Compromiso Indeseado. (ABO)

Darre salió completamente irritado del restaurante. Subió al auto y dio una patada al asiento delantero, descargando parte de su frustración. El asistente frente a él arrugó las cejas; este omega definitivamente era una molestia.

—Señor, mantenga los pies abajo, el auto del Almirante debe mantenerse limpio —pidió con voz educada.

—No me estés dando órdenes, maldito empleado —Darre, haciendo caso omiso a las instrucciones, pateó tres veces más el asiento, después.

—Señor —el asistente se giró; sin embargo, un mal movimiento hizo que el pie de Darre pasara directamente al rostro del joven beta, dejando una marca de zapato en su cara.

El secretario únicamente cubrió su rostro con sus manos y se acomodó en su lugar. Había sido entrenado militarmente, y aunque la fuerza de un omega no era mucha, eso no quería decir que el golpe fuera precisamente una caricia con una pluma.

Darre se tensó, pero únicamente bajó los pies y se cruzó de brazos; por supuesto, no pensaba disculparse. El asistente limpió su rostro y comenzó a conducir en total silencio. El auto fue dirigido hasta la residencia militar y, después de dejar a Darre, el asistente regresó a su trabajo habitual.

Darre entró a su habitación y se dejó caer sobre la cama. No comprendía el afán de su padre por casarlo a tan temprana edad. Él había estado al borde de la muerte una vez, y aunque no recordaba nada de su vida anterior al accidente, al despertar en esa cama de hospital y recibir la noticia, se juró que viviría los días como si fuera el último. No quería quedarse estancado en un matrimonio; era joven y hermoso, quería disfrutar de las mieles de la vida antes de ponerse arrugado y feo.

Se incorporó en la cama, dejando esos pensamientos de lado y centrándose en lo verdaderamente importante: el Almirante Henrik. Ese boca floja seguramente le había dicho a su padre que llegó con el aroma de otro alfa, y por eso su padre lo tachaba de promiscuo hormonal.

—Idiota —murmuró Darre con irritación.

La relación con Henrik no hacía más que complicarse, y complicarle la vida.

Se suponía que Henrik era un alfa de élite, el mejor que había en el imperio; sin embargo, se ponía a chismosear por ahí acerca de la vida de un omega, y eso era una falta de respeto.

...----------------...

—Señor, mañana tendrá que reunirse con el general en su casa, al mediodía; quiere informarle sobre los preparativos de su boda —informó el secretario.

—Bien, ordena las flores favoritas de mi madre —ordenó, y Lam inmediatamente guardó la información—. Por cierto, ¿dejaste a Darre en...? —sus palabras quedaron suspendidas en el aire al levantar la vista y ver el rostro de su asistente—. Lam, ¿qué le ocurrió a tu rostro? —Lam se quedó en silencio por un momento; aunque su piel no era exactamente oscura, era morena, y pensó que el golpe no se veía más. Sin embargo, los agudos ojos del Almirante, por supuesto, iban a notar el enrojecimiento en su mejilla.

—Señor, fue un accidente en el auto, no se preocupe, no fue nada grave —respondió Lam con una leve sonrisa nerviosa. Henrik frunció el ceño, por supuesto que no creía en sus palabras, así que Lam se vio forzado a agregar—. Fue un accidente, señor —repitió, moviendo sus manos nerviosamente, aunque Henrik no podía verlo porque estaban detrás de su espalda.

—¿Un accidente? —Henrik se puso de pie y, acomodando su saco, se acercó a Lam, con su mano derecha levanto la barbilla del beta y lo examinó más de cerca—. Nunca he visto que le pateen el rostro a alguien por accidente —dijo tranquilamente mientras lo soltaba—. ¿O eres un idiota que no puede defenderse? , dime, Lam, ¿te consideras un idiota?

Lam se tensó al escuchar esas palabras, ¡por supuesto que no era un idiota!, no era el mismo muchacho al cual Henrik había rescatado, recibió entrenamiento directamente de él y por supuesto que pudo evitar ese golpe, el problema era la persona que lo golpeo.

—No soy idiota, señor —respondió con firmeza.

—Entonces, ¿qué eres? —Henrik elevó una de sus cejas, cruzó los brazos sobre su abdomen y se recargó en la orilla del escritorio.

—Señor, no quise defenderme porque fue el joven Darre quien dejó su zapato marcado en mi rostro —explicó con un poco de miedo a ser reprendido.

—¿Darre? —cuestionó aún incrédulo, y Lam asintió.

—El joven parecía alterado después de hablar con su padre, comenzó a golpear el respaldo del asiento y le dije que se detuviera; cuando giré mi rostro, su pie pasó directamente a mi cara —Lam miró el rostro de Henrik, el cual se mantenía con el ceño arrugado—, pero le aseguro que fue un accidente.

—Bien, puedes retirarte —dijo después de dos minutos de silencio. Lam asintió y salió de la oficina. Al menos había dicho la verdad.

Henrik se quedó solo, reflexionando sobre la actitud de Darre. Su rebeldía y desafío eran tan palpables que no podía evitar sentir una mezcla de irritación y preocupación. Por un lado, Darre desafiaba su autoridad constantemente, pero, por otro, sus acciones impulsivas indicaban que algo más estaba ocurriendo en la vida del joven omega.

...----------------...

Era tarde, el sol casi había desaparecido en el poniente. Darre miró por la ventana principal la solitaria calle gris, algunos militares ya habían llegado, sin embargo, el auto de Henrik no estaba por ningún lado y él comenzaba a desesperarse.

Media hora más tarde, las luces blancas se vieron reflejadas en el ventanal, y él se puso inmediatamente de pie. Respiró profundamente y ocupó un sillón en la sala de estar, esperando impacientemente por Henrik; realmente, nunca imaginó que podría llegar el día en que esperaría por él.

La puerta principal se abrió, dejando ver al Almirante; su altura imponía, al igual que su rostro joven pero severo, y esa mirada que daba escalofríos. Sin embargo, él no se dejaría intimidar por todo el poder que desprendía. Darre se puso de pie y se acercó a él.

—Almirante, me sorprende su capacidad de comunicación —dijo con sarcasmo—. Mi padre me llamó hoy y me dijo una sarta de insultos, y todo gracias a usted; felicidades, hacer que a su prometido lo insulten debe ser una nueva medalla en su hombro.

Henrik no dijo nada; discutir con Darre no tenía importancia. Darre no estaba calmado y sería imposible razonar con él en ese estado. El almirante pasó a su lado; sin embargo, Darre lo tiró del brazo con fuerza. Aunque no fue suficiente para detenerlo, Henrik se giró y detuvo sus pasos.

—Yo no le dije nada, no sé qué fue lo que te dijo, pero te aseguro que hablaré con él y le haré saber que no intervenga en tu vida —Darre se sorprendió un poco, pero se negó a creer en sus palabras; después de todo, había visto la mirada de desagrado que Henrik tenía la noche en la cual él tuvo sexo con otro.

—Por favor, no soy un idiota, Henrik. Pero, ¿sabes qué?, ni él ni nadie impedirán que viva mi vida como me gusta.

Henrik soltó un suspiro interno; definitivamente, Darre era un caso perdido. Se dio la media vuelta y se dirigió a la cocina por un vaso con agua. El trabajo de un Almirante no era precisamente un paseo en el parque, y soportar el griterío de Darre únicamente lo empeoraba. Discutir con él sería gastar saliva en balde; al final, siempre hacía lo que quería.

—¿Me estás ignorando? —cuestionó con enfado mientras caminaba detrás de Henrik—. Almirante, no es muy amable de su parte como un alfa de elite ignorar a un omega, y mucho menos a un omega que será su esposo.

Henrik quiso reírse por sus palabras, pero se contuvo al ver el rostro irritado de Darre; quién sabe qué tenía ese chico, pero era débil al verlo.

—Ambos sabemos que no importa lo que diga, simplemente pensarás y dirás lo que quieras —dijo—, además, ¿no eres tú quien no quiere casarse? —Darre se irritó aún más con esas palabras; ¡qué importaba eso!, estaban comprometidos y era su obligación escucharlo.

—Eso es irrelevante en este momento —bufó.

—No me gusta la idea de que únicamente sea importante cuando tú quieras —expresó descontento Henrik.

—Me tiene sin cuidado lo que te guste o no, pero, por educación, que supongo tienes, nunca debes dejar a un omega hablando solo —Darre golpeó sus manos contra la encimera de la cocina con fuerza.

—¿Educación?, le dejaste el pie marcado en la cara a Lam, ¿eso es educación para ti? —reclamó Henrik; realmente, no quería sacar el tema, pero la manera en la que Darre seguía reclamando lo estaba cansando.

—¿Qué?, ¿acaso te gusta ese estúpido beta como para defenderlo de un débil omega como yo? —Darre se cruzó de brazos y lo miró con frialdad.

—Lam estaba cumpliendo su trabajo y no tiene por qué aguantar tus rabietas; deberías disculparte con él.

—No pienso disculparme con ese idiota, nunca. Y si tanto te gusta, ¿por qué mejor no te casas con él?, seguramente es tu amante. Ve y acuéstate con él y deja de joder mi vida. —Gritó Darre mientras se dirigía a Henrik y golpeaba su dedo índice contra el pecho fuerte del alfa, de manera acusadora.

—No me interesa Lam de la manera en la que piensas; no es mi amante, no soy como tú.

Fueron palabras suficientes como para tener la mano de Darre sobre su mejilla; el fuerte golpe resonó en la solitaria cocina. Los ojos de Henrik se oscurecieron, y la mirada furiosa de Darre parecía brillar.