Una Novia Para El Príncipe

Mia no salía de su asombro. Él había venido a su casa ¿Para llevarse a su hija? No tenía ningún derecho sobre ella, por lo menos la ley la respalda. Aunque por otra parte Sebastián quería formar parte de la vida de Julie y ella quería que su hija tuviese a su padre a su lado.

-        ¿Qué? No puedes quitarme a mi hija— Le grito.

-        Entonces no vuelvas a decirme que me aleje de ella, ahora que se yo soy su padre. Me voy hacer responsable de Julie, no ese Frank.

-        Mira, Sebastián. Por el bien de nuestra hija debemos llevar la fiesta en paz, tienes derecho a estar con ella, no lo voy a negar.

-        Me parece bien—Suspiro—ahora llama a la niñera, quiero conocer a mi hija.

Tomo el teléfono, no sabia si creerle a Sebastián, cuando dijo que llevaría a Julie lo decía muy en serio.

-        ¿Puedes traerme a Julieta? …Gracias—Colgó el teléfono.

-        ¿Julieta? Pensé que su nombre era Julie pero me gusta—Dice asistiendo con aprobación.

A los pocos minutos le abrió la puerta a Denisse de nuevo, Sebastián se escondió en la cocina.

-        Gracias por cuidarla—Tomando a la niña en sus brazos.

-        De nada, por cierto Mia. Sabes que abajo en la calle, hay tres camionetas negras y varios hombres robustos vestidos de negro, cualquiera diría que este edificio, esta el Príncipe—Se echo a reír.

“Si esta aquí, como que adivinas” pensó, luego de despedirse de la mamá de Frank y cerro la puerta.

-        Ya veo que trajiste una caravana contigo ¿así no quiere llamar la atención?

-       Mi seguridad me sigue a todos lados, además nadie me vio entrar aquí—Su mirada se enfoco en la niña que estaba envuelta en una mantita rosa, se le acerco a  Mia, la miro a su hija y sonrió.

-        ¿Quieres cargarla?—Ya que veía sus ansias de tomarla en brazos pero no se atrevía.

-        No tengo idea de cómo hacerlo—Le confeso apenado, Mia sintió simpatía en ese momento.

-        Es sencillo, tómala así—Le explico a  Mia, tomo a la niña con cuidado en sus brazos, se veía feliz y encantado.

-        Es bella mi princesa es muy bella—Mirándola con adoración.

Mia se llenaron los ojos de lágrimas tal vez era lo correcto de que Sebastián  estuviera cerca de Julie se veía que la quería.

Julie como que sabia que estaba en brazos de su padre porque le sonrió comenzó a reírse sin parar eso nunca lo había hecho.

-        Mira como me sonríe—Dijo Sebastián brillándole los ojos por la emoción, se sentó en el sofá con Julie en brazos.

Mia sintió envidia en ese momento que las primeras risas de su hija, fuera con él.

-        Es la primera vez que ríe así—Le confeso.

-        ¿En serio?—Sonrió sorprendido— Es que mi princesa, sabe que soy su padre ¿verdad?—Como respuesta volvió a reí— Lo ves Mia, ya no podrás separarnos.

En eso tenia razón, ya no podría separarlos. Cuando su hija se quedo dormida y Sebastián la coloco en la cuna.

-        Ya no le va a faltar nada—Se agacho para darle un beso en la cabecita de su niña.

-        Nunca le ha faltado nada, siempre hecho todo para darle lo mejor—Ofendida por sus palabras.

-        Lo se, pero ahora es momento de que te ayude, quiero que me cuentes como fueron los primeros meses del embarazo y cuando nació.

Se volvieron a sentar en el sofá.

-        Pues los primeros meses tuve muchos malestares, nauseas, mareos etc. —  “y también llore mucho” —Pero luego a quinto meses se me quitaron, también gracias a los cuidados de Claudia y Dora. Cuando nació ya al séptimo mes, me encontraba en la casa sola comenzaron las contracciones Y me asuste mucho así que llame a una ambulancia.

-        Espera ¿estabas sola?—Pregunta atónito.

-        Si, cuando la paramédico entro a la habitación, ya era tarde para llegar al hospital, la pobre estaba mas nerviosa que yo en su honor por ayudarme a dar a luz, le coloque de nombre a mi hija Julieta, así se llama la paramédico—Sonrió pero Sebastián estaba completamente serio, se llevo la mano a la frente como que si no podía creer lo que oía, se sintió molesto consigo mismo.

-        No puedo creer que hayas estado sola, un día tan importante como ese y que una extraña te ayudara a traer a mi hija al mundo, debí estar contigo—Su voz tenia una mezcla de tristeza y enojo.

Mia coloco su mano sobre el hombro de él  para tranquilizarlo, era mejor omitir la parte donde Julie paso una semana en la incubadora porque presento problemas al respirar.

-        No tienes que sentirte mal, lo importante es que tenemos una hija completamente sana.

-        Eso si, debo darte las gracias por eso, has sido una excelente madre—Se acerco mas hasta que sus labios se unieron de nuevo pero esta vez fue mas lento y tierno aunque duro unos pocos segundos y Sebastián fue quien rompió la magia de aquel momento—Tengo una propuesta que hacerte.

-        ¿Cuál?—Saliendo del trance del beso.

-        Quiero que Julieta y tu se vengan a vivir conmigo.

-        ¿Qué? Debes estar loco—Dijo riéndose.

-        No lo estoy, hablo muy serio. Estarán mas cómodas viviendo en el palacio conmigo.

-        No voy a vivir contigo—Se levanto del sofá—No lo haré. Tengo una relación con Frank y no pienso romper arla por tus condiciones.

-        Yo nunca he dicho que termines tu relación con el tipo ese, a mi lo único que me importa es mi hija—Eso le dolió a Mia, se dio cuenta que Sebastián no sentía nada por ella— Y te digo que vengas tu, porque se que Julieta necesita de ti o de lo contrario…

-        Ni siquiera se te ocurra a decir de nuevo que me la quitarás—Interrumpiéndolo, de nuevo el miedo se apodero de ella.

-        No, si cooperas conmigo—Sonrió pero eso a Mia le sonó como una advertencia— Regreso mañana por ustedes, así que comienza arreglar tus maletas.

-        Te odio—Le grito con rabia.

-        Recuerda que del odio al amor solo hay un paso—Se levanto del sofá, le iba a dar un beso en la boca a Mia pero ella se aparto se lo dio en la mejilla, luego se fue.

Mia se sentó de nuevo, temblaban las piernas y ¿ahora que debía que hacer? ¿Cómo contarle ahora la verdad a Frank? Se sentía entre la espada y la pared. Sebastián era un chantajista por eso lo odiaba.

Mientras Sebastián llegaba al palacio aun sorprendido y confundido por el encuentro con Mia y su hija, aún sin poder creer que era padre con apenas veinticuatro años.

-        Alteza, ¿quiere que le sirva el almuerzo?—Dijo el mayordomo.

-        No, gracias no tengo hambre cuando llegue el abogado hazlo pasar a mi estudio.

-        Como usted diga, príncipe. Permiso— Luego se fue.

El príncipe entro al estudio fue directo al mini-bar donde se sirvió un whisky seco, se lo tomo de un sorbo, tocaron la puerta al abrir se trataba del abogado.

-        Buenas tardes, Príncipe. Vine enseguida me llamo ¿para que necesita mi ayuda?

Hizo un ademán con la mano que ambos se sentarán.

-        Lo mande a llamar porque necesito su ayuda legal y es muy importante que me asesore, es un asunto muy delicado.

-        Usted solo dígame alteza, yo estoy para ofrecerle mi apoyo como su abogado.

-        Esto va quedar entre nosotros, de aquí no puede salir— Sebastián había ordenado minutos antes desconectar la cámara del estudio, sabia que su abuelo podía averiguar lo de su hija por ahora no quería que nadie lo supiera, el abogado prometió que no diría nada—Tengo una hija de casi cuatro meses.

El abogado lo miro asombrado, se aclaro la garganta.

-        ¿Esta seguro que es su hija? ¿Desea una prueba de paternidad?

-        Si estoy completamente seguro que es mi hija, la relación corta que tuve con su madre, ella era…Bueno usted sabe a lo que me refiero—El abogado asintió—La cuestión es que quiero saber, si puedo obtener parte de la custodia.

-        ¿Quiere quitársela? Pero alteza, eso tiene que pedírselo al Rey, la regla 12 de la familia real especifica…

-        Yo se que específica—Lo interrumpió violentamente irritado—Pero yo no quiero que mi hija la denominen como una ilegitima, solo quiero que me digan cuales son los recursos que necesito por si su madre quiere negarme los derechos que me corresponde como padre.

-        Ninguno alteza, su familia maneja los tribunales si usted lo desea puedo arreglar una resolución para que la custodia sea solo suya, argumentando con la madre tiene algún problema con las drogas o cualquier otra cosa.

Sebastián no tenía intenciones de llegar a sus extremos, nunca apartaría a su hija de su madre, pero de todos modos quería saber a que se enfrentaba ahora que sabe de su paternidad. El gran problema que se le iba a avecinar es su familia, lo más seguro que su reacción no va a hacer la mejor.

Mia  decidió guardar sus cosas en una diminuta maleta pero no para irse a vivir con Sebastián sino para viajar otro lugar, tal vez sería un error pero nadie le iba a quitar a su hija, seguro ese era el plan de él. En la maleta metió dinero en efectivo, unas cuantas mudas de ropa y artículos personales.  Y cosas de Julieta también guardo en un bolso cuando estuvo lista, cubrió a su hija con una manta gruesa porque hacia mucho frio afuera.

Le escribió una pequeña nota a Frank.

“Tuve que irme por un tiempo, no puedo explicarte el porque pero prometo llamarte cuando pueda.

Te quiero att: Mia”.

Lo dejo encima de la mesita de noche, salió del apartamento casi anochecía, bajo las escaleras de emergencia para que nadie la viera y cuando llego a la calle tomo un taxi.

-        Por favor me lleva al terminal de autobuses?

-        Claro que si, señora—Dijo el taxista.

Lo mejor era alejarse por un tiempo cuando estuviera totalmente a salvo, llamaría a Frank y ella sabia que él podía ayudarla.

De pronto el taxi freno de golpe, una camioneta bloqueaba el paso, cuatro hombres se bajaron, uno de ellos se acerco el lado donde estaba sentada Mia, lo cual la asusto mucho y abrazo más a su hija.  Un segundo hombre sacaba al taxista del auto, no vio a donde lo llevaban y el tercero saco la maleta de la parte de atrás. Cuando abrieron la puerta sintió mucho pánico.

-        Deme a la niña—Le dijo el hombre con autoridad.

-        No le voy a dar a mi hija. ¿Quién es usted?—Asustada.

-        Démela señora—Estirando los brazos para quitársela de los brazos a  Mia, Julieta comenzó a llorar— No se resista.

-        Quite sus asquerosas manos de mí—Le grito, mas abrazaba a su hija a su pecho— aléjese ¡ayúdenme por favor!— Comenzó a decir desesperada mientras forcejeaba con el hombre pero era más fuerte con ella, terminó quitándole a Julie de las manos— No se la lleven, devuélvame a mi hija—Se bajo del taxi, corrió para alcanzar al hombre se que se llevaba a Julie, se montaba en otra camioneta. Otro hombre la tomo por la cintura, comenzó a pelear con él a darle golpes, se pusieron a llorar cuando vio que el camioneta se alejaba con su hija adentro. — Quiero que me devuelvan a mi hija, malditos son unos malditos—Golpeando al hombre que la agarraba pero ninguno decía nada, ni siquiera Mia pudo hacer nada cuando la metieron en otro auto  en contra de su voluntad.