CAPÍTULO VI

Al regresar de la terapia con Tom, Ellen encontró a Laura esperando afuera de su casa, con una caja de caramelos envuelta con un moño negro, algo que le pareció un tanto peculiar a ella pues siempre que Laura les regalaba algo lo daba envuelto con un moño rojo, pero para ser sinceros un moño era la menor de sus preocupaciones en ese momento pues lo que más le importaba era conocer la verdad acerca de Laura y sus verdaderas intenciones con ella.

Al encontrarse una frente a la otra no se realizó una invitación de inmediato para entrar a la casa, pues lo primero que hizo Ellen fue cuestionar a Laura acerca de varias cuestiones.

Ellen-. Hey, Laura, ¿Qué tal va todo? ¿Vienes del trabajo?

Laura-. Si, Ell, vengo del trabajo, fue un día muy tranquilo así que nos permitieron salir antes del tiempo señalado y pensé que sería buena idea traerte algo de comer y así poder pasar un poco más de tiempo de calidad juntas, como antes, ya sabes, antes de los chicos y todo eso.

-. Oh vaya, suena bastante bien tu plan y me da mucho gusto que nuevamente puedan ser las cosas como antes, me preocupaba mucho el hecho de que no quisieras seguir siendo mi amiga ya que no fuiste a visitarme después del accidente.

-. Lamento mucho eso, en verdad que, si quería estar contigo, pero el trabajo exige mucho de mí y de mi tiempo, no fue algo personal.

-. ¡Claro! – Exclamó Ellen - Yo entiendo a la perfección pues hay prioridades en la vida de cada uno. Pero y a todo esto, nunca me has hablado acerca de tu trabajo o que es a lo que te dedicas.

En ese momento Laura comenzó a dudar un poco acerca de su respuesta, incluso llegó a titubear al momento de responder.

-. Eh sí, yo, em, trabajo para una editorial muy importante, soy la secretaria general entonces siempre requieren que esté mucho tiempo cerca de mis jefes por si se suscita algo de pronto.

-. Oh ¡Genial!, ¿Y para qué editorial trabajas?

Al escuchar esto Laura no supo qué responder por lo que cambió el tema de conversación de manera abrupta.

-. Sabes, las pizzas se están enfriando, están dentro de mi carro, iré por ellas y entraremos a comer una deliciosa rebanada de la pizza de Marty´s que tanto te gusta.

Ellen se dio cuenta de la acción realizada por Laura pues su reacción ante el cuestionamiento previamente realizado fue más que obvio, evadió la pregunta y cambió el tema para no tener que seguir hablando sobre lo mismo.

-. ¿Acaso Laura oculta algo? ¿Me miente con algún fin? – Pensó Ellen.

Ambas entraron a la casa para poder comer y seguir conversando, pero Ellen ya no continuó con su interrogatorio, no quería que Laura se diera cuenta de que trataba de investigar un poco más acerca de lo que tramaba.

-. Mira lo que te traje de regalo Ell, una botella de whisky del que siempre te ha gustado, pensé que sería un lindo detalle y te serviría tomar un par de tragos después de todo el estrés por el que has estado atravesando.

Ellen se mostró dudosa al momento de querer tomar un trago, incluso pensó en justificar el hecho de no tomar debido al tratamiento que estaba llevando con su terapeuta, pero para ser sinceros, un trago era lo que más necesitaba hasta ese momento.

-. De acuerdo, pero solo una, no quiero terminar ebria bailando sobre la mesa para celebrar que por fin puedo caminar después de tanto.

-. Dios claro que no Ellen, solamente será un trago pues tampoco quiero terminar haciendo el ridículo yendo a buscar a tu sexy vecino salvavidas.

Una copa sirvió para que pudiera relajarse de todo el estrés que había en su vida, pero sintió la necesidad de tomar más que un trago, ya que uno se convirtió en 2, y después en 4 hasta llegar a un punto en donde todo se nubló en su vista hasta quedar inconsciente.

A la mañana siguiente Ellen despertó con un intenso dolor de cabeza al igual que mucha nausea por lo que tuvo que salir corriendo a vomitar al baño.

Al estar allí escuchó el sonido de la puerta abriéndose por lo cual volteó rápidamente y vio a Laura parada en la entrada al baño.

-. Dios santo, estás hecha un asco, pensé que no despertarías hasta en un par de horas, pero me da gusto que puedas haber despertado, así puedes recoger todo el desastre que hiciste anoche estando ebria.

-. ¿De qué hablas? Y acaso ¿Eso que llevas puesto es mi vestido?

-. Cómo es posible que no recuerdes nada, cielos, creo que lo mejor es que dejes de lado el alcohol. Pues verás, anoche después de que bebiste demasiado comenzaste a gritar que extrañabas a Aldo, traté de tranquilizarme, pero nada de lo que hice sirvió, luego, empezaste a aventar las cosas como una verdadera loca, estaba tan asustada de que me fueras a lastimar que me tuve que ir a esconder a la habitación de arriba. Después de un par de horas subiste a pedir perdón y comenzaste a enseñarme toda tu ropa, dijiste que ya nada te gustaba y que si quería me podrías regalar algo, así que escogí este hermoso vestido, que, por cierto, me queda de maravilla.

-. No puede ser, estoy tan avergonzada, no puedo creer lo que me cuentas, tenía tanto que no bebía y no pude controlarlo, te pido me disculpes por todo lo que hice.

-. Da igual, solo límpiate la blusa, das un poco de vergüenza. Pero, en fin, me voy al trabajo, ojalá termines pronto con todo el desastre, besos amiga.

En ese momento Ellen se levantó del suelo, se enjuagó la cara y fue a la cocina por un par de pastillas para el dolor de cabeza. Al echar un vistazo por la casa se dio cuenta de que realmente era un verdadero desastre, pero, ¿En qué momento había hecho tantos destrozos? Había algo que no encajaba con la historia contada por Laura y Ellen estaba dispuesta a descubrir que era.

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