† Duelo En La Sombría Mansión †

Damond y yo nos giramos inmediatamente al escuchar aquella voz grave, era un chico de cabello castaño, piel algo clara y ojos rojos, venía acompañado con dos muchachos más que, al igual que él, poseían ojos de color rojo. Damond se sostuvo de un barandal y se apresuró a hablar.

— Eddie, basta, arreglemos esto otro día.

— ¡Ni lo sueñes! — empezó a caminar hacia nosotros hasta que se percató de mi presencia deteniendo el paso. — ¡Vaya! ¿Qué tenemos aquí? — se acercó a mí. — Creo que hoy mataré a dos pájaros de un sólo tiro.

— Déjame eso a mí, sólo olvídalo. — habló Damond algo adolorido.

— Ja! Después de enterarme de lo que intentabas hacer, ¿Crees que te voy a dejar a cargo? — preguntó incrédulo.

— Soy tu superior, es tu deber obedecerme. — afirmó Damond.

— Eso ya no será así, luego de reportarle a Zaigon lo que su soldado estrella intentó hacer, te asesinará y me dejará a cargo a mí. — sonrió maliciosamente. — Y no te preocupes, cuidaré bien a tu hermana.

— No te atrevas a tocarla. — advirtió Damond enfurecido. El chico lo ignoró completamente y giró a verme.

— En cuanto a ti, será un placer poder culminar la misión. — suavizó mi cabello y me inspeccionó lentamente. — Aunque sería una lástima destruir el alma de una chica con un rostro tan bello.

— Estás demente si crees que voy a permitirlo. — dije con desprecio.

— Tendrás que hacerlo, querida. — se giró y empezó a caminar hacia la entrada de la cocina. — A menos que quieras que dañe a tus seres queridos.

Fue ahí cuando sentí un odio repugnante hacia el chico, estaba enfurecida. Me cansé de que me amenacen con mi familia, el problema es conmigo, así que no permitiré que les hagan daño a ellos.

— Llévenlos a las habitaciones. — ordenó a los chicos que venían con él.

— Quiero ver que lo intentes. — reté con voz distorcionada y de ultratumba.

— Rachelle. — Damond llamó mi atención susurrando. Giré a verlo. — Tus ojos están rojos. — Lo ignoré y giré mi vista al chico.

— Oh, nena. Lamentarás haber dicho eso. — contestó molesto ante mi comentario.

Tomó una espada y empezó a caminar hacia mí de forma amenazante, entonces, tomé el hacha y también caminé hacia él, cuando ya estábamos cerca él atacó primero, lo esquivé y rápidamente clavé uno de los lados del hacha en su hombro izquierdo, quise sacar el hacha de su hombro pero se había quedado atorada en el hueso de este y el chico al notar mi lentitud se apresuró a atacar y clavó el costado de la espada en la parte izquierda de mi torso, me quejé, lo extraño es que dolió, pero no lo suficiente para tan profunda herida. No le di mucha importancia y cuando logré liberar el hacha, con la punta de esta, le rasgué la mejilla haciéndolo girar un poco a cabeza, luego me moví a su espalda, pasé el tubo del hacha por su cuello e hice presión intentando de ahorcarlo, mientras forcejeaba, el chico me dio un codazo en la costilla y tuve que soltarlo, me golpeó en la cara y me atacó nuevamente con la espada pero lo bloqueé con el hacha, tomé esta de manera en que pudiera golpearlo con la parte plana, cuando lo hice, su cabeza se estrelló contra el borde de una mesa y cayó débil al suelo.

— ¿Qué hacen ahí como idiotas? ¡Atrápenla! — ordenó furioso a los dos muchachos, quienes obedecieron al instante, uno tenia el cabello oscuro y sostenía un bastón, el segundo chico tenía cabello blanco, quien sostenía una espada y se acerco primero.

Me dirigí primero al chico de cabello blanco, lo ataqué primero rasgando su abdomen con la punta del hacha, luego, utilicé la misma técnica de noqueo que usé con el chico propietario del hacha, también dió resultado y cayó inconsciente. En ese momento el otro chico me tomó por detrás intentando asfixiarme, entonces, eché mi cabeza hacia atrás golpeándolo en la nariz con fuerza y me giré, lo golpeé con el hacha para luego darle una patada en la entrepierna; una reacción típica en los hombres ante esos golpes es torcer el cuerpo hacia adelante, y en este caso, no fue la excepción, así que cuando lo hizo, le di un puñetazo tan fuerte como pude y cayó al suelo adolorido. Me dirigí hacia Damond, quién ya había descubierto la salida, pasé su brazo derecho por mi cuello y nos dispusimos a salir, pero, una fuerza (proveniente de Eddie) nos impulsó fuertemente hacia atrás traspasando el marco de la puerta, el gran pasillo y caímos en un salón grande, el suelo de este estaba más desgastado que todo el resto de la casa, habían algunas tablas faltantes, lo que causaba que se deteriorara aún más, con nuestra caída algunas de ellas se rompieron y cayeron a lo que parecía ser un gran sótano, Damond y yo no pusimos de pie tan pronto como pudimos y tomamos guardia, Eddie llegó al salón y caminó hacia nosotros, su hombro estaba ensangrentado por la herida que le hice, pero parecía no dolerle en absoluto. Damond se acercó unos cuántos pasos.

— ¡Basta! Te ordeno que te detengas. — habló firme.

— El chico rió. — No volveré a obedecerte nunca más, acabaré contigo de una vez por todas, y con tu bella enamorada también. — me miró con pesar. — Tienes mal gusto, preciosa.

— ¿A qué te refieres? — le pregunté.

— No le hagas caso. — me ordenó Damond.

— Como sea, ha llegado tu hora, Damond. — el chico elevó su mano derecha mientras de esta salía un humo entre negro y rojo y luego golpeó con fuerza el suelo haciendo que este estallara. Damond y yo caímos unos tres metros, al llegar al suelo de aquel sótano me golpeé en la cabeza fuertemente y sentí que no podía respirar bien, seguido de esto un pedazo de tabla de madera puntiagudo se enterró en mi muslo izquierdo. Grité desgarradoramente.

— ¡Rachelle! — exclamó Damond preocupado.

Mientras intentaba sentarme, el anterior chico de cabello negro cayó de pie frente a mí con su bastón, al instante empecé a arrastrarme hacia atrás intentando alejarme de él, lo cuál era un poco inútil por que mis fuerzas no eran muchas para alejarme lo suficiente.

— Resiste, ya voy por ti. — habló Damond apurado, ya que estaba combatiendo con Eddie.

El chico impulsó el bastón con el propósito de golpearme, por instinto, lo pateé con mi pierna sana nuevamente en la entrepierna y luego le di una patada en la mejilla.

— ¡Ya colmaste mi paciencia, maldita perra! — habló con voz endemoniada. La cornea de sus ojos tomó un color negro y de sus manos empezó a salir el mismo humo entre negro y rojo que utilizó Eddie, se agachó y tomó mi pie izquiero con fuerza haciendo el trozo de tabla me lastimara aún más, me quejé fuertemente y seguido de esto el chico empezó a quemarme el tobillo, este se empezó a tornar negro y el dolor era tan insoportable que gritaba desgarradoramente al punto de llorar, intentaba zafarme pero era totalmente inútil ya que estaba muy débil, el tono negro de mi tobillo se empezó a extender hasta mi rodilla, y justo cuando creí que moriría, Damond, quién había derribado a Eddie, apareció tacleando al chico. Cuando cayeron al suelo, Damond se puso encima de él rápidamente y le propinó varios puñetazos.

Juro que en el poco tiempo que llevo conociendo a Damond, jamás me alegré tanto al verlo.

— ¡No vuelvas a tocarla! — le advirtió enfurecido al chico, quien seguía tendido en el suelo adolorido. Se acercó a mí. — Tengo que sacarte la estaca. Te dolerá, así que muerde algo. — dicho esto se arrancó una manga de su sudadera y me hizo un torniquete unos centímetros arriba de la herida, sostuvo la estaca y la sacó cuidadosamente, no grité, pero sentía que iba a morir de dolor. Una vez finalizó, me cargó en sus brazos. — Esto no se quedará así. — amenazó a Eddie y al otro chico, quienes nos miraban furiosos.

Eddie empezó a correr hacia nosotros, entonces, empezó a envolvernos una especie de masa negra y espesa y, al esta dispersarse, nos dejó ver que estábamos en aquel lago hermoso al que Damond me trajo ayer, él empezó a bajarme cuidadosamente y luego se tendió en el suelo exhausto para luego poner su antebrazo izquierdo en sus ojos. Con cuidado me senté junto a él y me recosté.

— Lo siento. — hablé bajo.

— ¿Por qué? — me preguntó.

— Quise ayudarte y empeoré las cosas. Probablemente hubieras podido escapar tú sólo.

— Descuida, no es tu culpa.

— ¿En qué clase de problemas estás? Escuché al tal Eddie decir que no te dejaría a cargo después de lo que intentabas hacer.

— Es clasificado. — habló un poco burlón para luego quejarse un poco de dolor por las fracturas en sus costillas.

— Reí bajo. — Vamos, soy capaz de asimilarlo.

— Estoy seguro que no. — se incorporó y se puso de pie. — Espérame aquí, ya vuelo.

— ¿A dónde vas?

— A mi casa, hay que limpiar tu herida antes de que se infecte.

— Espera...

~Vi una cabaña muy linda enfrente del mismo lago dónde estábamos, habían varios sujetos adentro, entre ellos estaban Eddie y el chico del bastón, quienes estaban buscando algo y escudriñaban por todos lados~

— ¿De casualidad es una cabaña frente a este lago? — le pregunté y al instante abrió los ojos sorprendido.

— ¿Cómo lo sabes? — me preguntó serio.

— Lo acabo de ver en una visión.

— ¿Tienes visiones? — preguntó sorprendido.

— Sí, fue así como supe dónde estabas.

— ¿Y qué viste en mi casa?

— Dentro están Eddie, el chico del bastón y otros más, todos buscan algo con desespero.

— ¿Puedes caminar? — asentí. — Bien, acompañame.

Me puse de pie con su ayuda y lo seguí hasta llegar a la cabaña tardamos unos dos minutos en llegar allí, no nos acercamos mucho, solo nos limitamos a escondernos detrás de un arbusto algo lejano, los muchachos estaban empezando a verter lo que parecía ser gasolina por toda la cabaña.

— ¡Ven, maldito! ¿Qué esperas? — gritó Eddie furioso a la nada. — ¡Enfréntame como debe ser! — gritó nuevamente sin recibir respuesta. — ¡Eres un cobarde, Damond! — gritó negando con la cabeza. Dicho esto tomó un fósforo, lo encendió, lo lanzó al suelo y al instante el fuego se empezó a extender por toda la cabaña.

Damond observaba sin expresión alguna, me pareció extraño ya que todas sus pertenencias estaban siendo consumidas por el fuego y él ni se inmutaba.

— Vámonos, debo llevarte a tu casa. — habló con un tono apagado, pero su rostro seguía inexpresivo.

No dije nada, empezamos a caminar rumbo a mi casa, de vez en cuando me sostenía en un árbol para descansar, ya que me dolía demasiado la pierna. Al llegar, entramos por la parte trasera para que nadie nos viera y noté que aún no había nadie, lo cuál personalmente me alivió, subí las escaleras con algo de ayuda de Damond, al llegar a mi habitación entré y afanadamente me recosté en mi cama, Damond me copió...

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Comments

Hada del bosque

Hada del bosque

que emocionanteee

2024-05-19

0

Hada del bosque

Hada del bosque

Este está más guapo jajajaja

2024-05-19

0

Maria Hernandez

Maria Hernandez

este par se está enamorando

2022-05-11

2

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