† Una Entidad Ofuscadora †

Desperté con un terrible dolor de cabeza. La pijamada se resumió en la típica guerra de almohadas, Sarah, Victoria y Nataly comiendo hasta más no poder, ver películas de terror y después Megan no pudo dormir, considero que la pijamada fue un éxito.

Mire el reloj y eran las 6:43 am, faltaban 27 minutos para que iniciaran las clases, me puse de pie rápidamente y desperté a las chicas. Ninguna nos preocupamos por bañarnos, sólo nos vestimos, las amigas de Megan y Nataly empacaron ropa anoche al igual que Alex y Jen y ya estando listas salimos como alma que lleva el diablo.

Al llegar a la escuela vimos que aún habían alumnos afuera lo que personalmente me tranquilizó un poco, Nataly y Megan se fueron hacia sus salones con sus amigas mientras Alex, Jen y yo nos dirigimos casi trotando hacia nuestro salón, entramos y nos sentamos cada una en nuestros asientos para que luego el maestro de matemáticas atravesara el marco de la puerta. .

La clase transcurrió lenta, demasiado diría yo, y mi dolor de cabeza no me dejaba concentrar, además de que hacía que la clase me pareciera más eterna. Después de lo que a mi me parecieron 2 horas sonó el timbre de cambio de clase. La profesora de biología ingresó al salón y prosiguió a comenzar su clase.

Me recosté a la ventana mientras veía a través de ella, el viento rozaba delicadamente las copas de los árboles y el cielo estaba totalmente cubierto por nubes grises, me perdí en ese hermoso y frío paisaje, pero algo lo arruinó, al lado de un árbol divisé algo muy extraño, tenía la silueta de una persona con una manta negra que le cubría todo su cuerpo y no permitía ver su rostro.

...

...

Me espanté al ver que me miraba fijamente sin hacer ningún movimiento, me sentía hipnotizada y a la vez asustada, no me podía mover, mi cuerpo no respondía a lo que le ordenaba, mis ojos estaban abiertos como platos, sentía mi cuerpo frío como el hielo y me costaba respirar.

— Señorita Anderson, ¿Se siente bien? — me preguntó la maestra haciéndome reaccionar, ella me miraba con asombro al igual que todos en el salón incluyendo a mis amigas.

— Rachelle, estás pálida. — me dijo Jenny preocupada.

— ¿Estás bien? — me preguntó Alex con el mismo tono de preocupación que Jenny.

— Sí, si lo estoy, no se preocupen. — me sorprendí al notar que mi voz era ronca y apagada.

— No, no lo estás. — negó Alex.

— Señorita, por favor, vaya a la enfermería y pida que le hagan un chequeo. — me ordenó la maestra.

No dije nada ya que no me pareció mala idea ir a la enfermería, en realidad me sentía mal. Les pedí a las chicas que guardaran mis cosas mientras yo volvía. Salí del salón algo débil y me dirigí a la enfermería, de vez en cuando tuve que apoyarme en algo ya que me daban mareos, los pasillos estaban totalmente desiertos. Vi a lo lejos la puerta de la enfermería y no sé por qué pero me sentí aliviada; camine lo más rápido que pude pero no alcance a llegar, sentí un gran vacío en mi pecho al ver el mismo ser en un lado oscuro cerca de los casilleros, de nuevo me miraba fijamente sin hacer ningún movimiento, quise caminar más pero no pude porque caí al suelo y todo se puso negro, lo último que sentí fue mi cuerpo helado y unas manos delgadas y huesudas sostenerme.

Desperté en lo que parecía ser la enfermería, estaba en una camilla y una luz blanca que provenía de una linterna grande en el techo de la habitación me segaba, comencé a recordar qué fue lo que pasó, cuando vi a ese ser, las chicas preocupadas por mí, cuando caminaba por los pasillos solitarios, los mareos, cuando me desmayé, y, cuando sentí esas manos huesudas sostenerme. Todo daba vueltas en mi cabeza, me sentía débil pero mucho mejor que antes. No entiendo porque me sorprendí tanto si toda mi vida me han pasado cosas así, sobrenaturales y sin explicación, la verdad no lo entiendo. Mis pensamientos fueron interrumpidos por la enfermera de tercera edad.

— Veo que ya despertaste. — se dirigió a mí y agarró un termómetro de la mesita de al lado. — ¿Cómo te sientes? — me preguntó mientras ponía el termómetro en mi boca.

— Un poco mareada. — respondí acomodándome en la camilla. — ¿Cómo llegué aquí? — pregunté.

— ¿Qué es lo que recuerdas? — me preguntó mientras tomaba una libreta y un bolígrafo. Le expliqué todo obviamente omitiendo la parte de aquel ser.

— Estaba en clase cuando de repente empece a sentirme mareada, la maestra me ordeno que viniera y eso hice, cuando estaba apunto de llegar me desmayé. — Fue lo único que se me ocurrió y no creí que ella me creyera pero al parecer así fue.

— Estás algo débil. Tus amigas me contaron que anoche tuvieron una pijamada, y es muy común que las chicas cuándo no están muy bien alimentadas, presenten mareos; debido al desgaste, el dormirse a deshora, y las galgerías. A eso hay que agregarle la tensión de la escuela, lo cuál causó que te sintieras peor. — aseguró.

— Ya veo.

— Por favor, nena. Cuídate. — pidió. — Eres jóven y deberías llevar un ritmo de vida saludable.

— Eso haré. — dije.

— De acuerdo. — habló y empezó a escribir en la libreta que había tomado.

— ¿Me puede decir cómo llegué aquí? Por favor. — pedí.

— El joven Brennan te trajo cuando estabas inconciente. — me contó.

— ¿Michael, Michael Brennan? — pregunté incrédula.

— Así es. — corroboró. Me quedé pensativa, el chico que me había hecho la vida imposible desde mi primer día en esta escuela me ayudó, lo conozco bien, probablemente hubiera pasado por mi lado y ni se inmutaría, me dejaría ahí tendida en el suelo, y eso sería mucho más creíble.

— Está bien, muchas gracias. — le dije amablemente.

— Bien, no te molesto más. Por favor, descansa. — dijo con una amigable sonrisa y luego salió de la habitación, en eso vi a mis amigas entrar.

— Por los Dioses, ¿Qué te pasó? — me preguntó Alex preocupada.

— ¿Estás bien, Rache? — esta vez fue Jenny la que me preguntó.

— Sí, estoy bien, pues, me desmaye cuando venía para acá. — les respondí a ambas.

— Rache, ¿Porqué estabas tan pálida en clase? — me preguntó Jen.

Sabía que no me dejarían en paz hasta que se los dijera, además no me gusta ocultarles nada así que les conté todo.

— Por suerte no pasó nada más. — me dijo Jen.

— Lo sé. — bajé la mirada a mis manos. — Tuve mucho miedo.

— Tranquila, sabes que siempre estaremos contigo. — me consoló Alex mientras me abrazaba al igual que Jen.

— Gracias chicas, las quiero. — dije mientras las abrazaba. — Por cierto, ¿Cuánto tiempo llevo aquí? — pregunté al percatarme.

— Más seis horas, y si preguntas por tus hermanas ellas están en tu casa, nosotras nos ofrecimos a quedarnos contigo. — me respondió Jenny.

— ¿Qué? — pregunté un poco exaltada al oír eso.

— Si te sientes bien ya podemos irnos a casa. — me dijo Alex. Asentí y enseguida nos dirigimos a casa, cuando llegamos a mi casa me despedí de las chicas y entré.

— ¡Rachelle! — exclamó Meg, para luego correr hacia mí y abrazarme.

— ¿Ya estás mejor? — preguntó Nataly, mientras me abrazaba.

— Sí, ¿Se puede saber porque mis queridas hermanas me dejaron sola? — pregunté haciéndome la indignada.

— Teníamos que limpiar la casa, anoche dejamos un completo desastre. — me respondió Nataly.

— Está bien, voy a descansar un rato. — ellas asintieron y yo subí a mi habitación, cuando entré cerré la puerta con seguro, luego me dirigí a mi cama y me dejé caer en ella...

~Me encontraba en un bosque, yo estaba acostada al lado de un árbol, me levanté y miré a mi alrededor, todo parecía ser igual a cualquier lado donde viera. A lo lejos vi una luz, al parecer era de día aunque todo estaba bastante oscuro; caminé y caminé pero parecía estar siempre en el mismo lugar, decidí correr así que corrí y corrí pero sentía que no avanzaba, en ese momento comenzó a llover a cántaros, no me di por vencida, seguí corriendo hasta que vi que me acercaba a esa luz, después de unos dos minutos al fin salí de ese bosque, era un campo con bellas flores, caminé hasta donde alcanzaba a ver y llegué al borde de un acantilado, noté que más allá solo era neblina y no alcanzaba a ver nada más que eso, la lluvia golpeaba con fuerza mi piel, entonces, sentí una brisa helada tocar mi cuello y al girarme me topé con un hombre de piel gris, sí, gris, no tenía cabello, y tenía quemanda casi toda la parte derecha de su cara. A pesar de que estaba lloviendo él no tenía un solo rastro de agua en su ropa y era raro ya que yo estaba empapada.

Él sonrió maliciosamente y luego habló.

— ¡Rachelle! qué gusto verte, querida. — dijo aún sosteniendo esa sonrisa que me daba mala espina.

— ¿Quién eres? — pregunté secamente.

— Esa no es forma de saludar a la familia. — dijo con una pizca de molestia. — Además, me alegra mucho de verte.

— ¿Quién eres? — insistí firmemente.

— Rió. — Soy a quien debes entregarle tu poder. — respondió.

— Ni lo sueñes. — le dije con desprecio. Su sonrisa se borró, su rostro se tensó e irradiaba furia.

— Aunque no lo quieras lo tendrás que hacer. — dijo mientras caminaba hacia mi a paso lento.

— No me obligarás. — dije negando con la cabeza mientras que con cada paso que daba él yo retrocedía uno hasta que estaba al borde del acantilado, detuve el paso y miré hacia atrás, no tenía salida alguna, el hombre quedó frente a mí y me miró con odio.

— Eso lo veremos. — elevó su mano y a su vez me elevaba a mí, sentía que me estaba ahorcando e intentaba respirar pero no podía, luego me lanzó hacia la nada y sentí un vacío en mi pecho al ver que estaba cayendo. Todo se volvió negro...

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Comments

El lector 😸😸

El lector 😸😸

wow que Nataly en este capítulo sí que dio sorpresa y Rachelle vaya que tiene una personalidad algo peculiar como siempre autor este capítulo fue impresionante/Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle//Chuckle/

2024-05-22

0

Hada del bosque

Hada del bosque

Quien será el hombre con el que soño?

2024-05-17

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