Sombras En La Bruma

Clara sabía que no podía esperar mucho tiempo para confrontar a las personas mencionadas en el cuaderno de Marcos. Se había preparado mentalmente para una misión cargada de peligros y sorpresas. La primera persona en su lista era un hombre llamado Sergio, quien había sido parte de la expedición original de Alejandro y Marcos.Con la ayuda de Doña Emilia, Clara descubrió que Sergio vivía en una antigua casona en las afueras del pueblo. El hombre era conocido por ser solitario y receloso, lo que hacía la situación aún más delicada. Clara decidió acercarse a él bajo el pretexto de investigar la historia local, utilizando su trabajo en la biblioteca como una excusa creíble.Clara se acercó a la casona con el corazón latiendo a mil por hora. La puerta de la entrada estaba desgastada y parecía que no se había abierto en años. Tomó una profunda respiración y llamó. Después de unos segundos que se sintieron como una eternidad, la puerta se abrió y un hombre mayor, con el cabello gris y una mirada inquisitiva, apareció en el umbral.—¿Qué quieres? —preguntó Sergio, su voz áspera y desconfiada.—Buenas tardes, soy Clara Montoya. Trabajo en la biblioteca del pueblo y estoy investigando la historia de la expedición de Alejandro. Me preguntaba si podría hablar con usted sobre ello —dijo Clara, tratando de sonar lo más convincente y relajada posible.Sergio la miró fijamente durante unos segundos, luego asintió y la invitó a pasar. La casona estaba llena de antigüedades y recuerdos de tiempos pasados. Clara observó los objetos mientras seguía a Sergio hacia una pequeña sala de estar.—Así que, ¿quieres saber sobre la expedición de Alejandro? —preguntó Sergio, sentándose en un sillón desvencijado—. No muchos se interesan en esa historia estos días.—Sí, he encontrado algunos documentos que mencionan la expedición y me gustaría saber más sobre lo que realmente sucedió —respondió Clara, sentándose frente a él.Sergio la observó por un momento antes de comenzar a hablar.—Alejandro era un hombre ambicioso, pero también tenía principios. Nos unimos a la expedición con la esperanza de encontrar algo que cambiara nuestras vidas, y lo hicimos. Pero el tesoro trajo consigo más problemas de los que habíamos anticipado. Algunos miembros del grupo, incluyendo a Marcos y a mí, empezaron a sospechar que no todos estaban interesados en compartirlo equitativamente —dijo Sergio, su voz baja y cargada de recuerdos.Clara escuchaba atentamente, tratando de captar cada detalle.—Marcos dejó pistas sobre el tesoro y advertencias sobre aquellos que planeaban traicionarnos. Después de la expedición, Alejandro desapareció y la mayoría de nosotros regresamos al pueblo, intentando olvidar lo que había sucedido. Pero algunos nunca dejaron de buscar el tesoro —continuó Sergio, mirándola con seriedad.—¿Quiénes eran esas personas? ¿Sabe si aún están interesadas en encontrar el tesoro? —preguntó Clara, intentando no parecer demasiado ansiosa.Sergio suspiró y asintió.—Hay un hombre llamado Joaquín, que siempre estuvo obsesionado con el tesoro. Es peligroso y hará cualquier cosa por encontrarlo. Si te está siguiendo, debes tener cuidado —advirtió Sergio, su voz teñida de preocupación.Clara sintió un escalofrío. La situación era más peligrosa de lo que había imaginado, pero estaba decidida a seguir adelante.—Gracias por su tiempo y por compartir esta información conmigo, Sergio. Seré cuidadosa —dijo Clara, levantándose para irse.Sergio la acompañó a la puerta y le dio una última advertencia.—No confíes en nadie fácilmente. El tesoro ha arruinado vidas antes, y podría hacerlo de nuevo —dijo, antes de cerrar la puerta tras ella.Clara caminó de regreso al pueblo, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Decidió que debía compartir esta nueva información con Don Ramiro y Doña Emilia para planificar sus próximos pasos.Al llegar a la biblioteca, encontró a Doña Emilia revisando algunos documentos. Clara le contó todo lo que Sergio había revelado y juntas comenzaron a idear un plan para protegerse y seguir investigando.—Necesitamos encontrar a este Joaquín antes de que él nos encuentre a nosotros. Tal vez podamos adelantarnos a sus movimientos y desviar su atención —sugirió Doña Emilia, con una mirada de determinación.Clara asintió, sabiendo que Doña Emilia tenía razón. Debían ser proactivos y evitar caer en una trampa. Decidieron que Don Ramiro debía ser informado de inmediato para que todos estuvieran al tanto y pudieran coordinar sus acciones.Esa noche, Clara, Doña Emilia y Don Ramiro se reunieron en la casa de Don Ramiro para discutir su plan. Don Ramiro estaba visiblemente preocupado, pero también decidido a ayudar.—Debemos mantener nuestras investigaciones en secreto y evitar atraer demasiada atención. Podemos usar la misma táctica de las pistas falsas para confundir a Joaquín y mantenerlo ocupado mientras seguimos buscando la verdad —dijo Don Ramiro, mirando a Clara y Doña Emilia.Clara sintió una ola de gratitud por tener a estas dos personas de su lado. Sabía que no podía hacerlo sola y que juntos tendrían más posibilidades de éxito.A la mañana siguiente, comenzaron a implementar su plan. Dejaron pistas falsas en varios lugares del pueblo y continuaron con su investigación en secreto. Clara decidió seguir buscando más pistas en el cuaderno de Marcos y los documentos que había encontrado en la cabaña.Durante días, Clara pasó horas revisando cada detalle en los documentos, buscando cualquier cosa que pudiera darles una ventaja. Finalmente, encontró una referencia a un antiguo escondite que Alejandro había mencionado en una de sus cartas a Teresa. Era un lugar en las montañas, no muy lejos de la cueva donde había encontrado el tesoro.Decidió que debía investigar el escondite, pero esta vez con la compañía de Don Ramiro y Doña Emilia. Sabían que era arriesgado, pero también que podría ser la clave para descubrir la verdad.El viaje a las montañas fue largo y agotador, pero finalmente llegaron al lugar mencionado en los documentos. Encontraron una pequeña cueva oculta entre las rocas, similar a la primera pero más difícil de acceder. Entraron con cautela, iluminando el interior con linternas.Dentro de la cueva, encontraron más cajas y documentos antiguos, todos cuidadosamente ocultos. Clara sintió una mezcla de emoción y temor al darse cuenta de la importancia de su descubrimiento.—Esto debe ser lo que Alejandro y Marcos usaron para esconder más información sobre el tesoro —dijo Doña Emilia, examinando uno de los documentos.Clara asintió, sintiendo que estaban más cerca de la verdad. Pero también sabía que debían ser rápidos y cuidadosos. Decidieron llevar los documentos de regreso al pueblo y analizarlos en un lugar seguro.De vuelta en la biblioteca, pasaron horas revisando cada documento y mapa, buscando cualquier pista que pudiera ayudarles. Clara encontró una carta de Alejandro que describía en detalle el tesoro y los peligros que enfrentaron."Querida Teresa,Si estás leyendo esto, significa que algo me ha pasado y no he podido regresar. El tesoro que encontramos es más valioso de lo que habíamos imaginado, pero también más peligroso. Algunos de nuestros compañeros se volvieron en nuestra contra, y he tenido que esconder lo que encontramos para protegerlo. Confío en ti para que mantengas esto en secreto y encuentres una manera de usarlo sabiamente. Siempre tuyo,Alejandro"Clara sintió una ola de tristeza al leer la carta. Alejandro había sacrificado todo para proteger el tesoro y a Teresa. Ahora, ella debía asegurarse de que su sacrificio no fuera en vano.Con la ayuda de Don Ramiro y Doña Emilia, Clara comenzó a descifrar las pistas restantes y a planificar su próximo movimiento. Sabían que debían ser rápidos y precisos, ya que Joaquín y sus seguidores no estarían lejos.Mientras continuaban su investigación, Clara no podía evitar sentirse observada. Sabía que el peligro era real, pero también que debía seguir adelante. Estaba decidida a descubrir la verdad y proteger el legado de Teresa y Alejandro, sin importar los riesgos.