que Aldo se fue has cambiado mucho, hacía años que no veía esa calidez que tanto te caracteriza, ciertamente te liberaste de un gran peso”.

Esto no se podía quedar de esta forma, pues la necesidad de saber a qué era a lo que se refería Rosse la superaba esta vez.

Por lo visto no podía acudir con la misma persona para poder obtener más información acerca de lo sucedido y tampoco podía acudir con John, el padre de Aldo pues seguramente estaría con Rosse con lo de la mudanza.

Solamente había una persona a la que podía recurrir en este caso y era Daniel, hermano de Aldo.

La relación de Ellen con toda la familia de Aldo nunca fue buena, esto debido a que siempre tenían que estar metiendo en sus asuntos personales en relación a como trataba ella a Aldo y fue por eso que decidieron poner límites en la relación familiar. O al menos eso era lo que recordaba, para ser cierto ya no está segura de nada pues primero todo el tema relacionado a Laura y ahora esto nuevo que descubrió gracias a Rosse.

Por fin después de tanto pensarlo y analizarlo, Ellen se decidió a por fin llamarle a Daniel.

Ellen-. Una llamada, no contesta, ¿Estará ocupado?  ¿Acaso no querrá hablar conmigo? ¿Deberé llamar una vez más?

*Tono de llamada*

Daniel-. ¿Hola? ¿Ellen?

Ellen-. …

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