† Atípico Amuleto †

No sabía qué hacer, este chico, o demonio, está en mi casa y no tengo idea de que diablos quiere hacer con nosotras.

— Chicas, abran la puerta por favor. — dijo Nataly fuera de la casa, en realidad se oía afanada con el mercado que había hecho, miré por la ventana y tenía varias bolsas que vi pesadas, abrí la puerta y ella entró, lo raro es que no notó la presencia del chico que ahora que recuerdo no sé cómo se llama, lo busqué con la mirada pero no lo encontré.

— Listo. — dijo saliendo de la cocina después de organizar todo lo que había traído — Chicas, están pálidas, ¿qué pasó? — su tono se tornó preocupado.

— Pues, es que, ahm, no sé como decírselo. — Megan me miró y supe que quería que yo le contara a Nat, así que, después de buscar las palabras adecuadas para iniciar a explicarle, lo hice.

— ¡¿Cómo que casi mata a Megan?! ¡¿Dónde está ese bastardo?! — exclamó Nataly enfurecida.

— No lo se, él se fue cuando tu llegaste. — contesté.

— ¡Oh, vaya! — se quejó Megan y ambas la miramos — Sentí que iba a morir. — dijo en un tono bajo y con la mirada hacia la nada.

— Ya, Meg. No pienses en eso. — Le animó Nataly abrazándola.

— Lo sé, eso intento. Aunque de igual manera, el hecho de que un verdadero demonio haya estado en nuestra casa se me hace muy traumático. — dijo Megan después de un rato haciendo una mueca.

— Creo que tendrán que acostumbrarse a eso. — esa misma voz que estuvo hace un rato aquí volvió a hablar.

— ¿Y tú quién eres? — preguntó Nataly.

— El demonio que atormentará a Rachelle. — dijo él como si nada.

— A penas te conocí ayer y ni siquiera sé tu nombre. — le dije.

— Soy Damond, un placer. — hizo una pequeña reverencia. — Y tú me conociste ayer pero yo a ti te conozco desde que eres pequeña.

— No estoy entendiendo nada. — se quejó Megan.

— Tu no tienes nada que entender, el asunto no es contigo ni con Nataly sino con ella. — habló serio.

— Y yo que tengo que ver en... — hice una pausa. — Ahora que lo pienso, ¿Por qué estás aquí? — pregunté y él al instante sonrió.

— Verás Rachelle, como te habrán contando tus amigas o protectoras, tú eres especial, tienes un poder que probablemente ningún otro ser en este universo posee y Zaigon lo quiere para dominar todo el universo por lo que me envió para corromperte y llevarte con él. — me respondió.

— Aquí va otra vez con ese tipo. — dije fastidiada.

— No deberías hablar así de tu abuelo. — dijo serio.

— Yo no podría ser nieta de ese tipo y si lo fuera, ¿Qué clase de abuelo quiere a su nieta para manipularla y usarla como un maldito títere sólo para su beneficio? — le pregunté.

— Es un demonio, es incapaz de sentir.

Sentí la necesidad de distraer al chico, así las chicas y yo idearíamos algo para deshacernos de él, las miré y y pude ver en sus ojos que estaban dispuestas a llevar a cabo lo que tuviera en mente, así que me dispuse a iniciar.

— Pero, sí según tú, soy su nieta, supongo que tiene hijas o hijos y una esposa o una mujer con quién los tuvo y si no tiene sentimientos ¿Qué hizo para tenerlos? — pregunté.

— Eso no lo responderé. — me contestó serio.

— ¿Por qué? — pregunté.

— Por qué no, preguntas mucho. — contestó.

— Claro que no.

— Hey, seguimos aquí. — se quejó Megan.

— ¿Tengo cara de que me importa? — preguntó el chico con sorna.

— Eres un grosero. — le reproché.

— Como sea, ya me voy. — dicho eso sólo se esfumó en una nube gris.

— ¿Qué rayos acaba de pasar aquí? — me preguntó Megan.

— No tengo idea, pero funcionó. — respondí.

— Bien. — inició a hablar Nat. — Es probable que ese chico te esté vigilando de ahora en adelante, por lo que nos contaste que eres una especie de diosa... — la interrumpí.

— Semidiosa. — corregí.

— Lo que sea. — continuó — Y si eso es correcto, tendremos que estar más unidas que nunca. — Meg y yo asentimos.

— Creo que debemos decirles a tus amigas. — sugirió Megan.

— No. — negué con rapidez. — Si ellas se enteran, vigilarán la casa literalmente todo el tiempo, y el chico queriendo vengarse probablemente es que les haga daño a los niños cuando estén en la guardería y a nuestros padres cuando estén en el trabajo.

— Tienes razón. — respondió.

— Entonces, ¿Qué haremos? — preguntó Nataly.

— Guardar el secreto entre nosotras, en cuanto sepa qué hacer, idearemos un plan para deshacernos de él sin que les haga daño a nuestros padres o a los niños. — afirmé decidida.

— De acuerdo. — accedió Nat.

— Cuenta ciento diez porciento conmigo. — apoyó Megan decidida.

— Bueno. — dijo haciendo una mueca. — ¿Quieren pizza? — preguntó Nat alegre.

— ¡Sí! — Megan y yo exaltamos animadas.

— ¡Yo también! Yo les aviso cuando esté lista. — Megan y yo asentimos, ella fue a la sala y yo a mi habitación. Me resultó gracioso y un poco preocupante cómo reaccionaron mis hermanas ante lo que acababa de pasar, es decir, casi asesinan a Megan, un demonio estuvo en la casa y ninguna parece estar traumada, supuse que ya estaban acostumbradas al igual que yo.

Entré a mi habitación y casi me da un paro cardiaco al ver al chico, que si mal no recordaba, su nombre era Damond acostado en mi cama con mi computadora viendo lo que parecía ser una película de terror a juzgar por los sonidos y gritos que provenían del equipo, cerré la puerta y suspire.

— ¿Qué haces aquí? — le pregunté con el tono más frío que pude.

— No te importa. — me respondió de la misma manera.

— Claro que me importa, estás en mí casa, en mí habitación, acostado en mí cama y con mí computadora. — dije haciendo énfasis en la palabra "mí" Y luego me senté en la silla de mi escritorio.

— Soy un demonio, hago lo que quiero. — su tono era como el de un típico chico rebelde.

— Y si haces lo que quieres, ¿Porque obedeces las órdenes de alguien más? — le dije burlona y él solo guardó silencio, fui hacia la mesa de noche y agarré mi teléfono, no pude evitar ver hacia mi computadora la cuál aún sostenía Damond, estaba viendo la película de terror que salió hace poco a las salas de cine, me quedé viendo ya que me gustan mucho las películas de terror y esa, por lo que vi, es muy buena.

— ¿Qué miras? — me preguntó de mala gana.

— Qué te importa. — le respondí de la misma manera. Puede que sea un demonio pero eso me da igual.

— Idiota. — murmuró.

— Imbécil. — susurré.

— En serio, ¿Qué miras, no ves que estoy ocupado? — preguntó después de un tiempo algo impaciente.

— ¿Sabes qué? — le quité mi computadora. — Te vas de mi casa ya. — alce un poco la voz mientras señalaba hacia la puerta.

— Pues, me voy. — dijo y luego se dirigió a la ventana para abrirla, se sentó en el borde y luego saltó, fui hacia la ventana y lo vi caminando hacia la salida del patio trasero como si nada, él se detuvo y giró la mirada hacia mí para luego quedarme mirando al igual que yo a él, después de algunos segundos él se giró y siguió con su camino.

— Es increíble que ese idiota sea el chico encantador que conocí ayer. — me dije a mí misma, cerré la ventana y fui hacia mi cama para acostarme en ella, cuando lo hice algo pareció caerse de ella así que mire hacia abajo y vi una cadena de plata negra que de dije tenía un triángulo con un circulo entrelazado en él, la tomé y me pareció que era algún tipo de amuleto.

...

No le preste atención a aquel extraño aspecto y me la puse, al instante sentí algo raro en mí pero, tampoco le presté atención, cuando quise poner a reproducir la película que Damond estaba viendo Nataly nos llamó a Megan y a mí avisando que la pizza ya estaba lista, baje casi corriendo al igual que Meg y nos sentamos en la mesa esperando ansiosas esperando la pizza.

— Aquí tienen. — nos dijo Nat extendiéndonos los platos de pizza hawaiana a cada una, ella fue a la cocina y luego volvió a la mesa con su plato y jugo para las tres, comenzamos a devorar la pizza mientras hablábamos de cosas sin importancia.

— Rache, ¿De dónde sacaste ese collar? — me preguntó Megan.

— Lo encontré al lado de mi cama. — dije como si nada.

— Esta bien. — respondió dudosa. — Megan, ¿Quisieras terminar de contarme sobre el chico que te gusta? — preguntó Nat, al instante alcé las cejas y mire a Megan picara.

— Sí, es nuevo en el salón, es hermoso y se llama Sam... — no escuché más ya que me perdí en mis pensamientos, ¿en realidad qué es lo que quiere el tal Zaigon, será que todo esto sí es verdad o es solo una broma pesada muy bien planeada? Esas y muchas más preguntas invadían mi cabeza, sigo pensando que eso de que yo soy semi-diosa es una completa farsa.

— Rachelle, ¿Me estás escuchando? — me preguntó Nataly.

— Ahm, no. — respondí.

— Suspiró. — Te estaba preguntando que si no crees que la cadena sea del demonio. — no lo había pensado, tal vez cuando estaba en mi cama se le cayó.

— No lo sé, probablemente. — les dije.

— Pero, si el es un demonio, tal vez ese collar tiene una maldición o algo así. — me dijo Megan.

— No, no lo creo. — dije tomando un poco de jugo.

Seguimos charlando durante un buen rato después de terminar de comer, mis hermanas me preguntaban cualquier cosa que se les pasara por la cabeza como qué haría si lo de que soy semidiosa fuera verdad, me asusta el hecho de que eso pase, no quiero tener esa responsabilidad de que el futuro del universo dependa de mí, es demasiado, no podría con tanto, apenas tengo dieciséis años, tengo toda una vida por delante y quiero elegir mi propio camino, vivir mi vida a mi manera, no tener que hacer lo que una estúpida profecía diga, quiero tener una vida normal, con empleo y una familia. Ruego a los dioses porque eso solo sea una broma, sería de muy mal gusto pero sería peor que fuera verdad. Tengo miedo, y mucho...

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Comments

Maria Hernandez

Maria Hernandez

ese collar lo dejo Daemond justamente para que ella se lo colocará y así poderla dominar

2022-05-10

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