Quiero a mi novio, pero últimamente discutimos mucho y ya no sé que hacer. Ha metido a su ex novia a su casa pero él asegura que no pasa nada entre ellos. Mi sexto sentido me dice que algo va mal, aunque no tengo pruebas. Hace poco conocí a un niño y no paramos de tener infortunios. ¡Ahora soy su tutora! ¿Por qué no puedo sacarlo de mi mente?
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El hermano de Iván
Luego de tantas situaciones incómodas, Lilly, Tita y yo pasamos una "noche de chicas"
La China estaba a punto del éxtasis con el postre que "Leo Alonso" compro como disculpas. Mientras tanto, le conté todo lo que me pasó con ese chico y como casi me atropellaban por estúpida. Ella no decía nada, pero su mirada juzgona hablaba por si sola. Al día siguiente, fuimos a clases sin mayores inconvenientes. Pasamos frente a la cancha donde él había jugado con sus amigos. Afortunadamente no estaba allí.
Las clases se llevaron a cabo sin problema alguno, y por un pequeño milagro me topé con Iván.
Aunque tenía algo de prisa, se tomó el momento para hablarme sobre el supuesto favor que quería pedirme. En palabras sencillas, me suplicó para que le diera tutorías a su hermano menor. Por lo que entendí, el chico estaba algo rebelde y no estaba obteniendo notas satisfactorias en clases. Adicional a eso, sus padres ya habían planeado que estudiaría en la misma universidad a la que asistimos. Es una de la mejores del todo el país y el nivel de exigencia es considerablemente alto. Él aseguró que su madre me daría una remuneración a cambio de mi tiempo, paciencia y conocimientos.
La oferta era bastante buena, así que acepté. Y me venía como anillo al dedo, después de todo, no me haría mal ese dinero. Así podría taparle la boca a mi madre de una vez por todas y no tendría que ver caras largas cada vez que pido dinero para salir o ir de compras. Tenía que aprovechar la oportunidad al máximo, ya que solo duraría unos tres meses aproximadamente.
Antes de irse, me pidió que le dijera a Lilly que la esperaba en el partido del domingo con una pancarta para animarlos. Ella bufó cuando le conté y aseguró que incluso llevaría el uniforme del equipo contrario para que no ganaran. Así era ella de odiosa.
Los días habían pasado con relativa prisa. El final del semestre se acercaba y no esperaba la hora para disfrutar de unas merecidas vacaciones. un tanto ocupada con las dichosas tutorías, pero vacaciones al fin.
Las cosas con Javier habían mejorado un poco. Sasha, su ex novia, ya se había ido de su apartamento. Se supone todo terminó en el momento en el que ella junto a él fueron a denunciar a su marido por maltrato.
Tuve la oportunidad de conocerla. Era una mujer hermosa, a pesar del montón de moretones que afeaban su cuerpo. A juzgar por su vientre, debía tener unos seis o siete meses de gestación. Su personalidad parecía bastante encantadora, pero por alguna razón, no terminaba de agradarme.
Ella, con palabras muy convincentes, señaló que entre ellos no había absolutamente nada. Solo una relación de "buenos" amigos. Aun así, me sentí algo desplazada el día que fuimos a comer en un restaurante que frecuentábamos Javier y yo. No pude evitar sentir una presión en mi pecho cuando me enteré que a ella también la había llevado allí en su época de novios. Probablemente, siempre pensé que era única y especial para él, pero como decía Tita: "No, mija. Todos lo hombres son iguales, traen el mismo manual debajo del brazo desde que nacen"
El domingo estaba a la vuelta de la esquina en un abrir y cerrar de ojos, y desde muy temprano ya estaba despierta y muy activa para ir a ese partido de baloncesto. Estaba en el apartamento de Javier, en donde me quedaba a dormir todos los fines de semana. La noche anterior le comenté sobre la invitación que los chicos me habían hecho, pero él no quiso acompañarme.
No voy a mentir: su respuesta me decepcionó. Cuanto más tiempo quería pasar junto a él, menos estábamos. No podía culparlo, estaba agotado de sus horarios laborales. Era tanto, que ni siquiera quiso llevarme en auto, por lo que tuve que tomar el bus para llegar a la universidad.
En la entraba estaba Lilly esperándome, tal y como lo habíamos planeado. Llevaba consigo la pancarta qué Iván le pidió y no pude evitar sentir mucha curiosidad por saber qué había escrito en ella.
—Lo sabrás cuando inicie el partido—me aseguró.
Nos dirigimos hacia la cancha. Muchas personas ya estaban allí sentadas esperando a que el silbato inormara del inicio del partido. Ambas nos dispusimos a buscar a Daniel en medio de la multitud. Pero él nos encontró primero.
—¡Sabía que vendrían, señoritas!—exclamó con mucho entusiasmo. Él se acercó a mí para saludarme con un beso en la mejilla, sin embargo, cuando fue el turno de Lilly, aprovechó su descuido para plantarle una media luna. Ella lo golpeó por el hombro con mucha fuerza.
—Haces eso de nuevo, y te deformo la cara de una sola bofetada.
—¡Pero que agresiva! Eso hace que me gustes aun más. No me importaría ser un masoquista con tal de sentir tus delicadas manos.
—Tanto romanticismo hará que me den ganas de vomitar.
Yo solo les miraba con diversión, aunque por un instante me pareció ver a alguien conocido cerca de los camerinos de los jugadores. Decidí no prestarle atención y solo disfrutar del juego.
Casi moría de la risa al descubrir lo que decía la pancarta: ¡Deja de acosarme y gana el partido de una vez!
Por desgracia, nuestro equipo no tuvo suerte ese día, pero aun teníamos chance de continuar en el campeonato.
—¡Mi vida, lo siento! Perdí a pesar de que viniste para apoyarme—sollozaba Iván mientras intentaba abrazar a Llily.
—No sé por qué no me sorprende. Sabía que mi presencia no era símbolo de suerte...¡No me toques!–era tanta su insistencia...
—Bro, ya para. Solo conseguirás hacerla enojar—intervino Daniel con sorprendente seriedad. Me dejó boquiabierta, pero no tanto como lo hizo un chico de cabello largo y lentes que se acercaba a nosotros con naturalidad.
—Daniel, hoy te acompaño a tu casa para que juguemos en la Play—opinó, llamando la atención de todos nosotros.
—¡Ay por Dios! ¿Que haces aquí!—exclamé con horror y nerviosismo. Él me miró con aquella serenidad que le caracterizaba. Pensé que había sido mi cerebro gastándome una broma cuando creí verlo cerca de los camerinos.
—Pues lo mismo que tu, ¿no? Ver el partido.
—Ah, Helenita, él es mi hermano Leo, a quien te pedí que ayudaras con los estudios—dijo con serenidad Iván. Al parecer la personalidad venía de familia.
—¡¿Qué?!—gritamos al unísono él y yo.
Diosito. Yo se que a veces cuestiono tu existencia y no me comporto de la mejor manera, pero tu mayor guerrera no está preparada para lo que se avecina...solo te pido que me ilumines o me elimines de una buena vez antes de que yo misma arruine mi imagen frente a ese chico mucho más de lo que ya lo he hecho...