De Niña A Mujer

Conner me abrió la puerta de su casa. Miré hacia atrás como queriendo explicarle porqué Lex me había traído, pero su auto ya no estaba. Apenas pude saludar a mi amigo antes de que me atacara con preguntas

—Flaca, ¿qué te pasa? ¿Estás bien? Te veo débil. ¿Te ocurrió algo en el trabajo? —intentaba responder, pero no me lo permitía.

Caminé con la intención de dirigirme a la habitación que me había prestado, pero apenas crucé el umbral de la puerta me desmayé.

Desperté una hora más tarde con él y su mamá mirándome expectantes y exploté en llanto. Su madre me llevó a conversar en privado y le conté todo lo sucedido con mis cuidadores omitiendo estratégicamente el enredo que tenía con Lex. Me miró con dulzura, me acarició el cabello y se comprometió a llevarme a declarar para quedarse con mi custodia. "¡Rayos! Esta mujer es un ángel" pensé "¿Cómo pude merecer una madre tan..." Refrené mis pensamientos contra la vieja loca, alcohólica y promiscua que me había criado. Ella era todo eso, pero jamás me abandonó a diferencia de mi ausente progenitor. No sabía qué sentir sobre todo, estaba confundida y de nuevo se me entumecieron las piernas perdiendo energía. Conner me trajo un chocolate caliente y recobré ánimo.

—Prometo que buscaré un lugar para quedarme la semana que viene y les pagaré un arriendo de pieza mientras tanto.

—No es necesario —replicó la tía Nicol, la mamá de Conner.

—Lo haré —le dije con firmeza. Estaba acostumbrada a estar sola. Vivir con una madre reemplazante solo me haría sentir culpable e incómoda.

—Está bien, Mireya. No es necesario que nos pagues nada. Puedes contar con nosotros.

—Gracias, tía Nicol —se retiraron.

Conner me dio una sonrisa y las buenas noches antes de cerrarme la puerta de la habitación y quedé sola con mis pensamientos. Qué calvario.

Estuve dándole vueltas a todo el asunto, afligida por la nueva vida que tenía por delante y preguntándome si Lex realmente tenía sentimientos por mí. Me dormí

****************

Finalmente no pude contarle a mi amiga Laura sobre Lex. Nuestro beso en el auto, si es que podía llamársele así, se sentía doloroso y nostálgico. ¿Cómo algo que nunca comenzó podía tener un final tan amargo? Además tendría que haberme disculpado por lo torpe que fui al dejar una nota en el departamento de un hombre casado. "¡¡Soy una estúpida!!"

Conner y yo comenzamos a pasar mucho tiempo juntos gracias a la situación forzosa en la que me encontraba, jugábamos videojuegos, veíamos series de televisión todas las noches y hasta cocinábamos juntos de vez en cuando. Estaba viviendo una felicidad falsa que no me pertenecía, y aun, a pesar de los buenos momentos, cuando era hora de irme a trabajar, pensaba en el hombre fornido y atlético que me había robado el alma.

Por desgracia no volví a ver a Lex en el Club de Anfitrionas toda esa semana. Por más que lo esperara, buscara o extendiera mis turnos, él no estaba. Vi a su grupo de colegas entrar un par de veces, pero él no los acompañaba. "Realmente me va a evitar de ahora en más..." Las primeras noches lloré intensamente su ausencia y luego fui comprendiendo que no se trataba más que de un tonto sueño adolescente. Cuando sentía tristeza, me levantaba y me dirigía a la habitación de Conner para pasar el tiempo y distraerme.

—Conseguí un lugar donde alojarme —le comenté mientras comía frutillas—. Ya le conté a tu mamá, me voy pasado mañana —se quedó mirando el infinito—. ¡Ey, te estoy hablando!

—¡Y yo estoy procesando! —me gritó—. Crees que los demás somos igual de impulsivos que tú.

—¡No soy impulsiva! Todo esto lo he pensado muy bien.

—Pues no lo entiendo —acercó su rostro al mío sorpresivamente—. ¿Has tenido malos ratos en mi casa? ¿Te han dicho algo molesto?

—Esta no es mi casa. Cada vez que me cocinan me hacen sentir culpable, cada vez que pido permiso para lavar mi ropa o cuando me hacen la cama. ¡No lo sé, Conner! ¿Pretendes que me quede aquí por siempre como tu hermana adoptiva?

—No seas enferma, jamás podría verte como una hermana, eres demasiado sensual —nos miramos en silencio. Sentí palpitar fuertemente mi corazón de forma involuntaria—. Me refiero a que te veo como mujer... no como... olvídalo —desvió la mirada sonrojado.

—Conner... ¿te gusta mi cuerpo? —al instante me arrepentí de preguntar algo tan superficial y atrevido—. Am... no tienes que contestar esa idiotez —me levanté intentando escapar.

A pesar de lo coqueta que era, mi cuerpo flaco nunca me pareció atractivo. Conner se levantó fugazmente y me abrazó por la espalda. Qué grande se había vuelto mi amigo este último tiempo. Como era baja de estatura se me hizo enorme y me sentí protegida bajo sus largos, cálidos y envolventes brazos bronceados.

—Sí —exclamó con firmeza—. Me gusta tu cuerpo... tu cara... y todo de ti\, Mireya. Me encanta tu forma de ser\, tu risa\, tu desplante y carisma —me giré para mirarlo a los ojos. Necesitaba ver si hablaba con sinceridad o burla—. Lo único que odio de ti es tu trabajo. Estás con tanto hombre que me ves solo como a un niño —*chin*. Conner dio en el clavo y se me llenaron los ojos de lágrimas.

—No es eso... —quería explicarle que, aunque en parte tenía razón, era Lex quien me había arruinado la perspectiva de ver a los demás.

Conner tomó suavemente mis manos con las suyas, entrecruzó nuestros dedos y chocó nuestras frentes. Sentía su respiración lenta y comencé a agitarme y sonrojarme. Mi cerebro se desconectó de su origen y mi boca quedó en libertad. De pronto escuché mi propia voz decir: "Me gustas, Conner". Nos miramos en silencio y se acercó lentamente. Sus ojos parecían más azules y más profundos de lo normal. El corazón se me iba a salir por la boca. Los segundos se sintieron pesados y lentos. No aguanté más y tomándolo del cuello terminé nuestra conversación en un simple e inocente beso con sabor a frutilla.