La Mujer Del Animal

Al día siguiente, Dayana se despierta y se dirige al baño para tomar una ducha refrescante. Al salir, el aire fresco la envuelve mientras ella se dirige a su habitación. Sobre la cama, perfectamente doblado, está su uniforme de enfermera: un vestido blanco corto que destaca por su sencillez y elegancia.

Dayana se lo pone con facilidad; el tejido de algodón le proporciona comodidad y libertad de movimiento. Al mirarse en el espejo, aprecia cómo el vestido le queda holgado y le permite sentirse a gusto durante todo el día. Se ajusta el gorro blanco en la cabeza, completando su atuendo. Para terminar, calza unas zapatillas deportivas blancas que añaden un toque moderno y práctico a su look.

Con una sonrisa en el rostro, sale de la habitación y se encuentra con la enfermera que conoció el día anterior. La enfermera le da los buenos días con amabilidad y la guía hacia donde están sus compañeros de trabajo. Mientras caminan, Dayana observa todo a su alrededor: los colores vibrantes de las paredes, los carteles informativos y la energía del ambiente, sintiéndose cada vez más emocionada por su nuevo día en el hospital.

cuando llegaron a la sala la enfermera park le indico que entrará después de ella, Dayana asintió y la enfermera park entró y seguido de ella Dayana- buenos días , les quiero presentar a la nuestra nueva colega Dayana Gomez- dijo a los presentes a los que estos la miraron atentamente

Dayana sonrió nerviosamente mientras los demás la miraban. La enfermera Park continuó hablando, presentándola a cada uno de los miembros del equipo.

-Esta es la enfermera jefe, Lee- dijo, señalando a una mujer mayor con una sonrisa amable. -Y este es el doctor Kim, nuestro médico jefe-

Dayana asintió y saludó a cada uno de ellos, intentando recordar sus nombres y rostros.

La enfermera Park continuó explicando las tareas y responsabilidades de Dayana en el hospital, y cómo se integraría en el equipo.

Mientras escuchaba, Dayana no podía evitar sentir una sensación de nerviosismo y emoción. Estaba ansiosa por comenzar su nuevo trabajo y aprender todo lo que pudiera.

Mientras Dayana se integraba en su nuevo trabajo en el hospital, Suang se encontraba en una reunión con uno de sus socios más peligrosos, Kim Jae-Ho. La reunión se llevaba a cabo en un restaurante exclusivo, rodeado de guardaespaldas y seguridad.

Suang era un hombre de negocios, pero sus negocios no eran exactamente legales. Era un mafioso, y su imperio se basaba en la intimidación, el chantaje y la violencia.

La gente a su alrededor se ponía nerviosa con su presencia. Los camareros temblaban al servirle la bebida, y los clientes del restaurante se alejaban de él, como si temieran ser contaminados por su mera proximidad.

Suang era un hombre muy peligroso e intimidante. Su mirada era como un cuchillo afilado, capaz de cortar la respiración de cualquiera que se atreviera a cruzarse en su camino. Su presencia era como una nube oscura, que oscurecía el ambiente y hacía que la gente se sintiera incómoda.

Kim Jae-Ho era uno de sus socios más poderosos, y Suang sabía que debía tener cuidado con él. La reunión era para discutir un negocio lucrativo, pero Suang sabía que cualquier error podría costarle caro.

Mientras escuchaba a Kim Jae-Ho, Suang no podía evitar pensar en la chica del avión. La mirada que ella le había dirigido había sido... diferente. Era una mirada tierna, infantil e inocente, que había llegado a algo dentro de él. Algo que lo había hecho sentir extraño, pero también intrigado.

Pero Suang no tenía tiempo para distracciones. Tenía que mantenerse enfocado en el negocio, y asegurarse de que no se le escapara nada. La reunión era crucial, y cualquier error podría tener consecuencias fatales.

Suang terminó la reunión con Kim Jae-Ho, asegurándose de que todos los detalles estuvieran claros y que no hubiera malentendidos. Una vez que Kim Jae-Ho se hubo ido, Suang se dirigió hacia su casa, un edificio lujoso y seguro en el corazón de la ciudad.

Al llegar a su casa, Suang se sintió aliviado de haber terminado la reunión. Se dirigió hacia el interior de la casa, pasando por la sala de estar y la cocina, hasta llegar a una puerta oculta detrás de una cortina.

La puerta conducía a un sótano, un lugar oscuro y húmedo que pocos conocían. Suang descendió las escaleras y se acercó a la persona que le debía dinero. Era un hombre delgado y nervioso, que temblaba de miedo al ver a Suang.

-¿Cuánto tiempo más vas a tardar en pagarme?- preguntó Suang, su voz baja y amenazante.

El hombre se tragó saliva y miró a Suang con ojos suplicantes. -Lo siento, señor Suang. Estoy haciendo todo lo que puedo para reunir el dinero. Pero es difícil, y...-

Suang lo interrumpió con un golpe en el rostro. -No me interesan tus excusas. Solo quiero el dinero. Y si no me lo pagas, !!te matare!!-

El hombre asintió nerviosamente, sabiendo que no tenía opción. Suang lo miró fijamente durante un momento, y luego se dio la vuelta y se dirigió hacia la escalera.

-Recuerda, tienes una semana para pagarme- dijo Suang, sin mirar atrás. -Si no lo haces, te escuartisare como a un cerdo-

Y con eso, Suang desapareció en la oscuridad,sin antes decirle a sus hombres que le dieran una lección. Suang salió del sótano y camino por el pasillo escuchando los gritos de dolor del hombre.

Suang entró a la habitación y desabotonandoce la camisa se la quito y entro al baño a darce una ducha. Suang salió del baño, secándose el cuerpo con una toalla de algodón. Se miró en el espejo y se ajustó el cabello, que estaba despeinado después de la ducha.

Se dirigió hacia el armario y sacó una camisa blanca de seda, que se puso con cuidado. Luego, se puso un par de pantalones negros de lino y se ajustó el cinturón.

Mientras se vestía, Suang no podía evitar pensar en la chica del avión. La mirada que ella le había dirigido había sido... diferente.

Suang se sintió incómodo con el pensamiento y lo apartó de su mente. Tenía cosas más importantes que hacer que pensar en una chica que había conocido en un avión.

Se dirigió hacia la sala de estar y se sentó en el sofá, donde había un hombre esperándolo. Era uno de sus hombres de confianza, que había estado esperando instrucciones.

-¿Qué hay de nuevo?- preguntó Suang, mirando al hombre con interés.

-El hombre del sótano ha sido... atendido- respondió el hombre, con una sonrisa cruel. -Y también he recibido información sobre una posible amenaza a nuestro negocio-

Suang se inclinó hacia adelante, interesado. -¿Qué tipo de amenaza?-

El hombre se inclinó hacia adelante, bajando la voz. -Alguien ha estado preguntando sobre nuestros negocios. Alguien que no debería estar preguntando-

Suang se puso tenso, su mirada se volvió fría y calculadora. -¿Quién es?-