Capitulo 5

Los meses iban pasando y mi madre me enseñaba de todo un poco, me mostró un libro donde estaban todas las plantas, sus usos y propiedades, cómo se podían mezclar, cuáles eran bebibles y cuáles eran untables ( por decirlo de algún modo), me explico que ese libro era muy importante ya que fue escrito por su madre, y solo existían 3, el de ella y el de sus hermanas, su madre lo hizo igual para que las 3 pudieran ser curanderas, mi madre era la curandera del pueblo de Durant y del pueblo de Keiko del imperio de Ziah, porque eran los pueblos cercanos al bosque de Lux.

Allí ayudaba a las personas y ganaba dinero vendiendo sus productos en los boticarios, íbamos a una especie de dispensarios que eran para los plebeyos, dos veces por semana, allí mi madre los ayudaba, los vendaba, y algunos los curaba, yo me sentaba en un banco a observarla, era tan dulce y amable con los enfermos, que parecía que de solo verla ellos mejoraban, en esos sitios habían unos doctores que hacían trabajo de caridad, ya que la medicina era costosa y solo los nobles podían pagarla.

Cuando trabajaba yo observaba como los médicos la admiraban, inclusive algunos le preguntaban sobre las plantas; en el dispensario del pueblo de Keiko había uno llamado Cheng que siempre que iba le regalaba una flor, era un hombre de unos 30 años aproximadamente, siempre le decía lo bella que era, pero mi madre solo asentía y sutilmente lo rechazaba, creo que el fondo seguía enamorada de mi padre o quizás tenía miedo a volverse a enamorar.

Los años pasaron y yo fui aprendiendo el oficio, mi madre me enseñó a cocinar ( aunque yo sabía algo de mi vida antigua), y a pescar, de acuerdo con las normas de la Diosa Yue no podíamos cazar los animales del bosque, ni permitir que otros entraran a cazar; por lo que me entrenó con el arco y la espada para defender nuestro bosque en caso de que alguien quisiera entrar, yo no era muy buena, de hecho en mi vida anterior nunca fui buena en los deportes, lo único que hacía era Yoga jajajaja, siempre fui buena en los estudios, en los números, en todo lo que implicaba el uso de la mente, sin embargo, me esforzaba en aprender lo más posible, necesitaba aprender a defenderme.

Un día descubrí que tenía talento para pintar, así que le pedí a mi madre me comprará unos óleos, lienzos y pinceles, ella poco a poco me compraba esas cosas, ya que eran costosas.

También me enseñó a coser y a confeccionar ropa, me mostró como hacía su ropa y la mía.

Cada día que pasaba me sentía tan en paz, extrañaba un poco la tecnología de mi mundo, pero la tranquilidad que experimentaba era realmente confortante. Amaba cabalgar con mi madre, me sentía tan segura en sus brazos, de verdad había vuelto a sentirme como una niña, siempre fui una niña amada y ahora lo volvía a ser.

En esta nueva vida estaba volviendo a vivir, sentí que renací para ser feliz.

Ya tenía 8 años, el tiempo pasaba volando, hoy iríamos a ver a mi tía Sina, la hermana de mi madre, según me informo mi madre, ella había dado a Luz a su segunda hija e iríamos a conocerla y pasar unos días con ella, y antes de regresar pasaríamos por el santuario de la Diosa Yue para la bendición de la niña nueva.

Llevamos nuestro caballo para cargar las cosas, le llevamos obsequios a la bebé, mi madre y yo le hicimos unas ropitas muy bonitas, y le hice un cuadro a mi tía de unas flores que según mi madre eran sus favoritas.

Cómo no podíamos montar el caballo por el peso íbamos caminando, por lo que avanzamos poco a poco, la noche cayó y mi madre hizo una fogata, amarre el caballo a un árbol y sacamos unas mantas, nos acostamos alrededor de la manta, mi madre me abrazo y comenzó a cantar:

" Cierra los ojos mi niña bonita, que el cielo hoy de fiesta está, la Diosa sonrió al ver tu sonrisa y tú bendición te dió, sueña bonito que siempre al final todo será para bien"

Yo cerré mis ojos y cai profunda, estaba muy cansada de caminar todo el día.

El amanecer llegó y con él todos los colores hermosos, todas esas tonalidades de naranja iluminaban mis ojos y la melodía de los pájaros era tan natural, cómo íbamos bordeando el río, me levanté y fui hasta el río, me lave la cara y me bañé, de repente escuché la voz de mi madre:

- Adrina sal del río, es muy temprano, te vas a resfriar.

- le respondí..enseguida voy madre

Me seque el cuerpo y ella llego y me seco el cabello, tenía una larga y abundante melena plateada, que según me dijo mi madre la heredé de mi padre. Mi rostro es muy parecido al de mi madre, con sus ojos esmeraldas, de rasgos muy finos y esa belleza casi etérea, pero no poseía el cabello negro azabache que tanto me gustaba. Sin embargo, mi cabello era una rareza, en todos mis viajes a los pueblos de Durant y Keiko no ví a nadie con ese color.

Me vesti rápido y mi madre me sirvió la comida, comimos y continuamos el viaje.

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Comments

María Ochoa

María Ochoa

linda historia

2022-04-19

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