Orien reencarnó en un mundo desconocido, luego de haber habitado por mucho tiempo en Goren y ahora siendo un mago de alto rango decide aventurarse por el inmenso continente Venus.
¿Qué nuevas aventuras descubrirá Orien Nadali?
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Malkis, reino sin rey
Orien se deslizó en la galería de la posada, sintiéndose cansado y con su respiración agitada. Happy se sentó como si fuera un humano, dejando a la vista su panza grisácea. Y Zura estaba agachada intentando respirar normal. Zeff abrió la puerta asomándose un poco, sonrió al ver el estado de ellos.
—¿Se encontraron con el gobernante de Malkis?
Orien alzó la vista viendo al mago con su libro flotante, suspiró pesadamente.
—Ajá, creo. ¿Qué era esa cosa? —Orien cuestionó poniéndose de pie, con una mano sobre el pecho intentando calmar sus latidos.
—¿Por qué crees que este reino no tiene rey? Nadie había sido capaz de derrotar a la araña escarlata durante los tres siglos que había estado aquí.
Zeff comentó mirando el cielo que poco a poco se ponía de color morado. Orien y los demás ingresaron a la posada; Mabel, la mujer encargada de la posada, estaba limpiando el mostrador.
—¿Y no tienen miedo? —Orien preguntó, Zeff negó con la cabeza.
—El gobernante no sale de su nido, y donde estamos no alcanza su poder. Se me olvidó deciros que no tenían que tomar ese camino, sino que debían rodear a Malkis. —Zeff carcajeó, Orien volteó los ojos y Happy miró al mago con una expresión molesta, Zura se quedó callada con un rostro serio.
—Gracioso, casi morimos. —Orien arrugó un poco la cara.
—No, esa placa que tienes demuestra lo fuerte que eres. —Señaló el broche que se encontraba cerca del pecho de Orien, era de la academia Yhare y era entregada a los graduados.
—Esa cosa sigue siendo de alto rango, su nivel tiene comparación con un mago de grado intermedio. —Zeff miró con sospecha a Orien, no le creía nada. Obviamente, Orien debía ser un mago de alto rango, o un mediocre, una de dos.
—¿Has saqueado mazmorras? Pues el nido de la araña escarlata es uno, se encuentra en una cueva, justo en la montaña —Zeff señaló por la ventana. —Hay buenos objetos, espadas… arcos y armadura de alto nivel.
Zura miró a Orien y luego a Zeff, había algo raro en la conversación, ¿por qué él daba esa información de la nada? Era extraño…
—Ah… —Orien observó a Zeff pensativo, que debía hacer en una situación como esa, se preguntó a si mismo. Mabel no era mago, pero, Orien no conocía el nivel de Zeff, además, el conocimiento de él le hacía dudar sobre su rango. —Supongo que echaré un vistazo.
Orien salió de la posada, siendo seguido por Zura y Happy, cuando estuvieron más apartados Orien habló.
—Esto claramente es una trampa… pensando en donde se encuentra la posada, se debe pasar por el obligatoriamente antes de ir por el desierto Malaya, y ellos no comentaron nada sobre la bestia.
—Sí, ese mago lo comentó porque regresamos con vida, si fuera otro grupo de magos seguramente ya serían cenizas. —Zura dijo mientras observaba a su alrededor con cautela.
—La araña no sale del nido porque es alimentada con los que cruzan por aquí, con razón Malkis sigue teniendo población… —Orien arrugó un poco la ceja. —Zeff dijo que debíamos rodear… que raro.
—No deberíamos hacerlo, fuera de Malkis se encuentra hordas de monstruos. —Zura comentó. Y Orien apretó los dientes molesto.
—Tengo una buena idea —Orien puso una expresión oscura mientras tomaba impulso con una pierna. —Quédate con Happy —le lanzó el dragón, y él se impulsó desapareciendo rápidamente en mitad del bosque frondoso.
Zura dejó salir un suspiro mientras miraba por donde se había ido Orien, Happy gruñó algo enojado por como Orien lo había dejado. Zura cargó al dragón como si fuera un bebé, Happy se dejaba llevar.
Ante la vista de Orien se encontraba la entrada de una oscura cueva, como había dicho Zeff ahí estaba la puerta de la mazmorra, un portal azul resplandeciente. Orien la traspasó sin ningún temor. El ambiente era frío, con un toque de misterio. Entonces un rayo fue disparado, Orien se refugió detrás de una superficie rocosa dejando que esta impacte contra el portal.
Orien se asomó del otro lado de la piedra para ver a esa bestia mejor, la araña escarlata tenía alrededor de unos tres metros de altura. Otro disparo fue en dirección de Orien, la roca fue convertida en pequeños trozos, estos se esparcieron volando por ahí.
«Esta maldita araña… va a ser algo complicada», justo en ese momento Orien deseaba tener la magia de hielo y congelar a dicha bestia. Orien juntó las manos y con los dos índices comenzó a disparar bolas de fuego a gran velocidad. No iba a desperdiciar su energía tan fácilmente o podría morir.
La araña hizo un ataque, Orien esquivó saltando y disparando sus bolas de fuego mientras seguía en el aire. Cuando llegó al suelo, él se movió rápidamente yendo de frente contra la araña, esta quiso atacar pero, Orien hizo un corte con su espada cubierta con su aura, cortando así una pierna de la araña.
La bestia escupió algo viscoso, Orien dio una vuelta hacia atrás pero, en ese momento la araña lo golpeó con una de sus patas mandando a Orien a volar, chocó contra el muro rocoso y comenzó a sangrar su frente. Orien se incorporó, volvió a moverse a gran velocidad y saltando sobre la bestia clavó su espada en su cabeza, esta gritó molesta pero, Orien empujó más el objeto, prendiendo esta en llamas para que atravesara la piel con más facilidad. Luego de unos segundos de movimientos bruscos, la araña escarlata cayó al suelo inerte. Pronto su cuerpo se desvaneció dejando un cristal mágico morado, Orien abrió los ojos sorprendido, era la primera ves que veía un cristal de ese color, la mayoría eran celestes y en algunos casos amarillos.
—Esto es algo grande —Orien sonrió pensando en lo mucho que valdría el Cristal. —Soy rico, jajaja.
Varios minutos después.
—¿Por qué no regresamos a matar a esos malvados?
Orien sonrió negando con la cabeza. Happy se encontraba molesto, también Zura lo estaba.
—Olviden eso, conseguimos algo bueno de esto. —Orien les enseñó el cristal morado y luego lo guardó nuevamente en su anillo espacial.
—Papá, quiero uno de esas cosas —Happy señaló el anillo y Orien sintió escalofríos al oír que lo llamaba papá de nuevo.
—Por favor, llámame Orien. Y no tengo dinero para comprarte uno.
—Pero acabas de decir que te has vuelto rico. —Orien volteó el rostro como si no escuchara bien.
—Zura, ¿Próximo destino?
—El desierto de los escorpiones gigantes —Orien arrugó las cejas pensando que había escuchado mal. —Ah, y también ciempiés gigantes.
—Jajaja, ¿No hay otra ruta? —Zura negó. Y luego agregó.
—Sería por el mar pero, está muy congelado y las temperaturas son extremadamente bajas, no sobreviviríamos y menos tú que eres un humano.
—¿Por qué sentí que eso fue xenófobo?
Zura hizo una expresión de confusión al no comprender lo que quería decir Orien.
Antes de entrar al desierto decidieron acampar debido a la llegada de la noche, Happy se encogió para poder caber dentro de la improvisada tienda.
—Dijiste que tus padres murieron, ¿No tienes más familiares?
Zura se llevó el vaso de hierro a la boca antes de responder. Suspiró y dijo.
—Puede que los tenga pero, aunque aparecieran frente a mí no los reconocería. ¿Y aparte de tus padres, no tienes a nadie más?
Orien asintió a la pregunta cruzando los brazos . Él estaba sentado en un tronco y frente a él Zura estaba sentada sobre una piedra plana y en medio había una fogata. De fondo se escuchaba el sonido de la noche y algunos grillos molestos.
—Tenía un abuelo pero, era una persona horrible, así que, no me considero su nieto. Bueno por su culpa tuvimos que buscar ayuda de los elfos, el había permitido la entrada de un grupo de magos traficantes al reino.
—¿Por qué decidiste dejar Goren?, me refiero a que tenías a personas que te apreciaban allí, en cambio yo no tenía a nadie en Alfreimr, esa es mi razón para viajar, quiero tener un hogar.
Orien miró fijamente a Zura comprendiendo ese sentimiento de no tener un hogar, y podía suceder con cualquier persona, a veces los padres no serían tu hogar y talvez encontrarías esa paz en una pareja. Sin embargo, la mayoría de veces uno vagaba buscando un sitio estable, donde sentirse resguardado.
—Solamente soy un aventurero, quiero descubrir más sobre el continente Venus y capaz también viaje por los otros tres continentes restantes.
—¿No hay nadie esperándote?, no deberías tardar demasiado.
Orien asintió mientras recordaba el rostro de su familia y en especial al emperador de Goren, con su cabellera azul y esa mirada de complicidad que le encantaba mostrar. No había olvidado esa promesa, él tenía a Darién siempre presente en su memoria.
La noche transcurrió como lo haría siempre, lo único horrible fue el frío que sintió Orien, aunque se arropó con bastantes pieles siguió sintiéndose congelado.