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El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

El Loto Negro —el Renacer De Un Jade—

Status: En proceso
Genre:La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Apoyo mutuo / Amor eterno / Demonios / Reencarnación
Popularitas:801
Nilai: 5
nombre de autor: Xueniao

Tras haber ganado la guerra entre los tres reinos y revivido al loto blanco, Liú Huó, rey del inframundo , se verá envuelto en una nueva travesía lleno de obstáculos en sus camino.

Nuevos enanemigos amenazara la paz de la corona en busca de venganza y poder. Pero esta ves será la prueba del Loto Blanco, quien tendrá que tomar el poder que por sangre siempre le correspondió y, poner fin a las calamidades de atormentan la tranquilidad y el equilibrio entre los imperios.

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Veneno filial

La noche transcurría tranquilamente mientras me ocultaba entre las sombras. Llevaba días vigilando el imperio del supuesto rey infernal. Y a solo un año del asedio en los cielos, luego de tanta gloria y poder otorgado, lo único que podía apreciar frente a mí, era un hombre demacrado al cual lo consumía su propio poder. Lo consumía de tal manera, que podía ver cómo lentamente aquellas esporas doradas consumían su energía vital y alimentaban ferozmente su energía resentida, haciendo que esta misma lo consumiera como la oscuridad a la luz.

Pero lo más irónico de esto, era que su propia salvación estaba justo aun lado de él, aquel Loto Blanco como la nieve con un poder tan grande que podría destruir todo con un solo chasquido de sus dedos. Pero pobres ignorantes, careciendo de información, era una broma muy cruel del destino ante tal acto irónico. Mil años para conseguir revivirlo y despertar su ser, mil años siendo el ser más poderoso del universo y ahora, justo cuando su deseo se cumple, morirá a los ojos de su propia salvación y jamás lo sabrá.

Imperio BáiYù

Sonreí gratamente ante los hechos de tal destino, los miré por última vez antes de cerrar el portal y miré con cautela por el rabillo de mi ojo hacia mi lado izquierdo. —Wun Zheòn... si tienes tanta desconfianza de mí, ¿Por qué pedirme este favor, cuando tienes a miles de perros leales a ti?

—Exactamente por eso te elegí a ti, cualquiera aceptaría una orden, pero no cualquiera haría bien su trabajo o tan bien como lo haces tú... además no podemos olvidar lo especial que eres mi querido Feng Xù.

No pude evitar reír ante aquellas palabras, sabía que me necesitaba para llevar a su hijo al poder y también sabía que necesitaba de mi para poder liberar el sello del antiguo jade, fui yo mismo quien se lo puso en aquel tiempo. ¿Por qué no me odia? Eso es algo fácil de contestar, porque no se puede odiar algo valioso y en este mundo, alguien como yo, vale tanto como aquel precioso Loto Blanco. —¿Especial?, por favor Wun Zheòn, no seas modesto, puedes alagar de mejor manera.

Caminé lentamente hacia él, posé mi mano en su barbilla y le miré fijamente a los ojos. —¿Quieres que te diga porqué me buscaste? Porque soy el único que queda de mi especie, me aseguré de matar a cada uno de ellos para cuando llegase este día, Wun Zheòn, me necesites y me busques porque soy invaluable entre los tres reinos.

Wun Zheòn sonrió y levantó su mentón separándolo de mi mano, caminó lentamente a un lado hasta llegar a la mesa y servirse lentamente un vaso del humeante té sobre ella. —¿Y tú Feng Xù? ¿Por qué aun sabiendo mis ambiciones, decides ayudarme?

Caminé con calma hacia el frente, donde se encontraba mi gran espejo y abrí la puerta a la profecía. —Las estrellas están alineadas y la profecía ha dado paso a un nuevo inicio, lo que fue ya no será y lo que es perdurará por el resto de la existencia. Aquellas son las palabras que el destino dictó, nada puede cambiarlas.

— ¿Qué es lo que significa?

Miré fijamente en dirección a Wun Zheòn, alcé mi mano cerrando el portar y caminé lentamente sentándome en la silla frente a él. —Aún no estoy seguro de cada palabra, Si el reino anterior no resurgirá, eso significa que la sangre de Wun Yao pasó a su fin y, yo ya elegí por quien jugar.

Wun Zheòn sonrío, soltando una risa casi imperceptible, se sentó en la silla frente a mí y sirvió lentamente una taza de té. — ¿Qué es lo que me estás ocultando Feng Xù?

Sonreí llevando el humeante líquido verde a mis labios, y bajé lentamente la mirada a mis manos. —Tu hijo...

— ¿Qué pasa con él? ¿Viste algo con respecto a su futuro?

Negué con suavidad tratando de esfumar aquellas inquietantes imágenes en mi cabeza, dirigí mis ojos a los suyos y sonreí falsamente. —No precisamente su futuro, vi mi futuro y peculiarmente, él aparece allí, es por ello, la única razón por la que he decidido ayudarlos. Yo los veneficio a ustedes y ustedes a mí, es algo simple y práctico, ¿no crees?

—No me interesa la razón que te haya traído aquí, mientras mis ambiciones salgan tal como espero, puedes hacer lo que te plazca.

Negué suavemente y me levanté encaminándome hacia el espejo, abrí un nuevo portal y entré lentamente. —No sacas nada en mentirme Wun Zheòn, sabes que puedo leer tu corazón...

Plano dimensional

Dije lentamente mientras veía cómo el portar se cerraba frente a mí, separando de la dimensión de Wun Zheòn.

Caminé tranquilamente por los pasillos del silencioso palacio que llevaba siendo mi hogar por más de doscientos mil años. Me senté tranquilamente en el trono recordando aquel tiempo donde había tenido la gloria absoluta. Aquel tiempo donde había sido el elegido para mantener en equilibrio los diferentes planos dimensionales. Nuestra especie, seres más grandes que los mismos dioses, aquellos que hacemos cumplir los mandatos del destino, aquellos que escribimos las palabras de cada una de las profecías, seres que pueden ver más allá de lo físico, capaces de leer el miedo, el amor, la venganza, el corazón, éramos seres tan poderosos e invencibles. O eso creímos hasta que nuestra propia codicia y altivez nos hizo provocar nuestra propia extinción.

Yo mismo recuerdo claramente el día que maté a cientos de los míos dejándolos ser absorbidos por la energía de los portales, recuerdo vívidamente los gritos y cómo cada uno de estos se iba evaporando hasta no quedar nada. Nada más que un palacio vacío y un silencio abrumador, porque fui yo quien eliminó a los últimos seres de mi especie.

Durante miles de años esperé el castigo de los dioses, durante miles de años me dejaron agonizar en los recuerdos, pero no ha sido, sino hasta hace un mes, que el destino por fin decidió cuál era el castigo justo para mí. Esta es la única forma de reparar el daño que he hecho.

Me paré lentamente y caminé por el gran salón hasta la fuente de la vida, justo en medio de esto, un hermoso loto blanco crecía y a su lado uno igual de hermoso en color dorado. Me senté lentamente y pasé mis dedos con suavidad acariciando delicadamente los pétalos dorados, mientras intentaba con todas mis fuerzas sacar aquellas imágenes de mi cabeza. —Tú mi pequeño loto dorado, tú eres mi final...

Imperio celestial

—Canciller Hùe Lían.

Llevaba meses tratando de organizar y administrar los desastres que ocasionó la guerra en el imperio celestial, pero la constante pelea entre los mismos dioses y su constante amenaza de una abdicación al trono ante la falta de un rey era una roca demasiado difícil de esculpir y la Paciencia se me estaba agotando muy rápidamente. Miré al chico frente a mí, le hice una seña con los dedos y éste dejó un pergamino en la mesa, que no necesitaba ni siquiera abrir para saber que eran más problemas. —El ministro de defensa y el ministro de literatura aquejan sobre que está demorando mucho la reunión con los tres reinos y, han mandado esta solicitud formal para que usted la firme y se comprometa a conformar dicha reunión en el plazo estimado y solicitado, el ministro Cheon también mencionó que los dioses tanto del viento como del trueno deben ser solicitados para darle el castigo correspondiente ante sus crímenes.

Miré seriamente al chico frente a mí, éste solo bajó la mirada con temor y guíe mis manos masajeando con lentitud mi sien. Cada día una nueva solicitud, cada día un nuevo problema, cada día me aseguraba más que los cielos estaban contaminados por verdaderos hipócritas haciéndose llamar dioses. Aún no entendía cómo aún existen humanos capaces de venerarlos y creer en estos seres despreciables, aun cuando yo mismo soy uno. Suspiré hondo, abrí lentamente el pergamino y lo rompí partiéndolo a la mitad, me levanté con rapidez y miré al chico frente a mí —Llevarás unas cosas al ministro de literatura...

Enrollé los pergaminos que estaban esparcidos por mi escritorio y el suelo, los até tranquilamente ante la mirada atónita del joven frente a mí y se lo entregué sonriendo sarcásticamente. —Esto...

Señalé sonriendo la pila de pergaminos que apenas podía afirmar en sus manos aquel joven dios frente a mí. —Son todo el trabajo atrasado del ministro de literatura y esto.

Puse un último pergamino sobre la pila haciendo que el pobre chico se tambaleara. —Eso es para el ministro de defensa y todos los dioses que se han estado quejando, diles que una vez ellos tengan listo todo su trabajo como seres dignos del imperio celestial, entonces allí y solo tal vez, considere firmar algún mandato de ellos.

Golpeé suavemente el hombro del muchacho y salí tranquilamente de mi oficina mientras arreglaba mi ropa. Sabía que tenía que organizar la junta, pero los tratos entre el imperio celestial y DíYú, aún están demasiado frágiles como para presionar o intentar exigir algo, sobre todo el tema de los jóvenes dioses, pedir sus cabezas al rey demonio, es lo mismo que regalar la nuestra. Son sus aliados y con ello significa que son sus protegidos, nadie en su sano juicio pondría una mano en aquellos jóvenes dioses. Pero qué puedo esperar de los arrogantes seres celestiales, seres que acaban de perder a su emperador y pelean entre sí por el poder, siendo tan arrogantes que solicitan la cabeza de dos aliados más leales al rey Liu Huó y el Loto Blanco.

Negué con lentitud y me preparé para descender, si bien no tenían ningún plan de ir en contra del rey Lio Huó, es verdad que necesito convencerlo de que su amado Loto Blanco, necesita ascender y tomar el trono que por sangre le corresponde. Si no logro hacer que esto funcione, realmente no sé qué será de nuestro futuro en manos del verdadero hijo del antiguo rey de las sombras. El linaje de Wun Yao está a punto de extinguirse con su único heredero negando el trono. —Solo espero que esto funcione o realmente nos vamos a podrir.

Imperio Hēiyù.

— Pero qué desagradable sorpresa, ¿por qué un canciller celestial está en mi palacio hoy? Espero que no sea nuevamente en solicitud de la cabeza de mis huéspedes.

Miré fijamente al hombre parado frente a mí, Hùe Lían, canciller celestial, el dios más apreciado por el rey jade. —Rey Liu Huó, siento si mi presencia no es de su agrado, pero el tema que tengo para usted, sé que sí lo será, y con respecto a los jóvenes dioses, yo no tengo nada contra ellos, por mí fuera, pueden quedarse aquí el tiempo que gusten, el imperio celestial ya tiene suficiente caos para que vayan a estresarse con ello.

Masajeé mi sien cerrando los ojos y me acomodé tranquilamente en el trono del salón. — ¿Qué tema que salga de un dios, podría ser interesante para mí?

El hombre frente a mí sonrió, se inclinó levemente y caminó a paso pausado hacia mí, pero no alcanzó a dar el tercer paso que Lu Xiao ya tenía su cuchilla en la garganta del dios y la presionaba suavemente contra la piel de éste. El dios solo le miró, sonrío y levantó sus manos en son de paz. —Rey Liu Huó, no me creerá tan estúpido de atacarle en su propio hogar ¿no?

Rei estrepitosamente e hice una seña a Lu Xiao de que dejara que se acercase, pero ante su propia astucia entregó el pergamino a Lu Xiao. —Muy bien, creo que el canciller celestial es realmente un hombre interesante.

—Rey Liu Huó por favor, no tiene que alagarme, solo soy un simple canciller.

Sonreí con altivez y lo miré seriamente. —¿Solo un canciller? Jamás pensé que la mano derecha del emperador jade fuera tan modesto en cuanto a su posición, más aún cuando éste se encuentra muerto, ¿o tal vez es demasiado inteligente y sabe cómo actuar?

Aquel solo suspiró derrotado y se inclinó en señal de disculpa. —Veo que el Rey Liu Huó está muy bien informado, entonces, dado que sabe quién soy, y mirando su expresión frente a mi nota, deduzco que también sabe a qué he venido.

—Y ¿qué es lo que propone, canciller Hùe Lían?

—Una unión, su majestad. Le propongo unirme a usted en esta nueva guerra.

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