La historia de una chica italiana en Inglaterra. Con amigos especiales y un gran secreto que no quiere revelarles. Su hermano que regresa por ella y un gran amor que vuelve a su vida después de años. Qué pasará? Cuál será ese secreto? Acompañenme a descubrirlo.
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CAPITULO 5.
CAPÍTULO 5.
Habían pasado dos horas más en el hospital, y aún no habia noticias de Lorenzo. Ariana estaba aferrada a los brazos de su ahijada y Massimo seguía sentado en el suelo, en la misma posición, con la mirada perdida. Giovanni estaba sentado a su lado, intentando darle apoyo.
Camila sentía el corazón oprimido, por un lado, estaba triste por lo que le ocurría a su padrino y por otro, odiaba ver a Massimo así. No entendía por qué, pero tenía la necesidad de arrancarle cada gramo de tristeza de su corazón. Suponía que el amor que alguna vez sintió por él, seguía allí.
-¿Familiares del Sr. Lorenzo Costello? - pregunto el médico, quien acababa de salir del quirófano.
-Soy su hijo. -se paró Massimo apurado.
-¿Cómo está mi esposo? -pregunto Ariana.
-Hicimos todo lo médicamente posible. Tendremos que esperar algunas horas para ver como evoluciona. La bala atravesó su cráneo, la cirugía fue muy complicada, puede que queden secuelas.
-¿Se pondrá bien?, ¿Hay esperanzas? -pregunto Camila, preocupada.
-Les seré muy sincero. -exclamo el médico. -Hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que despierte y otro cincuenta por ciento de que no despierte, o incluso no sobreviva. -exclamo. -Lo lamento, deben ser fuertes.
Massimo no pudo soportarlo. Apretó sus puños y golpeó la pared con ellos.
-Quiero verlo. - Dijo.
-Acompáñeme. Sin embargo, solo puedo darle cinco minutos. Sigue en terapia intensiva.
Massimo fue llevado a la sala de terapia intensiva donde estaba su padre. Le hicieron poner un mameluco y barbijo para entrar a la sala.
Massimo sentía que su corazón se hacía trizas al ver a su padre en tal estado. Sin embargo, no lloraría. No podía demostrar debilidad. A pesar de que sentía que se estaba muriendo por dentro. En ese momento, solamente pensaba en su próximo movimiento, quería destrozarle el cuello al tipo que le hizo esto.
-Juro que haré pagar a quienes te hicieron esto, papá. Pero tú, tienes que despertar. Tienes que salir adelante. Promételo papá. -exclamo, rompiendo en llanto.
-Señor. Lo siento, se terminó su tiempo. Hablo el médico.
-Está bien. -Dijo el chico.
Pasaron dos semanas, Lorenzo fue trasladado a una sala común. Aún estaba en coma y la realidad es que los médicos no daban demasiadas esperanzas, ellos decían que solo era cuestión de tiempo. Massimo, por su parte, estaba concentrado en buscar venganza.
Camila estaba a días de graduarse.
La familia había aumentado gradualmente la seguridad. Aunque ellos trabajaban desde las sombras por pedido de ellos, para no llamar demasiado la atención y poder vivir tranquilamente, había muchas personas cuidando de ambas familias.
Isabella y Fabrizio ya estaban al tanto de todo. Al principio estaban furiosos porque no les avisaron enseguida. Pero luego se tranquilizaron. Entendieron las razones de Ariana y viajaron para verlo unos días y asistir a la graduación de su pequeña, pero luego volvieron a Italia, para encargarse de los negocios.
Giovanni estaba preparándose para viajar a Rusia, pues tenía información de que la pandilla de Franco Valentine estaba buscando aliados entre los rusos.
-Hola hermanito, ¿en qué andas?
-Buenos días, princesa. -exclamo él.
Camila abrazó a su hermano.
-¿Cómo amaneciste hoy? -pregunto.
-Muy bien. Ocupado en los negocios.
-¿Valentine?
-Claro. Viajaremos a Rusia. Illya Rostov habló con Massimo. Dijo que está buscando conexiones allí.
-¿Crees que es correcto? Digo, desde que Lorenzo fue herido, “él”, no ha dejado de beber.
Giovanni sonrió pícaramente.
-¿Cuándo admitirás que te preocupa?
-¿De qué hablas?, me preocupa que ponga en peligro los negocios con sus tonterías.
-Camila. Con solo verte sé todo lo que pasa por esa cabeza.
Camila revoleó los ojos y se dirigió a la cocina, ignorando a su hermano.
Al entrar, un Massimo muy desaliñado se encontraba sentado allí con un vaso de whisky y sus dedos masajeando sus sienes. Solo llevaba puesto un pantalón y su torso estaba desnudo. Su cuerpo era perfecto, tenía muchos tatuajes y se notaba que ejercitaba mucho.
-Vaya, cambiaste el café por el whisky. - Dijo ella, irónicamente.
-No estoy para bromas Camila. -exclamo él, cansado.
-Uy. Que Malhumorado. -Dijo ella sonriendo mientras preparaba su café.
Massimo se levantó de su asiento golpeando sus puños contra la mesa.
-¿Qué quieres de mí? -preguntó acorralándola contra la mesada y apoyando sus brazos a cada lado de su cuerpo. -No estoy para juegos, ni provocaciones, ni bromas.
-Y… Yo solo…
Sin embargo, Camila no terminó la frase, al contrario, sintió sus labios sobre los de ella. Fue un beso lento pero apasionado. Solo se alejaron cuando comenzó a faltarles el aire. Massimo, al darse cuenta de lo que hizo, se dio la vuelta y salió de la cocina, dejándole a ella la sensación cálida de haber tocado sus labios y de haber tenido su cuerpo a centímetros de distancia.