CAPÍTULO 19

—De recepción a secretaria de presidencia, tú sí que avanzas rápido —bromeó Tony con Erena, que cerraba la semana en su puesto actual.

El siguiente lunes ella comenzaría con sus prácticas profesionales en el bufete de abogados de su suegro y, debido a un permiso solicitado por la secretaria del dueño del lugar, el puesto que cubriría ella, dos meses junto a la secretaria actual y los cuatro meses restantes sola, sería justo ese, el de secretaria de presidencia.

Erena sonrió, esa broma no le sabía mal, o al menos no lo hizo hasta que fue Rebeca quien la hizo. Pero que hiciera la broma quizá no fue lo que le molestó a la castaña, tal vez fue el lugar y el momento en que ella lo hizo, pues se notaba a leguas de distancia que la única intención de esa mujer era humillarla.

La castaña de ojos cafés sonrió, a fuerzas, y no respondió nada, solo fingió que toda la ira que le burbujeaba en el estómago en realidad no le molestaba, y aun así decidió que ignorarla era lo mejor que podía hacer.

—Ya que solo estarás apoyando, y que no necesitarás todo el día para aprender, el señor Roberto me permitió que fueras también mi asistente, en lo que conseguimos una que se ajuste a mis estándares —informó Rebeca antes de salir el viernes del edificio de oficinas—, así que cuida de mí como si fuera la más importante en este lugar, después de todo, puede que termine siéndolo en realidad y así podrías conservar tu puesto.

Erena debió obligarse a tragarse la rabia que esa mujer le producía, y también las ganas de matarla, que en serio eran muchas, pues el coraje que le tenía se había estado acumulando desde años atrás que la conoció, pues desde entonces esa mujer la molestaba constantemente.

La casi ex recepcionista se talló la cara con frustración luego de verla irse sonriendo burlonamente, a sabiendas de que ese supuesto ascenso no le sabría precisamente a gloria. Estaba segura de que su nueva jefa le haría la vida de cuadritos tanto como pudiera.

—¿Lista para irnos? —preguntó Alonso, llegando hasta ella, y Erena le miró casi furiosa.

No es que ese hombre tuviera la culpa de lo que la rubia hacía contra ella, pero definitivamente era la causa de ello.

«Solo deberías casarte con ella» pensó Erena mirándolo fijo, luego respiró profundo para no perder los estribos y asintió en respuesta comenzando a tomar todas sus cosas para salir.

» ¿Algo malo pasó? —cuestionó Alonso, interesado en el evidente mal humor de la madre de sus hijos, pero esta se limitó a negar con la cabeza—. Pensé que estarías emocionada por el cambio, pero lo único que veo en tu cara es hastío y, ¿qué es eso? ¿Enojo? ¿Por qué estás enojada? ¿Ahora qué hice?

Erena volvió a negar con la cabeza, intentando que el otro le restara importancia a lo que no lo tenía. No quería discutir con él por algo que no tenía importancia, porque ya de por sí le estaba dando crédito a algo que no debería tenerlo, y creía que compartirlo con él solo lo haría más grande y, por ende, más importante.

Pero Alonso no era de los que se rendían, así que la próxima escena era evidente: él insistiría hasta que ella se hartara y entonces terminarían peleando.

» Ere...

—Alonso, yo solo quiero una cosa, y no la puedo tener, así que estoy molesta por ello —explicó la chica queriendo no tener que discutir con ese hombre que en serio le sacaba de sus casillas, mucho más cuando se ponía intenso con cualquier cosa.

—Y, ¿qué es la única cosa que quieres? ¿A mí? —cuestionó el hombre de manera juguetona, increpando bastante más a quien lo escuchaba.

—No —respondió ella, suspirando—. Al menos no hasta que dejes de ser ese tú que tanto me molesta, y cómo no va a pasar...

—Sabes —habló el mencionado, sin molestarse, pues estaba tan acostumbrado a recibir semejante respuesta que ya ni siquiera le dolía.

Y es que él estaba bastante seguro de que no era verdad, solo que ella creía que sí por tanto que lo repetía, y por tanto repetirlo se le había quedado como muletilla, palabras sin importancia. Y aun con eso no dejaba de preguntarse la razón de tanto repudio a su persona de su parte.

» No entiendo qué es lo que tanto te molesta de mí —declaró el hombre—. No puedes odiar a alguien solo por ser ese alguien. ¿Te molesté mucho en tu vida pasada?

—No en mi vida pasada, fue en la preparatoria —respondió la joven con seriedad y una estridente carcajada abandonó la garganta del hombre.

Erena volvió a respirar profundo para que esa burlona risa no le molestara demasiado.

Afortunadamente para la chica habían llegado ya a la casa de cultura donde sus hijos habían estado pasando las dos últimas semanas en unas clases de inglés que les habían recomendado en el colegio. Eran tres días a la semana, de tres a cinco de la tarde, así que a la joven le parecieron el perfecto pasatiempo para que ellos no pasaran demasiado tiempo en la oficina.

Alonso las había aceptado porque no les decía que no a nada que ellos pidieran y porque sabía que una segunda lengua sería de gran ayuda para su futuro. De hecho, de haber más, los incitaría a estudiar otras lenguas también.

La joven bajó del auto de Alonso y entró a la casa de cultura para recoger a sus gemelos adorados, que ya jugaban en el patio del lugar mientras esperaban a sus padres.

Con ambos niños de la mano, Erena volvió al lugar donde Alonso la había dejado, y esperó con ellos a que ese hombre terminara la vuelta a la cuadra que debía dar, pues no había forma de estacionarse cerca de ese lugar.

—Pude leer el poema completo —presumió Fabián, que hablaba de lo ocurrido en esas horas que su madre se había perdido de su vida—, y la miss me felicitó.

—A todos nos felicita siempre —informó Damián, interviniendo en la conversación de su hermano—, solo que como a él le gusta la miss, pues le hace más feliz que a los demás.

—¿Te gusta la miss? —preguntó Erena, medio divertida y medio desconcertada, mirando a Fabián, que parecía molestarse con la insinuación de su hermano gemelo.

—Sí me gusta —confesó el niño de ahora siete años—, pero no como se gustan los grandes. Creo que ella es bonita, y huele rico.

—¿Cómo que huele rico? —cuestionó la joven madre sin saber qué debía decirle o cómo debería reaccionar.

—Huele como tú —musitó el cuestionado, bastante sonrojado—. Por eso me gusta, porque si la huelo no te extraño.

La emoción de la joven madre estuvo a punto de desbordarse, pero conteniendo la respiración también contuvo el chillido que seguro hubiese dado si no se obligara a mostrarse como la madre madura y tranquila que era.

Igual sonrió, enorme, y abrazó a su ya no tan pequeño hijo, a uno que amaba con toda su vida y corazón, tal como a su otro hijo; luego abrazó también a Damián y mirándolos con ternura les dijo lo mucho que los amaba.

Alonso miró desde la lejanía cómo Erena sonreía plenamente feliz mientras miraba al par de chiquillos a quienes abrazaba y a los que contoneaba suavemente, como si bailaran un vals en la banqueta a las afueras de la casa de la cultura.

—¿Qué me perdí? —cuestionó el hombre luego de que los tres subieran a su auto cuando llegó en él hasta ellos.

—Nada —respondió Erena y Alonso le miró mal, entonces ella sonrió al recordar lo que no le quería contar, poque era algo tan personal que lo quería guarda solo para ella.

Pero ella tenía dos testigos que no se guardaban nada, mucho menos cuando era ese hombre quien preguntaba, por eso Damián, aunque Fabián le jaloneaba para que no dijera nada, contó con lujo de detalles lo ocurrido minutos atrás.

—... entonces mamá nos dijo que nos amaba, y le dijimos que la amamos también.

—Yo también huelo rico —farfulló Alonso, provocando que esa mujer que no podía dejar de sonreír volviera a mostrar sus dientes mientras negaba con la cabeza, provocándole sonreír también—... y, sabes qué, yo también te amo.

La sonrisa de Erena desapareció en fracción de segundo, y los ojos muy abiertos de la joven se fijaron al tablero delante de ella, entonces, Alonso, escuchando el chillido de sus hijos que se burlaban de ellos, se dio cuenta de lo que había dicho y se arrepintió un poco de haberlo dejado salir sin darse cuenta, pues no era esa la manera en que le hubiera gustado declararle su sentir.

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Comments

Elvira Fretes

Elvira Fretes

jajajaja, ya la conquistaras Alonso. aunque estando Rebecca al acecho será difícil

2024-04-29

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