Ambos creían haber encontrado su final feliz, pero les rompieron el corazón de la forma más cruel.
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Capítulo 10
Luego de dos meses de orientación, finalmente fui nombrada la asistente personal de Helios.
Debo admitir que estaba nerviosa, pero ya no más. Ahora me siento emocionada, poder trabajar en una empresa tan importante y encima con mí buen amigo, es como un sueño hecho realidad.
Tuve que levantarme más temprano de lo normal para poder llegar a tiempo, me puse la ropa más bonita que tenía en mí armario y bajé. Iba a tomar el autobús pero, para mí sorpresa, afuera de mí edificio había un auto muy lujoso, me llamó la atención ya que autos así no se ven por ésta zona.
Pronto alguien salió de él, revelando a mí nuevo jefe.
—¿Helios...? –Dije con confusión, hasta que reaccioné–. ¡Helios! –Me acerqué a él y lo abracé, él rió y me devolvió el gesto–.
—Pareces emocionada —observó, mientras apoyaba sus manos en mí cadera–. –¡Lo estoy! Es mí primer trabajo y no puedo con la emoción —Comenté, mientras volvía a acurrucarme en su pecho–.
—Bueno, entonces vámonos, no querrás que tu jefe se moleste contigo –bromeó, mientras me abría la puerta del coche–.
Llegamos a la empresa y subimos al ascensor, para luego dirigirnos a la oficina de Helios. Él ingresó a la suya, mientras que yo me acomodaba en mí propia oficina que estaba en frente de la de el.
No pudimos hablar mucho, de hecho, ambos nos concentramos en nuestros respectivos trabajos. Decidimos mantener una relación de profesionalismo en la empresa pero, aún así, nos enviamos mensajes de texto.
A la hora del almuerzo, escuché que alguien tocó mí puerta, levanté la vista y me encontré con un hombre muy atractivo apoyado en el marco de la puerta, observándome con una sonrisa burlona en el rostro.
—¿Puedo ayudarle? –Pregunté y el ingresó, parándose frente a mí escritorio–.
—¿Cómo estás, pequeña niña? Soy Nathan Jones, el mejor amigo de Helios –se presentó, mientras extendía su mano hacia mí–.
La comprensión llenó mí rostro y me puse de pié.
—¡Hola! –sonreí, estrechando su mano–. Soy Oriana Zucker, es un placer conocerlo.
Él me observó de arriba a abajo sin ningún tipo de pudor, no soltó mí mano, al contrario, me acercó más a él y rodeó mí cintura con su brazo.
—¿Por qué no vienes a almorzar con nosotros? Estoy seguro de que a Heli le encantará que vengas –Dijo mientras salíamos de mí oficina–.
—Ah, no creo que sea correcto... Después de todo, él es mí jefe ahora y no quiero darles una idea equivocada a mis compañeros. —Traté de negarme, pero otro pronto sentí un brazo al rededor de mis hombros, apartándome de Nathan–.
Levanté la vista y me encontré con Helios, quien me acercó a su pecho mientras le daba a su amigo una mirada fulminante.
—¡Hola Heli! –Lo saludó Nathan, disfrutando meterse bajo su piel–. Me tomé la libertad de conocer por mí cuenta a la señorita Oriana, es muy hermosa, ¿No crees? –Indagó, sonriéndole–.
Él soltó un gruñido y su agarre se apretó a mí alrededor.
—¿A dónde te la estabas llevando? –Cuestionó, y su amigo simplemente sonrió, encogiéndose de hombros–. –Es hora de almorzar, pensé que sería buena idea que tu nueva asistente viniera con nosotros, ¿No te parece? –Verlos hablar así, era como estar frente a un juego de ping pong–.
—Oriana y yo iremos a almorzar, tú no puedes, tienes mucho trabajo que hacer. –Sin darle oportunidad de responder, Helios comenzó a guiarme hacia el ascensor, ignorando los susurros de los demás empleados al ver al jefe abrazando a su nueva asistente–.
Helios les lanzó una mirada de advertencia y todos rápidamente regresaron al trabajo. Fuimos a un restaurante cercano y, justo antes de ordenar, escuché una voz que me hizo estremecer.
—¿Oriana...? –Volteé, encontrándome con Kaleus, Irina y su hijo–.
No respondí, ciertamente me quedé en shock, pero lo oculté bajo una máscara de indiferencia. Kaleus obtuvo la misma reacción, sus ojos iban de mí a Helios y viceversa.
Irina se aferró a su novio, y sonrió.
—¿Quién es el caballero que te acompaña, querida prima? –Quería golpearla, la burla en su voz era notoria. Quizás aún estaba molesta conmigo por las cosas que dije en navidad, pero ante mí visión estaba claro, ella disfrutaba de restregarme en la cara que Kaleus era suyo–.
—Mm... —Tarareé levemente y observé a Helios, tomé su mano sin su consentimiento y sonreí–. Él es Helios Kramer, mí nueva pareja –Dije sin pensar, ciertamente sólo quería demostrar que había seguido adelante, incluso si eso significaba mentir–.
El horror llenó el rostro de Kaleus, y la incredulidad fue notoria en los ojos de Irina. Helios, por su parte, mantuvo la calma y besó suavemente el dorso de mí mano.
—Es un placer –respondió con tranquilidad–.
Ambos se recuperaron de su estupor e Irina recuperó su sonrisa falsa.
—Oh, ¡Estoy tan feliz por ti! De hecho, supongo que él vendrá contigo al cumpleaños del abuelo, ¿Verdad?
Tsk... Ésta maldita arpía...
Antes de que pudiera responder, Helios tomó la palabra.
—Sí, iré con Ori, –sus ojos se posaron sobre los de Kaleus mientras continuaba hablando–. No quiero que algún imbécil intenté quitarme a mí mujer.
Pude ver por el rabillo del ojo como Kaleus apretaba la mandíbula tratando de contener su ira.
—Por cierto... –Helios continuó–. Estamos tratando de tener un almuerzo agradable, así que si pudieran irse lejos, mejor. –Su tono estaba cargado de hostilidad, no se molestaba en ocultar su desagrado ante ellos–.
—Sí... Ya nos vamos. –Respondió Kaleus, mientras salía con su hijo en brazos, seguido de Irina–.
Cuando se fueron, me dejé caer en la silla. Oculté mí rostro en mis manos y suspiré.
—Helios, lo siento... No quise mentir así, pero no pude evitarlo –Me disculpé, me sentía tan avergonzada de mí misma por arrastrarlo a ésto–.
Él negó y tomó mí mano, acariciándome.
—No te preocupes, no me molesta. Pero supongo que debemos ir de compras. –Dijo, y lo observé con confusión–.
—¿Ir de compras? ¿Por qué?
—Porque tenemos la fiesta de tu abuelo y tenemos que lucirnos.
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