Una mujer sumisa, dedicada a su hogar, amando a su esposo incondicionalmente vive en el mundo perfecto... Hasta que su esposo la engaña y humilla, por lo que escapa y descubre que es mucho más fuerte de lo que creía, además de que tiene la oportunidad de volver a enamorarse y darse cuenta lo que verdaderamente es amar y ser amado.
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"7"
-¿Quieres una galleta? -me dice Léa quien ya llevaba a mi lado sentada 5 horas de vuelo sin quejarse ni una sola vez
-Estoy bien, muchas gracias -le agradezco con una sonrisa -Cómelas tú
-¿No te gustan las galletas de chocolate? -me pregunta con el ceño fruncido
-Me gusta prepararlas, pero no comerlas
-¿Por qué?
-Bueno me recuerdan a mi papá cuando yo era una niña y si como galletas de chocolate me pongo triste
-¿Y por qué no comes galletas para recordarlo? Para sentirlo cerca de ti, los papás son importantes y no tienes que ponerte triste para recordarlo, tienes que sentirte feliz por sus recuerdos
-Tú eres una niña increíble y muy inteligente
-Ten aquí tienes la más grande -dice mientras me da la galleta de chocolate
Le doy una mordida y cierro mis ojos recordando cuando mi papá me sentaba en su regazo para comernos las galletas de chocolate que mi mamá preparaba con gran esmero, duraba horas esperando con ansias la llegada de mi papá de su trabajo solo para poder compartirlas con él.
Por ese entonces yo tenía 5 o 6 años, y en ese tiempo mi papá era mi héroe, no sabía de las cosas malas que le hacía a mi madre por las noches cuando yo ya estaba completamente dormida.
-¿Y qué tal está? -me pregunta Léa con su voz emocionada
-Deliciosa -le digo con una sonrisa -Muchas gracias por compartir tu galleta conmigo
-De nada -dice feliz mientras se come otra ella
El resto del vuelo se me pasa muy rápido, Léa es una increíble compañía y por más que le insistí en que durmiera un rato, prefirió ir platicándome sobre sus amigos de la escuela y de su hermano mayor que la consentía como a toda una princesa.
Cuando fue el tiempo de aterrizar tuve que darle mi mano para darle un poco de seguridad por unas pequeñas turbulencias que nos sacudieron en los asientos, cuando todos comenzaron a bajar el piloto fue quien se llevó personalmente a Léa con los guardias de seguridad que la esperaban en camionetas con vidrios polarizados.
-Adiós Aysel -dice mientras me abraza de una pierna
Me agacho y también la abrazo.
-Cuídate mucho ¿De acuerdo?
-Sí, Cremosito dice adiós
-Adiós cremosito, cuídala mucho y protégela
-Dice que sí -dice Léa riendo mientras se aferra al oso debajo de su brazo
Veo como se marcha con toda la seguridad y yo emprendo camino, saliendo del aeropuerto y saliendo a la ciudad que ahora se convertiría en mi nuevo hogar o al menos eso estaba tratando de hacer. Tener mi nuevo comienzo.
Voy caminando por las calles, hasta que llego a un pequeño y sencillo restaurante de comida rápida.
-Hola buenas tardes -me dice una mesera -¿Qué le traigo?
-Una hamburguesa con papas por favor
-Enseguida
La soledad me embriaga en cuestión de segundos, nunca me ha gustado estar sola, porque eso me recuerda cuando era pequeña, cuando mis padres tenían que salir a trabajar y yo me quedaba sola, escuchando ruidos que probablemente mi imaginación creaba, pero para una niña son una completa pesadilla.
-Aquí tiene -dice la chica con una sonrisa amable
-Gracias
-¿Puedo ayudarle con algo más?
-Sí, ¿Sabes de algún empleo? No lo sé, alguna fabrica o local que estén solicitando empleadas
-Pues... si usted camina todo derecho, a seis o siente cuadras va a encontrar un pequeño local donde trabajan costureras, una anciana de 90 años acaba de morir y están buscando reemplazo
-Muchas gracias
Cuando termino con la deliciosa hamburguesa, camino las siete cuadras en la dirección que me señaló la chica y llegue a un pequeño y maloliente lugar de costura, una anciana de cabello crespo me mira por encima de los anteojos y me sonríe.
-¿Puedo ayudarla en algo señorita?
-Bueno, en realidad sí, me dijeron que estaban contratando personal...
-Ah, sí, pase -dice amablemente mientras se pone de pie y camina dentro del pequeño local hasta que abre una puerta que rechina -Es por aquí, baja las escaleras y camina hasta el fondo del pasillo, dobla a la derecha y va a ir con la señora de blusa rosa, no puede perderse y a ella la encontrará pronto, es la más gorda -dice riendo a carcajadas
Pero me dio miedo que fuera a ahogarse, no es natural que una anciana que apenas y puede mantenerse de pie se carcajee de esa manera, además algo debe de tener en sus pulmones por los ruidos tan extraños que salen de su ser.
-Es muy amable -le digo con una sonrisa nerviosa
Comienzo a bajar las escaleras oxidadas y un pasillo con charcos de agua estancada con olor desagradable se abren paso por mis fosas nasales. Trato de contener el asco que me da el lugar y empiezo a caminar por el pasillo que hacía eco en las cuatro paredes que me rodeaban.
Este pasillo bien podía ser el escenario perfecto para una película de terror, lo sombrío, el olor y la ambientación son perfectos.
Llego al final y doblo a la derecha donde entra en mi visualización a unas veinte mujeres trabajando, con diferentes prendas de ropa.
Veo a una mujer al final de todas ellas, vestida con una blusa rosa entallada que le queda tan ajustada que hace que su vientre salga y se recargue en la mesa que está delante de ella. Camino con paso inseguro y me planto delante de ella.
-¿Qué quieres? -dice mientras chupa sus dedos llenos de polvo de las frituras de queso que se está comiendo
-Me dijeron que estaba solicitando empleadas...
-¿Puedes trabajar ya?
-Sí
-Entonces estás contratada, toma una prenda de allá, siéntate por aquel lado y trabaja
-De acuerdo
Me dirijo a la mesa y tomo una prenda con una nota que dice "Reparar bastilla". Era una falda muy linda, así que fui hasta la mesa que se me fue asignada y comencé a cocer con habilidad la falda.
Termino y se lo llevo a la señora que ahora se ha convertido en mi jefa.
-¿Tan rápido? -dice sorprendida
Me arrebata la falda y la inspecciona minuciosamente y me mira sorprendida
-¿Has trabajado antes en esto?
-No
-Lo haces bien, ve por otra prenda y así sucesivamente hasta que se hagan las ocho de la noche
-¿A qué hora es el descanso?
-¿Acabas de entrar y ya quieres descansar? Así no me sirves, toma tus cosas y lárgate...
-No, no, no es eso -digo rápidamente -Me pondré a trabajar enseguida
-Bien, así me gusta -dice mientras abre otra bolsa de frituras y comienza a comerlas con bocados grandes, llenándose la boca por completo y chupando sonoramente sus dedos
Pelo la verdad siempre apare.
Te felicito, excelente novela 👍 👏 👌 😉