Un Viaje A Lo Desconocido

Los cuatro jóvenes iniciaron su recorrido hasta donde ellos imaginaban estaba la solución, ese portal que los llevaría de regreso a casa. Era así como Winder lo pensaba y los demás lo creían, solamente Alicia no estaba segura de que eso fuera así, pero no le gustaba la opción de quedarse sola y que fuera por siempre.

El miedo cesó un poco, al ver tanta belleza natural, árboles extraños, pero bonitos, plantas muy similares a las artificiales que muchos hogares tenían, pero eran muy naturales.

El camino se volvió agradable, tanto que habían caminado un par de kilómetros y no estaban cansados, pero algo si necesitaban en ese momento y no veían indicio de poder solucionar ese detalle y era muy preocupante.

—Tengo sed— Susurró, Renata.

—No eres la única— respondió Alicia.

—Tiene que haber un río cerca, se ven muchas aves cerca— hablo Winder buscando con la mirada.

—¡Nooo!, no quiero morir tragado por una serpiente— Exclamó Gabriel aterrorizado.

—Qué idiota eres, deja de darnos miedo— le reclamo Renata, golpeando su brazo.

Ya estaban de camino a donde Winder más o menos creía que se encontraba el río, no pasó mucho cuando salieron a una claridad donde dejaba ver una hermosa cascada con una quebrada larga, no lo pensaron mucho, salieron corriendo y bebieron del agua cristalina, no les importaba nada, solo saciar la sed que los estaba matando.

Nada termino ahí, Renata quitó su ropa quedando en ropa interior, seguida por Alicia, ya tenía todo el día en ese lugar sin bañarse y se sentían incómodos. Un buen baño los relajaría un montón.

—¿NO HAY SERPIENTES?— Grito Gabriel desde lo seco, Winder solo reía, quitándose también la ropa. Uniéndose a las chicas.

—Deja el drama, ¿no te da pena con Alicia?— Gabriel negó, haciendo reír a Winder.

Después de pensar un rato o tal vez ver qué todos estaban bien, disfrutando del momento sin preocuparse por como salir de ahí. Gabriel también se metió, ambas parejas se dieron un par de besos, jugaron en el agua, hasta que decidieron salir. Ya era hora de seguir el camino a casa.

—Tengo mucha hambre— hablo Alicia tocándose el estómago.

—He visto varias frutas, pero no sé si se pueden comer— Dijo Winder, algo preocupado con las chicas.

—Sigamos, tal vez encontremos la salida rápida y podremos comer rico— propuso Renata. Pero Alicia sabía que eso no sería así, la distancia de donde estaban hasta donde querían ir, era bastante, no llegarían así tan rápido.

—¿Quieres que te cargue, beby?— pregunto Gabriel a Alicia.

—No, estoy bien— respondió ella con una sonrisa. No estaba tan bien, pero mientras pudiera caminar por sí sola, lo haría.

—Bebe, sube a mi espalda— le hablo Winder a Renata.

—No, amor, estoy bien, debes estar cómodo para guiarnos— Le aseguro, dejando un beso en sus labios.

Siguieron caminando sin parar, Alicia se tocaba el estómago del hambre que tenía y eso lo notaba Gabriel, sintiendo mal, no era tan fuerte para dar su vida por Alicia.

—¡Ya no aguanto, si muero, quiero que sepas que mi madre te quiere mi Ali!— Exclamó Gabriel, camino donde estaban unas frutas extrañas y mordió una. Todos estaban a la espera de que le pasara algo. Alicia ya empezaba a llorar como si eso era una despedida.

Cuando pasaron más de tres minutos, Gabriel se había comido toda la fruta, olvidando el miedo a morir envenenado.

—No has muerto, estás sano y nos salvaste de morir de hambre— le hablo Winder, tomando varias frutas para darle a su novia.

—Que forma de confesarte, Gabriel— se burló Renata.

—Eres un idiota, ¿te cuesta preguntar si quiero que mueras por mí?— Reclamó Alicia. Gabriel sonrió besando sus labios y dándole de las frutas.

Ese momento fue otra parada que hicieron, hasta saciar el hambre que los estaba dejando sin energía. Winder pensaba si lograrían llegar antes del anochecer, no sabían cuánto tiempo había pasado. Fue tanta la adrenalina que sintieron, que ninguno se dio cuenta de que sus teléfonos desaparecieron en cuanto entraron por el portal.

—¿Sus teléfonos?— Pregunto Winder. Dejando a todos en silencio y buscando en sus ropas, algo que era imposible, ya que los tenían en sus manos en el momento que alumbraban el lugar.

—Lo tenía en la mano...— hablo Renata pensando en donde lo puso haber tirado.

—Quedaron del otro lado, estoy segura— Dijo Alicia.

—¿Y si eso ayuda a que nos busquen?— Comentó Gabriel con esperanza.

—No estoy seguro, pero sigamos o nos llegará la noche sin volver— Hablo Winder ayudando a Renata a levantarse. Gabriel hizo lo mismo con Alicia, en silencio, observando cada cosa que no habían visto jamás en sus vidas.

Cada uno se preguntaba si lograrían salir de ahí y como era que existían tantas cosas extrañas en ese lugar. Sus pasos eran muy cuidadosos, aun así, todos cayeron por un barranco.

Rodaban y rodaban y no paraban, solo se escuchaban sus gritos de terror.

—¡AAAAAH!— Gritaban los cuatro mientras rodaban como pelota. Así tuvieron como tres minutos hasta caer como en una cueva amplia, con muchas ramas largas y unas enormes plantas. 

—¿Qué es este lugar?— interrogó Renata de una vez. Pero ninguno termino de levantarse, cuando las gigantescas plantas abrieron unos ojos y una boca con dientes afilados. Un verdadero terror frente a ellos.

—¡AAAAAAHHHH!— Volvieron a gritar, estando acorralados, sin poder moverse, un movimiento en falso y serían tragados por esas desagradables plantas.

La aventura que estaban viviendo sería la más grande de sus vidas, no podía haber algo peor, ya sus corazones no podían con tanta presión. Se preguntaban si eso era una ilusión o tal vez un sueño. Pero el sonido abrumador de las plantas los llevaba a la realidad.