Capítulo 4.

—Na, na, na....— muerdo mi lápiz mientras miro mi cuaderno de composición, estoy sentada en mi puf rosa.

Después de la reunión, los hermanos Záitsev no hablaron ni nada. Solo se quedaron mirando como el alcalde decía que a partir de la semana que viene van a informar las nuevas reglas.

"Reglas"

En Neardl nunca hubo reglas, todo esto es muy raro.

Aún recuerdo que no pude apartar mis ojos de él, de Arseni. Era como si estuviéramos nosotros dos solos y los demás desaparecieron. También sentí que algo me tiraba hacia él.

Una parte de mí desea escuchar su voz, tomar su mano, probar sus labios...

Niego con la cabeza. <<¿Dónde están yendo tus pensamientos jade?>>, me reprendo.

Mi amiga dijo que tuve el flechazo Záitsev, solo me reí y volvimos a casa a desayunar. Mi estómago me lo agradeció, no probé ningún bocado de los nuevos alcaldes. Hay algo de ellos que no me agrada, no sé, quizás estoy equivocada o solo no quiero que Neardl sea suyo.

Siento que traman algo.

Sorpresivamente nos quedamos sin alimentos y sin dinero, y ellos llegan. Y son nuestra solución.

Me levanto del puf y dejo mi cuaderno de mariposa en la cama, caminó hacia mi mesita de luz donde guarde la cámara que me regaló mi tía cuando cumplí dieciocho. La uso para grabar mis covers, tengo que subir algo a mí cuenta hace varios días que estoy inactiva. Estuve buscando mí carrera, todavía no sé qué quiero estudiar ¿Maestra, doctora o psicóloga? No lo sé, esas profesiones me encantan, pero siento que no quedan conmigo.

Hace unas semanas compuse una canción de los sueños, de luchar por ellos y no detenerse hasta lograrlos. Me falta la base, estuve pensando en una melodía que tocaba con mi padre.

Quedaría perfecta con la canción y sería como tenerlo cerca, además gracias a él hoy me dedico a lo que más amo.

Esta canción es en su honor.

Colocó la cámara en mi tocador y la muevo en dirección a mi cama, una vez acomodada tomó la silla blanca y la colocó frente a la cámara.

Miro mi vestimenta que consiste en una remera blanca y un jean azul roto en las rodillas.

Me inclino y presiono el botón para grabar cuando ya tengo en mi mano mí ukelele.

Tomó asiento en la silla y cuento hasta tres.

—Hola, hoy les cantaré un pedacito de una canción que estoy componiendo:

" Deja ya el temor, sigue pa'adelante que la vida es una

y hay que disfrutar al cien.

Todo se puede lograr, si luchas por lo que sientes.

No te rindas y cree.

(Cree en ti)

Porque todo es posible, hoy ve tras lo que quieres.

Demuestra que lo mereces.

Nada podrá detenerte.

No te rindas y cree.

Cree en ti...."

Dejó de tocar los acordes y bajó la mirada al suelo.

—¡Increíble! — doy un pequeño salto y dirijo mí vista hacia la puerta donde Alana está aplaudiendo — Me encanto.

—Gracias. — me levanto de la silla y guardo el video, después cortaré la última parte.

—Jade, tienes una voz hermosa... ¿Es tuya? La canción.

Sonrió.

—Si, la escribí yo. — dejo el ukelele en la cama y conecto la cámara a la computadora por un cable USB —. le falta algunos arreglos y la música.

—¿Arreglos? ¡Si está hermosa! Además, habla de un tema muy importante, yo creo que vas a inspirar a muchas personas a luchar por sus sueños.

—Eso intento — le digo mientras recorto la parte donde estoy mirando al suelo y Alana aparece — ¿Y a qué se debe tu visita?

—¡Hoy vamos a salir a bailar!

Suelto una carcajada.

¿Yo bailando?

Bailar no es lo mío, lo mío es cantar.

—Jade — se queja.

—No voy a bailar.

Bufa como niña pequeña y se sienta en mí cama, ella sabe que si es un no es un no.

—¡Ya sé! ¿Y si salimos a comer al restaurante de Rosa?

—Alana.

—Por favor....Hace mucho no te veo y me gustaría cenar con mi amiga — la miro y me hace un puchero — ¿Sí? Anda, ten una cita conmigo — me guiña un ojo coqueta y río.

—Está bien.

—Y yo elijo tu vestuario.

—No.

—Jade — vuelve a quejarse.

—¿Qué? Ya acepté la cena y ni flores me trajiste. — sonrío.

—¡Bien!.... Tu ganas.

Nunca había salido a tomar algo a un bar, ni una discoteca, ni nada por el estilo. Soy de las que prefiere estar en su casa tranquila pero no voy a decirle que no a mí amiga que no la veo desde hace mucho, hicimos varias veces videollamadas, pero no es lo mismo.

Hace unos veinte minutos Alana se fue a prepararse mientras yo estoy aquí viendo que ponerme, no quiero verme muy elegante. Lo tengo, tomo un jean negro y una remera blanca esa me queda por arriba del ombligo, y por último mis vans y una campera por las dudas que haga frio.

Tomo mi celular y miro que son las 20:23 hs, rápidamente me cambio. Alana dijo que pasaba a buscar ocho y media.

Una vez cambiada, me coloco perfume de frutos. Me encanta esa fragancia.

Tomó el peine de mi tocador y me peino, casi nunca me hago ningún peinado. Me gusta, suelto o en un rodete.

—Hola, ¿se puede? — inquiere Alana, me encamino hacia la puerta y la abro — ¡Por dios que hermosa es mi cita! — besa mi mejilla — Ten.

Tomó la rosa roja que me tendió y sonrió.

—Es preciosa.

—¿Y yo, como estoy? — da un giro sobre sí misma.

Ella lleva puesto un monito negro largo, en el escote es V y unos tacones a juego. Su cabello está plancheado, tiene pintado los labios de bordo, sombra en sus ojos color marrón y en su hombro lleva colgada una cartera negra.

—Perfecta — sonríe mostrando sus relucientes dientes blancos.

—¿Estas lista? ¿No llevas bolso?

—No, llevo el celular en la mano y la plata en el bolsillo trasero.

—Jade — niega, me encojo de hombros — bien, vamos — engancha su brazo con el mío — presiento que va a ser ¡La mejor noche de nuestra vida!

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