CAPÍTULO 8

La castaña abrió los ojos sin entender del todo ese desasosiego en su corazón, que le hizo cosquillear varias partes del cuerpo de una manera inusual y molesta.Se puso en pie, más por necesidad que por querer hacerlo, y caminó ansiosa hasta la habitación de sus hijos, entonces, solo al verlos dormir pacíficamente, sintió como si algo frío le recorriera el cuerpo y le aliviara por completo.

—¿Te encuentras bien?— preguntó la voz del hombre que había despertado en el sofá luego de escuchar una puerta abriéndose, que había visto a la mujer salir sin percatarse de que él estaba ahí y que horas atrás había caminado a la habitación en donde había acostado a sus dos hijos.

Erena asintió, abrazándose a sí misma, entonces le miró por fin y él la vio tan demacrada que se preocupó por medio segundo.

—Creo que fue una crisis de ansiedad —respondió la joven, andando hasta el sofá de donde el otro se había levantado segundos atrás—, en realidad, solo había tenido una crisis antes, y fue diferente a esto, pero de alguna manera sé que ambos son lo mismo.

—Lamento haberte presionado —se disculpó sinceramente Alonso, tomando asiento también en el sofá donde Erena se encontró—, aún soy medio desconsiderado, pero te juro que trabajaré en ello.

La joven de ojos cafés asintió y suspiró sin ganas y sin fuerzas.

A decir verdad, lo que había quedado después de aquel revoltijo de emociones que la estaban volviendo loca ante fue el puro cansancio, además del dolor de cabeza, así que se notaba desganada en extremo.

» ¿Te importa si paso el resto de la noche aquí?—habló el hombre, rompiendo el silencio que los había envuelto por un par de segundos—.No me fui porque estaba preocupada por ti y por ellos, y no te pedí permiso porque estabas dormida y no consideré prudente despertarte, ahora que estás despierta, estoy considerándote.

Erena sonrió.Era cierto que el otro no era un hombre considerado, eso era lo que grababa de él de tres años en preparatoria: un joven que caminaba con ritmo propio y arrastraba consigo a quien se le atravesaba en el camino.

Sin embargo, tenerlo en su casa no era algo que le aliviara del todo, aunque era reconfortante saber que, si algo malo llegaba a ocurrir con ella, sus hijos no estarían solos, pero la idea de que fuera justo él quien estuviera ahí no le gustado para nada.

¿Por qué demonios llegaba como si nada a ocupar un lugar como si le hubiera estado esperando siempre?Eso le molestó, sin embargo, creía que no era momento de pelear y, por alguna razón, sabía que ese momento difícilmente llegaría.

Si algo sintió bien Erena, eso era la culpa de haber alejado a sus hijos de alguien que parecía haber sido un buen padre, lo había demostrado esa noche que se hizo cargo de ellos sin que ella se lo pidiera;además, parecía buscarlos y procurar su comodidad.

Pero le gustaba pensar que las cosas habían sucedido de esa manera por alguna buena razón.Tal vez, si ella hubiera buscado el apoyo de ese joven no se habría convertido en la buena madre que era ahora, ni tampoco en la mujer independiente y trabajadora que era porque, a pesar de que se reclamaba no haber podido hacer mucho, estaba en seria orgullosa de todo lo que habia hecho por ellos sin ayuda de nadie.

Erena se fue a dormir, sintiendo aún ese cosquilleo incómodo en todo el cuerpo, pero su cansancio era grande, así que pronto se quedó dormida.

**

Para Alonso la noche había sido intensa, y nunca había pasado por nada igual, además, no había dormido mucho mientras se preocupaba por mil cosas hasta que, ya entró la madrugada, luego de haber visto despierta y más o menos bien a la anfitriona de esa casita, el sueño le cayó en peso y se durmió profundamente.

Sin embargo, algunos ruiditos casi imperceptibles comenzaron a tomar fuerza y volumen, terminaron en ser molestos, así que abrieron los ojos para ver a una mujer casi conocida comenzar su día en la cocina.

Ella estaba aún envuelta en esa bata que le había visto la noche anterior, y se dio cuenta de que, contrario a lo que había pensado, era de color rosa y no gris.La mujer preparó el desayuno, al parecer, todo sin darse cuenta de que él había despertado, y también hizo un delicioso café que lo invitó a él a levantarse de ese sofá que había hecho de cama para él.

—Buenos días —dijo el hombre tras garraspar, logrando que la mujer pusiera sus ojos encima de él—.Te levantas muy temprano.¿Cómo te sientes?

—Estoy agotada, pero la vida sigue y necesito seguir con ella —respondió Erena, que se notaba visiblemente cansada.

—¿Por qué no te tomas el día?—cuestionó Alonso—.No creo que haya problema si te sientes mal.

—Yo tengo problemas graves si me tomo un día —declaró la joven—, además de que ellos tienen que ir a la escuela, así que igual me tienen que levantar temprano.

—No habrá ningún problema —aseguró el joven de cabello oscuro—, en serio no te ves bien.Mejor tomate el día y, sobre ellos, yo los puedo llevar al colegio y recogerlos, así podrás descansar tranquila.

—No sé qué tan tranquila puedo quedarme cuando te los estás llevando —soltó Erena y Alonso sonrió con amargura.

—Sigues hablando como si me los fuera a robar —reclamó Alonso, haciendo que la chica se percatara de algo que no había notado, al menos no de manera consciente—.Déjame decirte algo que creo que ya había dicho: no tengo intención de quitarte a los niños, aunque sí tenemos mucho de qué hablar.

—Sí —concedió la joven—, y también dijiste que me daría tiempo para prepararme para ello, pero luego terminamos en esto.

—¿Dices que no soy alguien en quien puedes confiar?— Alonso preguntó, casi asombrado, luego de eso Erena le miró enarcando una ceja y el otro sonrió un tanto decepcionado—.Sigues odiándome sin razón, ¿no?

—No es odio —aseguró Erena volviendo a sus quehaceres matutinos—, pero es cierto que no me caes del todo bien.

—¿Qué te cae mal de mí?— Alonso preguntó, asombrado de que la otra fuera tan sincera al respecto de algo que nadie nunca le había hablado a la cara.

—No sé ahora —respondió la mujer—, porque ya no te conozco, pero antes había demasiados como para dejarte acercar a mí;aun así, no es por eso que no confío en ti, es solo que, estoy seguro, es peligroso e idiota confiar en un desconocido.

—¿Y aun así me dejaste dormir anoche en tu casa?—cuestionó el joven, como queriendo demostrar un punto que ni él vio claro.

—Sí, porque no parecías un desconocido malo —explicó ella—, y yo estaba medio loca por muchas cosas.Hoy amanecí con la cabeza un poco clara y te juro que me golpeé internamente cuando grabé que había pasado la noche en la sala de mi casa.

—Oh, vamos, soy un sujeto de fiar —declaró Alonso poniendo la mano en su corazón antes de volver a hablar—: Lo promete.

Erena sonrió no muy convencida pues, aunque sabía bien lo responsable y respetuoso que el otro podía llegar a ser, también conocía esa parte despreocupada y desconsiderada de él que le había hecho tanto daño a sus nervios cuando era joven, y ahora que se reencontró con él, también.

» Anda, tómate el día —insistió el joven—.Dime a qué hora entran los niños, iré a darme un baño a mi casa, vengo por ellos y te los devuelvo a la hora de la comida.¿Qué dices?

Erena se moría de ganas de decirle que no, pero la verdad es que no se sintió tan bien como quisiera para asistir al trabajo, además, era casi seguro que no aguantaría todo el día fingiendo que no estaba mal y no quería dar más problemas, así que, si Alonso le iba a facilitar la ida y vuelta de los niños al colegio, tal vez podría tomarlo con calma solo por esa vez.

La alarma en el cuarto de los gemelos sonó, y eso rompió el incómodo silencio que se había establecido entre ambos, entonces Erena suspiró y, apagando la estufa, asintió un poco resignada.

—Entran a las ocho de la mañana —informó Erena dejando el pedazo de casa que era su cocina para atravesar la pequeña sala y llegar hasta una de las dos recamaras de ese lugar—.Si no llegas a las siete veinte aquí los llevaré yo a la escuela.

Alonso asintió.Eran las seis y media, así que le daba tiempo de ir a su departamento a hacer todo excepto desayunar, pero si llegaba a tiempo con ellos seguro podría comer algo preparado por ella, pues no parecía de las que dejaban a alguien irse de la casa sin haber comido algo.

Erena levantó a los niños, los ayudó a vestirse y los acompañó a desayunar, aunque ella no comió nada, en realidad, entonces, rato después, escuchó el carro que se había ido casi una hora atrás volver a llegar a su acera.

Alonso entró a la casa, saludó a los niños que le saludaban felices y decidió desayunar lo que ellos desayunaban;entonces, por esa escena, parecieron una familia feliz.

Los chicos se despidieron de su madre, quien, sobre esforzándose por quedarse tranquila, llamó a Ángela, a quien avisó lo que había pasado la noche anterior y le informó que no se presentaría a trabajar ese día, también le encargó que les echara un ojo a los gemelos si es que podian, pues no se sintio del todo a gusto dejándolos con Alonso.

—Alonso es un buen tipo —aseguró Ángela, que también iba camino al colegio para llevar a Michelle—, si deja que él te reforzara seguro que las cosas serán mejores para ti.

Erena no dijo nada. Ella no sintió que las cosas con solo ella resultó tan malas y, sobre todas las cosas, definitivamente aún no tenía planes de dejar que el otro se inmiscuyera más en su vida de lo que lo había hecho hasta ahora pues, algo dentro de ella, no sabía qué exactamente, le seguía diciendo que el Alonso actual no era tan diferente al antiguo Alonso que, a momentos, sí llegó a odiar.

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Comments

Elvira Fretes

Elvira Fretes

creo que el temor de Erena es no llevar el control como hasta ahora

2023-10-02

1

Verónica Bustos

Verónica Bustos

lo que no le gusta a ella es que el muy coqueto y eso hace que las chicas le coqueteen y el aprovecha la oportunidad, y ella es más reservada pero él le gusta.

2023-09-28

1

MALÚ 2834

MALÚ 2834

No se porque lo odia,,,pero si es así,ella le coqueteo en la fiesta y se acostó con él,,,tan mal no le cae en el fondo

2023-02-01

5

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