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Las Sombras Del Rey

Las Sombras Del Rey

Status: En proceso
Genre:Romance / Maestro-estudiante / Apoyo mutuo / Batalla por el trono / Grumpyxsunshine
Popularitas:714
Nilai: 5
nombre de autor: IdyHistorias

Uno asesina, otro espía, otro envenena y otro golpea y pregunta después. Son solo sombras. Eliminan lo que estorba, limpian el camino para quien gobierna con trampas y artimañas.

No se involucran. No se quiebran.

Pero esta vez, los cazadores serán cazados.

Porque hay personas que no preguntan, no piden permiso, no se detienen.

Simplemente invaden… y lo cambian todo.

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El precio de ser un idiota

◈ Mes oncevo, Año 5 del Rey Marcel Darios | Halvanor ◈(Ezran, 26 años)

Habían pasado dos días sin noticias de Rowen. Dos días en los que la rabia seguía quemándome por dentro, negándome a admitir lo que en realidad sentía: preocupación. No quería buscarlo. No quería preocuparme por alguien que había decidido marcharse. No es mi problema, me repetía una y otra vez, tratando de aferrarme a esa indiferencia que tanto había cultivado. Pero el dulce que tenía en la boca me sabía a arena, y cada pequeño detalle de la vida cotidiana me fastidiaba.

Decidí salir a despejarme, a entregar un artefacto pendiente que había dejado en el taller. El trabajo siempre había sido mi refugio, mi manera de apagar las emociones. Pero hoy ni siquiera eso funcionaba.

En el camino de regreso, vi un pequeño tumulto cerca del río. Una joven se alejaba del grupo, y aunque no suelo ser de los que se meten en los asuntos de los demás, la curiosidad me venció. Me acerqué y le pregunté qué había ocurrido.

—Encontraron el cuerpo de un joven, debe tener unos veinte años —me explicó con una mueca de lástima—. Parece que el río lo arrastró hasta aquí. Está muy golpeado, pobre chico.

Sentí cómo el mundo se congelaba a mi alrededor. El aire me pesaba en los pulmones. No, no puede ser. Mi corazón latía con fuerza mientras me dirigía al lugar. He visto muchos cuerpos a lo largo de mi vida, demasiados para que uno más me afectara. Pero este... este sería diferente. Algo dentro de mí dolía de una forma aguda y profunda.

No podía ser Rowen.

El eco de mis últimas palabras hacia él resonaba en mi cabeza. Lo eché. Lo aparté de mi lado. Y si ese cuerpo era él, sería por mi culpa. Mis pasos se aceleraron, casi tropezando con la multitud. Me abrí paso entre la gente, con el corazón en la garganta, preparándome para enfrentar lo peor.

Cuando finalmente vi el cuerpo, un alivio tan intenso como doloroso me recorrió. No era Rowen. El joven muerto que yacía allí, con el rostro amoratado casi irreconocible, no era él. Solté un suspiro tembloroso, pero el alivio fue breve.

No significaba que Rowen estuviera a salvo.

Ya habían pasado dos días desde que dejó la casa, dos días en los que no tenía ni idea de dónde se encontraba. Sabía que los prestamistas lo buscaban. El miedo a que pudiera estar en una situación aún peor no me dejaba en paz. El hecho de que no supiera dónde estaba me carcomía por dentro.

Tenía que encontrarlo. Y rápido.

Me alejé del lugar sin escuchar una palabra más, mi mente ya enfocada en una sola cosa: localizar a Rowen antes de que fuera demasiado tarde. Mi error había sido dejarlo ir; no cometería el mismo error dos veces.

Comencé mi búsqueda en los rincones más oscuros de la ciudad, moviéndome entre las sombras como lo había hecho cientos de veces antes. Usé todos los contactos que tenía: informantes, mercenarios, incluso los que preferían no hablar conmigo si no era por negocio. Cada vez que alguien mencionaba a un joven que se parecía a Rowen, me lanzaba de cabeza, pero siempre terminaba en callejones sin salida.

Mientras caminaba por las calles en busca de pistas, los recuerdos de los últimos meses me atacaban sin piedad: las risas compartidas, los entrenamientos, las bromas sarcásticas. Y luego... el beso. Mi mente volvía una y otra vez a esa maldita noche, preguntándome qué demonios había pasado entre nosotros. ¿Por qué me importaba tanto? ¿Por qué lo necesitaba cerca de mí? ¿Y por qué, al pensar que podría estar muerto, sentí como si mi mundo entero se estuviera derrumbando?

Horas de búsqueda me llevaron a una pista finalmente. Dos hombres, de esos que solo se arrastran en los niveles más bajos de la ciudad, hablaban en voz baja en un callejón. Los reconocí: ratas que trabajaban para los prestamistas. Me acerqué lo suficiente para escuchar sin ser visto.

—Así que tenemos al hijo de Rowen —dijo uno, con una risa burlona—. Pensé que tenía una hija.

—Debe ser el hermano mayor —respondió el otro con indiferencia—. No importa, lo venderemos igual. Quizás no saquemos tanto como con la chica, pero el muchacho servirá.

Un frío helado recorrió mi cuerpo. No era solo furia, era pánico puro. Rowen estaba en sus manos, y por lo que decían, planeaban venderlo como si fuera una simple mercancía.

Seguí a esos miserables a un almacén en los límites de la ciudad. Cuando llegué, el espectáculo que vi me paralizó por un segundo. Dos hombres corpulentos forcejeaban con Rowen. Lo habían sujetado, y uno de ellos se reía mientras tiraba de su cabello, que ahora caía en un moño deshecho. Su gorra había desaparecido, revelando su verdadero aspecto.

Rowen no era un chico.

Todo encajó en mi mente con una brutal claridad. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Cada detalle, cada reacción... todo de repente tenía sentido. Pero no había tiempo para pensar en eso. Uno de los hombres la golpeó, y vi cómo perdía la conciencia en el acto. Mi cuerpo reaccionó antes de que mi mente pudiera procesarlo.

El sonido de mi espada cortando el aire fue el último que esos hombres escucharon. No tardé ni cinco segundos en acabar con ellos, mis movimientos precisos y letales. Eran escoria, el tipo de gente que cazo habitualmente, y no merecían nada más que la muerte que les di.

Corrí hacia Rowen, que yacía inconsciente en el suelo, su cuerpo magullado y expuesto a la brutalidad de esos malnacidos. La envolví con cuidado en mi capa, tratando de protegerla del frío y del mundo que había sido tan cruel con ella. Mi corazón latía con una furia que no entendía del todo. ¿Cómo no me di cuenta antes? La persona que había dejado entrar en mi vida, a la que había tratado como un hermano, era una mujer.

Miré su rostro herido, su labio partido, las marcas en su cuello... La culpa me golpeó con una fuerza devastadora. Todo esto era mi culpa. Si no la hubiera echado, si la hubiera escuchado, nada de esto habría pasado.

La estreché con más fuerza, con una sensación que no podía explicar del todo. El porqué me importaba tanto seguía siendo un misterio, pero ahora no importaba. Lo único que importaba era sacarla de allí y ponerla a salvo.

—Lo siento —murmuré, aunque sabía que no podía escucharme—. Esto nunca debió haber pasado.

Y así, con Rowen en mis brazos, emprendí el camino de regreso, con una certeza que antes no tenía: nunca más volvería a dejar que alguien me importara tanto estuviera en peligro. La protegería, sin importar el precio.

La levanté con cuidado, sintiendo lo liviana que era en mis brazos, y me dirigí hacia la salida del almacén. Mientras lo hacía, eché un último vistazo a los cuerpos de los hombres que había eliminado. No sentí remordimiento, solo una fría satisfacción. Nunca volverían a tocarla. Esa era su única redención.

Al llegar a la casa, llevé a Rowen directamente a su cama. Con delicadeza, la acosté, asegurándome de que estuviera cómoda. Mi corazón palpitaba con fuerza mientras limpiaba las heridas de su rostro y cuello, mis manos temblaban. Cada marca en su piel me llenaba de una mezcla de ira y culpa. Aunque aparentaba estar más fuerte de lo que realmente era, su fragilidad se hacía evidente con cada respiración dolorosa que tomaba.

Me senté a su lado, incapaz de apartarme. La habitación estaba envuelta en un silencio incómodo, roto solo por los recuerdos que resonaban en mi cabeza. Las últimas palabras que le dije, esas mismas que la empujaron a irse, me carcomían por dentro. "Vete. No quiero verte." Nunca había creído que esas palabras tuvieran tanto poder, pero ahora entendía su peso. Yo la había alejado. Y ese simple acto casi había acabado con ella.

La miré mientras descansaba, su respiración tranquila pero entrecortada por el dolor. En ese momento lo comprendí: quería protegerla, no por culpa, no solo porque era mi amiga o aprendiz. Quería que se quedara porque, sin ella, mi vida se había vuelto vacía. Sin su presencia, sin nuestras conversaciones, entrenamientos y desafíos, todo carecía de sentido.

Y entonces, algo oscuro surgió dentro de mí. Este deseo de protegerla no era solo por deber o compañerismo. Era más profundo, más intenso. Algo que, aunque me aterraba reconocer, no podía seguir negando. Ella significaba más para mí de lo que jamás había querido admitir. Pero esos pensamientos debían esperar. Primero, tenía que asegurarme de que estaba a salvo. Todo lo demás podía esperar.

Le quité la ropa ensangrentada y rota, con cuidado de no herirla más, y la vestí con una de mis camisas. Le quedaba enorme, pero al menos estaba limpia y le daría algo de comodidad. Mientras buscaba algo más para arroparla, mis ojos se posaron en su gorra, la que siempre usaba para ocultar su identidad. La tomé y la dejé a su lado en la cama, por si quería recuperarla cuando despertara.

Mi mente era un torbellino de pensamientos. Durante mi búsqueda, había llegado a una conclusión incómoda: Rowen significaba más para mí de lo que jamás me atreví a admitir. Sí, aquella noche había sido él —o mejor dicho, ella— quien rozó mis labios primero, pero fui yo quien profundizó el beso. Esa cercanía, esa conexión, me había desarmado. Me había acostumbrado a tenerla a mi lado, a su presencia. Y ahora, sabiendo que no era el joven que yo creía, todo se volvía más complicado.

Siempre había sido torpe en cuanto a las mujeres. No es que no me atrajeran, simplemente nunca había tenido tiempo para entenderlas ni para preocuparme por ellas. Pero con Rowen, todo había sido tan natural. Hablábamos, entrenábamos, nos cuidábamos mutuamente, y todo parecía sencillo. Ahora, sin embargo, esa simplicidad se desvanecía. La situación se había vuelto más enredada, mucho más de lo que jamás imaginé.

La observé mientras dormía, su respiración tranquila y rítmica. Me sentía perdido. ¿Cómo debía actuar ahora que sabía la verdad? Sabía que su disfraz había sido necesario; era lógico que hubiera intentado protegerse. Los prestamistas buscaban a una joven, no a un chico. Había sido inteligente por su parte, pero yo no le había dado la seguridad que merecía. Al contrario, la había empujado al peligro.

De repente, Rowen empezó a moverse. Su rostro se contrajo en una mueca de confusión antes de que abriera los ojos, pestañeando lentamente, como si intentara ubicarse. Mi corazón dio un vuelco al ver su mirada perdida. Sus labios se separaron, y con esfuerzo, intentó hablar con esa voz rasposa y deliberadamente grave que había usado para mantener su fachada.

—¿Por... qué...? —murmuró, con ese tono forzado, tratando de sonar como un hombre.

Pero antes de que pudiera seguir, me adelanté, queriendo tranquilizarla.

—Tranquila —dije, sin pensar demasiado en el término.

El cambio fue inmediato. Su cuerpo se tensó y su mirada cambió de confusión a puro pánico. No "tranquilo", sino "tranquila". En cuanto lo dije, ella entendió. La expresión en su rostro lo dejó claro. El aire entre nosotros se volvió pesado, y sus ojos, abiertos de par en par, comenzaron a buscar algo, cualquier cosa que pudiera ofrecerle una salida.

Sus ojos se movieron rápidamente hacia la mesa, donde estaba su gorro, el mismo que siempre había usado para ocultar su identidad. Su respiración se volvió irregular, y pude ver cómo sus manos temblaban, aunque intentaba disimularlo.

Tenía miedo. De mí.

Esa realización me golpeó como un puñal. Verla así, aterrada, asustada de que yo supiera la verdad, me dolió más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Y entonces, el silencio se hizo pesado entre nosotros, y el miedo en su mirada fue lo único que quedó.

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Liliana Barros
Clover es la pareja perfecta para Ezran. Y más vale que el Rey no se olvide de su amigo o Clover va a hacer que lo lamente 😱😂😂😂
IdyHistorias: Siiii Clover es de temer… incluso Ezran le teme …
total 1 replies
Liliana Barros
Así que sus vidas estuvieron cruzándose desde el inicio. Y Clover en lugar de ser Reina, eligió a Ezra 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Amé la personalidad de Cloe y como trató al Rey, que se merece el mote de imbécil jajaja. Y el pobre Ezra viendo como se peleaban los dos por él 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Me encanta la historia. Aquí esperando más capítulos 😍😍😍
Liliana Barros
Me gustó que se decidieran a hablar y aclarar su relación. Son perfectos el uno para el otro
Liliana Barros
Creo que Rowen es mujer, por la descripción de delicadeza. Quizás por eso la quieren los prestamistas
Liliana Barros
Ezran acaba de cambiar su destino. Aunque todavía no lo sabe. Será un chico o una chica, el testigo? 🤔
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