Capítulo 14

Y han pasado dos semanas desde que llegué a Tharwa. Dos semanas desde que no veo a Runar.

Durante las mañanas me dedico a entrenar todo lo que he aprendido y el resto del día me dedico en ayudar a la señora Winston con los deberes de su casa, al fin y al cabo ese fue nuestro trato. Solo falta una semana para que las pruebas empiecen. Estoy nerviosa y emocionada.

Mi instinto acertó cuando vino por primera vez aquí Tenía un mal presentimiento, ahora con lo que me confirmó Runar con mis memorias puedo armar este fatal rompecabezas.

Estas semanas he estado pensado en alguna manera de parar esta guerra. Imposible que los demonios quieran diálogos. Mi otra opción no es muy agradable, asesinar a su rey, aunque esto traerá graves consecuencias para su reino sin alguien que los pueda mandar. Cuando apareció esa idea en mi mente, tuve de desecharla al minuto de analizarla.

Hace poco me encontraba entrenando, ahora estoy descansando sentada en el pasto. Tienen un terreno muy amplio y no soy molestada mientras estoy en mis pensamientos o practicando. Observo admirada del cielo azulado que hay, tantos años mirando un paisaje contaminado que ver esta maravilla siempre me deja de buen humor. Escucho que alguien se acerca, es la señora Winston, normalmente nunca se viene a este punto de la casa, en especial cuando estoy en mis prácticas.

-Querida, tienes visitas.

¿Visitas? La única persona que se viene a la mente es él. Me levanto lo más rápido que puedo, pero eso provoca que me mareé un poco. Espero a que se me pase y me dirijo al salón principal, ahí me señaló que se encuentra. Llegó y me lo encuentro de espaldas, completamente vestido de negro, a simple vista se nota que es una armadura, al menos eso quiero creer y sobresalen los cuernos, entonces anda con su máscara.

-¿Runar?

Escucha que lo nombro y se da media vuelta.

-April, por lo que observo puedo notar que estabas practicando.

-A veces pienso que eres un acosador de tanto que me miras y analizas.

-Puede que sí.

-Idiota.

Le golpeo en forma de broma el brazo izquierdo.

-Si estás ocupada, puedo venir otro momento.

-Tranquilo, ya había terminado de entrenar, estaba descansando.

-Entonces, qué te parece esto, ¿te gustaría entrenar conmigo?

Impactada es por para describir por lo que me preguntó. Aunque no sería mala idea, me ayudaría a medir mi fuerza y hacer una crítica constructiva respecto a cómo estoy.

-Bien alteza, será un honor entrenar con usted.

Hago una reverencia, burlándome un poco de él y no aguantamos la risa. Siempre pasa esta situación cuando estamos reunidos.

-No me digas así, se siente raro.

-¿Por qué? ¿No debería decirte así cuando estemos delante de las demás personas?

-Nunca me ha importado los comentarios de la gente. Eres la única que realmente me siento cómodo y no quiero que me trates de alteza. Además, en el camino nunca me trataste así.

-Touche.

Lo guío al lugar donde estaba antes, le digo que aquí paso toda la mañana. Él se pone en posición y saca una espada de las sombras, no sé por qué me sigue sorprendiendo lo que puede hacer con su magia. Yo ya andaba con mi propia espada que me había regalado mi padre, fue antes de irme y lo mandó hacer con el mejor herrero del pueblo, hecho a mi medida.

Empieza la pelea.

Seguimos en nuestra posición, estamos analizando cada movimiento del otro, esperando quién atacará primero. Parece que pensamos lo mismo porque atacamos al mismo tiempo, él utiliza mucha fuerza, con lo que yo apenas lo pude frenar, pero noto que se está conteniendo. Empleo mi magia en mis pies para mantenerme en el suelo. De nuevo va a atacar, me preparo con mi magia, uso ramas para atraparlo, el cual funciona. Voy a acercarme para atacar cuando noto que desaparece, es ágil, cambio su cuerpo por sombra en un instante. Mi instinto me dice que está detrás de mí, por lo que empleo mi magia de defensa para crear una barrera, lo escucho caer, me doy media vuelta y ahí estaba de pie.

-Eres lista, pero todavía te falta por aprender.

-¿Qué?

No me doy cuenta cuando hay magia debajo de mis pies, provocando que las sombras me agarren y provoque que pierda el equilibro.

-Sí que me diste pelea. Pasarás la prueba, de eso no hay duda.

-Aún debo mejorar. Pelear con una espada, magia y cuerpo a cuerpo es complicado.

-Lo sé, pero por lo que noté ya lo estás empezando a dominar.

-¿Eso te parece?

-Sí- Su espada ya desaparece y yo guardo la mía en su funda- Lo harás excelente.

-Gracias.

Me comenta los fallos que tuve dentro del combate, para que no se me olvido lo anoto en mi libreta, la costumbre que nunca dejaré de lado es traer siempre conmigo una libreta para anotar todo. Nos quedamos un rato más conversando hasta que ya se le hace tarde, por lo que me comentó tiene que preparar las pruebas con los demás capitanes.

-¿No quieres saber lo que haremos?

-No, eso sería trampa.

-Es verdad. Cada año se cambia el método en el que se evalúa a los novatos, para que no exista ventaja.

Llegamos a la entrada sin darme cuenta.

-Me imagino que aquí nos despedimos y no nos veremos hasta las pruebas.

-Sí. Tú aprovecha de descansar los días que quedan para tener energía.

-Estaré bien. Me cuido mucho.

-De eso no dudo ni por un instante.

Nos quedamos en un rato en silencio, pero no es uno incómodo.

-April.

-¿Sí?

-Ten cuidado, si sucede algo no dudes en llamarme a través de esto.

Me pasa un intercomunicador, tenía entendido que estos hasta ahora solo lo tienen los de alto rango de la nobleza y los soldados porque todavía está en un periodo de prueba.

-Runar, pero esto...

-Tranquila, pedí autorización para poder regalártelo.

-Muchas gracias. Aunque no creo que lo necesite.

De la nada se acerca mucho a mí, poniéndome nerviosa por algo tan repentino y va hacia mi oído.

-Hay espías del rey demonio en el reino. No harán nada, pero por favor no salgas sola.

Asiento y él se aleja. Su cercanía provocó que mi corazón latiera muy rápido, Runar idiota.

-Nos estaremos viendo April.

-Nos vemos, Runar.

Hacemos una reverencia para después verlo alejarse entre las sombras.  Espero que mi corazón se calme para volver entrar a la casa. Cierro la puerta y mi espalda queda pegada en esta. Ese imbécil hará que me de un infarto algún día.

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