Observó por la ventana de mí habitación como gotas de agua caen del cielo, no sé por qué la lluvia me pone melancólica. Supongo que es porque siempre me las imaginaba como si fueran lágrimas y que el cielo me acompañaba en mí dolor, eso creí cuando recordaba a mis padres. Que ellos estaban presentes de alguna forma.
Me hacen muchísima falta.
Apoyo mi mano en el vidrio sintiéndolo frío, suspiro.
—Los extraño — Susurro con la voz entrecortada.
Cierro mis ojos unos segundos para evitar que las lágrimas se deslicen por mi mejilla, no quiero volver a caer en el pozo del dolor, quiero ser fuerte. Por ellos.
Abro mis ojos al escuchar el motor de un auto, un auto negro esta estacionado frente a mi casa. La puerta del conductor se abre y Sebastián sale de él, le dice algo al conductor y después cierra la puerta. Corriendo viene hacia aquí.
Frunció el ceño.
Escuchó la puerta principal abrirse y cerrarse de un portazo, giro mi cabeza hacia mi puerta y vuelvo mi vista hacia el frente. El auto sigue estacionado.
Trato de ver al conductor, pero la lluvia y los vidrios no me dejan ver quién es.
Hago una mueca y me alejo de la ventana, tomó los lados de mi cortina blanca y tapo mi ventana.
—¿Jade? — grita Sebastián desde abajo.
Rápidamente salgo de mi cuarto y sigo derecho, me apoyo del barandal de la escalera.
—Jade — musita mirándome con lágrimas en los ojos, sonrió y no puedo evitar sollozar.
Camino hacia el inicio de las escaleras y bajó dos escalones, veo que el sube rápidamente y me envuelve en sus brazos.
Inhaló su perfume.
—Seba. — lo abro fuertemente.
Diez años en los que no veía a mi hermano mayor, antes de que fallecieran mis padres, seba y yo estuvimos siempre unidos. Éramos como amigos, teníamos nuestras indiferencias, pero aun así no podíamos estar el uno sin el otro, el día en que me marche fue el más doloroso. Él lloraba muchísimo, pero entendía que no podía respirar estando aquí.
—Te extrañe, loquita. — Toma mis mejillas y junta su frente con la mía como cuando éramos pequeños. Era nuestra forma de decir "siempre juntos".
—Y yo a ti, loquito.
Me separo de él sonriendo y le hago un breve repaso, no cambio mucho solo sus facciones se modificaron un poco por así decirlo.
Su cara sigue siendo redonda con esos cachetes de bebe, sus ojos están más grande y de color café claro como los de mí padre. Tiene la nariz redonda, las pestañas largas y negras.
El cabello lo tiene negro oscuro, ahora está mojado por la lluvia.
Tiene un aspecto sereno, pero a la vez duro.
—¿Terminaste? — pregunta burlón — Debo decir que el viaje te hizo bien, ya no estás tan horrorosa.
Lo empujo mientras se ríe.
—Idiota...¿De quién era el auto en el que viniste? ¿Acaso ya tienes novia?
—¿Me estabas espiando?
—No, yo solo estaba mirando por la ventana y tú apareciste — me encojo de hombros.
Asiente sonriendo.
—Es de un amigo y no tengo novia, ¿Qué crees que pasará si tengo uno? No habrá seba para nadie.
—No me digas que eres un mujeriego. — lo señaló.
—No te lo diré.
—Seba — me quejo — Las mujeres no son un objeto para satisfacer tus necesidades, acuérdate que tenemos corazón.
—No es mi culpa que se enamoren, es algo inevitable ¿Además visto cómo estoy? — me dice arrogante señalándose a sí mismo.
Río.
Está más musculoso, se nota que hace ejercicio.
—Extrañe mucho tus idioteces.
—Y yo extrañe, tu feo rostro.
—¿Y el tío? — le pregunto mientras coloco mí mano en su cintura y ambos bajamos las escaleras.
—Trabajando, supongo.
Asiento lentamente y nos encaminamos hacia el sofá marrón.
—¡Pero que lindo los hermanitos juntos! — exclama mi tía saliendo de la cocina con una taza en la mano, sonríe y mira a mí hermano — ¿Sabes dónde está el idiota de tu tío?
—Trabajando — le contesta mi hermano subiendo sus pies a la mesita pequeña que está frente nuestro.
—Supone — le avisó a mí tía.
Me quito mis pantuflas rosas y me acuesto en el sofá, colocó mis piernas en el regazo de seba.
—¿Estás cómoda?
—Muy cómoda.
Ríe.
—Voy a llamar otra vez al idiota ese — se queja mí tía volviendo a la cocina y murmurando un par de insultos hacía mí tío.
—No cambian más.
Estoy de acuerdo, no sé el motivo de su separación, pero debe ser algo muy grande para que mi tía se quiera divorciar.
—Ey, Loquito — me mira con atención — ¿Tú sabes qué le pasó al pueblo?
—¿A qué te refieres? — arruga su frente.
—Está todo cambiado, el nombre y se siente como malo el aire.
Me observa unos segundos hasta que suelta una carcajada, con mí pie lo golpeó en el estómago.
—Joder.
—Eso te pasa por reírte — gruño molesta.
—Lo siento. — levanta las manos en son de paz y suspira —. Algunas cosas cambiaron.
—¿Cómo cuáles?
—Hace dos años vinieron unos nuevos empresarios o accionistas no recuerdo muy bien y compraron la mitad del pueblo.
—¿Y Gabriel?
Gabriel es nuestro alcalde, es como un abuelo para mí. Es una persona muy amable y gentil, no puedo creer que él haya vendido la mitad del pueblo si para él es lo más preciado.
—Sigue al frente, solo que los otros tienen más poder.
Asiento.
Giro mí cabeza al escuchar la puerta principal abrirse. Mi tío aparece cargando una bolsa negra.
Se detiene a la mitad del camino y me mira
—Jade.
Estoy en shock, es como ver a mi papá, la única diferencia es que él tiene un poco de barba.
Muerdo mí labio.
—¡Tío! — me levanto de un salto y corro abrazarlo.
—Estás enorme.
Me separó de sus brazos y lo miró con una sonrisa.
—Es que como muchas verduras — ríe mirándome con un brillo de felicidad — ¿Dónde estabas? La tía está enojada.
—Ella se enoja por todo. Fui a buscar esto. — levanta la bolsa.
—¿Es para mí? — asiente con la cabeza y chillo emocionada.
Me encantan los regalos.
Beso su mejilla y tomo la bolsa, me siento al lado de mi hermano y abro la bolsa. Dentro de ella hay una caja marrón, la tomo tirando la bolsa al suelo.
Mi tío se inca a mí lado y lo miro confundida. Vuelvo mí vista hacia la caja y la abro.
Abro mí boca sorprendida, un hermoso collar plateado con una perla roja es lo que ven mis ojos.
—Era de tu madre.
Lo tomo en mis manos las cuáles tiemblan un poco y sonrío.
—Me encanta. — miro a mí tío y lo abrazo fuertemente —. Gracias, muchas gracias.
Su mano acaricia mí espalda.
—De nada, princesa.
—¡Por fin! ¿Dónde te metiste? — me separó de mí tío limpiando mis lágrimas — Te esperé por dos horas.
—Solo fue una hora.
Mi tía está de brazos cruzados mirando molesta a mí tío, el cual la mira con una sonrisa divertida.
—Me ayudas.
Le tiendo el collar y me giró mirando hacia la puerta. Me coloca el collar, bajo la mirada hacia la perla roja y la tomo entre mis dedos.
Es preciosa.
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Comments
mimar silva
buen inicio.
2022-11-16
2
mimar silva
buen inicio.
2022-11-16
0
Maria Hernandez
x lo visto esa perla roja tiene un gran significado
2022-08-12
0