Capitulo 5

Diego

Acercándose a mí, Matías me dijo

-¿Ya miraste a la mujer que tiene sus ojos en ti? Se llama Camila o Carolina.

- No sé de qué hablas, y baja la voz, te pueden escuchar...

- Hermano te hablo de esa chica, la mejor amiga de nuestra hermana. Esa mujer no ha dejado de mirarte en toda la noche.

- Matías no hables de lo que no has visto. La muchacha ha estado concentrada en los temas triviales de las flores. Esa chica es como nuestra hermana, y ella debe vernos como tal, ha crecido con nosotros desde su niñez.

- No es nuestra hermana y no es una niña, ya es toda una mujer.

- Matías quiero encontrar a mi mate cuando sea el momento, sí es ella, tendré la fortuna de no haber caminado tanto para encontrarla.

- Diego es imposible que sigas pensando lo mismo. Eres joven aún, no quiero encontrar a mi compañera aún, quiero viajar, conocer el placer en muchas mujeres.

- Padre en algunos años querrá que tomé el poder y para ello necesito a nuestra luna, es de vital importancia que la encuentre antes de ser alfa.

- De acuerdo, de acuerdo, es tu decisión. Podemos aprovechar y tener un poco de diversión, vamos a jugar en la taberna y luego visitamos las chicas que dan su amor por unas cuántas monedas.

Me quedé pensando en la propuesta de mi hermano. ¿cuántas veces había ido aquellos lugares? buscando placer, buscando saciar el hambre y el deseo, queriendo sentir las caricias de una mujer. Aunque por extraño que fuera ese día solamente quería meditar en un el futuro. Faltaba poco para la transformación.

-Hermano hoy no deseo ir, quiero estar concentrado en los acontecimientos próximos.

- Tu eres el que desaprovecha una excelente oportunidad de encontrar placer en las amigas de la taberna.

Con esta frase mi hermano dejó de hablar y se dirigió a toda la mesa

-Padre, madre, invitados, señoritas que han adornado esta mesa con su grata presencia, esta noche voy a salir, me despido agradeciendo esta cena, nos vemos el día de mañana.

- Cuídate, no llegues tan tarde. – Eran las palabras de mi madre.

- ¿Hijo, tú qué vas a hacer? ¿también saldrás esta noche? - mi madre se giro y su mirada me preguntaba cómo presionandome a que me quedara.

- No madre, esta noche quiero dormir temprano.

- Esta bien, vamos a tomar el té.

Tomamos un café, unos bocadillos mientras mi hermana tocaba el piano. Al terminar me levanté y me dirigí a mi habitación.

Pensaba en tantas preguntas sin respuestas, una y otra vez solamente me repetía, falta poco para la transformación y con ello encontrar las respuestas que no hallaba esa noche.

Ya tarde, había venido la brisa de media noche, miraba la luna, las estrellas y los seres que decoraban el cielo. Alguien perturbo mi tranquilidad, tocaban mi puerta. Sentí una extraña sensación. Cubrí mi cuerpo con una bata y abrí la puerta.

-Diego sé que no es hora de buscarte, pero quiero hablar contigo, quiero decirte algo que siento desde hace varios meses.

- Carolina esta no son horas de llamar a la puerta de un hombre. Los hombres tenemos unas debilidades y no es conveniente que una mujer se presente a altas horas de la noche y menos con un atuendo como el que vistes ahora…

Sin dejar que terminará de hablar, la mujer abrió su bata, tenía un bonito corpiño color blanco semitransparente, que permitía la vista a unos senos redondos. Se lanzó a mis brazos, sentir su cuerpo junto al mío hizo que dejará de razonar, cuando quise apartarla, ella había entrado a mi habitación y había cerrado con pestillo la puerta.

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