Me aparté y me senté a su lado. Con suavidad, él colocó mis piernas sobre las suyas. Se quedó mirándome con detenimiento, impresionado, como si sus ojos se posaran en mi cuerpo por primera vez. Al contemplar mi rostro, su expresión mostró una admiración absoluta.
—Eres increíblemente hermosa.
Había olvidado lo mucho que me costó al principio aceptar que él me percibía bonita.
—Sí lo dices varias veces empezaré a creerlo.
Sujetó mi mano y sus dedos se entrelazaron con los míos, formando un cálido lazo.
—No me digas que no te consideras hermosa.
Esbocé una sonrisa con cierta timidez.
—La verdad es que nunca lo había pensado.
Besó mi mano con dulzura, y con su otra mano, la acarició delicadamente.
—Lo eres, eres verdaderamente hermosa. Tu forma de ser, es más hermosa aún, eres como un libro, uno que me tiene atrapado y no puedo dejar de leer.
Sus palabras penetraron en mi corazón, haciendo que un calor envolvente se expandiera por todo mi cuerpo. Me acerqué más y recargué mi cabeza en su pecho, abrazándolo con fuerza.
Pasado un rato, decidimos regresar a la cabaña. Compartimos la ducha; Nos besamos tanto como nos fué posible, mientras la espuma del jabón y el agua nos recorría la piel. Fue un momento bello y de completa tranquilidad.
Después, simplemente nos pusimos las pijamas y nos abrazamos durante toda la noche hasta quedarnos dormidos.
A la mañana siguiente, disfrutamos del desayuno y luego exploramos los alrededores por última vez antes de irnos.
Guardé todos los obsequios en una sola bolsa y los llevé al auto. Antes de irnos contemplamos el lago en completo silencio, hasta que su voz embelleció el instante.
—Todos los días tendré en mente estos maravillosos días que pasamos juntos. —dijo mientras sus dedos entrelazaban los míos.
Me sorprendió que, a pesar del hermoso paisaje frente a él, sus ojos estaban fijos en mí.
—Yo también. —murmuré, sosteniéndole la mirada.
Subimos al auto y fuimos de vuelta a la escuela. En todo el camino me fué imposible no pensar en todo lo que habíamos hecho en el lago.
Antes de llegar se detuvo en una farmacia.
—Casi olvido la pastilla.
La verdad es que también lo había olvidado y en cuanto lo recordé me sonroje un poco.
Bajó del auto y demoró solo unos minutos. Regresó rápidamente y al entrar me la entregó.
—¿Quieres tomarla ahora, o prefieres tomarla cuando estés en tu dormitorio?
—Creo que será en mi dormitorio.
—Muy bien. —dijo con tranquilidad y después me acarició la barbilla.
Por fin llegamos a la escuela y se dirigió al estacionamiento subterráneo; No había absolutamente nadie ahí, solo los autos y nosotros. Me quité el cinturón y me giré en su dirección, él hizo lo mismo y me tomó de la mano con delicadeza. Lo miré directamente a los ojos y las palabras salieron por sí solas.
—Gracias por la sorpresa, ya tengo un nuevo lugar especial.
—Yo también. —dijo con una sonrisa. —Tú eres mi lugar especial.
Sonreí con timidez y le acaricié el rostro, después me acerque a sus labios para besarlo. Él me acarició la cintura y cuando dejamos de besarnos acarició mis labios con ternura.
—Ya debo ir a mi dormitorio. —dije con cierta tristeza.
Él puso su frente contra la mía y su aliento me impacto el rostro con una suave caricia.
—Lo sé. —me acaricio la mejilla con el pulgar y me miró a los ojos. —Te escribiré cuando esté en mi oficina.
Asentí y lo besé por última vez, luego bajé del auto. Salí del estacionamiento y pasé por el jardín antes de entrar al edificio de la escuela.
Mientras caminaba lamí mis labios y pude sentir su sabor, inevitablemente el recuerdo del lago invadió mi mente y me acompañó a lo largo del camino.
Cada detalle volvía a mí mente con una nitidez asombrosa; el calor de su piel, la suavidad de su tacto, y la forma en la que sus ojos me miraban. Sentía de nuevo la emoción palpitante en el pecho, como si el tiempo no hubiese pasado en realidad.
En ese instante la lucidez de ese bello momento me envolvió, y todo a mi alrededor desapareció. Me transporte de nuevo a aquel lago, donde el mundo parecía detenerse y solo existíamos nosotros dos.
Empecé a preguntarme si me sería posible verlo con frecuencia, pues no me creía capaz de poder aguantar mucho tiempo sin disfrutar de aquella magnífica sensación. Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no me percaté de que iba por el pasillo equivocado, así que me dí vuelta y caminé de regreso.
Al hacerlo, me topé con un chico delgado y rubio en medio del camino, estaba bastante concentrado leyendo un pequeño pedazo de papel.
Él levantó la cabeza y al verme comenzó a acercarse a mí.
—Hola, —me saludó con una carismática sonrisa una vez que me tuvo cerca.
Él se detuvo frente a mí y me ví obligada a detenerme también.
—Hola. —dije con cierta incertidumbre.
Vi sus ojos con atención, eran de un azul pálido, tenía también unas pestañas abundantes.
—Perdona que interrumpa tu camino. Estoy buscando la oficina del director, una chica intentó ayudarme y me dió ésto. —me mostró el papel que estaba leyendo hace un momento. Le dí un vistazo y me dí cuenta de que tenía escrita la ubicación de la oficina del director de una forma confusa. —Llevo casi veinte minutos dando vueltas y no logro dar con ella. Me preguntaba si tú podrías ayudarme. ¿Sabes dónde está la oficina, o no?
—Sí, está...
Antes de que pudiera terminar él sonrió y miró el techo mientras levantaba sus manos.
—¡Sí, gracias! —bajó la cabeza nuevamente y me miró a los ojos. —¿Te molestaría llevarme? Ya no quiero seguir dando vueltas.
No tenía alternativa, él parecía muy entusiasmado con la idea y no quería ser grosera.
—Claro, vamos. —respondí con amabilidad.
Él me sonrió mientras caminábamos.
—Muchas gracias. Por cierto, soy Benjamin, —dijo mientras estiraba su mano para saludarme. —pero puedes decirme Ben, mis amigos me llaman así.
Tomé su mano.
—Mucho gusto Ben, yo me llamo Némesis.
—Vaya, que nombre tan curioso, nunca lo había escuchado, suena muy lindo.
Sonreí ligeramente.
—Gracias. —dije mientras caminaba.
—¿Fuiste de compras? —preguntó mientras veía la bolsa en mi mano.
Aclaré la garganta con algo de nervios y respondí rápidamente.
—Sí.
—Que bien, tal vez yo haga lo mismo el próximo fin de semana.
Sonreí por cortesía sin saber exactamente que decir.
—¿Vienes de otro estado, o eres de Aquí? —me preguntó.
—Vengo de Colorado, Aspen.
—Vaya, ¿Entonces tienes un dormitorio aquí?
—Sí, en el segundo piso del edificio.
—Ah, aún no sé cómo funciona el orden de los dormitorios, asi que se lo preguntaré al director o su asistente.
—Ya veo. —dije y seguí caminando en silencio.
En cuanto llegamos a la dirección me detuve frente a la puerta.
—Bueno, es aquí.
Él sonrió aliviado y tocó la puerta, después se giró en mi dirección y me abrazó.
—Gracias por traerme, te debo una.
La puerta comenzó a abrirse y antes de que pudiera decir algo Ben se acercó rápidamente a mí rostro y me dió un beso en la mejilla.
Realmente me tomó por sorpresa, no estaba preparada para algo así, ni acostumbrada a ese tipo de muestras de gratitud.
La puerta estaba completamente abierta y al ver quién había abierto la puerta, mi corazón comenzó a latir con rapidez. Era nada más y nada menos que Dylan.
Nos miró a ambos tranquilamente.
—Hola, ¿Qué necesitan? —preguntó.
Yo estaba a punto de decir algo, pero no sabía exactamente qué.
—Eh...
Ben aclaró la garganta.
—Necesito hablar con el director, soy de nuevo ingreso y me dijeron que tenía que recoger mi credencial y mis llaves aquí.
Dylan le señaló el interior para indicarle que entrara.
Ben se giró en mi dirección y me tocó el brazo.
—Gracias otra vez, te veré después.
—Sí, no fue nada. —dije con algo de nervios.
Dylan me sonrió de forma amable y luego cerró la puerta con él dentro.
Me dí la vuelta y me dirigí a mi dormitorio sin comprender del todo su reacción. Llegué y puse las bolsas de ropa en el suelo, puse todo sobre la cama, para luego ponerlas en el cesto de ropa sucia. Al terminar me quité la ropa que tenía puesta y me dí una ducha.
Estando en la ducha, recorrí mi cuerpo con la esponja suavemente, y cerré los ojos un momento. Entonces comencé a imaginar sus caricias. Sonreí de felicidad, y recorrí mí cuello con mis dedos, mientras lo hacía me dí cuenta de que algo andaba mal.
Abrí los ojos de golpe, palpé mi pecho y luego mi cuello. No estaba, el collar no estaba. Miré el suelo rápidamente y comencé a buscarlo, pero no lo veía por ningun lado. Terminé de ducharme y después salí del baño con la bata puesta.
Busqué el collar en el suelo y me puse de rodillas para verificar que no estuviera debajo de la cama o de alguno de los muebles, al no encontrarlo comencé a preocuparme. Temí haberlo olvidado en el lago, o haberlo perdido en algún pasillo de la escuela.
Me senté en mi cama y me cubrí el rostro muy consternada. Entonces una notificación de mi teléfono sonó.
Era Dylan, así que abrí la conversación inmediatamente.
—[Hola, por fin estoy en mi oficina.] [¿Quién era ese chico?]
—[ Lo conocí hace un momento. Estaba de camino a mi dormitorio, y lo vi en el pasillo, me dijo que no encontraba la oficina del director, y me pidió que lo llevara.] —respondí.
—[Vaya, nunca había experimentado una sensación parecida a la que sentí cuando abrí la puerta y ví que te besó el rostro mientras te abrazaba.]
—[Lo siento, fué algo inesperado, estaba tan desprevenida.] [No imaginé que haría algo así.] —me sinceré con él.
—[Bueno, no es tu culpa. Solo me pareció una forma muy invasiva de agradecimiento.]
—[Diferente, diría yo.] —dije tratando de excusar a Ben.
—[Jajaja.] [Que adjetivo tan interesante.] —respondió él.
Le envié una cara sonriente y él volvió a escribir de inmediato.
—[Oye.]
—[¿Sí?] —respondí curiosa.
—[Estaba pensando en ir a tu dormitorio después de las doce.] [Creo que a esa hora no habrá nadie en los pasillos.]
Al leer eso se me aceleró el corazón.
—[Suena muy arriesgado.]
—[Emocionante, diría yo.] —respondió él imitando mi respuesta anterior.
—[Que adjetivo tan interesante.] —respondí, también citando sus palabras. —[Está bien, te veré más tarde entonces.]
—[Claro, ahí estaré.]
Estaba tan emocionada, ya quería que fuera de noche para poder verlo.
Dejé el teléfono sobre la cama y caminé hacia el espejo, necesitaba ver mi sonrisa. No me había visto tan feliz desde hace mucho tiempo. Era tal mi felicidad, que había olvidado por completo lo del el collar, no dejé de sonreír, si no hasta que ví mi pecho, comencé a sentirme muy culpable por haberlo perdido.
Salí al pasillo un momento y busqué en el suelo con la mirada, ya estaba en el inicio de la escalera y aún no lo encontraba. Creí que realmente lo había perdido en el lago.
Regresé a mi dormitorio completamente decepcionada y me senté al borde de la cama, después comencé a guardar en el armario la ropa que me había obsequiado. Tomé también el brazalete y lo puse en uno de los cajones del tocador para no perderlo también.
Ví la caja de la pastilla y recordé que debía tomarla. Tomé una botella de agua y me tomé la pastilla tan rápido como pude. Luego me senté en la silla frente a mi ventana con ambos pies en ella. Ahí pasé varios minutos mirando mirando el cielo mientras oscurecía.
De pronto, alguien toco a mi puerta, así que me puse de pie, caminé hacia ella y la abrí tan rápido como pude.
Al abrirla, descubrí que no era Dylan, era nada más y nada menos que el chico nuevo. Él me vió de pies a cabeza.
—Oh, lo siento, —dijo y miró hacia otro lado. —te estabas cambiando.
Me miré a mí misma y me dí cuenta de que la bata que tenía puesta estaba ligeramente abierta del pecho.
Me cubrí de inmediato con mucha pena y volví a anudar la cinta de mi cintura.
—Disculpame, no me dí cuenta cuando la bata se aflojó. —me crucé de brazos y lo miré con curiosidad.—Pero, ¿Qué haces aquí?
Él giró la cabeza y me vió nuevamente.
—Cuando nos despedimos, tu collar se calló, no me dí cuenta hasta que salí de la oficina del director, y vine a entregártelo.
Extendí mi mano y él me entregó el collar. Me sentía completamente feliz, mi collar ya no estaba perdido.
—Lamento haber venido tan tarde, es que estaba desempacando mis cosas.
—No hay problema, muchas gracias por encontrarlo, realmente estaba muy preocupada por él, es muy valioso. —dije mientras veía el pequeño brillante colgar de la cadena.
—Entonces, ¿Sí es un rubí?
Lo miré y él parecía sorprendido.
—No es eso lo que lo hace valioso, yo más bien me refería al valor sentimental.
—Comprendo, alguien muy especial debió habértelo obsequiado. —dijo con una sonrisa.
La imagen de Dylan vino a mi mente con claridad y entonces recordé que podía llegar en cualquier momento.
—Sí, lo es. —dije mientras ponía mis manos detrás de mi espalda.
Vió mi dormitorio desde la puerta, parecía estar apreciando los detalles.
Fingí un bostezo lo mejor que pude para llamar su atención.
—Bueno, te doy las gracias nuevamente. Qué tengas una buena noche, Ben.
Sonrió y extendió su mano hacia mí rostro. Me quedé inmóvil, los nervios me habían traicionado. Con sus dedos apartó un mechón de mi cabello y lo acomodó tras mi oreja.
—Igualmente, que duermas bien.
Me sentí ligeramente incómoda y volví a acomodar mi cabello por mi misma.
—Adios Ben. —dije con timidez.
—Adios. —dijo con una sonrisa amable y luego se dió la vuelta.
Cerré la puerta y me recargué en ella un momento. Respiré profundamente y caminé hasta llegar a mi tocador, me senté en la silla de enfrente. Tomé el collar y me lo puse.
Me aprecié en el espejo por un instante y luego me levanté de la silla para ir a la cama; Ahí me acosté por un largo rato, mirando el techo hasta que de pronto tocaron a mi puerta.
Estaba algo temerosa por lo que había pasado hace un momento con Ben, así que para asegurarme de que no fuera nadie más, pregunté de quién se trataba.
—¿Quién es? —dije mientras me acercaba a la puerta lentamente.
—¿A caso esperas a otra persona? —preguntó Dylan al otro lado de la puerta.
Sonreí y gire la perilla para abrirla. Al hacerlo mi piel se erizó. Ver su rostro aún me parecía algo irreal, y sorprendente de admirar. Me hice ligeramente a un lado y entonces pudo entrar. Se dió la vuelta para cerrar la puerta y asegurarla.
Volvió a girar en mi dirección, entonces rodeé su torso con mis manos hasta abrazarlo y me recargué en su pecho. Él me abrazó también, acarició mi espalda con la palma de su mano y me sentí en completa calma.
Me aparté un momento y él me sonrió. Yo coloqué mis manos en sus antebrazos y los acaricié.
—No puedo creer que estés en mi dormitorio.
Suspiró ligeramente y acercó su mano a mi rostro.
—Yo tampoco.
Me miró con deseo y acarició mis labios con su pulgar de forma suave. Luego, se acercó a mi rostro y comenzó a besarme, al principio con una suavidad encantadora, luego su lengua acarició mis labios ligeramente; Eso me hizo sentir un cosquilleo, uno que me recorrió la espalda, y provocó que mi pecho empezara a calentarse a una velocidad impresionante.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 296 Episodes
Comments
Nena Bastida Montaño
pero que se cuiden si no va dejarla embarazada y van a tener problemas con el chico nuevo siento que ella va sufrir por amor Acomo se empiesa aver
2022-07-04
1
Eugenia Venegas Oyarzo
éste otro chico será un rival de amores..noo Dylan
2022-04-12
1
Irma Lorena
hermosa lectura oye
2021-11-06
0