Si algo me habían enseñado mis padres ante situaciones como ésta, era que debía mantener la calma, regular mi respiración y concentrarme en mis movimientos. Ya que si me dejaba invadir por la adrenalina haría pendejadas. Eso y saber artes marciales.
Seguí caminando al mismo ritmo y no apresuré mis pasos para que no creyera que me había dado cuenta. Busque en el parque rutas para escapar más rápido de él y cuando creí haber encontrado una, mi corazón se detiene unos segundos al ver a otra persona más delante de mi, cerrandome el paso.
—Buenas noches... —me saludo el hombre, un moreno, musculoso y alto.
Asentí —Buenas noches... —intente pasar por el lado izquierdo pero me lo cerro, intente por el derecho pero igualmente no me dejó, le sonreí —Señor, voy a pasar...
—Oh, claro, sólo quería una ayuda de su parte...
Me tenso al sentir al otro hombre detrás de mi. Este me sujeta de la cintura y me pega a su evidente erección. Sonrío coqueta, malditos mal nacidos.
—Oh... —susurro fingiendo interés por su insinuación. —Entiendo...
Me cruzo de brazos bajo la atenta mirada de los hombres a quienes no veo muy bien, y supongo que tampoco me ven bien. Tomo los bordes de mi blusa y finjo quitármela.
Mientras se distraen en mi acción tengo tiempo de sobra para mandarlos de paseo.
Levanto el codo y la pierna de golpe al mismo tiempo, pateo sus testículos del hombre que está delante de mi mi y golpeo la cara del que está atrás, ahora sí dejo salir la adrenalina acumulada y en unos tres minutos ambos hombres están en el piso jadeando de dolor tapándose los testículos.
—Imbeciles... —les siseo
Sin perder tiempo corro lo más rápido que mis pies me lo permiten.
Cuando salgo del parque buscó la calle de la casa de Dylan y corro hacia ella.
Entró y cierro de golpe mientras apoyo la espalda en la puerta.
¡Vaya "vacaciones"!
Estoy agotada en todos los sentidos, han pasado al menos unos 7 años desde que no he vuelto a defenderme así, realmente me alegra estar en forma y recordar algunos movimientos.
Me voy a mi habitación y decido acostarme a la de ya.
Realmente no se en que momento quede profundamente dormida.
...[...]...
Despierto cuando mi alarma suena, es la primera vez que me cuesta levantarme, mis padres me enseñaron a ser puntual y a levantarme muy de mañana.
¿Al que madruga Dios lo ayuda no?
Suspiró y me frotó los ojos antes de levantarme y bajar al primer piso y dirigirme a la cocina, grande es mi sorpresa al ver a Sherry cocinando.
—¡Buenos días! —sonríe ella al verme entrar.
—Buenos días Sherry... —me acerco a ella
—¿Café?
—Claro...
Ella me acerca una taza con una sonrisa. —¿Muy temprano?
Asiento —Dylan quiere enseñarme su nueva oficina, después de todo me dice que hace un año la cambiaron de lugar.
—Si... Hace un año hubo un intento de ataque hacia ellos, así que se mudaron a un lugar aún más discreto.
Dylan entra a la cocina y sonrie al vernos. —Que bella mañana, mis dos amores juntos.
Ambas sonreímos ante esa bobada.
Los tres desayunamos alegremente y al terminar subo a cepillarme los dientes y a darme una ducha. Me visto lo más cómodo posible y bajo a esperar a Dylan.
.
.
.
Tomamos un taxi y nos dirigimos a su oficina. Al llegar puedo ver un gran edificio de color gris de tres pisos, si claro, muy discreto.
Bajamos y Dylan me guía dentro, ahí nos encontramos con varios escritorios divididos por paredes de tabla roca, así como un gran salón de juntas, cuyos cristales transparentes hacen de paredes.
—Dylan... —nos detenemos para ver a un hombre moreno, alto, cabello negro y ojos cafés. —¿Dónde estabas? Hemos estado esperando.
—Señor Vólkov... Ella es la señorita Amanda Rivera... —me presenta
El Señor Vólkov me escanea con la mirada antes de dirigirse a mi hermano en Ruso.
—Joven García... —le regaña —Queremos profesionales capacitados para el trabajo...
Miró el lugar mientras les dejo discutir, él piensa que no se nada de Ruso, pero desde que puse un pie en Rusia no he dejado de hablarlo, después de todo Sherry no habla otro idioma, ni siquiera inglés. En la sala de juntas hay cuatro personas, tres hombres y una mujer, todos estan leyendo algo en la mesa con mucho interés.
—Pero ella es una profesional... —Dylan me defiende.
—Queremos gente seria, no aficionados... —El señor Vólkov se acerca a la puerta de la sala y toca el cristal con el dedo índice —Aquí tenemos a los mejores traductores del país.
Cansada de sus palabrerías me cruzo de brazos y le hablo en un perfecto ruso casi nativo. —Si son los mejores, ¿por qué no han traducido la nota? —el hombre me mira con los ojos bien abiertos mientras aún le miro seriamente con Dylan a mi lado sonriendo. —¿Podré ver esa nota? —me dirijo a mi hermano —No volé al otro lado del mundo para perder mi tiempo.
Dylan asiente —Sigame... —él me abre la puerta y me deja pasar.
Al entrar todos nos miran al igual que Vólkov, con desagrado. Todos visten elegantes mientras que yo tengo zapatos cerrados bajos, pantalón de mezclilla y una blusa verde limón de mangas tres cuartos.
Ignorándolos por completo me acerco a la mesa y al igual que ellos frunzo el ceño al ver la nota. Es imposible.
—¿Interesante no? —un hombre se apoya de nalgas en el borde de la mesa —Nadie ha podido saber lo que dice...
Vólkov entra a la sala con nosotros y nos observa.
—Claro, porque no son letras... —observo la nota
—¿Qué? —todos me miran como si estuviera loca.
Miro a Dylan y asiento con la cabeza.
—Gracias señores y señorita... —se dirije a la mujer —Pero por ahora no necesitaremos su ayuda.
—¿Qué haces? —habla Vólkov
—Ya ha traducido el texto. —afirma
Todos nos quedamos quietos esperando a Vólkov. Al final habla y saca a todos menos a Dylan y a mi.
—Espero que sepas lo que haces... —le apunta a mi hermano
—Yo no, ella si... —me mira —¿Amanda?
—No son letras, son números, más específicamente una coordenada.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó interesado el moreno.
Le miro seriamente y sonrió de lado —No tengo que responder a eso.
—¿Cuáles son las coordenadas? —me pregunta Dylan.
Se las dicto y las anota en una hoja, luego sale de la sala dejándonos solos.
—¿Cómo supo lo que decia la nota?
Miro al hombre, no tenia que decirle. —¿Sorprendido? —tomó la nota en mi mano y la miró, entonces me estremezco. —¿Qué fecha es hoy?
—26 de abril...
Salgo de la sala con la nota en mano en busca de mi hermano. —Dylan... —Vólkov me sigue de cerca —¿Donde...
—Aquí... —el hombre me guía hacia otra sala donde hay computadoras.
Entró y le veo meter las coordenadas en la computadora. —Dylan, ¿cuando les llegó la nota?
—Hace dos meses, ¿por qué? —me pregunta concentrado en poner bien las coordenadas.
—No sólo son coordenadas, también es la fecha de hoy y la hora.
Mi hermano se detiene y me mira —¿Qué hora?
—9:58 a.m.
De inmediato busca de nuevo y cuando las coordenadas ya estan en una gran pantalla se proyecta el lugar. Es un edificio algo antiguo, pareciera que nadie vive ahí.
—¿Qué significa? —preguntó
—Es la base en París... —murmura Vólkov
—¿Qué? —frunzo el ceño
—En París tenemos una base donde algunos agentes se quedan a investigar rastros de los mafiosos más buscados. —me explica mi hermano
—Agentes en cubiertos. —resumo
Mi hermano asiente. —¿Para qué sera la hora? —medita
Miró el reloj de la pared 9:50 a.m.
—Dylan... —mi corazón late desbocado y mi hermano me mira —¿Lo que miramos es en vivo? —él asiente —Que salgan todos de ahí, ¡Ahora!
Vólkov sale de la sala y nosotros le seguimos. —Llamen al departamento de París, que evacuen todos, que no tomen nada y huyan de la central ¡AHORA!
Los teléfonos suenan sin cesar, regreso al cuarto y miro de nuevo el reloj, 9:56 a.m. en la pantalla veo como la gente sale corriendo despavorida del edificio. Dylan se acerca al igual que Vólkov.
—¿Estás segura de esto? —me habla en español
Le contesto de igual manera —Si, la nota... —observo la pantalla —Está en sánscrito.
Mi hermano me mira asombrado —¿Esa no...
Asiento —Si, muerta. —miró el reloj y cuando cambia a las 9:58 a.m. miró la pantalla. Me petrificó al ver todo el edificio estallar a causa de una gran explosión. —Maldición... —siseo.
—Joder... —maldice Vólkov
La puerta se abre y entra un hombre —Señor, tenemos un problema.
Todos salimos y llegamos a los escritorios divididos.
—¿Qué?
—Nos ha llegado esto... —el hombre le entrega una hoja en blanco
Vólkov lee y maldice antes de mirarnos y entregarle la nota a Dylan quien me deja ver lo que está escrito.
..."¡En hora buena!"...
Ambos nos miramos.
—¡Señor! —le llama otro trabajador del otro extremo de la sala, vamos a él y nos entrega una hoja también.
..."Creimos que nunca lograrían decifrar el mensaje."...
—¡Otro! —nos llama una secretaria más, igualmente corremos hacia ella
..."¿Qué se siente saber que estuvieron a punto de ver a su gente morir?"...
—¡Señor!
—Ya me estoy cansando de esto... —sisea Vólkov. Una vez más leemos la nota.
..."Pues éste sólo es el comienzo..."...
Una nota más nos llega, con una sola frase.
—Amanda... —me mira mi mellizo.
Siseo —Genial, más códigos...
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Comments
T.N
Amo como Amanda en una patada descifro todo jajaja
2025-02-01
0
T.N
No manches habrá infiltrados? que miedo
2025-02-01
0
Akyzaky Moreno
Creo que ya te encontraron Amanda
2022-09-17
3