Es una sorpresa.

No esperaba que me pidiera algo así, y menos tan pronto, creía que lo ideal sería conocernos mejor antes, pero para ser honesta me encantaba la idea de formalizar la relación de una vez por todas.

Lo miré a los ojos por un instante, él esperaba mi respuesta con ansias, y los nervios no me permitían decir una palabra. Sonreí para tratar de dar un indicio de lo que sería mi respuesta, luego asentí con la cabeza ligeramente. Él comenzó a sonreír, aunque parecía que aún no le quedaba clara mi respuesta.

Tomé algo de aire y tomé sus manos para aliviar la tensión en ambos.

—Está bien, acepto. —dije por fin.

—¿De verdad? —preguntó incrédulo.

—Sí. —dije finalmente.

Él acarició mis hombros con delicadeza mientras trataba de contener su emoción. Hasta que simplemente no pudo más y me abrazó. Se apartó un momento para mirarme a los ojos y después se acercó a mí lentamente tomando mi barbilla.

Me acerqué también y luego cerré los ojos, entonces sentí sus labios contra los míos. Me besaba con suavidad, la sensación era magnífica, era como si me acariciara el alma, algo que nunca antes había experimentado, un calor que nacía de mi pecho, se extendía por todo mi cuerpo y me hacía querer más y más de eso, así que puse mis manos tras su cabeza y lo aferré a mí.

Él dejó de besarme y luego acarició mis labios, puso su frente contra la mía un par de segundos y luego le dió un beso.

—Nos esperan momentos inolvidables, y prometo que haré todo lo que esté en mis manos para hacerte feliz. —me aseguró.

Acaricié su antebrazo y lo miré a los ojos.

—Te creo, ahora mismo estoy feliz.

Vi sus ojos color miel y noté que sus pupilas estaban completamente dilatadas. Él me miraba con la emoción de un niño. Tomó mis mejillas y se acercó para besarme nuevamente, cerré los ojos una vez más y me dejé llevar.

Entonces su teléfono comenzó a vibrar sobre un montón de papeles. Rapidamente dejamos de besarnos. Él vió en dirección al escritorio, me soltó la cintura, y se acercó a éste, después tomó su teléfono y revisó la notificación.

—Es Alfred, el asistente del director.

Me acerqué con curiosidad.

—¿Viene para acá?

Él se acercó a mí.

—No, solo nos envió un aviso a los docentes que vivimos en la escuela, tenemos que hacer inspección de dormitorios en quince minutos.

Lo miré con algo de sorpresa.

—¿Hacen inspección de dormitorios?

Me tomó de las manos, y las acarició tiernamente.

—Sí, se hacen cada cierto tiempo, solo es para asegurarnos de que estén en sus dormitorios y revisar que el inmueble se encuentre en buen estado.

Lo miré a los ojos.

—Y... —hice una pausa. ¿Por qué no vas tú a inspeccionar mi dormitorio?

Me dí cuenta de lo atrevido que había sonado eso y me arrepentí al instante.

Él sonrió, y luego aclaró la garganta.

—Es qué, —tosió ligeramente. —solo tengo permitido inspeccionar el dormitorio de los chicos, además, no me toca esa área.

Miré el suelo muy avergonzada, pero traté de disimularlo. Levanté el rostro y sonreí.

—Bueno, entonces creo que ya debería irme.

Él vió él ramo de tulipanes a lo lejos.

—Espera. —dijo y fué por ellos rápidamente, después me los entregó en la mano.

Los olí una vez más y los puse contra mi pecho.

—Gracias otra vez. —dije mientras veía sus ojos.

Acarició mi mejilla y acomodó mi cabello tras mi oreja.

—Antes de que te vayas, —habló apresuradamente. —¿Puedes darme tu número de teléfono? Así estaremos en contacto.

—Sí, es verdad.

Él tomó su teléfono.

—Bien, dímelo.

Le dicté mi número y él comenzo a registrarlo.

—Listo. —sonrió y dejó el teléfono sobre su escritorio.

Me tomó de las manos de nuevo y las acarició tiernamente.

Sonreí y solté sus manos para acercarme a la puerta. De repente, me tomó de la cintura, y otra vez sentí un calor recorrer mi pecho. No hice más que mirarlo mientras él me miraba a mí.

—Veré si no hay nadie en el pasillo. —dijo mientras tomaba la perilla de la puerta.

Yo asentí y me puse detrás de él. Él abrió la puerta, sacó la mitad de su cuerpo y dió un vistazo.

Volvió a entrar y me miró.

—No hay nadie, puedes salir tranquila. —me dijo.

Estaba a punto de irme, pero luego me tomó del brazo, me acercó a él y me tomó por la cintura.

—Solo uno más.

Después de decir eso se acercó y comenzó a besarme con tal deseo que hacia que no quisiera irme, aunque debía hacerlo. En cuanto dejó de besarme me soltó lentamente de la cintura y tomó una de mis manos, la levantó a la altura de su cuello y se inclinó ligeramente para darle un beso.

Sonreí ante tal gesto.

—Adios. —dije en voz baja.

—Adios. —dijo también.

Abrió la puerta y al salir miré hacia ambos lados, luego comencé a caminar rápidamente antes de que alguien me viera frente a su puerta.

Mientras caminaba no podía evitar sonreír. Por primera vez en mi vida había tenido una cita, y había sido perfecta. Y lo más importante, oficialmente ya eramos novios.

Miré mi ramo unos cuantos segundos y sonreí aun más, incluso podía sentir que mis ojos se humedecían por la alegría que sentía.

Después de unos cuantos minutos llegué a mi dormitorio y me lancé sobre mi cama. Puse las flores en mi estómago, y parecía que dentro de mí había mariposas aparentemente ansiosas por ellas. Me senté un momento y las dejé sobre la cama, luego me levanté y comencé a quitarme la ropa para ponerme la pijama.

Oí una notificación de mi teléfono, y al encender la pantalla vi que era un mensaje de un contacto no registrado.

– [Ya revise el primer dormitorio.] —decía el mensaje.

Supe que era él, así que lo registré enseguida.

—[¿Y todo en orden?]

Me levanté y tomé las flores, después tapé el lavamanos y lo llene con agua a menos de la mitad, puse las flores ahí y regresé a la cama.

Mi teléfono volvió a sonar.

—[Hasta ahora sí, todo bien.]

—[Muy bien.]

[Yo estoy por dormirme.] —respondí.

El me escribió enseguida.

—[Entonces, que tengas dulces sueños, hermosa.]

Sonreí al ver el mensaje.

—[Gracias, nos vemos mañana.]

—[Por su puesto, descansa.] —respondió al final.

Apagué mi teléfono y lo puse en el cajón junto a la cama. Después me cubrí con la sábana y miré hacia la ventana hasta quedarme completamente dormida.

Al amanecer me desperté y tuve la sensación de que lo que había pasado había sido un sueño, pero esa sensación desapareció cuando me levanté y abrí la puerta del baño, pues las flores que me había obsequiado estaban en el lavamanos. Sonreí al verlas y tomé una de ellas para olerla, estaba tan feliz por todo lo que me estaba sucediendo, parecía demasiado bueno para ser verdad.

Comencé a arreglarme para las clases, y luego salí de mi dormitorio.

Me sentía realmente emocionada, no podía evitar sonreír sin razón alguna. Cuando llegué al salón dejé de sonreír para no parecer rara. Tomé asiento y miré hacia todos lados. Me sentía observada a pesar de que nadie me estaba mirando.

Respiré profundamente, me recargué sobre el respaldo de mi asiento y apreté los labios un momento para no sonreír.

Las primeras clases pasaron lentas, Biología más que nada, la profesora Lorena hacía que pareciera que todo iba más lento. Aún así no me aburrí, el tema era bastante interesante, tanto que logró captar mi atención por unos cuantos segundos, "Alteraciones genéticas" ese tema ni siquiera estaba en el libro, parecía ser un tema bastante avanzado pero aún así la clase entera prestó atención.

La hora del receso llego y yo me dirigí a la cafetería con la intención de verlo al menos unos minutos antes de su clase. Al estar ahí no lo ví pasar en ningún momento, pero el corazón me latía como si estuviera frente a mí. Era bastante irónico estar mucho más feliz que el primer día de clases, pero así era.

Llegué a la cafetería y vi a un par de profesores, pero no a él. Me formé en la fila para el almuerzo, y me dirigí a una mesa que estaba completamente sola, ahí me senté. Luego lo busqué con la mirada en repetidas ocasiones pero no lo ví por ningún lado.

Minutos después terminé mi almuerzo y me levanté de la mesa. Miré a mi alrededor por última vez, y luego volví al salón de clases. Aun faltaban unos minutos para que el receso terminara, así que caminé sin prisa. Cuando por fin llegué al salón de clases abrí la puerta, ví a unos cuantos compañeros y para mi gran sorpresa también estaba él.

Mi corazón se aceleró de golpe, y me quedé quieta un par de segundos, luego dí unos cuantos pasos. Resulta que todo el tiempo había estado en el salón, incluso estaba en una posicion de descanso bastante cómoda, pero en cuanto me vió se levanto ligeramente y se enderezó, para luego sonreírme. Yo sonreí también y seguí caminando hasta mi asiento.

Me senté y levanté la mirada para verlo unos cuantos segundos. Él tenía un libro en las manos, y se veía muy concentrado en su lectura. sin embargo levantó la mirada y nos miramos fijamente, entonces él timbre sonó.

Miré mi libro para aparentar que no tenía el corazón y la respiración yendo más a prisa de lo normal. El resto de mis compañeros comenzó a entrar al salón, una vez que todos entraron, cerro la puerta y comenzó a dar su clase, empezó hablando sobre unos filósofos y lo que ellos entendían por satisfacción. Luego nos habló de unos poetas y su forma de transmitir el sentimiento de satisfacción.

—Como ya vieron, son conceptos muy diferentes, unos le dan un enfoque romántico, y otros simplemente llaman ausencia de necesidades insatisfechas.

Caminó entre nuestros asientos.

—Yo quiero saber que piensan ustedes, cada uno tiene su propio concepto sobre satisfacción, asi que, la actividad de hoy consiste en elaborar un poema, una canción, una historia, una alegoría, lo que sea que se les ocurra, pero reflejen la idea principal, su propio concepto de satisfacción. ¿De acuerdo?

Todos asintieron mientras tomaban sus cuadernos.

—Bien, a partir de este momento tienen exactamente una hora, empiecen por favor.

Yo tomé mi bolígrafo y ví mi cuaderno en blanco unos segundos, después levanté la mirada, él estaba mirándome.

Apreté los labios un poco sonrojada y luego volví a mirar el cuaderno. No tenía idea de lo que podría escribir. Pero entonces vi por la ventana y pude distinguir unos pinos a la distancia.

En ese momento vino a mi mente un recuerdo de cuando aún estaba en Colorado.

Cuando mi padrastro salía de viaje, mi madre me permitía ir a un lago que estaba cerca, ese lago me daba tanta paz, contrario a lo que mi padrastro me hacía sentir. Era un lugar perfecto, mágico, donde podía ser yo misma y en cierto modo eso era satisfactorio.

Entonces me dí una idea de lo que iba a escribir.

—"Era un día de verano, y el bosque se orquestaba con el canto de los pájaros y se notaba el aroma a tierra y hojas. El sendero serpenteaba entre los árboles, y yo seguía su curso como si estuviera siguiendo un antiguo rito. El lago apareció ante mí como un espejo tranquilo rodeado de vegetación, me quité los zapatos y dejé que mis pies se hundieran en la arena suave. El agua estaba fresca, y al sumergirme, sentí cómo el estrés y las preocupaciones se desvanecían. Me senté en una roca, y el sol acariciaba mi piel. Cerré los ojos y escuché el susurro del viento en las hojas. Parecía que estaba en mi propio mundo, donde el tiempo no tenía prisa. Allí, en ese lago, encontré paz y plenitud. No había nada más satisfactorio que flotar en sus aguas, abrazada por la naturaleza, sintiéndome libre y viva. La satisfacción se anidaba en mi pecho, como un nido de plumas suaves. No habia prisa, solo plenitud de estar ahí, en ese instante, en ese lago que guardaba secretos ancestrales, y ese sentimiento no venía de un deseo cumplido, si no de la certeza de que ese momento era suficiente, era perfecto."

Al terminar de escribir dejé mi bolígrafo a un lado y ví a Dylan, él estaba mirándome, entonces uno de mis compañeros se levantó y dejó su cuaderno sobre el escritorio. Dylan lo vió y sonrió ligeramente mientras acercaba el cuaderno para leer.

—Gracias. —le dijo al chico.

Me levanté y caminé hasta su escritorio, después puse mi cuaderno sobre éste. Él levantó la mirada y me sonrió tal como a mi compañero.

—Gracias. —me dijo también.

Me dí la vuelta y regresé a mi asiento.

Pasaron varios minutos y ya todos habían terminado. Él firmó unos cuantos cuadernos, incluyendo el mío, luego terminó de leer todos los demás y también los firmó.

Faltaban cinco minutos antes de que terminara la clase, el se levantó y nos entregó los cuadernos en nuestro lugar. Justo cuando terminó el timbre sonó. Todos se levantaron y comenzaron a salir.

Procuré quedarme al último para poder estar un momento a solas con él. Y así fué, ya no había nadie en el salón, solo él y yo.

Se acercó a mi lugar mientras miraba a los lados para asegurarse de que no hubiera nadie en los pasillos, se sentó en el asiento frente a mí y me sonrió.

—Hola. —me dijo con una sonrisa.

Le sonreí también.

—Hola.

Recargó su brazo sobre el respaldo de su asiento.

—Creí que estarías aquí durante el receso.

Me reí ligeramente.

—Yo creí que estarías en la cafetería.

—No suelo ir a la cafetería, almuerzo en mi oficina.

—¿Siempre? —pregunté.

—No, no siempre, a veces con alguno de mis colegas.

—¿Tienes buena relación con ellos?

—Podría decirse que no tengo muchas opciones, ellos no comparten ningún tema que sea de mi interés, excepto uno, él es un viejo amigo, fué quien me sugirió venir a esta escuela, se llama Adrián, yo solía almorzar con él, pero últimamente está ocupado a la hora del almuerzo, así que por el momento almuerzo solo y en mi oficina.

—Podemos almorzar juntos después. —le sugerí.

—Me encanta la idea. —dijo con emoción en la mirada.

Reí apenada.

—Bueno, —suspiré. —¿Qué almorzaste?

Él sonrió.

—Una manzana, la comí de camino aquí, de hecho traje una para tí también. —dijo mientras la sacaba de su mochila, la sacó y después me la entregó.

—Aquí tienes.

La tomé y le sonreí.

—Muchas gracias.

Tomó mi mano y la observó un par de segundos mientras la acariciaba con su pulgar. Luego levantó la mirada y me vió directo a los ojos.

—Háblame más de ese lago que describiste.

Lo pensé un par de segundos.

—¿Qué quieres saber?

—Por cómo lo describiste parecía ser un lugar especial.

—Lo era, era realmente especial, solo ahí me sentía completamente libre.

—Que lindo.

Agaché la cabeza un poco triste.

—Sí, pero jamás volví a ir. —dije con cierta melancolía.

—¿Por qué? —preguntó con curiosidad.

Agaché la mirada.

—Pues, para empezar, debes saber que mi padrastro era realmente cruel y no me permitía salir a ningún lado, me tenía completamente aislada del exterior.

—Que terrible. —dijo muy impresionado.

—Un día me harté del encierro y huí de casa, corrí hasta ese lago sin decirle a nadie, ni siquiera a mi madre. Desafortunadamente uno de los guardias de seguridad me vió y se lo dijo a mi padrastro. Justo cuando llegué al lago, el sonido de un auto acercándose captó mi atención. —odié recordar esa parte de la historia. —Cuando volteé, ví a mi padrastro y a mi madre en el auto, habían ido por mí. El lugar dejó de ser especial en cuanto mi padrastro puso un pié ahí, fué triste subir a ese auto y alejarme del lugar sabiendo que no volvería jamás.

Él se quedó en silencio unos segundos.

—Lamento que hayas tenido que pasar por algo así. —apretó ligeramente mi mano y luego la acarició a modo de consuelo. —Ya encontrarás un lugar aún más especial que ese.

Lo ví a los ojos y sonreí.

—Eso espero.

Él vió mi mano y acarició mi antebrazo con delicadeza, después sonrió. Mi corazón comenzó a latir con rapidez. Deseaba que estuviésemos en su oficina para poder besarlo.

—¿Tienes algo que hacer ahora? —pregunté mientras veía sus labios inconscientemente.

Lo pensó unos cuantos segundos y después su expresión se tornó alegre, luego apretó los labios y acarició mi mano.

—Sí, tengo que salir de la escuela a hacer un par de pendientes.

Ni siquiera tenía la intención de saber a dónde iría, solo quería saber en cuanto tiempo regresaría.

—¿Crees que vas a demorar?

Volvió a pensarlo mientras veía la esquina superior del salón .

—Es probable, —me miró a los ojos, después los labios, y luego tragó saliva. —pero te enviaré un mensaje cuando vuelva.

Suspiré y sonreí.

—Está bien.

Se puso de pié, y colgó su mochila en su hombro, yo me puse de pié también. Él miró a los lados y después se acercó para besar mi mejilla, luego se alejó y salió del salón. Yo acaricié mi mejilla un par de segundos, después tomé mis cosas y salí.

Caminé hasta llegar a mi dormitorio, y una vez ahí, puse mis cosas sobre mi cama. Saqué mi cuaderno de apuntes y revisé las tareas del día. Quería matar el tiempo hasta que él volviera así que comencé a hacerlas.

Pasaron cuatro horas después, ya había terminado mi tarea e incluso me había dado un baño, solo me estaba sacando el cabello. Dylan aún no me había enviado ningún mensaje, asi que abrí la conversación unas cuantas veces, hasta que por arte de magia un mensaje suyo apareció.

—[Hola, ya estoy aquí.]

Contesté de inmediato.

—[Hola.]

—[¿Tienes algo que hacer ahora?] —preguntó.

—[No.] —dije con la esperanza de que me pidiera ir a su oficina.

—[Que bien, ¿Podrías venir a mi oficina?]

Sonreí al ver ese mensaje, y ni siquiera tuve que pensar la respuesta, porque tenía muy claro que quería verlo.

—[Claro que sí.] —respondí muy feliz.

—[Bien, te esperaré aquí.]

Me levanté y me puse frente al espejo, acomodé mi cabello, también planché la ropa con mis manos.

Me dí la vuelta, tomé mi teléfono y las llaves de mi dormitorio. Después me dirigí a su oficina.

Cuando llegué toqué a su puerta y miré a los lados mientras esperaba, luego la puerta se abrió. Él sonrió al verme.

—Adelante. —dijo mientras abría aún más la puerta.

Una vez que entré, él cerró la puerta y la aseguró. Se dió vuelta y se acercó a mí, después sin pensarlo me acerqué también, él me tomó del rostro y acercó él suyo hasta que por fin nos besamos.

Me detuve para respirar y agaché la cabeza con algo de pena, pues ni yo misma me había visto así jamás, era algo muy atrevido.

Él me levantó el rostro y luego me vió a los ojos.

—Lo siento, es que todo el día he deseado besarte.

Tenía la respiración agitada, y no podía dejar de ver sus labios, deseaba besarlo tanto como me fuera posible.

—Yo también. —respondí con voz suave.

Volvió a besarme y me acarició los brazos, pero luego llevó lentamente su mano a mi cintura y comenzó a aferrar mi cuerpo al suyo.

Oímos algunos pasos fuera de la oficina y nos detuvimos un momento. Él vio la puerta mientras yo lo veía a él.

Puso su mano en sus labios para indicarme que no hiciera ruido, después me tomó de la mano y deslizó la puerta que llevaba a su dormitorio.

Mi corazón latía como loco, y no estaba segura de lo que pasaría exactamente. Él cerró la puerta y después me vió directamente a los ojos.

—¿Estás bien? —preguntó mientras me miraba.

Humedecí mis labios, tragué saliva y luego asentí.

—¿Por qué no lo estaría?

Tomó mis manos y no fué hasta que las tomó con firmeza, cuando me dí cuenta de que estaba temblando.

Acarició mis manos y se acercó aún más a mí.

—¿Tienes frío?

No, no tenía frío, estaba nerviosa por estar en su habitación mientras el calor de mi pecho se extendía, temía no ser yo, temía ser atrevida y arruinar las cosas.

—Sí, un poco. —dije para justificarme.

Él me abrazó y frotó mi espalda, eso me erizó la piel, pero solo traté de respirar profundamente para relajarme.

Miró la puerta y después me miró.

—Creo que ya pasaron.

Deslizó la puerta nuevamente y luego se acercó a la salida para oír mejor si había alguien o no.

—Sí, ya se fueron.

Yo solo lo miré con una sonrisa.

El comenzó a acercarse a mí y después apartó un mechón de mi cabello.

—No hay mucha privacidad aquí. —dijo sonriendo.

—Es cierto. —dije y agaché la cabeza.

Él levantó mi rostro y lo miró con atención, después tomó mi mano.

—Eso me lleva a una pregunta.

—¿Qué? —pregunté confundida.

—¿Te gustaría que tuviéramos una cita fuera de aquí? —dijo mientras acariciaba mis dedos.

No esperaba una pregunta así.

—¿Fuera de tu oficina? —pregunté confundida.

—Y de la escuela, muy lejos de ella de hecho.

Lo pensé un par de segundos.

—Sí, claro. —dije después.

Sonrió y acarició mi mejilla.

—Bien, entonces vamos.

—¿Qué, ahora? —pregunté sorprendida.

—Sí, ahora. —dijo con asertividad.

Reí nerviosa.

—Eh, entonces debería cambiarme de ropa.

Él sonrió y vió mi rostro con dulzura.

—Así estás perfecta.

Me quedé muda ante sus palabras, usaba palabras tan intensas sin titubear, eso me hacía sentir mariposas en el estómago.

De repente me tomó de la cintura y se acercó a mi oído.

—Ve al estacionamiento, estaré ahí enseguida. —luego besó mi mejilla.

Sonreí y asentí, me acerqué también y lo besé justo en los labios. Él me miró con una sonrisa de satisfacción y acarició mi mejilla con delicadeza. Nos acercamos a la puerta de la oficina tomados de la mano, y la abrió mientras yo me ocultaba detrás de ella.

Miró a los lados y después me miró.

—Puedes salir.

Salí de su oficina y me dirigí al estacionamiento mientras trataba de imaginar a dónde me llevaría.

Al llegar me recargué en uno de los pilares del estacionamiento y en cuestión de segundos lo ví a lo lejos. Comenzó a acercarse a un auto y yo me acerqué también.

Me abrió la puerta del auto y después subí.

—¿A dónde iremos exactamente? —le pregunté.

Él se giró y me puso el cinturón de seguridad.

—No puedo decírtelo, es una sorpresa.

—¿Ni siquiera puedes darme una pista? —sonreí y lo miré directo a los ojos.

—Te encantará. —dijo mientras tomaba mi mano.

La besó con delicadeza y luego sonrió. Después encendió el auto y movió la palanca de velocidades, tomó el volante y luego salimos de la escuela.

Miré por la ventana mientras el auto se incorporaba en una autopista. Gire la cabeza ligeramente para verlo, se veía bastante, pero en verdad bastante atractivo mientras conducía, no parecía que fuera un profesor, se veía como un chico universitario.

Era raro tener que ocultar mi primera relación formal a todo el mundo, pero no me preocupaba, en cierto modo eso nos daría algo que yo realmente valoraba, privacidad.

Todo el camino miré por la ventana, no conocía ningún lugar de Washington, pero me gustaba, era algo parecido al lugar donde crecí, estaba ligeramente nublado y algunos de los rayos del sol se colaban entre las espesas nubes, iluminando los pinos que se veían a lo lejos.

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Comments

Carmen Boggiatto

Carmen Boggiatto

muy rápido todo , y ese verso (jajaja) que la mujer que amo ,hasta ese día que vio a ella ,y así x arte de magia, se enamora de Némesis? ( perdón autora ,es mí opinión ) en solo unas horas????

2024-02-26

1

Rosa Gamero

Rosa Gamero

creo que le va a hacer daño a la niña no me convence

2024-01-07

0

la Pasion Tiene memoria

la Pasion Tiene memoria

muy rápido todo, jummmmmmmm algo no está bien.....

2022-11-29

2

Total
Capítulos
1 Vaya coincidencia.
2 ¿Te gusta el café?
3 No te vayas.
4 Dime que no estoy soñando.
5 Es una sorpresa.
6 ¿Quieres que te muestre cómo lo hago yo?
7 No te contengas, yo quiero escucharte.
8 Mucho gusto Ben.
9 Eres mía.
10 #10
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1
Vaya coincidencia.
2
¿Te gusta el café?
3
No te vayas.
4
Dime que no estoy soñando.
5
Es una sorpresa.
6
¿Quieres que te muestre cómo lo hago yo?
7
No te contengas, yo quiero escucharte.
8
Mucho gusto Ben.
9
Eres mía.
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