Capítulo 12

Observo desde mi ventana que ya amaneció. Preparo todo para el viaje y reviso que mis cosas estén en orden. Salgo de mi habitación y me dirijo a la salida de la posada. Ahí me encuentro con Runar, todavía debo acostumbrarme a nombrarlo de esa manera. Su ropa refleja que de verdad tomó en serio su papel de ser alguien que pase desapercibido. Él se da cuenta de que lo estoy mirando y me saluda con la mano con una sonrisa. Le devuelvo el saludo.

Todas las personas que están viajando en la caravana observan que no falte sus pertenencias y todos emprendeos el viaje. Le pregunté a Runar cómo lo hizo para explicar su incorporación a este viaje.

-Solo pregunté si me podía unir, que escuche que iban a la capital y aceptaron.

Reímos al mismo tiempo. Este chico tiene cada ocurrencia.

Llevamos casi todo el día sin parar, cada vez la noche se acerca y paramos en la intemperie para armar carpas y descansar. Runar ayuda a armar la mía y yo también después le ayudo con la suya. Hacemos una fogata a unos pasos y calentamos algunos alimentamos que traemos consigo.

-Debo admitir que quedé impresionado con lo que hiciste en ese orfanato. Cuando te conocí noté que guardabas una gran magia y carácter, pero ahora lo confirmé.

-Solamente nos vimos una vez. Ahora tenemos mucho tiempo para conocernos mejor.

Él asiente. Nos quedamos conversando un buen rato, comentándome sobre su viaje por todo el reino, conoció a muchísimas personas. Su acompañante fue el gran general Werner, sus padres quisieron que estuviera viajando seguro y con alguien que fuera de confianza, ya que el general es un gran amigo de años de sus padres. Cuando pudo volver a su hogar lo primero que hizo fue escribirme una carta, fue la única que recibí en los años que él estuvo observando lo que pronto debe dirigir. También comentó que tuvo que infiltrarse en el reino de los demonios, agradece que haya heredero la magia de su padre y de su madre, oscuridad y luz. Se pudo ocultar gracias a su magia de oscuridad y conseguir información. El rey estaba desesperado por invadir Eírini y matar a los reyes, Ciro fue su principal general, por lo que quiere venganza. No me sorprende, gracias al sueño recordé que la novela habla de la guerra.

-Mis padres no quiere que vaya su pueblo a luchar por una guerra absurda. No quieren que nadie muera.

-Por lo que me estás comentando, ese rey demonio sí que tiene mucho rencor, en especial con tu padre.

-Quieren que hagamos una alianza con los reinos de Askar y Magisses para tener la fuerza suficiente para detenerlos.

Miro mis manos, están apretando con fuerza mi ropa. Así que todo va como se había escrito en la novela. Significa que pronto estarán los representantes de esos reinos y él conocerá a la princesa de Askar. Me duele el pecho de tan solo pensarlo.

-April, ¿estás bien?

-¿Eh? Ah, así, estoy bien.

Él me mira con un poco de desconfianza, no es para menos. Mis gestos no demuestran lo que quiero decir. Toma una de mis manos e intenta calmarme.

-Tranquila, yo te protegeré.

Eso no es lo que me preocupa.

-Soy una mujer fuerte. Además, entraré al ejército, debo estar preparada para pelear y defender a la gente.

-Lo sé, eso no impedirá que quiera protegerte.

-Entonces yo también te protegeré.

Quedó atónito con mi comentario. No esperaba que yo dijera algo así. La guerra, aunque me preocupa, lo que más atormenta mi mente es que Runar puede morir por algo tan ridículo.

-Entonces es una promesa, nos protegeremos la espalda. Seremos compañeros de batalla al fin y al cabo.

-¿Eh?

Él se ríe.

-Yo soy capitán de la primera escuadra. Hay siete en total. Sin embargo, todos estamos por debajo del gran general, está por encima de nosotros. Los novatos estarán en periodo de prueba por dos meses y después entrarán en una prueba que deben demostrar sus habilidades y cada capitán debe elegir cuáles entraran a su escuadra.

Eso ya lo había leído de un libro que estaba en la biblioteca del pueblo. Recuerdo que fui un día a buscar algo de información que pueda utilizar sobre este mundo y encontré ese libro donde explicaba cómo estaba compuesto el ejército. Lo llevé para mi casa y anoté lo más importante para poder memorizarlo.

-Gracias por la información. Daré lo mejor de mí para quedar en un buen escuadrón.

-Sé que lo harás y todavía no he visto lo que eres capaz, así que sorpréndeme.

Nos quedamos un rato más conversando hasta que nos estaba ganando el sueño y cada uno fue a su carpa para descansar. Nos queda mucho para llegar a la capital.

Al día siguiente partimos temprano para aprovechar todo lo que podamos para avanzar. Durante el camino no parábamos de conversar, sobre cómo encontró diferentes situaciones que casi hace que le de un infarto a su acompañante. Yo también le contaba sobre cómo descubrí y empecé a desarrollar mi magia, como mi padre me enseñó a cazar que en los dos últimos años yo iba sola y practicaba un poco haciendo ejercicios que veía en los libros, por ahora voy a omitir que tengo las memorias de mi vida pasada, tal vez en algún momento le cuente.

De un momento a otro, había pasado la semana y ya estábamos en la entrada de Tharwa, la guardia estaba revisando que los documentos que cada uno traía estaban correctos. Uno de ellos observa a Runar y su cara se pone pálido, me imagino que no esperaba ver al príncipe heredero tan de cerco. Golpeo con un codo el estómago de Runar y le señalo disimuladamente, intentando que él entendiera que saben quien es él.

-Ya les dije que deben hacer como si fuera otra persona más cuando estoy vestido de esta manera. Exclusivamente la guardia y parte del ejército conocen mi rostro.

-Ya veo- Observo de nuevo a los guardias que habían notado la presencia de Runar- Espero que traten de actuar disimuladamente.

-Yo también lo espero.

Lo oigo suspirar, algo me dice que no podrán controlar su nerviosismo. Y tenía razón, cuando fue nuestro turno, vieron mis datos y confirmaron que estaban bien, por lo que me dejaron entrar. Cuando fue el turno de Runar, no podían disimular su nerviosismo, algo que me hace muy gracioso. Trato de mantener mi cara seria. Veo que lo dejan entrar. Estando a mi lado ya no aguanto la risa y se me escapa, él también hace lo mismo.

Es hora de demostrar lo que estoy hecha.

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