Tu Y Yo De Nuevo

Dos días después, seguían la travesía a su destino, para encontrarse con la misma persona, para fines distintos, aunque para Renata era necesario usar cualquier palabra o decir unas cuantas mentiras y lograr tener la aprobación del duque y así ir al grano, estaba dispuesta a recibir una bofetada si era necesario.

En el condado Bonnie llegaba una carta de suma importancia para el conde Spencer Bonnie, su presencia era necesaria en el Reino Oeste.

_Prepara un carruaje, iremos al condado Oeste._

Le hablo el conde a su escolta.

_Señor, ¿debo avisar a la señorita Raquel?_

Pregunto su escolta.

_No, que le informen cuando regrese del palacio, que esté seguido ahí, es mejor para nuestro futuro._

Su escolta hizo una inclinación para salir y preparar todo, el conde sacaba cuenta de cuanto tiempo le tomaría llegar y estar de vuelta, la idea era no toparse con su hija menor de regreso, ya que su viaje era más largo, así no levantar sospechas de su trato con el reino oeste.

En el palacio Este, la emperatriz seguía con la visita de las señoritas, obteniendo siempre el mismo resultado, lo que tenía una, le faltaba a la otra, Raquel seguía siendo la mejor de todas, inteligente, astuta, toda una dama, pero no podía ocultar su poca humanidad con los demás y eso era un grave problema para ser la princesa heredera, donde debía tener paciencia y ser humilde con su pueblo, su mirada se posó donde se encontraba Nysaa ayudando a unos sirvientes, sin dejar de vigilar al príncipe que practicaba con la espada, una gran sonrisa se formó en ella.

_Señorita Rose, ¿me enseña su talento en la espada con el príncipe heredero?_

Propuso la emperatriz, si aprendiendo a todos.

_Saludos a la emperatriz._

Haciendo una reverencia.

_Como usted ordene su Majestad._

Sadie se quedó viendo a su madre, ¿qué tramaba?

Sus cuerpos se inclinaron en saludo antes de empezar la batalla, para luego escuchar el sonido de ambas espadas golpeándose, ambos empezaban como un juego, pero luego hacerse más en serio, sus ceños fruncidos, el príncipe no podía verse débil frente a su madre y escolta y Nysaa debía demostrar que estaba apta para cuidar del príncipe, lo menos que deseaba era ser echada del reino por inútil y no poder cuidar de su amo.

El emperador llegó al campo donde la batalla seguía, llamando la atención de todos, incluyendo las señoritas, sus cuerpos muy sudados, sus manos ya débil del peso de sus espadas, como si de una batalla se tratara pero sin descanso alguno.

_¿Cuánto llevan con las espadas en mano?_

Pregunto el Emperador.

_Una hora y cinco minutos._

Respondió la emperatriz con una sonrisa, el emperador se quedó viendo la batalla, no sabía que tramaba la emperatriz, sus espadas seguían chocando, el príncipe retrocedía por la fuerza que ejercía su escolta hasta perder el equilibrio y caer llevándose a nyssa junta él, las bocas de todos se abrieron en cámara lenta, ella quedando encima de él, sus miradas seguían conectadas por unos segundos, olvidando donde estaban y quienes estaban viendo. 

_Bravo, qué gran combate._

Interrumpió la emperatriz el momento donde casi sus labios se pegaban.

_Mis más sinceras felicitaciones a la señorita Rose._

_Madre, ¿solo ella?_

Reclamo el príncipe.

_Hijo, no olvides ser un caballero y admitir tu derrota ante la señorita Rose._

El emperador consoló a su hijo, guiñándole un ojo, ya veía las claras intenciones de su emperatriz y la mirada de su hijo al ver a nyssa, era evidente que le gustaba, que su corazón latía sin parar por ella, solo esperaba no fuera difícil esa situación, al enterarse todos, buscarían las maneras de hacer ver que ella no era apta para ser la princesa hereda, no conocían nada de ella y menos la veían como una dama.