Dulce Venganza

Daniel se recostaba en la cama, recuperándose de una fogosa y lujuriosa sesión de sexo con Michel. El aire en la habitación aún estaba cargado de la pasión reciente. De repente, Daniel se levantó bruscamente y comenzó a vestirse.

- Tengo que irme Michel - dijo, con voz apresurada, mientras se ponía la ropa - Me comprometí con mi madre a cenar con ella está noche.

Michel, con una expresión de desdén, lo miro desde la cama.

- ¿Otra vez te vas? Siempre es lo mismo contigo y esa mujer.

- Esa mujer, como tú la llamas es mi madre.

Termino de vestirse, tomo su billetera, sus llaves y se fue del departamento. Dejando a Michel que explotaba de furia.

Mientras tanto, en un elegante restaurante, Luna y la señora Eloísa ya llevaban un buen rato esperando a Daniel.

Eloísa, visiblemente molesta por la tardanza de su hijo, llamo al mesero y le pidió que sirviera la comida.

- No sé por qué siempre hace esto - dijo Eloísa con un suspiro exasperado - Es como si no pudiera ser puntual para nada.

- No se preocupe, Eloísa. Seguro tiene una buena razón - respondió Luna, con una sonrisa tranquilizadora - Además, la estamos pasando bien, ¿no?

Luna, con su compañía agradable y conversación amena, logró disipar la molestia de Eloísa. Hablaron sobre el trabajo de Luna, sobre como la habían tratado sus nuevos compañeros y sobre los proyectos en los que estaba involucrada. Eloísa estaba encantada de escuchar las historias de Luna sobre su madre. Estaba muy feliz de ver cómo su gran amiga había criado sola a una chica tan inteligente y amable como Luna.

Finalmente, Daniel llegó al restaurante, con un ramo de flores como señal de disculpas. Se detuvo en seco al ver a Luna sentada con su madre. Su belleza lo deslumbró y por un momento, olvidó por completo la tardanza.

- Daniel, hijo hasta que llegas.

La voz de su madre lo saco de ese estado de hipnotismo en el que cayó cuando vio a Luna.

- Perdón por la demora - dijo Daniel, entregando las flores y Eloísa y dirigiéndose a Luna. - Hola soy Daniel. Lamento llegar tarde.

- Hola, Daniel. Soy Luna - respondió ella, con una sonrisa tímida - Es un placer conocerlo.

Eloísa, con una mirada de desaprobación Pero también con una chispa de diversión en los ojos, presento a Luna formalmente.

- Daniel, está hermosa chica es Luna, la hija de mi querida y amada amiga. Está semana empezó a trabajar con nosotros en el Grupo EF. Luna, este joven impuntual es mi hijo Daniel, siempre tan irresponsable.

- Madre, por favor - dijo Daniel, un poco avergonzado, Pero sin poder dejar de mirar a Luna.

La cena continuo en un ambiente mucho más relajado. Las conversaciones fluían fácilmente y las risas llenaban el aire. Daniel no pudo evitar sentirse atraído a la calidez y la inteligencia de Luna. Su madre también notó la química entre ellos, y aunque le preocupa la falta de seriedad de Daniel, no pudo evitar sentir un poco de esperanza.

- Luna, ¿te gusta el trabajo en el Grupo EF? - pregunto Daniel, tratando de conocerla mejor.

- Sí, me encanta. Es un lugar muy dinámico y todos han sido muy amables conmigo - respondió Luna - Estoy aprendiendo mucho y me siento muy afortunada de tener esta oportunidad.

La noche paso de manera agradable y divertida. Eloísa observaba con satisfacción cómo Daniel y Luna se conectaban. A pesar de sus preocupaciones iniciales, comenzó a pensar que tal vez está cena había sido buena idea después de todo. Y mirándolos, con una sonrisa de complicidad se le ocurrió una brillante idea, para asegurarse de que tanto Daniel como el Grupo EF estén seguros en el futuro.