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2.4
Grettel Dawson se paseaba por los pasillos del bazar en las afueras del centro comercial en busca de un hilo azul para terminar su vestido de fiesta. Había planeado el diseño por meses, sin embargo su creación no la satisfacía del todo. A esa pequeña frustración le sumaba la incomodidad que le producía estar cerca de su ex-mejor amiga, pero eso no duraría mucho tiempo. Tenía planeado dar su brazo a torcer, sería ella quien se disculparía por el incidente que las separó hace algunos años.
—¿Lo viste, Grettel? Carrie me reemplazó por otro sujeto —Se quejó Paul caminando a su lado—, y por la forma en que se besaron deduzco que se han acostado.
Grettel rodó los ojos inspeccionando la variedad de hilos azules.
—A ti lo único que te interesa es el sexo, ¿verdad? Creí que querías regresar con ella porque la amas.
El chico se encogió de hombros.
—Por supuesto que la amo, ya verás. Investigaré a ese tipo, seguramente le es infiel.
Grettel soltó una risita divertida esbozando una mueca maliciosa. Ella observó a Aidan durante los ensayos y por la forma en que miraba a Carrie, podía asegurar que moría de amor por ella.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Bueno, hay que reconocer que es un tipazo, y Carrie solo es una niña torpe. Cualquier persona con tres dedos de frente deduciría lo mismo.
Grettel se midió la frente con los dedos.
—La mía mide casi cuatro y no pienso lo mismo.
Paul bufó dándole la espalda.
—Veremos si piensas lo mismo cuando demuestre quién es Aidan Haynes realmente.
Grettel agitó su mano en el aire con languidez en señal de despedida. Paul solía formularse demasiadas fantasías en su cabeza, ella era feliz si Carrie también lo era, poco importaba la persona con la que estuviese para lograrlo.
Suspiró recordando nuevamente su vestido, no podía dejar de pensar en las imperfecciones del diseño. Negó con la cabeza saliendo del pasillo para dirigirse a la caja registradora, se detuvo en la sección de telas mirando hacia atrás por encima de su hombro ante la sensación de que alguien o algo la perseguía.
Se frotó los ojos con las manos cuando una hadita del tamaño de su pulgar apareció frente a ella. Volteó en varias direcciones buscando a otro ser humano viviente que fuese capaz de admirar el mismo fenómeno, pero todos pasaban desapercibidos a su lado.
—Tienes problemas con tu vestido, ¿cierto? —interrogó el misterioso hombrecito de ojos azules y piel nívea.
Grettel entrecerró los ojos observando las pequeñas gafas que descansaban en el tabique de su nariz, quizás debería dejar de hacer dieta por algunas semanas.
—Soy real —afirmó el hada agitando sus alas de libélula en el aire, liberando un extraño brillo dorado—, y te ayudaré con tu vestido a cambio de dos cosas.
La oferta era tentadora.
—¿Ah, sí? —Grettel cuestionó con cautela.
El hombrecito asintió con la cabeza.
—Claro, solo tienes que besarme para que yo pueda regresar a mi tamaño normal —sonrió por el rostro desencajado de la chica—, y luego llevarme al baile como tu pareja. Sencillo —agregó encogiéndose de hombros.
Grettel frunció el ceño apartándolo con un manotazo de su camino.
—Olvídalo, no besaré a ningún adefesio de la naturaleza.
Jared se estrelló en el piso y estuvo a punto de morir aplastado por el bastón de una viejecilla. Gruñó incorporándose, sacudiendo el polvo de su ropa. Si alguien que creyera en la magia no lo besaba antes de la medianoche, se quedaría de ese tamaño por el resto de su vida. Tal vez podría pedirle el favor a la novia de Aidan, pero si él continuaba enamorado de ella, lo aplastaría al escuchar la petición.
Sollozó emprendiendo su vuelo nuevamente, no le restaba más que acosar a esa chica hasta obtener lo que necesitaba.