Hilos Del Pasado: Entre Recuerdos Y Sacrificios

Zaida se despertó en su nuevo cuarto, todavía sintiéndose un poco desorientada por el cambio repentino en su vida. Al abrir los ojos, se encontró con la visión reconfortante de Anika, su nueva compañera, que yacía a un lado de la cama en su forma original de tigre albino. La mirada de Anika transmitía una mezcla de determinación y cansancio, indicando que estaba lista para comenzar el día pero preferiría quedarse un poco más en la cálida comodidad de la habitación.

Zaida se apresuró a levantarse, consciente de que tenían que cumplir con su deber de cuidar a su nuevo amo, aunque la idea de abandonar la comodidad de las sábanas suaves no le resultaba muy atractiva en ese momento. Sin embargo, sabía que no podía posponer más tiempo sus responsabilidades, así que se levantó con determinación y comenzó a prepararse para el día que les esperaba.

Anika, por su parte, bostezó perezosamente antes de levantarse y seguir a Zaida fuera de la habitación. Aunque preferiría pasar el día descansando, sabía que tenía que estar alerta y lista para proteger a su ama en todo momento.

Juntas, Zaida y Anika se dirigieron al Estudio personal de William, donde Zaida sabía que su nuevo amo la estaba esperando. Mientras caminaban por los pasillos del palacio, se esforzaba por controlar sus nervios ante el encuentro con el príncipe. No sabía qué esperar de su nueva vida como doncella en el servicio de William, pero estaba decidida a hacerlo lo mejor posible y demostrar su valía.

Al llegar al estudio del príncipe William, se encontró con que él ya estaba allí, aun así, Zaida pensó que se había despertado temprano, tenía la intención de despertarlo, como lo hacía con la princesa, pero al verlo, se dio cuenta de que es de esas personas que se despiertan temprano.

Su expresión estaba combinada con impaciencia y curiosidad.

— ¿Por qué apenas llegas? Lety ya está aquí — dijo William, señalando hacia donde estaba Lety, quien miró a Zaida con una sonrisa incómoda.

Se sintió avergonzada por haber llegado tarde y prometió que no volvería a suceder. William asintió con un gesto de aprobación y luego hablo con seriedad.

— Bien, empieza por moler la tinta — ordenó, señalando una piedra y un plato sobre la mesa, asintió en silencio y se arrodilló frente al plato, tomando la piedra entre sus manos. Con movimientos cuidadosos, comenzó a moler la tinta.

Mientras molía la tinta, la mirada de Zaida se desvió hacia William, quien estaba sentado frente a ella. Sus cabellos castaños claros caían en suaves mechones alrededor de su rostro, y sus ojos grises, profundos como el mar en calma.

Cada rasgo de su rostro estaba impregnado de determinación y seriedad, creando una imagen imponente pero a la vez intrigante. Sin darse cuenta de que lo observaba detenidamente. Justo en ese momento, William miro a Zaida, capturando la mirada de ella.

— ¿Qué sucede? — preguntó, su tono firme y directo.

En lugar de responder, recibió una reprimenda por parte de él.

— Apúrate y muele la tinta — ordenó, con un tono de autoridad que no admitía réplica.

Asumió su error con humildad y continuo con su tarea, evitando cruzar miradas con William nuevamente. Su presencia imponente y su firmeza le recordaban su lugar en el esquema jerárquico del Palacio y entendía que debía cumplir con sus responsabilidades sin distracciones.

Justo cuando estaba sumida en la tarea, la puerta se abrió de golpe y entró Cassian, con su habitual alegría y energía desbordante.

— ¡Hola, hola! ¿Qué está pasando aquí? — exclamó Cassian, con una sonrisa que iluminaba la habitación.

Zaida se detuvo en su tarea, sorprendida por la repentina llegada de Cassian, mientras Lety también dejo de limpiar, rápidamente ambas hicieron una reverencia, a lo que el solo respondió agitando su mano, William levantó una ceja, claramente no muy feliz por la interrupción.

— Cassian, siempre llegando en el momento menos oportuno — murmuró William con un suspiro exasperado.

— Traigan algo de comer — diciéndole a Zaida y Lety, a lo que ellas se retiraron rápidamente.

Mientras esperaban, Cassian aprovechó la oportunidad para hacer un comentario ligero.

— Sí que son hermosas — dijo Cassian mientras las observaba saliendo. — Tienes suerte de tener a estas dos bellezas a tu servicio. Deberías agradecerle a la princesa Ariadne por tan generoso regalo —.

— No necesito que nadie me regale doncellas. Puedo cuidar de mis propias necesidades — respondió William con firmeza.

Cassian, como siempre, no se dejaba intimidar por la seriedad de William y continuaba bromeando.

— Oh, vamos, William. No tienes que ser tan serio todo el tiempo. A veces es bueno relajarse y disfrutar de la compañía de hermosas mujeres — dijo Cassian con una sonrisa pícara.

William, sin embargo, no parecía muy entusiasmado con la idea de que Cassian insinuara sobre sus doncellas. Aunque no le gustaba admitirlo, disfrutaba de la compañía de su primo y de su capacidad para sacarlo de su seriedad ocasionalmente.

Justo cuando la conversación parecía estar tomando rumbo, Lety y Zaida regresaron con los bocadillos. La presencia de las dos doncellas interrumpió la charla entre William y Cassian, lo que William agradeció en silencio.

— Aquí tiene, su Alteza. Esperamos que disfruten de los bocadillos — dijo Lety con una sonrisa mientras colocaba la bandeja de galletas, pasteles, entre otras cosas pequeñas, frente a William.

— Podrían traer té — Dijo Cassian.

Solo Zaida se levantó para cumplir con la solicitud. Con paso decidido, se dirigió donde esperaba encontrar a la intermediaria que normalmente entregaba los pedidos. Sin embargo, al llegar, se dio cuenta de que no estaba allí.

Decidida a no regresar sin el té, Zaida decidió pasar el límite y entrar a la cocina por ella misma. Con habilidad y rapidez, busco té que anteriormente ya habían preparado, asegurándose de que estuvieran recién echo antes de volver al estudio de William.

En su camino de regreso, una criada extendió el pie en su camino, tratando de hacerla tropezar. Sin embargo, Zaida notó el intento de la criada y lo esquivó con destreza, manteniendo el equilibrio con gracia.

— ¡Cuidado por dónde caminas! — regañó Zaida a la criada con voz firme, mostrando su desaprobación por su comportamiento descuidado.

Pero antes de que la situación pudiera calmarse, otra criada se unió a la confrontación, lanzando insultos hacia Zaida con malicia.

— ¿Huelen eso? Huele a zorra — dijo la criada con una sonrisa despectiva en su rostro.

La sangre de Zaida hervía de ira ante las palabras de la criada, pero se mantuvo firme, sabiendo que debía mantener la compostura en todo momento

— Cuida tus palabras, o me veré obligada a cortar tu lengua — advirtió Zaida con un tono frío y amenazante.

Pero sin importarle, otra criada se acercó a Zaida con malicia en sus ojos, empujándola bruscamente y lanzando un comentario despectivo sobre su posición como doncella.

— ¿Quién diría que una como tú podría llegar a ser la sirvienta personal del amo? —, dijo con un tono de desprecio.

El empujón tomó por sorpresa a Zaida, haciendo que perdiera momentáneamente el equilibrio y casi dejara caer el jarrón de té que llevaba en las manos. Sin embargo, con reflejos rápidos y agilidad impresionante, logró atrapar el jarrón antes de que tocara el suelo, manteniéndolo seguro y evitando un desastre.

Con el jarrón de té asegurado, Zaida lo colocó cuidadosamente en el suelo para evitar cualquier daño, mientras sus ojos brillaban con determinación ante la provocación de la criada.

Anika, percibiendo la tensión y el peligro inminente, se transformó en una víbora con rapidez, lista para proteger a su ama de cualquier amenaza. Aunque Zaida no recordaba completamente su habilidad para el combate, su cuerpo actuaba por instinto, preparándose para defenderse.

La criada hostil intentó golpear a Zaida, pero esta última se movió con gracia y agilidad, esquivando el golpe con destreza y respondiendo con un contraataque preciso. Mientras tanto, la otra criada se acercaba para unirse al ataque, pero Zaida no vaciló. Extendió el brazo en dirección hacia ella, y en un abrir y cerrar de ojos, Anika emergió de su brazo transformado en una víbora, cayendo sobre el rostro de la criada con un rápido movimiento

Mientras Zaida peleaba en el patio de la cocina, sintió unas miradas furtivas que la observaban desde el fondo. ¿Era ella? susurraron, pero al voltear no vio a nadie, solo la criada que seguía gritando. Con la atención dividida, Zaida se volvió para enfrentarla, pero entonces vio a lo lejos a Cassian acercándose.

— ¿Por qué tardas tanto? — preguntó Cassian con curiosidad mientras se acercaba.

Las criadas que estaban allí hicieron una reverencia en señal de respeto, y Anika rápidamente se mezcló entre las ropas de Zaida para ocultarse. La criada, aprovechando la situación.

— ¡Ayuda! ¡Esta mujer es una salvaje! ¡Ha traído animales al palacio! — Dijo mientras señalaba a Zaida.

Cassian miro a Zaida esperando una respuesta.

— Eso es mentira — dijo Zaida con convicción, desafiando la acusación con determinación.

Cassian se interpuso entre Zaida y las criadas, cortando sus murmullos con una mirada de desdén.

— Dejen de molestar a la doncella y vuelvan a sus quehaceres —, ordenó con autoridad, haciendo que las criadas se dispersaran con expresiones de disgusto.

Zaida tomó el té que había dejado en el suelo y siguió a Cassian mientras salían del patio de la cocina, dejando a las criadas susurrando y molestas. En el camino hacia el estudio de William, Cassian detuvo a Zaida y la miró por un momento, lo que la dejó un tanto desconcertada. ¿Por qué la estaba observando de esa manera?

Antes de que pudiera preguntar, Cassian comenzó a bromear.

— ¿No me vas a agradecer? —, dijo con una sonrisa traviesa.

Zaida respondió con una reverencia. — Gracias, alteza, por intervenir —, dijo con cortesía, tratando de ocultar su confusión.

Cassian arqueó una ceja en respuesta. — ¿Solo eso? —, bromeó, inclinándose ligeramente hacia ella.

Zaida respondió nuevamente con una reverencia, — Gracias —, respondió con firmeza, tratando de mantener la compostura.

— ¿No piensas darme un beso de agradecimiento? — , bromeó el Príncipe.

A lo que Zaida no dijo nada, pero permaneció en reverencia.

Cassian rió entre dientes ante su reacción. — Está bien, está bien. No quería asustarte —, dijo con una sonrisa traviesa. — Pero recuerda, siempre estaré aquí para ayudarte —, agregó con una mirada juguetona.

Zaida asintió con una sonrisa forzada. — Lo tendré en cuenta, alteza. Pero ahora debo ir con el Príncipe William. Está esperando por mí —, dijo apresuradamente, deseando alejarse de la situación incómoda lo antes posible.

...***...

Al llegar la noche, Zaida regresó a la habitación, dejando a Lety con William como le había indicado anteriormente. Mientras se acomodaba en su cama, Anika saltó desde su hombro en forma de ratón y al caer, recuperó su forma original de tigre. Zaida sonrió al verla y la llamó hacia ella.

Anika se acercó a Zaida y se inclino a sus pies, dejando su cabeza en el regazo de su ama. Zaida acarició suavemente su cabeza.

— Lo hiciste bien al defendernos, Anika —, dijo Zaida con cariño mientras continuaba acariciando su pelaje.

Anika levantó la cabeza, complacida por el elogio de su ama, cerrando los ojos, disfrutando de la sensación reconfortante de las caricias de Zaida. Después de un momento, Anika se transformó en un tigre cachorro.

Zaida al verla le dió ternura, cargándola en sus brazos, quien la abrazó con ternura. Anika se sintió inundada por una sensación de calidez y amor que no había experimentado en mucho tiempo. Correspondió al abrazo de Zaida, sintiéndose segura y protegida en los brazos de su ama.

Después de que Anika abrazara a Zaida y esta le correspondiera, en el interior de la tigresa albina comenzó a crecer un sentimiento que no debía sentir.