El Hijo Del Alfa Es Mio

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**Máximo**

—No sé cómo me dejé convencer por mis hermanos. En verdad, las discotecas me irritan, o mejor dicho, la gente. No sé, estoy más inquieto de lo normal. Siento una opresión en el pecho que no me deja respirar. Todo el humo, el alcohol y un aroma en especial… no puedo percibirlo bien, se siente lejano, pero estoy seguro de que es por ese olor.

No pierdo más tiempo y voy al baño a lavarme la cara. No creo que una discoteca llena de humanos y criaturas borrachas y calenturientas me vaya a hacer sentir mejor. Agradezco su gesto, sé que se preocupan por mí, pero estoy seguro de que en este tipo de lugares no me sentiré mejor. Estoy cansado, me iré a la manada.

Estaba por salir cuando un aroma a lavanda y menta invade mis fosas nasales, haciendo que mi lobo, Luke, tome el control de mi cuerpo. Buscamos por todo el lugar hasta que encontramos a la causante de ese olor. No pienso, Luke tiene el control total de mi cuerpo, no pierde tiempo cuando la pegamos a nosotros. Empiezo a oler su cuello, definitivamente ella es la de ese exquisito aroma. Pero no puede ser posible, tomo el control de mi cuerpo y salgo corriendo del lugar.

¿Cómo es posible? Tengo la mente en blanco, me transformo y corro hacia el bosque. Esto no puede ser real, no puede ser. Emily murió hace tres meses. Aparte, aunque tienen aromas parecidos, son distintos: el de Emily era menta con rosas, y este es lavanda con menta.

A pesar de que fue tan rápido, ese olor se me quedó en la nariz. Esto tiene que ser una confusión, o eso espero.

Bueno, no me he presentado. Bueno, enamórense: soy Máximo Muller, tengo 30 años —bueno, humanos; lobunos tengo más—, mido 1.99, súper alto, lo sé, y también súper sexy. Piel blanca y ojos verdes. Soy el alfa de una de las manadas más fuertes e importantes del mundo: *Warriors of the Moon*.

Mi manada pertenece al rango más poderoso, estando en la cima de la pirámide por años. Ese lugar es nuestro desde hace un siglo.

Soy el alfa de la manada *Warriors of the Moon*, desesperado por encontrar a mi luna. Ya había perdido la esperanza cuando, hace unos años, cuando menos lo esperaba, ahí estaba ella: mi amada Emily.

Le pedí tanto a la diosa por ella. Pensé que mi castigo sería nunca encontrar a mi luna, pero no. Mi castigo fue encontrarla y perderla.

Cuando la vi por primera vez me volví completamente loco por ella. Fue amor a primera vista, tanto de ella como de mí. Nos enamoramos perdidamente.

Seguía siendo el hombre despiadado que todos conocían, pero con ella nunca vio esa versión mía. Ella siempre sacaba el mejor lado de mi vida, el que solo ella conocía.

Nos casamos casi inmediatamente después de conocernos. Pasaron los años y Emily no podía embarazarse, lo cual la entristecía porque sabía lo que significaba un hijo para mi manada: la fertilidad para ella misma.

Fueron tantas las presiones por parte de la manada hacia ella, exigiéndole un hijo, escuchando comentarios como “¿Cuándo van a tener un hijo?” “¿Para qué el Alfa tiene como luna a una mujer que no es capaz de procrear?”

Llegó un punto en que lo único que quería era escapar, y lo hizo. La noche en que escapó la recuerdo como si fuera ayer. Fue una noche como esta: ella salió sin dejar rastro alguno.

Yo estaba en una reunión del consejo y, cuando regresé, no sentí su aroma. Me alarmé y la busqué por todos lados.

Me dejó una carta en la que decía que ya no podía más, que necesitaba estar sola un tiempo, que volvería cuando estuviera lista.

Y así fue. El día que iba a regresar se enteró que estaba embarazada. Ella no esperó llegar a la manada para decírmelo; sabía que yo no estaba y fue a buscarme al bosque.

No sé muy bien qué pasó, pero nunca llegó. Fue atacada por unos vampiros, golpeada hasta quedar en coma.

Iba ya de regreso a la manada cuando la encontré tirada. La cargué y llamé de inmediato al doctor, quien me informó que estaba embarazada, apenas tenía un mes de gestación.

Pero que no creía que se salvaría, ya que era un embarazo complicado debido a los golpes recibidos. Estaba en estado crítico. Las primeras horas fueron decisivas, pues había entrado en coma.

Gracias a Dios y a la diosa luna, el bebé sí se salvó.

En todo momento, mientras Emily estuvo acostada en esa cama, no me separé de ella ni un minuto. Estuve en cada control.

En el primer ultrasonido, estaba tan concentrado solo en mis mujeres que les dejé el mando de la manada a mis hermanos, que son mi beta y delta: Mateo y Matt. No tenía tiempo para otra cosa que para ellas.

Pasaron los meses y Emily aún no despertaba. El bebé estaba fuera de peligro, pero el doctor dijo que no podía esperar más: tenían que hacerle una cesárea para evitar complicaciones.

Estaba tan nervioso que no dejaba de moverme de un lado a otro.

Cuando por fin escuché el llanto de mi bebé… cuánto desearía que su madre lo escuchara también.

La bebé había nacido. El doctor me la pasó: está hermosa, me tiene embobado.

Le iba a poner a la bebé en el pecho para que sintiera el calor de su madre, pero ella no resistió la cirugía, lo que le provocó un ataque.

Mejor cambiemos de tema. Hace tres meses que murió y aún no cierro la herida.

Mi único consuelo es Amy, mi bebé hermosa.

Mejor en vez de estar aquí, voy a la manada. Hace rato no veo a mi princesa.

Me vuelvo a transformar en lobo y corro a la manada.

Llego al cuarto de mi bebé y está vacío. No hay nadie, nadie me sabe decir dónde está. No siento su olor por ninguna parte.

Llamo a todos y nadie sabe decirme nada.

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**X**

Alfa, yo estaba con ella en la habitación. Ya se había dormido.

Me sentía algo mareada, había un olor extraño y sin darme cuenta me quedé dormida.

Cuando desperté, medio mareada, me alarmé y fui donde la bebé… y ya no estaba.

Iba a salir a buscarla cuando usted entró.

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—¿Cómo es posible que nadie sepa dónde está mi hija? Quiero que todos los guardias y rastreadores la busquen por todos lados.

Mi hija tiene que aparecer; de lo contrario, sufrirán las consecuencias por su descuido.

¿Cómo fue que alguien pudo entrar a la manada sin ser detectado y salir con mi hija?

El responsable pagará muy caro su traición.

¡Encuentren a mi hija!

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**X**

—Máximo, vas a pagar con lo que más te duele.

Eres tan tonto que nunca sabrás quién fue el que se llevó a tu mocosa.

Para estas horas, ya debe estar con su madre.

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