Sofía es una joven que ha crecido en la soledad de la orfandad, enfrentándose a una serie de tormentos internos que la han marcado desde su infancia. En su búsqueda de pertenencia y amor, se cruza con Lucius, un enigmático hombre que posee una esencia sombría y que, a lo largo de su vida, jamás ha experimentado la calidez de los sentimientos. A medida que sus caminos se entrelazan, Sofía se enfrenta al desafío de luchar contra la atracción que siente hacia él y las sombras que parecen rodearlo. ¿Podrá encontrar la fuerza necesaria para resistirse a su cautivadora belleza y, al mismo tiempo, desentrañar los misterios de su alma oscura, o sucumbirá a su hechizo, perdiéndose en el abismo de su atracción?
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debes casarte.
No, en absoluto se trata únicamente de que quisiera verla. Habíamos discutido previamente que mi hijo Lucius necesita con urgencia una esposa, pero él se resiste a la idea. Por eso necesito de su ayuda se muy bien que usted tiene la habilidad de emparejar alas parejas. dijo Mónica, con un tono de desesperación, mientras llenaba su canasta de frutas para disimular su verdadera intención.
—Señora, hice lo que me pidió: busqué chicas, pero el joven parece espantar a todas —comentó Yolanda desde atrás, tomando la palabra.
—Entonces, ¿qué le parece si le proponemos a una de las jóvenes del orfanato? Sé que están muy bien educadas, así que quizás pueda funcionar —respondió Mónica, buscando una solución.
Yolanda miró a Sofía; esa era la oportunidad perfecta para salvarla de su situación.
—Tengo una chica, duquesa —continuó Yolanda, su tono era más esperanzador—. Sin embargo, no sé si será de su agrado. No tiene familia, como ya sabrá, pero es muy inteligente y aprende con rapidez, así que no debería tener problemas con ella —dijo, dirigiendo su mirada hacia Sofía con la esperanza de que esta fuera una buena opción.
Mónica dirigió su mirada hacia Sofía, sintiendo una mezcla de sorpresa y decepción. La imagen que había formado en su mente era muy distinta a la realidad que tenía frente a ella. La vestimenta de Sofía era desaliñada, con prendas viejas y desgastadas que hablaban de tiempos difíciles. A pesar de ello, Mónica sabía que esta era su última opción.
Con una mirada pensativa, Mónica le preguntó a Yolanda: ¿Estás segura de esto?. Sus ojos recorrrieron el cuerpo de Sofía de arriba a abajo, analizándola.
Yolanda, sin dudarlo, respondió con una sonrisa optimista: Claro, con solo un poco de ropa nueva, verás que todo cambiará. Su entusiasmo era evidente, ya que su mayor deseo era ayudar a Sofía y liberarla de la mala influencia de Roberta.
Está bien, tú encárgate de preparar a la chica y yo me ocuparé de organizarlo todo. Será una boda privada para evitar murmuraciones y comentarios indiscretos, dijo Mónica, suspirando con algo de resignación.
Así será, señora, respondió Yolanda con una sonrisa, confiada en su capacidad para cumplir con la tarea.
Mónica se alejó de Yolanda de manera discreta, tratando de no llamar la atención sobre su partida, y se marchó de inmediato.
¿Quién será esa mujer, madre de Yolanda? Parece ser una persona muy distinguida, ¡mira qué elegante es su vestido! comentó Sofía, cargando una enorme canasta llena de verduras.
Ella será tu salvación. Ahora necesito que regresemos a casa, porque ya tengo un esposo para ti. dijo Yolanda, asustando a Sofía.
¿Esposo? ¿Pero cómo es posible? ¡Si apenas tengo 18 años y ni siquiera conozco a nadie! exclamó Sofía, sintiéndose muy nerviosa.
Yolanda y Sofía se acomodaron en la carreta, mientras una expresión de confusión aparecía en el rostro de Sofía, quien no lograba entender la situación que acababa de vivir.
—Sofía, querida, ya tienes dieciocho años; eres lo suficientemente madura para entender que, en cualquier momento, Roberta podría echarte a la calle sin importarle si tienes a dónde ir. Y si no lo hace, te hará la vida tan difícil que, hasta podrías llegar a quitarte la vida en algún momento. Eso no lo voy a permitir —dijo Yolanda con determinación, mirándole directamente a los ojos para asegurarse de que comprendiera la gravedad de sus palabras. y Hablaba en voz baja, cuidando que el conductor de la carreta no pudiera oírlas.
—Así que, Sofía, la mejor opción es que te cases —afirmó con firmeza, deseando que entendiera.