NUEVA LUNA

NINA

¡Esto tiene que ser una cruel broma del destino!

Quería preguntar qué hacían aquí, en la que se supone es la cueva privada de mi familia, pero al final, después de pensar por un momento decidí que lo mejor es irme de una buena vez. Lo cual es una verdadera lástima porque quería seguir disfrutando como lo estaba haciendo hasta que llegaron ellos.

Ignorando su presencia, como si no estuvieran presentes, y lo rápido que latía mi corazón, me acerqué a mi bolso con la mayor serenidad que pude recolectar y me dispuse a salir del agua, cuando estuve en la orilla.

Una vez afuera, busque la toalla para secarme rápidamente. Consideré vestirme allí mismo, porque se me estaba haciendo insoportable estar bajo la intensidad de las miradas de los trillizos, pero como me tenía que transformar en mi loba para salir de aquí, lo descarté de inmediato, porque mi mente solo estaba aturdida con el hecho de que quería desaparecer de este lugar. Me envolví en mi toalla y me di la vuelta para ir hasta la salida, rezando para que todo fuera un mal sueño mío.

Pero cuando me dispuse a dar un paso, me percaté que los trillizos estaban bastante cerca. Demasiado cerca para mi gusto.

Los ignoré, y caminé rápidamente a la salida. Pero no llegué muy lejos antes de sentir como me agarraron de la muñeca para ser estampada contra la pared rocosa. Solté un bufido de dolor.

—Vaya no me esperaba encontrar a una chica tan bonita por aquí — me dijo Noah con picardía, siendo el primero en hablar.

— Yo menos...— dijo Max — Venimos hasta acá para saber quién era tan osado para infiltrarse en estas zonas exclusivamente para nosotros, los Alfas de BLOOD MOON, pero vaya...— hizo una pequeña pausa algo dramática, al mismo tiempo que me recorría ligeramente con la mirada — esto no es lo que esperaba encontrar.

Sus palabras me golpearon como un rayo. ¿Exclusivamente de ellos?. No se supone que está es la cueva de los Snow... ¿O me mintieron sobre esto también?

— Y dinos preciosa, ¿cómo lograste entrar a nuestra cueva? — Está vez fue Sam, el cual sin darme tiempo a decir nada volvió a preguntar — ¿Cómo te llamas? No recuerdo que seas parte de la manada... Aunque por alguna razón te me haces conocida. — finalizó el último trillizo.

Evitando caer en la locura, por la cercanía y el aroma que desprendían de sus cuerpos, contesté con serenidad. — Tienes razón, no formó parte de esta manada, simplemente estoy aquí para celebrar la ceremonia de mi mejor amiga, y debido al largo viaje que viví para llegar hasta me ofrecieron darme un baño en las aguas termales, y se supone que esto debe pertenecer a los Snow, pero bueno...

— ¿Mejor amiga? ¿Ceremonia? — dijo Max. — ¿Acaso eres invitada de Camila, la pareja de nuestro beta?. — Solo me limité a asentir.

— Debió existir algún error del sistema, porque la de los Snow es la del otro lado, pero como eres tú la que está aquí no hay ningún problema porque a la final este lugar también es tuyo. — me sonríe Sam coquetamente.

Fruncí el ceño.

— En fin...no importa, solo sé que una vez terminado todo esto, me regreso a donde verdaderamente pertenezco.— dije en un susurro hablando más para mí que para ellos pero se que me escucharon perfectamente.

—¿Y por qué no piensas quedarte en BLOOD MOON?— habló nuevamente Noah.

— No tengo ningún motivo para hacer algo así, ¿Por qué debería?

Sam se acercó peligrosamente a mis labios, y mientras me acariciaba el rostro de una manera tan delicada que parecía sub realista.

— Por si no te has dado cariño... — comenzó hablar en un tono seductor — eres nuestra compañera, la pareja destinada que nos dio la Diosa.— decía él con la mirada fija en mis labios mientras su pulgar pasaba por ellos.

Apartó su mano de mi rostro con cierta brusquedad, él me mira con una expresión de sorpresa ante mis acciones, pero se desvanece al instante.

—En verdad, que eres interesante. Además de ser nuestra luna, también lo eres para los demás que forman parte de BLOOD MOON. Pero eso no significa que debas actuar con tan desafiante ante nosotros, no somos nada amables cuando los demás lo hacen sin razón aparente, así que a la final somos tus compañeros, por lo que tienes que aprender a comunicarte de mejor forma.— completó Max

— ¿Y eso qué? No tengo que aceptar que me acaricien sin mi permiso y más aún considerando que menos quiero es ser Luna de esta manada ni lo que estoy implica— solté de repente con un dejo de ironía en mi voz mientras estoy observando la manera en la que como ante mis palabras las facciones de los trillizos se oscurece.

— ¿Por qué no lo serías? — me pregunta Noah sin ocultar el peligro en su voz.

Ya está situación se está volviendo irritante.

— Porque la idea no me es agradable, este lugar solo representa para mí malos recuerdos— expresé mi punto, y los trillizos me observan con confusión. — No me veo dirigiendo esta manada y mucho menos aceptarlos especialmente a ustedes como mis compañeros.

— ¿Qué tienes contra nosotros? Acaso, ¿ya nos conocemos? — dijo molestó Max.

— Sí. — le respondí afirmativamente, no tiene mucho sentido negarlo, a la final se van a enterar quién soy y van a rechazar el vínculo, porque de todas maneras aunque ahora se hagan los que me aceptan como su pareja, nunca fui el tipo de chica que querían a su lado, eso me lo dejaron más que claro.

Y la verdad, tampoco quería serlo.

—¿Quién eres? — me preguntaron los tres al unísono con curiosidad.

— ¿Tanto así cambio mi apariencia estos años que ya ni me reconocen? — me miran confundidos — Soy Nina Snow, la insoportable e insufrible niñita que los perseguía sin cansancio.— solté con sarcasmo, describiendome con la imagen que ellos mismos vendieron ante la manada sobre mí.

Observó el asombro y el entendimiento mezclándose en sus expresiones al reconocerme finalmente.

Una vez que se recuperan de su estado, observo como parecen tener una lucha mental por saber qué van a decir a continuación, pero a la final no dicen nada.

— Nina tú ... En verdad has cambiado— Max fue el primero en atreverse a hablar.

— Si — le respondí con sequedad.

— ¿Por qué te molesta que seamos tus compañeros? — está vez fue Sam. — Antes de irte al extranjero, cambiaste tan drásticamente con nosotros después de nuestro cumpleaños, cuando antes de eso prácticamente no podías vivir sin demostrar lo perdidamente enamorada que estabas de nosotros.

— Usted mismo lo ha dicho Alfa Sam. — fui interrumpida por el gruñido que soltó de repente por la manera en como me refería a él por su título, pero lo ignoré — Eso fue antes, ya quedó en el pasado, porque decidí cumplir su deseo de cumpleaños en aquel entonces, dejarlos en paz. — Conté una de las razones, la menos dolorosa, porque por lo visto todavía no son conscientes de que estoy al tanto de la relación que tenían con Annie.

— Esa no es la única razón, ¿verdad? — finalmente habló Noah.

— No, no lo es. Pero la verdad no tengo ganas de seguir hablando con ustedes Alfas, ya se está haciendo tarde y mañana es el evento de mi mejor amiga, no me lo voy a perder porque quieran hablar hasta el amanecer sobre el vínculo que compartimos. — dije finalmente para ver si ya podía dar fin a todo esto.

—Pero Nina ... — no quería seguir escuchando nada más así los aparté y seguí mi camino. Después de caminar un poco, decidí revisar si me estaban siguiendo. Como no lo hacían, me quité la toalla y el traje de baño los guardé en mi bolso y procedí a transformarme en mi loba.

Avancé rápidamente por el camino, usando mi olfato para llegar hasta a la casa. Una vez allí, aproveché la ventana que había dejado abierta en la habitación para entrar.

Ya estando en el piso, solté mi bolso, y volví a mi forma humana. Fui directamente a prepararme un baño porque lo necesitaba demasiado.

Quería calmar mis emociones, algo que la verdad parecía imposible.

Ya cambiada, me iba a recostar en la cama pero en ese momento mi madre entró con una bandeja.

— No nos dimos cuenta cuando llegaste, pero aquí está la cena que te guardé.

Asentí mientras la recibía. Me dejó sola nuevamente y yo traté de comer, pero la verdad no tenía mucho apetito, lo que pasó en la última hora seguía rondando por mi cabeza. De todas maneras no me quería ir a dormir con el estómago vacío.

Después de comer un poco, bajé momentáneamente a lavar los platos. Me encontré con Camila, quién no paraba de decir lo nerviosa que estaba por el día de mañana.

Solo me limite a sonreír y asentir a lo que decía.

Sé que se dio cuenta de mi estado de ánimo, pero sabía que no iba a preguntarme nada, porque en el fondo ella sabía que iba no iba a decirle nada, por lo menos en estos momentos.

Después de conversar un buen rato, ambas subimos para por fin ir a dormir. Una vez acostada en la suave cama, intenté conciliar el sueño, pero fue difícil porque no dejaba de pensar en los trillizos. Quería dejar de hacerlo, pero estaba dividida, una parte de mí, que seguramente estaba influenciada por el vínculo, se preguntaba porque que no cedí ante mis compañeros, pero la más racional me recordaba que, sin importar las circunstancias, los trillizos me lastimaron de una manera que es muy difícil de perdonar y olvidar, porque sigue doliendo con intensidad.