Romance Prohibido
Me llamo Némesis Harrington, viajé sola desde Aspen, Colorado, rumbo a Washington, para estudiar lejos de lo que alguna vez llamé hogar, pero que ahora no era más que una jaula para mí; En eso se había convertido desde la muerte de mi padre, el famoso John Harrington. Su nombre era mundialmente conocido gracias a la gran empresa de licores que había creado en su juventud.
No fue hasta tres años después que se volvió por excelencia la mejor empresa de licor de los Estados Unidos y la número uno a nivel mundial por casi cinco años consecutivos. Tristemente en dos mil nueve sucedió ese terrible accidente; Recuerdo que antes de salir de casa me prometió que me daría una sorpresa, jamás supe lo que era. Nunca ví imágenes de aquel día, aún así, a veces la imagen venía a mi mente de forma intrusiva y me torturaba.
Cuatro meses después de la muerte de mi padre, mi madre consiguió una pareja, Bill Carson, pero todos lo llaman Billy; Al principio él solo le ayudaba a manejar la empresa de mi padre, pero luego ellos se enamoraron o algo así, nunca la entendí, y tampoco se lo perdoné.
No había comparación entre mi padre y él, mi padre fue el mejor hombre del mundo, la persona más increíble que había conocido, y no solo lo decía yo, todo aquel que lo conocía decía lo mismo o cosas mucho mejores. Y Billy, era una persona verdaderamente asquerosa y detestable a la que le encantaba dar órdenes, que se hiciera todo tal cual lo pedía, eso incluyéndonos a mi madre y a mí.
Estar lejos de él era lo que más necesitaba, pero estar lejos de mi madre sin duda me aterraba.
Me sentía nerviosa porque no había estado entre tantas personas hace varios años. Además, no eran cualquier tipo de personas, había hijos de gente adinerada, como modelos, escritores, políticos, empresarios, todos muy reconocidos en la sociedad. Cada quien con una gran historia familiar, y de todas la mía parecía ser la más patética. Dí por sentado que nadie querría hablar conmigo, tampoco quería arriesgarme a contar mi historia y que luego me señalaran por eso.
La preparatoria contaba con dormitorios, solo para los que provenían de fuera, como yo. Estaban perfectamente equipados con todo lo que podíamos necesitar y su aspecto era bastante simple.
Terminé de instalar mis cosas en cada uno de los muebles y el baño, había pasado toda la semana haciéndolo.
Un día antes de la primera clase tomé un baño en la tina y miré el techo por una hora entera, no podía dejar de pensar en lo difícil que sería para mí enfrentarme a las personas, a pesar de eso me prometí a mí misma que si se prestaba la oportunidad de socializar con alguien haría mi mayor esfuerzo para no echarlo a perder.
Salí de la ducha y leí el libro que había comprado en el aeropuerto. Ya había oído de él antes de comprarlo, sabía que tenía una mala reputación, pues entre los protagonistas Alicia y Marco había un romance con una gran diferencia de edad.
Pensé que una lectura así de polémica podría distraerme de cualquier cosa, y así fué, despejó mi mente por completo.
Mientras lo leía, me sentía dentro de la historia, no comprendía por qué las personas habían considerado que una historia tan interesante como esa era desagradable. Yo difería, había quedado conmovida con las palabras tan románticas que había leído. Pensé en lo hermoso que sería poder encontrar a un chico que me dijera cosas tan hermosas como esas.
Al día siguiente...
Por fin, mi primer día de clases, y mientras caminaba por el pasillo sentía unas ligeras náuseas, había mucha gente a mi alrededor, y me comenzaron a sudar las manos, respiré profundamente un par de veces para relajarme, después de unos cuantos minutos llegué a mi salón de clases. Había pocos asientos disponibles solo quedaban los de la parte de enmedio, así que fue ahí donde me senté.
Todos estaban hablando con alguien, o incluso viendo sus teléfonos y yo solo me dediqué a observar a todos discretamente para familiarizarme con los rostros que vería los próximos tres años.
En medio de todo el ruido, el sonido de la puerta fué como un interruptor que hizo que las voces que antes conversaban se detuvieran de golpe.
Se trataba de un profesor. Él entró y se acercó al escritorio para dejar su portafolios.
Aclaró la garganta y nos dió un cordial saludo de bienvenida.
—Buenos días chicos, —dijo mientras ponía las manos atrás de su espalda y se paraba frente a la clase. —Bienvenidos a su primer día, mi nombre es Adolfo y seré su profesor de Matemáticas.
Todos parecían estar no muy emocionados por iniciar la clase, se veían fastidiados por tener que escuchar las palabras de bienvenida del profesor. Ninguno de ellos quería estar ahí, podía notarlo.
Extrañamente yo no me sentía así, comparado con mis compañeros el menor de los monstruos a enfrentarme serían los profesores.
Después de una hora, la clase de matemáticas terminó, y al instante comenzó la clase de biología, la profesora Lorena era quien estaba a cargo, era una mujer bastante mayor, y su voz era muy cálida, como si una abuelita estuviera explicándole algo a su nieto con cariño. Ella hablaba con tanta tranquilidad que arrullo a la clase, ella era muy agradable. Algunos de mis compañeros empezaron a bostezar. Eso me causo gracia y reí para mis adentros.
Él timbre que indicaba el fin de cada clase sonó, y algunos de mis compañeros que casi se habían quedado dormidos se despertaron de golpe. La profesora se percató de esto y comenzó a reírse.
—Bueno niños, nos vemos en la próxima clase. —dijo mientras tomaba su bolso del escritorio. —Intentaré no aburrirlos la próxima vez.
Cuando ella se acercó a la puerta, otro profesor entró al salón de clases, en cuanto lo ví sentí que mi respiración se cortó por unos segundos, se veía bastante joven, mucho más que el profesor Adolfo, y no solo eso, era realmente apuesto. Tenía el cabello castaño oscuro, piel blanca, unos bellos ojos del color de la miel, bajo unas cejas bastante pobladas, una nariz recta, y unos labios de contornos suaves e irregulares.
Sonrió amablemente a la profesora que estaba saliendo, dejando ver su perfecta sonrisa.
—Buenos días profesor. —le dijo ella.
—Buenos días. —contestó él mientras tocaba ligeramente su brazo.
—Deberías dar tu clase antes de que se duerman, creo que los aburrí con la mía. —habló entre risas.
Él volvió a sonreír de forma encantadora.
—Muy bien, lo tendré en cuenta profesora, gracias.
Ella salió del salón y él caminó hacia el escritorio.
—Buenos días chicos. —hablo con una voz bastante clara y firme mientras se quitaba su mochila y la ponía sobre el escritorio sin dejar de mirar al fondo de la clase. —¿Qué tal la clase de la profesora Lorena, divertida, no? —dijo de forma irónica, y un par de risas se hicieron notar.
—Muy bien, quiero presentarme con ustedes, me llamo Dylan Spencer.
Su voz era muy satisfactoria de escuchar, sentía que podría escucharla por horas y no me cansaría jamás. Él se acercó un poco más a la primera fila.
—Seré su maestro de filosofía. —se puso las manos en sus bolsillos del pantalón y caminó de un lado a otro.
—Sé que puede parecer una asignatura aburrida, pero les aseguro que no será así, al menos no conmigo. —dijo con una sonrisa contagiosa.
—¿Alguien puede decirme cuál es la importancia de ésta materia?
Un chico de anteojos con mucho aumento levantó la mano.
—¿Si? —dijo el profesor.
—Nos enseña a cuestionar las cosas y no aceptar todo tal cual se nos dice.
El profesor sonrió.
—Exactamente, muchas gracias. —miró al fondo de la clase nuevamente. —Hay algo que quiero advertir, y es que se que muchos no toman en serio esta materia, pero yo soy realmente exigente, así que espero que pongan todo de su parte para no dejar esta bella materia por debajo de las demás. —caminó hasta el escritorio y se recargó sobre él. —Haciendo a un lado eso, quiero que tengamos una muy buena comunicación.
No podía dejar de ver sus manos y prestar atención a la forma en la que se movía su rostro mientras hablaba.
—Pueden contar conmigo para lo que necesiten y a parte de ser su profesor espero poder ser su amigo así que pueden ser totalmente trasparentes conmigo. —dijo esto viendo a varios de mis compañeros de manera simultánea.—¿Entendido?
Todos respondieron con un "Sí", otros simplemente asintieron en silencio.
Él se puso detrás del escritorio y tomó asiento.
—Muy bien chicos. —sacó una carpeta de su portafolios. —Haré un pase de lista para identificarlos, no hace falta que digan algo, solo levanten su mano por favor.
Tomó una hoja de la carpeta y comenzó a nombrar a cada uno de mis compañeros y mientras lo hacía levantaba la vista.
De repente dijo mi nombre, en ese momento sentí un cosquilleo en el estómago y al mismo tiempo mi respiración se cortó una vez más.
—Némesis Harrington. —Levanté mi mano como el resto de mis compañeros.
Al principio él levantó la mirada y solo vió mi mano, pero luego sus ojos bajaron lentamente e hizo contacto visual conmigo. En cuanto eso pasó bajé mi mano, pero él aún seguía viéndome, parecía sorprendido, seguramente sabía quién era por mi apellido, o al menos eso pensé.
Instantáneamente me dí cuenta de que había algo más, y definitivamente no me conocía, me veía como si mi rostro fuera una especie de acertijo y quisiera resolverlo. No pude seguir viéndolo, su mirada era realmente intimidante, así que dirigí la mirada a mis manos puestas sobre el pupitre.
Siguió nombrando a mis compañeros, pero no me atreví a verlo, mantuve la mirada abajo. Al terminar de nombrar a cada uno, se levantó y comenzó a dar su clase. Esta vez era inevitable no mirarlo, necesitaba hacerlo; Mientras hablaba caminaba entre las filas y movía sus manos para explicarse mejor, en ocasiones hacia contacto visual conmigo, y cada que lo hacía sentía que me daba un pequeño infarto.
Aún no lograba entender la razón de que me estuviera observando la mayoría del tiempo. Pasó junto a mí en un par de ocasiones y en una de ellas el se detuvo justo a mi lado.
Miré al resto disimuladamente, ellos parecían atentos a lo que él profesor decía, irónicamente yo no pude concentrarme lo suficiente.
Después de varios minutos la campana sonó y la clase del profesor había terminado.
—Buen provecho chicos, los veré mañana. —nos dijo a todos.
Todos se levantaron y comenzaron a salir. Yo tomé mi mochila y guardé el cuaderno donde había anotado un par de indicaciones de los profesores.
Vi a mi alrededor y la mayoría ya había salido del salón, así que opté por sacar mi libro, así calmaría los nervios de hace unos instantes.
Planeaba quedarme en el salón leyendo un rato mientras todos salían a almorzar, honestamente no tenía apetito y tampoco quería hablar con nadie. No tenía ningún tema de conversación lo suficientemente interesante como para alguno de estos chicos.
Saqué el libro que estaba leyendo anoche y comencé a buscar la página en la que me había quedado.
Ni siquiera había levantado la mirada de mi libro pero estaba casi segura de que todos ya habían salido y el aula estaba vacía.
De repente escuché unos pasos aproximarse a mí.
—¿No vas a salir a almorzar? —me dijo esa impecable voz.
Sentí un ligero escalofrío recorrer mi espalda, y levanté la mirada con cierto temor. El profesor estaba frente a mí, él me observó con una leve sonrisa. Lo miré con algo de timidez, su presencia realmente me había tomado por sorpresa, estaba casi segura de que ya no había nadie conmigo.
Lo miré a los ojos.
—No. —dije en primera instancia. —Ahora no tengo hambre, además estoy leyendo.
Él dirigió su mirada a mi libro.
—¿Qué libro estas leyendo?
Cerré el libro y le mostré la portada sin decir nada más. Él sonrió y lo miró algo sorprendido.
—Vaya coincidencia. —dijo mientras se alejaba y se dirigía a su escritorio.
Busco algo dentro de la mochila que estaba sobre su escritorio. Sacó un libro y se acercó a mi lugar nuevamente.
—También estoy leyendo el mismo libro. —sonrió con orgullo. —Lo compré la semana pasada pero con todo lo que tenía que hacer no tuve tiempo de leerlo, así que lo empecé ayer.
Estaba sorprendida de tan absurda coincidencia, y le mostré una ligera sonrisa.
—Sí que es una coincidencia, yo lo compré en el aeropuerto al llegar aquí y también empecé a leerlo ayer. —dijo mirándome con mucha atención. —De hecho lo leí antes de dormir.
Él se sentó en el pupitre frente a mí y recargó ambos brazos en el respaldo del asiento.
—Es interesante, ¿verdad?
No sabía a qué se refería exactamente.
—¿Qué? —pregunté con algo de pena.
—El libro. —respondió.
Respiré profundamente.
—Ah, sí, lo es. —hablé con algo de alivio.
Vió la portada de su libro.
—Fué todo un escándalo cuando salió. Decían que no era un verdadero libro de romance. —levantó su mirada hacia mí.
Me reí ligeramente.
—Esa mala reputación fue lo que me hizo comprarlo, pero desde luego es un libro de romance, y creo que la gente más bien está molesta porque creen que alude a algo como la pedófila tal vez.
Él me miró muy sorprendido.
—Pero tú no crees eso, ¿o sí? —preguntó con curiosidad.
—No, Alicia es una chica menor que Marco, claro, pero la pureza de los sentimientos que hay de por medio y la forma en que Marco describe su amor por ella, es simplemente romántico.
Parecía cada vez más sorprendido con cada una de mis palabras.
—¿A pesar de que exista una diferencia de veinte años? —insistió.
—La autora del libro los llama almas gemelas, ellos están destinados a estar juntos, tienen que estarlo, después de todo se aman de verdad y... para el amor no existe edad.
Al decir eso último sentí un escalofrío recorrer mi espalda.
El profesor parecía estar examinando mi rostro con detalle.
—Que buena analogía, —dijo con una sonrisa. —apuesto que la autora estaría feliz de saber que hay personas que ven su obra de esta manera.
No supe cómo responder a eso, así que me límite a sonreír ligeramente. De rrepente él estiró su mano y cubrió la mía con una delicadeza absoluta. Sentí como mi respiración se detuvo de golpe y lo observé atentamente.
—Me te tengo que ir. —dijo mientras se ponía de pié. —Pero sigue disfrutando de tu lectura.
Solo pude mirarlo sin decir nada más, las palabras no me salían, sentía la garganta seca y el corazón totalmente acelerado.
Se acercó al escritorio y tomó todas sus cosas, después me vió directamente a los ojos.
—Nos vemos Némesis. —sonrió por última vez y se dirigió a la salida.
Escuchar mi nombre con su voz fué algo tan placentero que mi piel se erizó. Era algo sumamente extraño, algo que nunca antes me había sucedido.
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Updated 293 Episodes
Comments
Lita Wellington
otro amor prohibido me gusta
2024-01-20
2
Adriana Trejo
hay porque tantos cap 🙈🤦♀️
2024-01-03
2
Tere.s
Ami me gustan mayores y mi profesor sibq me gustaba
2023-05-25
1