Capítulo 3

Al día siguiente me despierto con un gran dolor de cuello, hacía tiempo que no dormía en el sofá.

Maldito Dlyan, me las iba a pagar.

Me levantó y luego de darme una ducha me arreglo para irme a su hotel. Bebo el resto de yogurt y luego de percatarme que no dejaré nada que se eche a perder en el refrigerador, tomó las llaves de mi departamento y me voy a su hotel.

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Al salir cierro mi puerta y me voy caminando hacia la derecha, a dos cuadras habia un hotel llamado "Palax" ahí debía estar Dylan.

Al llegar preguntó en recepción por su habitación y hasta que la recepcionista me da el número subo al elevador.

Dylan está en la habitación 049, al llegar suspiró y me aguanto las ganas de matarle. Toco a la puerta dos veces. Nadie habré.

Espero y vuelto a tocar más fuerte —Dy...

La puerta se abre de golpe sobre saltandome y la chica detrás de ella, me mira con asombro antes de hacer una mueca de desagrado.

—¿Quién eres? —pregunta al mismo tiempo que me escanea con la mirada

—La esposa de Dylan, ¿y tú? —siseo y ruedo los ojos molesta.

La peli roja me mira asombrada —¿Es...posa? —tartamudea

Entró como si conociera la habitación de toda la vida. —Si, su esposa...

—¿Qué está pasando? —Dylan sale a nuestro encuentro con una taza de café en la mano.

—¿Cuándo pensabas decirle a ésta zorra que tienes esposa e hijo? —le miró con las manos en la cintura.

La peli roja le mira muy molesta —¿Es tu esposa? —dice con la mandíbula apretada.

Dylan suspira —Si, lo es...

—¡Imbecil! —sin esperarmelo ella le lanza una bofetada antes de tomar su bolso y largarse de aquí.

La veo salir con una sonrisa en mi rostro, cuando ella va a cerrar le saco la lengua y sólo cuando azota la puerta miró a Dylan seriamente —Le diré a Sherry...

—¿A cambio de qué?

Me encojo de hombros —Lucete... —casi siempre, o siempre me encuentro a Dylan con chicas en su habitación, así que he decidido dejar de enojarme y hacer sufrir a esas zorras haciéndoles malas jugadas, lo mejor era cuando Dylan me seguía el juego sin pensarlo mucho.

Mi mellizo sonríe —Toma... —me extiende la taza de café —Me gustan estas bromas, claro, sin las bofetadas de por medio... —me sonríe y se aleja de mi antes de hacerme una seña con la cabeza para que le siga. —¿A qué has venido? Aparte de arruinar mi mañana.

Me siento en la silla frente a la isla y le veo servirme un desayuno. —¿Sabrías qué vendría?

—No, es el desayuno de la peli roja...

Pongo los ojos en blanco. —Bruto.

—No me has dicho a que vienes. —él toma asiento delante de mi

—A despedirme de ti... La última vez que te fuiste me avisaste cuando ya estabas en Rusia.

—Fue urgente... —mi hermano me observa —¿Segura qué no quieres venir? —me pregunta mientras da un primer bocado a su desayuno.

Le imito y como un poco —¿Quién les mando la nota? —cuestionó mientras masticó

Dylan parece pensar en la respuesta, al final opta por encogerse de hombros —Nadie importante que conozcas.

—MackGregori, ¿verdad?

Mi hermano se tensa y deja de masticar unos segundos antes de darle otro bocado a su comida.

—Dylan... —siseo

—Amanda, quiero que entiendas...

—¿Si o no? —le corto

—Si, al menos eso creemos.

Mi corazón late desenfrenadamente —¿Abue...

Él niega —No, nieto.

Una ola de decepción me invaden. —Entiendo...

—Se dice que el abuelo murió, entonces todo paso a manos del nieto.

—Bien, me apuntó.

Dylan me mira asombrado —¿Irás?

—Claro, ya he pedido permiso en el trabajo. Así que no podrás deshacerte de mi.

Luego de comer y pasar el día como hermanos viendo películas como en los viejos tiempos, empacamos para irnos al aeropuerto.

Rusia, ahí vamos...

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