† El Enigmático Sujeto Del Pasillo †

Estaba enamorada de un chico que pertenece a ese grupo desde primer grado, Mason, y es todo un dios griego, pero hay un "pequeño" detalle, una antigua compañera de nosotras estaba hablando conmigo por teléfono y justamente cuando ella decía que Mason me gustaba el pasó por su lado y escuchó todo, ella no lo hizo a propósito y eso lo sé pero me enoje tanto con ella que discutimos y terminamos nuestra amistad, unos meses después ella cambió de escuela. Desde entonces los integrantes de ese grupo me han hecho la vida imposible, las líderes me molestan, algunos me dicen que el ya tiene novia y mucho más bonita que yo (aunque ella y yo nos llevemos bien), hasta una vez él mismo me lo dijo cosa que me partió mi corazón en dos y ahí me di cuenta de que es todo un patán. Pero bueno, dejando de recordar esa terrible época de mi vida volví a la realidad. Noté que las chicas me hacía señas de que las líderes se acercaban a nuestra mesa *[*Oh, no] pensé y me preparé para lo que venía.

Ana es la "líder", es bastante linda pero utiliza eso para sus malas intenciones, ella se les adelantó al resto y se apresuró a hablarnos.

— Hola. — saludó ella con su típica sonrisa de superioridad.

— ¿Qué quieres Ana? — pregunté sin ganas y con mi mirada fijada en mi comida. Siempre es lo mismo; nos insulta, nosotras a ella y a sus dos clones (así bautizamos a sus "amigas") y luego se van.

— ¿Qué no es obvio? Hacerles la vida miserable. — me respondió.

— ¿Igual que la tuya? — pregunté aún con mi tono de desinterés y seriedad. La verdad no tenía muchas ganas de discutir ya que cuando me hacen enojar exploto y soy capaz de apuñalar a alguien con un tenedor, así que por el momento solo quiero calmarme y evitar que me castiguen. Los demás y hasta yo esperábamos que ella hiciera algo pero no lo hizo, solo se fue furiosa seguida de los demás miembros de grupo a excepción de Jaqueline, la novia de Mason.

— Hola, chicas. — saludó sonriente.

— Hola. — saludamos todas casi al unísono y muy amablemente. Jaqueline es muy amigable y responsable, es la consejera escolar y administradora del periódico de la escuela, además de haber sido la capitana del equipo de porristas hace un año. Pensándolo bien, no sé qué hace con un patan sin futuro como Mason.

— Disculpen a Ana, ella a veces se toma muy enserio su papel.

— A veces, o sea, siempre. — dijo Nataly, todas reímos.

— Sí, tienes mucha razón. — admitió Jaqueline.

— Jacky, ya vámonos. — era Ana hablando desde la entrada de la cafetería.

— Lo siento chicas, me te tengo que ir, hablamos luego.

Después de un tiempo sonó el timbre para volver a entrar a clases y eso hicimos las cinco pero antes fuimos a los casilleros para recoger los libros y cuadernos de las otras tres horas, ya estando en el salón nos sentamos en nuestros asientos mientras el maestro de matemáticas entraba al salón, parecía el mismísimo demonio en persona, por lo general el es serio o amargado pero hoy se le notaba la furia en sus facciones. Se sentó con fuerza en la silla de su escritorio y decidió hablar.

— Abran sus libros en la página 37. — ordenó de mala gana con voz grave y gruñona. [Por algo lo profesores de matemáticas tienen fama de gruñones] pensé.

Hicimos lo que nos dijo y comenzamos la clase. Sólo apuntaba lo que el profesor escribía en la pizarra pero no presté atención, mi cabeza estaba en otro lugar, seguía pensando en aquella visión extraña que tuve hace un rato, jamás había tenido una parecida, además, nunca he visto a ese chico a excepción de esa visión. Me preguntaba a que se refirió con que él me quiere a mí y con que volverá por mí; no lo entiendo, todo esto daba vueltas y vueltas en mi cabeza y como consecuencia una terrible migraña apareció en ella. La clase terminó y luego empezó la de lenguas, seguía sin prestar atención, no podía concentrarme debido a ese asunto. Una vez terminaron las clases Jenny, Alex y yo nos encontramos con Megan y con Nataly y nos encaminamos a casa.

Al llegar nos despedimos de Jenny y de Alexa y entramos. Me sorprendí al ver que no había nadie en casa, mi madre por lo general cuando van a salir, nos llama. Puse mi maleta en la mesa y me fije en una nota que estaba colocada en el servilletero con un sujetapapeles, la leí y decía:

"Niñas, a Jonny se le presentó una conferencia y yo tengo que administrar el catálogo de este año, yo tengo a los niños, regresamos el jueves por la noche, por favor compórtense y no falten a clases..

con amor Karen"

¡Vamos a tener casa sola por dos días! Por dentro me emocionaba mucho, pero quería ver si las chicas pensaban lo mismo que yo y al parecer sí porque comenzaron a bailar y a cantar algo que por sus risas no les alcance a comprender, no resistí más y también me uní al baile, bailamos como locas mientras ellas cantaban la misma frase de hace un rato la cual aún no entendía. Lo decían tan gracioso debido a sus risas en ese momento, no dude ni un segundo en soltar una carcajada.

— ¿De que te ríes? — preguntó Megan riendo.

— Es que no se si están diciendo algo en inglés o en mandarín. — solté otra carcajada cuando termine de hablar.

— Eres mala, ¿Sabes? — me dijo Nataly haciendo puchero.

— ¡Vamos chicas! Hay que aprovechar cada segundo. — sugirió Meg muy animada para luego tomarnos de la mano a Nat y a mi y jalarnos hasta el sofá. Me senté y Nataly habló.

— Entonces, ¿Qué hacemos? — me preguntó entusiasmada.

— No lo sé, ¿Qué propones tú, Megan? — dije.

— ¡Noche de chicas! — dijo casi gritando.

— ¡Sí! — gritó Nataly animada.

— Aunque, sería aburrido tener una noche de chicas sólo nosotras tres, ¿Por qué no llamamos a Jenny, a Alexa y a sus amigas? — sugerí alegremente.

— Pero, llamemos a mamá para pedirle permiso, ¿Sí? — Megan y yo asentimos mientras ella marcaba el número de mamá, ella se alejo un poco de nosotras ya que estaba, pasaron unos dos minutos hasta que Nat llegó.

— ¿Qué dijo? — pregunté.

— Que sí. — contestó sonriente.

— Bien llamemos a las chicas. — dicho eso, tomé mi teléfono al igual que las chicas, marque rápidamente el número de Alex, le conté todo y me dijo que sí podía venir al igual que Jen.

Paso alrededor de una hora, Megan, Nataly y yo ya teníamos todo listo para la noche de chicas.

— Chicas, ¿Ya llamaron a sus amigas? — pregunté mirando el reloj de mi teléfono.

— Sí, ¿Y tú? — me respondió Megan, mientras Nataly asentía con la cabeza y en ese momento sonó el timbre.

— Yo abro. — les dije mientras me dirigía a la puerta para abrir, cuando lo hice vi que las chicas ya habían llegado.

Éramos 10 chicas solas en una casa, Sarah, Haley y Johannah, amigas de Nataly. Alisha, Merylin, Victoria y Lucía, amigas de Megan y Alexa, Jenny y yo.

— Bien, ¿Qué haremos primero? — Preguntó Alisha.

— Lo primordial es la comida. — dijo Sarah.

Megan, Nataly y yo nos miramos, ¿Cómo se supone que se hace una pijamada sin comida? En la cocina no hay nada de galguerías, aunque a mi madre le encanten, Jonny es muy estricto con eso, por eso sólo compramos cuando vamos a ver películas.

— No me digan que no hay. — dijo Victoria.

— No. — respondí.

— Hay que ir a comprar. — sugirió Megan.

— ¿Quién irá? — preguntó Lucía.

— Yo voy. — dijo Merilyn.

— Yo igual. — esta vez fue Haley.

— Chicas, pero no tenemos dinero. — les susurré a Megan y a Nataly.

Nataly subió corriendo a la segunda planta y después de un minuto bajo de la misma manera con dinero en sus manos.

— Estuve ahorrando para un nuevo teléfono, no creo que sea malo si tomo algo de ese dinero, después le pediré lo que falte a Nick. — dijo Nataly.

— Tienes suerte de tener un novio que te de cosas. — habló Megan, reímos.

— Rache, acompaña a las chicas. — me ordenó Nataly.

— ¿Por qué yo? — pregunté.

— Por que yo lo digo. — contestó con un tono de autoridad de hermana mayor mientras me extendía el dinero.

— Ya qué. — accedí resignada y me dirigí a Merilyn y Haley.

— Bueno, vámonos. — dijo Merilyn.

— Asegúrense de traer papas, muchísimas papas, ¡las papas son vida! — dijo Sarah con emoción

— Ya cálmate. — le dijo Nataly y reímos. — Chicas, tengan mucho cuidado. — nos recomendó.

— Claro. — dijo Haley.

— Eso haremos. — dije para luego cerrar la puerta.

Íbamos caminando y conociéndonos y son muy divertidas. Mantuvimos riéndonos y haciendo el ridículo, nos estábamos llevando muy bien a pesar de la diferencia de edad.

Llegamos al mercado y nos separamos, Merilyn se encargó de los paquetes, cosas como papas y embutidos, Haley de las golosinas como chocolate, barras de dulce, churros, etc. Y yo me encargué de las bebidas. Fui hasta dónde estaban las canastas, tomé una y fui la sección de bebidas, empecé por la soda, tomé dos de tres litros y las metí en la canasta, luego jugos naturales, tomé dos de dos litro y también los metí en la canasta.

Mientras buscaba que más podía llevar, noté que un chico llevaba tiempo mirándome, él estaba aproximadamente a unos dos o tres metros de mí, al percatarse de que yo lo estaba viendo se giró y empezó a buscar algo en los estantes. [Como violador y secuestrador se muere de hambre, pues, no sabe disimular en absoluto] pensé.

Llevaba demasiado en la canasta y no me di cuenta de eso hasta que esta se rompió y todo cayó al suelo, maldije en voz alta y me dispuse a recogerlas y ponerlas en el estante mientras iba por otra canasta, ya habiendo hecho eso me levante y me lleve un buen susto al ver al chico de hace un rato frente a mí sosteniendo una canasta mediana con rodachines.

— ¿Necesitas ayuda? — me extendió la canasta.

— No, gracias, yo puedo sola.

— Esta bien, sólo toma la canasta y me iré. — sonrió amablemente y después de pensarlo muy bien, la tome — Bien, ya me voy. Adiós.

Me gire y seguí en lo mío, una vez ya tenía todo nuevamente en la canasta fui a buscar a las chicas para salir de allí ya que ya estaba anocheciendo, ya después de un tiempo pagamos todo en la caja y nos encaminamos a casa, íbamos luchando para que las bolsas no se nos cayeran ya que eran muchas y muy pesadas.

— Creo que exageramos. — dijo Haley riendo.

— No lo creo, somos diez chicas, esto no durará mucho en acabarse. — dije riendo.

— Tienes razón.

Dos minutos y ya habíamos llegado a casa, toqué el timbre y Victoria abrió, pasamos y dejamos todo en la mesa, luego tomamos turnos de a dos para ponernos las pijamas en los dos baños de la planta baja, mientras dos estaban en el baño las demás organizábamos todo para ganar tiempo ya que perdimos bastante yendo al mercado. Ya estando todo listo y todas empijamadas dimos por iniciada la noche de chicas...

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