Madre Soltera a los 18

Rebecca se sentía muy extraña, nunca antes había traído a ningún hombre allí. Todo el tiempo, Augusto jugaba con Analu y ella se aferraba a su mano mientras comía. Era increíble, nunca antes había dado su confianza a un desconocido y menos aún ahora que Analu estaba un poco rebelde. Desde el principio le había caído bien, parecían cercanos.

Augusto no comió nada, solo tomó café. Analu le ponía uvas en la boca para que comiera y él le daba pequeños mordiscos a sus dedos haciéndola reír mucho. Rebecca estaba feliz de verla así, al menos no estaba triste por el dolor, pero aún no le gustaba Augusto.

Después del desayuno, se quedaron en la sala. Rebecca aprovechó que Augusto estaba allí para hacer algunas cosas, comenzó por limpiar la casa y poner la ropa a lavar, mientras la comida seguía en el fuego hacía otras cosas. Augusto la observaba desde lejos, ella no se detenía, o estaba buscando llamar la atención o simplemente así era su vida, qué más daba.

Él se quedó pensativo, Analu era un amor de niña, encantaba a cualquiera. Ella lo llevó a su habitación para mostrarle sus juguetes y él jugó con ella en la alfombra. Era lo mejor, en ese momento recordó cómo habría sido si hubiera tenido a su propio hijo.

Augusto notó que a Analu le salía líquido del oído, fue a ver a Rebecca, quien estaba en la cocina.

Augusto: ¿Dónde hay una toallita?

Rebecca: En el armario de ella, ¿por qué?

Augusto: Necesito limpiarle el oído.

Rebecca: Déjame que yo lo hago.

Ella fue a la habitación de Analu, al tomar la toallita, él se la quitó de la mano, la mojó con suero y limpió el oído de Analu. Rebecca regresó a la cocina y escuchó que alguien tocaba la puerta.

Rebecca: Hola, Paula.

Paula: ¿Cómo está nuestra niña?

Rebecca: Está bien, solo fue un susto, tuvo una inflamación en el oído pero ya está mejor gracias a la medicación.

Paula: Qué bueno, es bueno saberlo.

Rebecca: ¿Quieres entrar?

Paula: No, solo vine a preguntar, Carol agarró algunas cosas de tu casa y dejó la llave.

Rebecca: Gracias, espera un momento.

Rebecca fue a su habitación, tomó dinero y volvió.

Rebecca: Aquí tienes tu pago, gracias por cuidar tan bien de mi princesa.

Paula: Ya te dije que no necesitas pagarme.

Rebecca: Insisto, no tienes esa obligación.

Paula: Gracias, querida, que se mejore.

Paula se fue, Rebecca regresó a la cocina. Augusto se preguntaba por qué le había pagado si era tan directo, entonces fue hacia ella.

Augusto: ¿Me puedes dar un vaso de agua?

Rebecca: Sí.

Augusto: ¿Esa es tu madre?

Rebecca: ¿Paula? No, es una vecina, cuida de Analu mientras yo trabajo.

Augusto: ¿Y la dejas con cualquiera así? ¿Sabías que hay secuestros de niños? ¿Quién garantiza que no le va a pasar nada?

Rebecca: Confío en ella, es la madre de Carol, estás exagerando.

Augusto: No estoy exagerando, ¿no tienes a ningún pariente con quien dejarla?

Rebecca: ¿Por qué te importa?

Augusto: Es por ella.

Rebecca: No, no tengo ningún pariente, no tengo a nadie ¿entendiste?

Augusto: ¿Y el padre?

Rebecca: Basta, sé cuidar bien de mi hija, ella está bien y Paula la cuida como si fuera familia.

Augusto: Bien, si no quieres hablar, lo respeto.

Rebecca: ¿Acaso no debes ocuparte del hotel?

Augusto: No, hay gente encargándose.

Rebecca: Agradezco lo que has hecho por mi hija, por habernos ayudado, gracias, no pienses que te debo algo.

Augusto: ¿Por qué pensaría eso?

Rebecca: No sé, aún no entiendo por qué nos ayudaste.

Augusto: Necesitabas ayuda, así que te ayudé, ¿está mal?

Rebecca: No, pero es raro ver a alguien como tú ayudando, y mucho menos quedándote aquí después de todo.

Augusto: Me cae bien ella, solo estaba bromeando, pero si tanto quieres que me vaya, entonces me iré.

Rebecca: Lo siento, ¿de acuerdo? No estoy acostumbrada a esto, siempre ha sido ella y yo, así que si tienes alguna intención, te pido que te retires y firmes mi despido.

Augusto: No digas tonterías.

Analu: Mamá, fruta.

Rebecca: Toma.

Analu: ¿Vamos, tío?

Augusto:El tío tiene que irse.

Analu:No tío... hace berrinche... no te vayas tío, te quiero.

Ella abraza su pierna dejando caer algunas lágrimas, Rebecca no sabe qué hacer, él también la mira sin saber, ella sacude la cabeza y él carga a Analu en brazos.

Augusto:Voy a ver la película contigo, pero después el tío tiene que irse ¿de acuerdo? Si tu mamá me deja, volveré a verte y tal vez podamos pasear.

Analu:Ella deja.

Augusto:Jajaja ¿quieres pasear conmigo cuando estés mejor?

Analu:Sí.

Augusto:¿Lo permites?

Rebecca:Hablaste de Paula, si no puedo confiar en ella, ¿por qué debería confiar en ti? También puedes hacer algo con ella.

Augusto:No seas tonta, nunca haría algo con ella.

Rebecca:No te conozco.

Augusto:Entonces preguntemos lo que quieras saber, vamos a conocernos.

Rebecca:No es así.

Augusto:Trabajas en mi hotel, no es difícil encontrarme por si acaso hago algo.

Rebecca:Como si fueras a ir al hotel, ni siquiera sé tu nombre.

Augusto:Mucho gusto, Augusto.

Rebecca:¿Por qué me lo estás diciendo? No se lo dices a los demás.

Augusto:Tú no eres los demás, ¿no querías conocerme? Pues ahí tienes.

Augusto Williams Lennox Smith, vivo en Europa, tengo 30 años, hijo de Iolanda Lennox, nieto de Rosana Lennox, tengo aquel hotel y otro en Europa, ¿algo más?

Rebecca ve la ironía en su rostro, no sabe por qué pero se enfada.

Rebecca:¡Arg!

De acuerdo, pero debes consultarme antes, no puedes simplemente venir aquí y ya.

Augusto:De acuerdo, tus reglas.

Rebecca:Perfecto.

Salen al sofá, Rebecca continúa preparando el almuerzo, está tan irritada que se corta el dedo, maldice en silencio, se coloca una curita y vuelve a cocinar.