Conversamos durante el camino.
—Así que no te permitían salir, ¿Entonces que hacías mientras estabas encerrada?
Lo pensé un par de segundos, seleccione en mi mente un par de cosas que podía contarle en ese momento.
—Pues... Tomar el desayuno con mi madre, caminar en el jardín, charlar con las empleadas, bueno, solo con dos de ellas, Mona y Lucy. Si mi madre tenía visitas, yo iba a mi habitación a leer o tocar el piano.
—Espera, ¿Tocas el piano? —dijo fascinado con la idea.
—Sí, no soy tan buena como lo era mi padre, pero disfruto hacerlo.
—Increíble, —dijo observando mis manos. —me encantaría escucharte tocar alguna vez.
—Claro, solo pon un piano frente a mí y lo haré con gusto.
—Muy bien. —dijo con una sonrisa.
Fueron casi dos horas de viaje en auto, pasamos al menos la mitad del tiempo en una carretera rodeada de grandes árboles. Despues de un rato ví al frente y pude notar el comienzo de un sendero para entrar al bosque.
—¿Falta mucho? —pregunté.
Él disminuyó la velocidad y comenzó a detener el auto.
—No, de hecho ya casi llegamos.
Una vez que se detuvo, se giró mirándome con una tierna sonrisa.
—¿Podrías cerrar los ojos?, realmente quiero que sea una sorpresa.
Apreté los labios para contener una sonrisa.
—Bien. —dije y luego cerré los ojos.
El auto comenzó a avanzar lentamente. No conté los minutos, pero luché conmigo misma para no abrir los ojos y estropear la sorpresa.
Estaba muy ansiosa y ya quería ver de que se trataba, entonces el auto se detuvo lentamente.
—No abras los ojos aún. —dijo cerca de mi oído.
Lo oí salir del auto y cerrar la puerta, todo se quedó en completo silencio por unos cuantos segundos, hasta que de pronto la puerta a mi lado se abrió.
Pude escuchar el sonido de los pájaros cantando. Y luego su voz.
—Dame tu mano. —habló con voz cálida.
Estiré mi mano hasta que sentí la de él, me sujetó con firmeza y me ayudó a salir del auto; Al salir, di unos cuantos pasos, y oí la puerta cerrarse detrás de mí. A medida que avanzaba, comenzaba a sentir el magnífico olor a tierra mojada y un olor intenso a madera. Estaba tratando de distinguir algún otro aroma o sonido, pero mis pensamientos se vieron totalmente interrumpidos, cuando sentí su brazo rodear mi espalda hasta llegar a mi cintura, al parecer para guiarme con mayor precisión.
Tan solo unos cuantos segundos más, apretó ligeramente su mano en mi cintura.
—Aquí está bien.—dijo después y yo me quedé quieta.
—Ya puedes abrir los ojos. —me habló suavemente al oído.
Abrí los ojos poco a poco y la luz del atardecer me deslumbró, pero mis ojos se adaptaron rápidamente a la luz y pude ver la escena con claridad.
Frente a mí tenía la más grande obra de arte natural, un hermoso lago cristalino rodeado por grandes árboles. Podía ver el cielo naranja reflejado sobre el agua, se veía tan irreal.
Miré a mi alrededor y mientras lo hacía descubrí una cabaña hecha de madera y rocas. Un hermoso color naranja salía de las dos pequeñas ventanas de abajo.
Miré a Dylan.
—Vaya. —sonreí muy sorprendida.
Él sonrió también.
—¿Qué te parece?
Miré el lago una vez más.
—Muy hermoso, claro.
—El lugar es nuestro, al menos por todo el fin de semana. —dijo de repente.
Entonces recordé que tan solo traía mi teléfono y las llaves de mi dormitorio. Lo miré.
—Me lo hubieras dicho antes, —dije con ligera preocupación. —no traje nada de nada.
Él sonrió y tomó mi mano.
—Tranquila, no necesitabas traer nada, en la cabaña hay productos de higiene personal, pijamas nuevas, y el refrigerador está lleno. Además, —me puso el cabello tras el hombro y después acarició mi brazo. —Te compré algo de ropa.
Tenía la boca ligeramente abierta para decir algo, pero no sabía exactamente qué. Junte los labios y miré el lago, era totalmente hermoso, la alegría me invadió al punto de hacerme sonreír, después lo miré a él.
—No sé que decirte, aún no puedo creer que estemos aquí.
—No hace falta que digas algo, solo disfrutemos juntos del lugar. —tomó mi mano y la besó. —Iré por unas cosas al auto.
Vi la cabaña con atención.
—Bien, yo iré a dar un vistazo.
Él sonrió.
—Adelante, el lugar es todo tuyo.
Me soltó la cintura y se dirigió al auto, yo me dirigí al muelle y caminé sobre él para llegar a la cabaña, mientras lo hacía no podía dejar de ver el agua, se veía tan mágica, era mil veces mejor que aquél lago que había descrito.
Ya estaba de pié frente a la puerta, giré la perilla y la abrí. Fué una sensación cálida, el interior se veía tan hogareño.
Al fondo había una cocina linda, había también una barra que la dividía de la pequeña sala. Caminé para ver más de cerca. En la sala había un sofá con muchos cojines, un sillón individual con una manta sobre el respaldo y el piso estaba cubierto con una alfombra café muy frondosa. Frente al sofá estaba una mesa pequeña hecha de madera, había un gran espacio entre la fogata y esa mesa.
Caminé hacia la cocina y abrí el refrigerador, tal y como lo había dicho, estaba lleno, había mucha fruta, huevos, verduras, leche, y botellas de agua. En la parte más fría había algunos paquetes de carne y salchichas.
Tomé una botella de agua y lo cerré. Después me acerqué a la barra y me senté frente a ella. Dylan estaba de pié en la entrada. Traía unas bolsas de compras con sigo, se acercó al sofá y las puso ahí.
Abrí la botella y le dí un trago, después le sonreí.
—El interior es una maravilla, bastante acogedor.
Él sonrió y se acercó a la barra de la cocina, recargó ambas manos sobre ella, se sentó junto a mí y se giró en mi dirección.
—Te compré algunas cosas mientras estuve fuera de la escuela.
Abrí una de las bolsas y ví dentro de ella, tomé lo que había en el interior y lo saqué. Eran dos pantalones los extendí con ambas manos y los ví con detalle, uno era color negro y y el otro era color verde olivo, ambos tenían un cordón ajustable y bolsillos, se veían bastante cómodos, los puse en la bolsa nuevamente y saqué lo que había en la segunda bolsa. Eran dos suéteres bastante suaves, unos color gris, y el otro color blanco. En otra bolsa aún más grande habían unos pares de calcetines y ropa interior, lo saqué y tomé una gran caja de color café, la abrí y ví unas botas en ellas.
Él comenzó a acercarse, yo lo miré con cierta preocupación. Temía que estuviera gastando demasiado con tal de impresionarme.
—No sé si deba aceptarlo.
Me miró algo confundido.
—¿No te gusta?
En un principio negué con la cabeza.
—Al contrario, —dije después. —todo es muy bonito y me encanta, pero siento que es demasiado para mí.
Él me acarició la mejilla mientras miraba mi rostro con atención.
—A mí no me parece que sea demasiado, me parece que es lo mínimo que puedo darte. —Se quedó observando mis labios unos cuantos segundos, luego sonrió y mordió los suyos.
Parpadeé un par de veces para salir que aquella hipnosis en la que me había dejado con su expresión.
—En serio, no hace falta que me des este tipo de obsequios, haberme traído aquí ya era un obsequio maravilloso. —dije con una sonrisa.
Él sonrió también y retrocedió un poco, metió la mano al bolsillo de su pantalón y luego sacó algo. Al principio solo vi que era algo que sobresalía y colgaba entre sus dedos. Lo extendió con los dedos para mostrarme. Era una brazalete brillante delgado y color plateado, de él colgaba una estrella plateada con cristales incrustados.
Tomó mi mano con delicadeza y me miró a los ojos.
—Lo que escribiste me hizo sentir que estaba en ese lugar, y al imaginarlo también te imaginaba en él, así que busque lagos en Internet por casi una hora y este fue el que más me gustó. Quise que fuera una sorpresa, así que me encargué de comprar todo lo necesario para que estuviéramos cómodos. Espero poder escuchar más de tu vida, sin que nada ni nadie nos interrumpa y que sea una bella experiencia para ambos. —Vió mi mano y me puso el brazalete cuidadosamente. —Éste sí es un regalo unicamente para tí.
Sonreí y ví el dije un par de segundos. Los cristales brillaban demasiado, se veían resplandecientes.
—Bueno, —dije y lo miré a los ojos desde mi baja altura comparada con la suya. —Gracias.
—No hay de que. —dijo mientras apartaba un mechón de cabello de mi rostro.
Ví hacia afuera y después lo ví.
—¿Por qué no vamos a nadar?
Él sonrió.
—Claro, vamos.
Dejé la botella de agua sobre la barra y caminé hacia la salida mientras él me seguía.
Al salir me quedé de pié en el pórtico de la cabaña y miré el lago. Dylan se puso de pié junto a mí, también estaba observando el agua.
—Es realmente bello y cristalino, —dije mientras me quitaba los zapatos. —muero por nadar ahí.
Él comenzó a quitarse los zapatos también y sonrió. Después se quitó la chamarra y la arrojó a una mecedora que estaba ahí.
Me quité los pantalones y los puse en la cerca que rodeaba el pórtico. Él se quitó la camisa y fué un verdadero deleite, tenía un cuerpo tonificado y una piel hermosa. Me quité la sudadera mientras él aflojaba su cinturón y se bajaba los pantalones.
Me miró de pies a cabeza sin decir una palabra, pero sus ojos me lo decían todo. Se veía más impresionado que cuando estaba mirando el lago.
Supongo que me pasaba algo similar, porque su físico me parecía precioso.
Se acercó a mí y sonrió ligeramente mientras extendía su mano.
—¿Vamos?
Le dí la mano y asentí.
—Vamos.
Caminamos hacia el muelle y después saltamos dentro de la bella agua cristalina.
Salí a la superficie y tomé aire, después sonreí al verlo, el agua estaba tibia, se sentía de maravilla.
Él se acercó nadando hacia mí.
—Creí que estaría helada.
—Yo también. —respondí.
Pasamos varios minutos en el agua hasta que comenzó a oscurecerse. En medio de un par de preguntas de la infancia comenzó a hablarme de su padre.
—Mi padre me llevó en varias ocasiones, pero ninguno era para nada como éste lugar, el agua no era cristalina y tenía cierto temor de nadar ahí, así que solo pescábamos.
Sonreí con ternura mientras lo escuchaba.
—Él estaba siempre tan ocupado con el trabajo que apenas y tenía tiempo de verlo, es por eso que cuando estaba disponible aprovechaba su descanso para pasar tiempo conmigo.
—Que lindo. —dije con una sonrisa.
Él me miró a los ojos y se acercó a mí, entonces comenzó a besarme. Puse mis manos sobre sus hombros y cerré los ojos, era una sensacion de lo más placentera.
Ya comenzaba a tener frío, así que puse mi mano en su pecho y me aparté un momento.
—Deberíamos entrar, ya está haciendo algo de frío.
Él asintió y sonrió. Nadamos hasta el muelle y salimos del agua.
Escurrí mi cabello, mientras caminábamos hasta el pórtico. Una vez ahí tomé el suéter que llevaba puesto antes y me sequé el rostro.
Cuando aparté la prenda de mi rostro me dí cuenta de que él estaba mirándome.
—Tu cabello mojado se ve lindo. —dijo mientras se acercaba a mí.
Sonreí y agaché la cabeza con algo de pena, nunca me habían dicho algo así.
—Gracias. —dije y luego levanté la cabeza.
Él se acercó a mí y comenzó a acariciarme el rostro, yo estaba con el corazón a mil por hora, incluso me dió algo de pena que él fuera capaz de oírlo.
—¿Estás bien? —preguntó con una sonrisa.
Yo asentí sin decir nada.
Él me sujetó por la cintura y observó mis ojos, Luego, me acercó a su cuerpo y comenzó a besarme suavemente.
Coloqué mis manos en la parte trasera de su cuello y, mientras lo hacía, sentí una de sus manos en mi cuello, deslizandose despacio hacia mi pecho.
Me hice para atrás y tomé aire de golpe.
Él me miró sorprendido.
—Lo siento, ¿Me pasé? —preguntó un poco de pena.
—No, no es eso, —dije tratando de mirarlo a los ojos sin sonrojarme. —es que estoy muy nerviosa, es todo.
Se veía confundido, aún así sonrió con dulzura.
—Ya veo. —dijo con empatía.
Extendió su mano, entonces yo puse la mía sobre la suya y lo seguí.
Entramos a la cabaña, después tomó las bolsas de ropa y me miró.
—Vamos a la habitación para que puedas cambiarte. —dijo con una sonrisa.
Caminamos hasta la habitación y una vez ahí, dejo las bolsas sobre la cama, abrió el armario, tomó una toalla y me la entregó.
—Si quieres puedes cambiarte en el baño.
Asentí y tomé la ropa de las bolsas, luego entré al baño.
Me sequé rápidamente y me quité la ropa interior que tenía puesta, después tomé la ropa nueva y me la puse.
Dejé la ropa mojada en el cesto y después salí del baño.
Él estaba poniéndose la camisa, y no pude evitar ver su abdomen un par de segundos. Dejé de verlo en cuanto se dió vuelta en mi dirección.
Comenzó a acercarse mientras me veía el cuerpo entero.
—Te quedó muy bien.
Sonreí mientras me veía a mi misma.
—Sí, tienes buen gusto.
Él se acercó a mí y tomó mi mano.
—Claro que lo tengo. —luego le dió un beso.
—¿Tienes hambre? —preguntó repentinamente.
Asentí con una sonrisa, entonces él se dio vuelta en dirección a la salida y caminó sin soltar mi mano.
—Voy a preparar la cena.
—¿Sabes cocinar? —pregunté.
—Me defiendo. —dijo con una risa al final.
Una vez en la cocina él comenzó a preparar la cena mientras yo lo observaba. No hubo forma de que pudiera ayudarlo, pues él insistió en hacer todo solo y además yo jamás había cocinado algo en mi vida.
Sirvió los platos de comida y después conversamos mientras cenábamos, la temática de las preguntas habían escalado cierta intensidad.
—¿Cuantas novias has tenido antes de mí? —le pregunté.
Lo pensó un par de segundos.
—Es complicado.
—¿Por qué?
—En la universidad tuve tres novias, despues de eso salí con más chicas, pero ninguna de ellas fué mi novia oficialmente.
—¿Puedo preguntar, cómo es que terminaron tus relaciones oficiales?
—No lo sé, supongo que las circunstancias hicieron que tomáramos rumbos diferentes, o simplemente no cumplí con sus expectativas.
—¿Qué tipo de expectativas? —pregunté.
—Es algo complejo.
—Tengo tiempo. —dije con una sonrisa.
—Bueno, la primer novia que tuve fué en el último año de la preparatoria, me agradaba, pero decidió irse a otro lado para estudiar la universidad y nunca volví a saber de ella. —hizo una pausa para tomar jugo. —La segunda me pedía más atención de la que podía ofrecerle, y yo estaba en serio concentrado en la universidad, tanto que los profesores me adelantaron a cursos avanzados, ya casi no tenia tiempo de verla, así que decidimos terminar.
—¿Qué pasó con la tercera?
—Salí con ella por dos meses, y resultó que no era el tipo de hombre que ella buscaba.
—Debería decir que lo lamento, pero eso te llevó a estar conmigo ahora, así que no diré nada. —sonreí al decirlo.
Él sonrió también.
Después de algunos minutos terminamos nuestra cena, puso los platos en el fregadero y luego salimos a caminar a la luz de la luna para retomar nuestra platica.
—Respecto a la última chica, ¿Cómo supiste que no eras el tipo de hombre que buscaba? —pregunté mientras caminábamos.
—Pues, ella iba a fiestas siempre que podía y yo amaba quedarme a leer en mi departamento. Creo que la única vez que podía sentir que ella me quería era al tener intimidad, el resto del tiempo ella era distante, yo en serio odiaba eso.
Cuando dijo eso último, sentí mi corazón acelerarse de golpe y el rostro caliente, menos mal tenía la vista fija en el suelo.
—Ya veo.
—¿Qué hay de las otras chicas, por qué ninguna de las otras fué tu novia?
Él hizo una mueca de ligero desagrado.
—Porque después de pasar la noche juntos ellas simplemente desaparecían, no eran el tipo de mujer que buscaba algo fijo.
Aún tenía la duda de saber a cuántas experiencias pasadas me estaba enfrentando.
—¿Fueron muchas?
—¿Seis es mucho para tí? —preguntó inocentemente.
Sentí un nudo en el estómago al oír la cantidad, seguramente cinco para los chicos era una hazaña, pero para las chicas eso era un escándalo. Al menos eso tenía entendido, aún así no dejó de sorprenderme la cantidad.
—Pues... —dije con algo de nervios. —No lo sé con exactitud.
—¿Que hay de tí? —preguntó de repente.
—¿De mí? —dije con algo de nervios.
—¿Cuántos tuvieron la fortuna de salir contigo?
Respiré profundamente.
—No creo que haya sido una fortuna, pero hubo un chico en séptimo grado con el que hablé por una ridículamente corta cantidad de semanas.
—¿Cuantas?
—Dos. —dije con una risa culposa.
—¿Por qué solo dos semanas?
—Creo que se aburrió de mí. —dije casi de inmediato.
Él me tomó de la mano.
—Que tonto fue, a mi no me pareces aburrida en lo absoluto.
Yo sonreí y seguimos caminando.
—Sobre lo que sucedió hace un rato. —dijo mientras acariciaba mi mano con su pulgar.
—¿Qué? —pregunté como no queriendo.
—No te gusto que te haya tocado, ¿Verdad? —me miró atentamente esperando por mi respuesta.
Le negué con la cabeza antes de poder decir algo.
—Solo me tomó por sorpresa, y además es algo nuevo para mí. —contesté titubeante.
Él me miró genuinamente sorprendido.
—¿Nuevo?
Yo asentí con timidez.
—Entonces tú y ese chico... —se quedó callado de repente y nos detuvimos frente al lago.
Creía saber que era lo que iba a decir.
—No. —sentí que mi garganta se secó después de decir eso.
Él me miró directo a los ojos.
—¿Con alguien más?
Sentí algo de pena al escucharlo, asi que agaché la cabeza un momento.
Él me tomó la mano y la acarició con gentileza.
—Lo lamento, no tienes que responder si no quieres. —dijo inmediatamente.
Levanté la cabeza y lo miré a los ojos.
—No, está bien. —me giré en dirección al lago.
—La verdad es que aquel chico quiso hacerlo, pero yo no me sentía para nada preparada tenía mucho miedo.
—¿Miedo? —preguntó confundido.
—Sí, es que él fué algo brusco con sus muestras de afecto, y eso me hizo recordar la vez que oí a unas chicas decir que era doloroso.
Él vió mis ojos con detalle y luego sonrió ligeramente.
—Bueno, respecto a lo último, sí lo es, pero eso solo pasa la primera vez, incluso en los hombres, después es completamente diferente.
Lo miré con atención.
—¿Qué tan diferente?
Sonrió con algo de pena.
—Pues, ¿Alguna vez te haz tocado tu misma? —su mirada parecía seducirme involuntariamente.
Le negué con la cabeza.
—No, nunca.
Con un gesto de intriga, se pasó la mano por la barbilla, tomó una bocanada de aire y la dejó escapar con suavidad.
—No creo que pueda describirlo desde el punto de vista de una mujer, pero desde el mío, podría decir que no hay nada que se le compare.
Cada palabra suya avivaba mi curiosidad de manera irresistible, sentí de nuevo ese calor en el pecho, mi corazón latía tan fuerte que pensé que se escaparía de mi cuerpo.
—Y... respecto a lo primero, a esa edad algunos chicos suelen ser demasiado desesperados y arruinar el momento, supongo que fué lo que sucedió con él.
Me acerqué a él, observando sus labios. Él colocó su mano en mi cintura y se acercó también. Nuestros labios se unieron en un beso, y mi corazón latía con una intensidad descontrolada.
Sus labios rozaban los míos con delicadeza, y yo deseaba más, pero no sabía cómo expresarlo.
Y antes de que pudiera decir algo, él se detuvo y me miró con una sonrisa.
—¿Quieres que te muestre cómo lo hago yo? —preguntó con voz seductora.
Su voz me desarmó por completo, así que tomé una profunda bocanada de aire, mordí suavemente mi labio inferior y luego asentí con determinación.
Acarició mis labios con su pulgar y me sonrió, haciendo que yo sonriera también.
—Espera aquí. —murmuró contra mis labios y se dirigió al auto.
Me quedé de pié con la respiración totalmente agitada, me temblaba ligeramente el cuerpo por el frío de la noche.
Él llegó al auto y abrió la puerta. Tomó algo rápidamente y lo metió en su bolsa, no tenía idea de lo que podría ser, y estaba tan nerviosa que ni siquiera se me ocurrió preguntárselo. Cerró la puerta del auto y regresó a donde yo me encontraba.
Me tomó suavemente de la mano.
—Vámos. —dijo, mirándome tiernamente.
Caminamos tomados de la mano hasta la cabaña, antes de entrar se detuvo y me besó frente a la puerta. Luego acarició mi rostro y seguimos caminando hasta llegar a la habitación.
Al llegar, me puse tan nerviosa que no sabía que hacer. No sabía si debía comenzar a quitarme la ropa yo misma o esperar a que él lo hiciera.
Comenzó a besarme mientras acariciaba mi rostro con una mano y con la otra mí cintura, un par de segundos después, tomó mi blusa y comenzó a quitármela cuidadosamente, luego la dejó en el suelo.
Aunque los nervios me invadían, agarré el borde de su camisa y lo miré a los ojos.
—¿Puedo? —pregunté, deseando ser yo quien quitara al menos una parte de su ropa.
Sonrió y asintió, entonces lentamente, se la quité y la dejé caer al suelo, sin apartar la vista de su pecho. Él acarició mi rostro y me miró atentamente. Sus ojos reflejaban una mezcla de ternura y deseo.
—Puedes tocarme. —dijo con un tono profundo y envolvente que me hizo estremecer.
Puse mis manos en su pecho, su piel tenía una suavidad encantadora que me resultaba sumamente placentera. Acaricié sus brazos, sintiendo las venas que se alzaban como pequeños caminos azules bajo su piel.
Acarició mi abdomen de arriba hacia abajo hasta llegar al inicio de mi pantalon, luego desabrochó el botón y bajó el cierre cuidadosamente. Puso amabas manos a cada lado de mis caderas, y comenzó a descender frente a mí, llevándose mi pantalon con las manos hasta arrodillarse. Una vez en el suelo, levantó uno por uno mis pies y paso los pantalones por mis tobillos con mucha facilidad.
Aun con uno de mis pies en la mano, deslizó sus dedos a la parte trasera de la pierna, acercó su rostro y le dió exactamente tres besos uno cada vez más arriba del otro.
Se puso de pie lentamente y una vez arriba, inclinó su rostro al mío, y finalmente me besó. Después de algunos segundos, retrocedió y me acarició la barbilla, luego se puso detrás de mí. No podía verlo y comenzaba a ponerme algo ansiosa. De repente sentí su mano sobre mi espalda, la frotó con suavidad de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba; Entonces su aliento se impactó contra mi piel anunciando la llegada de sus labios y una vez que tocaron mi espalda comenzó a trazar un camino de besos hasta mi hombro mientras sus manos acariciaban mi cintura.
Era tan delicado con mi piel, tan suave, y gentil que realmente estaba disfrutando la sensación. De un momento a otro sentí como desabrochó mi sostén, y los nervios incrementaron. Deslizó los tirantes sobre mis hombros y luego por mis brazos para luego dejarlo caer al suelo; Volvió a ponerse frente a mí y observó mi pecho, luego lo acarició suavemente con la palma de su mano, cuando lo hizo mi respiración se agitó.
Él sonrió y me tomó del cuello con suavidad, después se acercó y comenzó a besarlo con delicadeza. Era una sensacion realmente exquisita y totalmente nueva.
Me llevó a un lado de la cama y se acercó a mi oído.
—Tranquila. —me susurró mientras acariciaba mi espalda.
Yo respiré profundamente para tratar de tranquilizarme. Colocó sus manos en mis hombros y con un poco de presión me guió hacia abajo hasta que me senté en la cama.
Metió la mano a su bolsillo y sacó lo que antes había guardado ahí, luego lo puso sobre la cama a un lado de mí; Era cuadrado y de color metálico, ahí finalmente me dí cuenta de lo que era.
Se inclinó, me tomó de la barbilla y, acercando su rostro al mío, me besó con suavidad, después se alejó y se enderezó.
Se bajó los pantalones y la ropa interior al mismo tiempo. Por fin pude verlo completamente desnudo, se veía como una perfecta estatua de un dios griego, era inevitable no estar nerviosa.
Me puso con delicadeza sobre la cama, y luego me acarició los labios. Tuve que cerrar los ojos un momento para tratar de relajarme porque mi respiración era un caos y sentía un nudo en el estómago.
Él me acarició la mejilla.
—No tiene que pasar ahora si no quieres.
Abrí los ojos rápidamente y le sostuve la mirada.
—Quiero que sea ahora.
—¿Estas segura?
Asentí y lo tomé del rostro para besarlo y mostrarle que estaba completamente segura. Se apartó y comenzó a besar mi cuello luego mi pecho y siguió bajando por abdomen. Miré el techo para tratar de tranquilizarme, sentía que mi rostro comenzaba a calentarse.
Entonces sentí sus manos en mis caderas y comenzó a bajar mi ropa interior hasta quitármela completamente.
Levantó mis piernas y las flexionó de modo que mis pies ahora tocaban la cama. Sentí sus manos sobre mis rodillas, y lentamente comenzó a separarlas; Se arrodilló en el suelo y puso su rostro enmedio de mis piernas.
—¿Qué vas a hacer? —pregunté con curiosidad.
Rodeó mis piernas con sus manos.
—Esto te gustará. —dijo con una sonrisa.
Besó mi entrepierna, luego comenzó a besar y lamer con suavidad mientras me tomaba los muslos con fuerza.
Tomé aire de golpe al sentirlo, se sentía de maravilla, nunca antes había experimentado una sensación tan placentera, me quejé de placer involuntariamente mientras acariciaba su cabeza.
No podía creer que pudiera hacerme sentir tan bien, me sentía tan vulnerable y no podía evitar apretar los muslos.
Él hizo un sonido nasal parecido a un quejido, creí que lo había lastimado con las piernas.
Me observó por un instante con una mirada profunda y llena de deseo y luego hundió su rostro aún más mientras él mismo apretaba mis músculos contra su cabeza.
Miré el techo y jadee ligeramente se sentía de maravilla. Algunos minutos después se detuvo y se puso de pié.
Tomó el sobre metálico y se frotó abajo mientras me veía de pies a cabeza.
—Tienes el cuerpo más hermoso que haya visto en mí vida.
Abrió el pequeño sobre, sacó lo que había en él y después se lo colocó.
Separó mis piernas aún más y puso su cuerpo sobre el mío. Acarició mi rostro y comenzó a besarme en los labios. Yo tomé su rostro y lo acaricié también, quería sentir que tenía alguna especie de control en la situación.
Se sostuvo con ambas manos sobre la cama, después me besó con pasión y deseo, dejó de hacerlo un momento y acarició mi barbilla.
—Avísame si quieres que me detenga y lo haré.
Yo asentí y puse mis manos en su espalda, lo miré directo a los ojos mientras sentía como colocaba su miembro enmedio del mío, entonces comenzó a presionar su pelvis contra la mía lentamente.
Comencé a sentir una especie de tensión, que luego se convirtió en un ardor, hasta que finalmente pude sentir que ya estaba dentro de mí.
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Rosa Gamero
siento que la está engañando
2024-01-07
3
✿ᐯᗩᒪᗴᖇIᗩ ᗰᗴᑎᗪOᘔᗩ✿🌻🌻🌠
Sin gorrito así nomas
2023-10-31
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Celeste
🙄
2023-01-31
0