CEO -- En busca del perdón

MATÍAS...

¿Cómo puede ser tan hermosa y al mismo tiempo tan esquiva? Ya he comprendido que tendré que luchar mucho para reconquistar a Rafa, y me encantó lo que dijo sobre no querer que Madison sepa de nuestros hijos, no la juzgo, yo haría lo mismo.

Estoy esperando que los resultados sean positivos, deseo tanto ver a Pedro alejado de esa cama de hospital. Además, quiero conocer a Aninha, y Rafa dijo que podré conocerlos una vez que todo salga bien con Pedro.

Llego a la joyería y Jô viene casi corriendo a mi encuentro. Ella es más que una empleada, es una amiga que hice aquí en la tienda.

— ¿Todo salió bien, señor Matías? — pregunta con los ojos como platos y una sonrisa llena de expectativa.

— Mejor de lo esperado, Jô...

— ¿Ella lo perdonó? — su sonrisa se ensancha.

— Ojalá... — caminamos hasta llegar a mi oficina, entramos juntos y ella se sienta frente a mí — por ahora solo quiere que ayude con Pedro... Su situación es un poco crítica. Tomé una muestra de sangre para ver si soy compatible para su cirugía...

— Voy a rezar para que todo vaya bien. ¿Y la pequeña? ¿La Ana? ¿No dijo nada sobre Ana?

— No quiere que los conozca todavía... porque ellos se encariñan rápido con la gente, y ella teme que si la cirugía no funciona, sea un dolor más que superar para ellos... Ah, y me pidió que Madison no sepa de los gemelos.

— Estoy de acuerdo con ella. No soporto a esa mujer, perdóname, señor Matías.

— Yo tampoco... Deja de llamarme señor, Jô, hace años que dejaste de ser solo mi empleada.

— Estoy intentando mantener el profesionalismo — revuelvo los ojos — bueno, hablando de mantener el profesionalismo, volveré a la tienda.

— Anda... Y, Jô — ella se detiene con la mano en el pomo de la puerta — tráeme ese estuche infantil que lanzamos al principio de la semana pasada.

— ¿Cuál? ¿El de Sol y Luna?

— Ese mismo — sonríe y sale de mi oficina.

Hace unos meses que diseñé una colección exclusiva para Pedro y Ana. Las joyas están expuestas en la tienda, claro, pero solo son para exhibición y de muestra para algún encargo. La demanda que tuvieron fue bastante absurda. Mi padre vino aquí en cuanto supo de los precios, pero cuando le expliqué que era una de mis colecciones privadas, desistió.

El estuche consiste en dos collares y un par de aretes. El collar masculino es de oro blanco, con una cadena de un grosor de 1,11 MM y el colgante es un pequeño Sol, hecho de piedra del Sol, de color dorado. El collar femenino también es de oro blanco, con una cadena de 1 MM de grosor, y el colgante es una pequeña Luna, hecha de piedra de Luna, de color perla, los aretes son de la misma piedra, aunque están hechos de oro puro y con la forma del Sol y la Luna unidos, midiendo en total 0,8 CM.

Contemplo el estuche en mis manos, admirando cada pieza e imaginando a mis dos angelitos usándolas. También voy hasta la caja fuerte y saco el último conjunto que hice para Rafa, también de esta última colección, a la que llamé "L'amour et la vie" *{Amor y Vida}*.

El estuche de Rafa son tres piezas: collar, aretes y anillo. Son delicados como ella, y hechos de oro blanco, las piedras utilizadas fueron Cuarzo y Amatista. Elegí esas dos piedras porque quería crear una pieza que al final, se pareciera lo más posible a su flor favorita, la Cattleya.

La flor solo está en el collar, donde logré reproducir fielmente su forma, con un tamaño de 1,5 CM, el anillo es simplemente un solitario con una Amatista de 3 MM, el cuerpo de la pieza es liso y solo cerca de donde está la piedra, hay un pequeño entrelazado, recordando el tronco de la flor, la piedra no está completamente pulida, dándole ese toque... rústico.

Los aretes tienen la forma de un pétalo, hechos de Cuarzo y la base de oro blanco. Es un pendiente largo, el colgante del pendiente está a 4 CM de distancia del oído, sostenido por un fino hilo de oro blanco, y en forma de pétalo con 2 CM de longitud.

Analizo cada mínimo detalle, viajando entre la realidad y la imaginación. Intento crear en mi mente el escenario perfecto donde mis tres amores estén usando estas piezas en las que dediqué horas de diseño, y pasaría muchas más, tan solo para poder expresar cuán valiosos son para mí.

Salgo de mis ensoñaciones con un suave golpe en la puerta, me acomodo en la silla y cierro ambos estuches para que quien esté a punto de entrar en mi oficina no vea algo que es solo mío.

— Pasa — respondo y segundos después, entra Jô en mi oficina — hola Jô.

— Su novia está en la tienda haciendo un escándalo de los grandes, señor... — dice la palabra novia con cierto desdén, y entiendo sus motivos.

— ¿Qué tipo de escándalo? — pregunto, sintiendo cómo hierve mi sangre.

— Está intentando exigir una de las joyas que usted creó para la señora Rafaela... Incluso ya amenazó con demandar a Carla porque dijo que no podía vender esa pieza.

— Gracias por avisarme, Jô. Ahora vamos a terminar con este circo.

Me lo merezco... ¿No había una joya que se pareciera más a ella y que quisiera llevarse? ¿Tenía que ser justo una de las de Rafa? Ah, Madson, tus días están contados.