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Desiree

Desiree

Status: En proceso
Genre:Romance / Mujer poderosa / Mafia / Diferencia de edad / Pareja destinada / El Ascenso de la Reina
Popularitas:15.5k
Nilai: 4.8
nombre de autor: Jess Queen

Tercera parte! En emisión asique no se desesperen que vamos a paso lento pero seguro. Escribo con mucho amor asi que espero lo mismo de ustedes 🖤

NovelToon tiene autorización de Jess Queen para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cap 8

Cap 8

Día 3:

El solo hecho de abrir los ojos es una pequeña tortura hoy. Ayer lo que creía ser el límite de mi resistencia física quedó aplastado después del entrenamiento con Vlad y Dima, y la pelea con mi padre fue la guinda del pastel. No hay parte de mi cuerpo que no me duela, es como si incluso mi espíritu estuviera magullado. ¿Quién me manda a ser tan testaruda?, pienso mientras lucho contra las sábanas que parecen haberse vuelto más pesadas, como un presagio de lo que será mi día.

Me levanto al fin, sintiendo cada músculo gritar con un dolor que no conocía. Nunca antes me había dolido tanto existir. Murmuro, quejándome en voz baja para no darles el gusto a esos desgraciados de saber lo mucho que me afectaron. El agua caliente de la ducha es un pequeño alivio, pero el malestar no desaparece. Si acaso, lo suaviza momentáneamente.

Malditos sean todos, me repito en silencio, mientras el agua se lleva, o al menos intenta, los rastros del sufrimiento físico.

Al salir de la ducha, me miro en el espejo, casi esperando encontrar a alguien diferente reflejada. Mi piel está tensa, mis ojos tienen un brillo cansado. Hoy no será uno de esos días en los que mamá tenga razón, no otra vez, me digo, porque aunque sé que me espera su habitual inspección de vestuario, no pienso ceder a sus caprichos completamente. Los vestidos que me compró siguen siendo demasiado para mi gusto. Demasiado apretados, demasiado cortos, demasiado... mamá. No, si ella quiere que use algo "bonito" y "femenino", lo haré a mi manera.

Opto por uno de mis vestidos: negro, corto, ajustado lo justo, pero con calaveritas en casi toda la tela. Eso será mi pequeña rebelión de hoy. "Te veré la cara de desaprobación cuando baje, mamá. No puedes ganar siempre", pienso, sonriendo para mí misma mientras combino el vestido con unas botitas de taco bajo, ya que mis preferidas están aún húmedas. El cabello lo dejo suelto; no tengo energía para complicarme. Solo un poco de lápiz negro en los ojos y brillo labial. Hoy no tengo ánimo de más.

Al bajar las escaleras, cada paso me recuerda mi propia idiotez por no haberme detenido ayer. "Si ayer creía que no podía más, hoy definitivamente debería considerar mis opciones de vida", me digo mientras enderezo la espalda con esfuerzo. Nadie va a notar lo destrozada que estoy.

La voz de Ares interrumpe mis pensamientos justo antes de llegar al comedor.

—Buenos días, siniestra —dice, con ese tono burlón que lo caracteriza, mientras me toma del brazo y me jala para abrazarme. Siento su cuerpo contra el mío, y si antes el dolor era soportable, ahora parece que me clava agujas en cada rincón del cuerpo.

— Buenos días a ti también —respondo, haciendo un esfuerzo titánico para sonreír sin mostrar cuánto me duele. Trato de separarme un poco, pero su abrazo es fuerte, y mi cuerpo se queja en silencio—. ¿Entramos? Muero de hambre.

Asiente, pero apenas doy dos pasos antes de que vuelva a tomarme de la mano. "¿No podemos simplemente sentarnos y ya?", pienso, sintiendo cómo mi energía se evapora lentamente.

—¿Tendrás tiempo para mí más tarde? Hace dos días que espero uno de nuestros paseos o una noche de videojuegos, pero te la pasas con Aiden, Dimitri o Vlad —dice, frunciendo el ceño—. ¿Desde cuándo tú y Vlad pasan tanto tiempo juntos?

Tomo aire profundamente, intentando mantener la compostura. "¿Cómo diablos le explico que estoy intentando alejarme de él y de Aiden sin levantar sospechas?", me pregunto. Obviamente no puedo contarle la verdad, así que opto por una respuesta segura.

—Ellos son mayores —digo, mientras busco las palabras adecuadas—. Quería pedirles consejo, ya sabes… orientación adulta.

Ares me mira como si acabara de decirle que el sol sale por el oeste. Su mirada se endurece.

— ¿Y por qué no me lo pediste a mí si necesitabas ayuda? —su tono bajo, pero severo, hace que me arrepienta de inmediato.

Me detengo y bajo la cabeza, fingiendo un puchero. "Hora de manipular un poco", pienso, aunque siento una punzada de culpa en el pecho. Pero no tengo opción. No ahora.

—Me dio vergüenza hablar contigo o con Aiden sobre lo que me pasa —murmuro, dejando que mi voz tiemble un poco, lo suficiente para hacerlo creerlo.

Ares se inclina hacia mí, bajando la guardia.

—¿Qué te pasa? Ya dime, me estás poniendo nervioso.

"Perfecto", pienso. Y ahora, a mentir descaradamente.

—Hay un motivo por el que rechacé comprometerme con uno de ustedes ayer —hago una pausa, intentando forzar algunas lágrimas. Pero por más que lo intento, no salen—. Me gustan las chicas.

Ares me suelta tan rápido que casi tropiezo hacia atrás. Lo miro, notando la confusión en su rostro mientras procesa lo que acabo de decir. "Por fin, las lágrimas", pienso, mientras siento que mis ojos se llenan. Maldito dolor, al menos sirve para algo hoy.

—¿De qué demonios estás hablando? —pregunta, retrocediendo un paso. Sus manos vuelan hacia su cabello, como si necesitara aferrarse a algo para no perder el control—. A ti no te gustan las mujeres, Dess. Seguro estás confundida o…

Lo interrumpo antes de que continúe.

—¿Entonces cómo explicas que no puedo dejar de mirarle los senos a Dorita o que quiero probar los labios de Maggie? —Menciono a las empleadas más jóvenes, sabiendo que eso lo dejará sin palabras—. ¡Me gustan las jodidas mujeres! Y no es algo nuevo, lleva tiempo.

Ares se queda mudo, paralizado por unos segundos que se sienten eternos.

—¿Por eso hablaste con ellos en lugar de hacerlo conmigo? —pregunta finalmente, con una voz mucho más débil.

Asiento, limpiándome las lágrimas que caen por mi rostro. "Espero que no se arruine mi maquillaje", pienso mientras lo miro de reojo.

—Sí, y por tu reacción creo que hice bien. Aiden reaccionó igual. Parece que les da asco que sea diferente.

Le paso por al lado antes de que pueda decir algo más y entro al comedor. La tensión en mis hombros desaparece en cuanto me siento junto a papá.

—Buenos días, cariño. ¿Estabas llorando? —me pregunta, con esa mirada de preocupación que siempre me desconcierta.

—No, papi, solo estornudé muchas veces —respondo, evitando su mirada mientras me sirvo algo de comida—. Además, tengo dolor muscular por lo de ayer.

Papá parece relajarse. "Bien, un problema menos", pienso mientras echo un vistazo rápido alrededor. Mamá y las tías no están.

—¿Y mamá? ¿Las tías? —pregunto, haciendo lo posible por sonar casual.

—Fueron a Nueva York temprano para ver tu apartamento y comprar todo lo que necesitas —dice papá, y mi corazón se hunde un poco más—. Solo los custodios que tú necesitas, no los de tu hermano. Tranquilízate.

Asiento, resignada. "Lo sabía", me digo en silencio, aunque eso no lo hace más fácil.

Adrik, el más joven de los hijos de mi tío Eliot, es el siguiente en hablar.

—Ya quiero que sea viernes para ir a Las Vegas. Dicen que la primera cacería es la mejor. ¿Estás emocionada, Dess?

—Sí, mucho —respondo, tratando de mostrar algo de entusiasmo—. Pero creo que esa tradición de hombres ya es hora de cambiarla para las mujeres también, ¿no creen?

Y justo ahí, estalla la discusión.

El aire se vuelve pesado en el salón apenas se menciona la cacería. Los hombres, desde Ares hasta el más joven de mis primos, están emocionados por la idea. En este entorno, ser mujer no tiene peso cuando se trata de lo que realmente les importa: la caza, la sangre y el dominio de nuestra naturaleza. No importa si eres hombre o mujer, ellos quieren lo mismo: salir y probar su valía en el bosque.

Me sirven el café, humeante y amargo, un pequeño consuelo en medio de este ambiente cargado. Miro la mesa, larga y pesada, hecha de madera oscura que refleja la seriedad de la ocasión. Me inclino hacia adelante y tomo una tostada, untándola con queso bajo la mirada de todos mis primos, que, a pesar de sus charlas y carcajadas, tienen un ojo puesto en cada movimiento mío.

—Sigo creyendo que esto es algo injusto... —digo en voz baja, pero lo suficientemente fuerte como para que todos me escuchen.

El silencio cae como una manta de plomo. Soy la única mujer en la mesa y, por supuesto, eso siempre será un tema. La doncella de la casa se acerca para rellenar mi taza. Sus manos tiemblan apenas perceptiblemente mientras lo hace, y su mirada se cruza con la mía por un segundo. Puedo sentir los ojos de Ares clavados en mí, y sé que si tengo que actuar, lo haré. Mis pensamientos se arremolinan con una mezcla de provocación y desafío. Clavo la mirada en los senos de la doncella y le sonrío descaradamente, incomodándola con mi actitud. Es raro, lo sé, pero no puedo evitar disfrutar de esa pequeña victoria en medio de la tensión.

—Quizá yo, como mujer, quisiera otra cosa —añado, recostándome en la silla con una expresión casual—. No sé, algo más femenino, como un show de strippers o algo de eso.

La incomodidad se hace palpable en la sala. Los cuchillos que cortaban el pan ahora están detenidos en el aire. Ares, como siempre, toma la oportunidad para avivar el fuego.

Esta enojado.

—En Las Vegas abunda eso. Si quieres, te llevo y ambos nos deleitamos con las hermosas mujeres que bailan en el tubo. —Ares suelta una risa burlona y Aiden lo acompaña, estallando en una carcajada.

El silencio que sigue es aún más denso que antes. Las miradas se dirigen de Ares a mí, y de vuelta a Ares, mientras su padre frunce el ceño desde el otro extremo de la mesa. La tensión se puede cortar con un cuchillo.

—¿Qué acabas de decir, Ares? —su padre lo reprende con la voz firme, aunque calmada, como si tratara de no perder el control.

Ares se encoge de hombros, fingiendo no haber dicho nada fuera de lo normal. Pero es obvio que ha cruzado una línea.

—Nada, papá. Es que es obvio que a Dess le gustan las mujeres. ¿Acaso no lo notaron? Además, me lo confesó hace un rato.

Más silencio, esta vez incómodo, cargado. Todos los ojos están sobre mí, como si de repente fuera una exhibición en algún museo extraño, un fenómeno que no entienden ni quieren entender. Maldición. Sabía que Ares no sabía guardar un secreto, pero esto es como si me hubiera lanzado un camión lleno de excremento encima.

Vlad se pone de pie, pero Dima lo vuelve a sentar jalándolo del brazo.

—Dilo, Dess. ¿Acaso no me dijiste que se lo ibas a contar a la familia?

La sangre me hierve, y antes de que pueda abrir la boca, el padre de Ares se pone de pie de golpe, caminado hacia él y tomando a su hijo del brazo con fuerza.

—¡Que te calles, Ares! —Su voz retumba en la sala, Tío Iván jamás levanta la voz—. ¡Veintiséis años y no sabes mantener la puta boca cerrada! Si a Dess le gustan o no las chicas, es algo íntimo, y si se refería a su familia, quizá hablaba de sus padres y hermanos, ¡Me avergüenza tu impertinencia! ¡A veces me pregunto de quién demonios eres hijo!

Tomo aire, aliviada por la intervención de mi tío Iván. Pero sé que ésta pequeña mentira, si no se controla, podría convertirse en una avalancha que arrase con todo. Siento las miradas incómodas de mis primos clavadas en mí, esperando una respuesta, una explicación que no tengo por qué dar. Este no era el plan, y ahora tengo que encontrar la forma de controlar la narrativa antes de que se me escape de las manos.

El ambiente en el salón se vuelve más tenso a medida que el silencio se alarga. Mi padre no dice una palabra, sus labios se mantienen apretados, igual que los de mis tíos, mientras mis primos cuchichean entre ellos, susurrando lo que piensan que debería pasar. Puedo sentir el peso de todas las miradas sobre mí, la incomodidad casi tangible en el aire.

Me pongo de pie, empujando la silla hacia atrás con un chirrido agudo que rompe el incómodo silencio. Dejo mi desayuno a medio terminar, sin poder darle un bocado más con todo lo que está ocurriendo. Sin decir una palabra, mis tres hermanos también se levantan, como si estuviéramos sincronizados, listos para actuar. León, el mayor de los varones, avanza con pasos firmes hacia Ares. Su mirada es letal, tan fría como la de nuestro padre cuando algo lo enfurece.

Sin decir nada, lo toma por el cuello de la camisa, levantándolo de un tirón brusco. Ares no se lo esperaba, y su sonrisa burlona se congela un segundo antes de volver a retomar su arrogancia. León, con solo diecisiete años, tiene una presencia imponente y su postura lo dice todo.

—Exijo que te disculpes con mi hermana si no quieres que te parta la cara ahora mismo —le espeta, su voz baja pero cargada de furia contenida.

Ares le responde con una carcajada seca, sin perder su aire de desafío. Nadie en la sala se atreve a moverse, como si el menor de los gestos pudiera desatar una tormenta. Pero sé que esta tensión no se puede sostener por mucho tiempo. León no es de los que amenazan en vano.

—La ofendiste, y parece que estás olvidando tu lugar en esta familia. Eres un subordinado, no un igual, y además te estás olvidando de la casa en la que estás —su tono es más frío que nunca—. Así que discúlpate, o me olvidaré de que somos familia.

Las palabras de mi hermano resuenan en la sala, llenando el espacio con una gravedad que no puede ser ignorada. Ares sigue desafiante, pero la mirada de León lo perfora, la rabia contenida brillando en sus ojos. No me pesa que todo esto esté ocurriendo por una mentira que Ares soltó sin pensar, pero la situación se está descontrolando.

—Ya escuchaste, Ares, discúlpate —añade mi tío Iván desde el fondo, con su voz siniestra, tan firme que parece un cuchillo afilado. No le quita los ojos de encima a su hijo, y por primera vez, Ares parece entender que no tiene más opción.

—Lo siento —murmura Ares, su voz apenas un susurro pro sin dejar a sonrisa  de lado.

León no lo suelta y nunca lo había  visto tan enojado en su vida.

—No es a mí a quien debes pedirle disculpas, es a mi hermana —dice León, con los dientes apretados, listo para golpearlo si es necesario.

Veo en los ojos de mis hermanos que están al borde, y no puedo dejar que la situación escale más. Me muevo rápido, rodeando la mesa para ponerme frente a León. Su agarre sobre Ares es tan fuerte que casi puedo sentir el calor de su furia irradiando desde su piel, como un volcán a punto de estallar. Le quito las manos del cuello de Ares, tratando de calmarlo antes de que haga algo de lo que pueda arrepentirse.

—Te perdono —digo, aunque la palabra sabe amarga en mi boca—. Pero toma tus cosas y lárgate.

Abrazo a mi hermano para que se calme y rodea mi cuerpo con sus fuertes brazos como si yo fuera algo que tiene que proteger con su vida. Chris y Pack me frotan la espalda y brazos.

Mis ojos se clavan en Ares con firmeza, sin dejar espacio a la duda. Luego miro a Aiden, que ha estado observando todo desde el otro lado de la mesa. No sonríe, pero no necesito que lo haga para saber que comparte la arrogancia de su hermano.

—Tú también te largas, ahora. —digo, mi tono igual de frío.

Aiden asiente, sin decir nada, y comienza a levantarse. La atmósfera en el salón se relaja apenas, pero la tensión sigue presente, latente, esperando cualquier excusa para volver a estallar.

Nadie dice nada, mi tío Iván se frota las manos y después las lleva a su cabello largo, un gesto que hace cada vez que esta frustrado. Cinco minutos después el helicóptero se lleva a los hermanos y es una suerte que mi madre y mis tías no estuvieran presentes porque si no... No sé qué hubiera pasado.

No voy a dejar que todos tengan esta impresión de mí, y no es que este mal,  porque si de verdad me  gustaran las chicas no me avergonzaría, de hecho o  gritaría a los cuatro vientos orgullosa, porque no es algo a lo que nadie debe sentir que este mal, y mucho menos ntirse avergonzado.

¿Que piensan?

1
Zoila Mendoza
Bueno
Zoila Mendoza
Malo
Elvia Ramona Barreto
Qué está pasando ahora
Elvia Ramona Barreto
De aquí en adelante será otra vida
Elvia Ramona Barreto
Dereck es un hombre que no tiene empatia por nadie,solo le importa el y lo que sirve a el,que le den una buena patada en sus partes blandas y su trasero,que no vuelva a molestar a su hija
Elvia Ramona Barreto
Hermoso capítulo, me encantó
Elvia Ramona Barreto
Estoy feliz por la decisión, no hay lugar para el arrepentimiento, y serán felices para siempre
Elvia Ramona Barreto
excelente trabajo
Elvia Ramona Barreto
Wow!!! Parece que se las trae la pequeña jajaja.
Elvia Ramona Barreto
Me gusta como empezó, estoy entusiasmada sigo leyendo
Elvia Ramona Barreto
Yo creo que le tira Aiden,veremos más adelante
Elvia Ramona Barreto
Creo que será tan buena como la anterior
Maty Castro
Hola escritora cuál sería la otra novela aparte de esposa abandonada
Yanitza Aguirre
Hola Jess! cuando dices aquí dos novelas anteriores, se que una esposa abandona, y la otra cuál es?
Jaqueline Leiva
hola autora como estas k paso k no seguiste actualizando espero k estes bien
Jess Queen: Enero será un buen año..Volveré pronto
total 1 replies
Lennys Ariannys
muy alucinante
Kely Oteo Hernandez
execelente más capítulos por favor
Carmen Blanco
Excelente
Carmen Blanco
me encantó su elección al principio creí en aiden pero me decepcionó ares también pero no tanto el siempre dijo que era ara molestar a Aizen
Jacinta Quiroga Gonzalez
Bueno
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