Laura, una mujer de 30 años, lucha contra una enfermedad terminal. Su mayor preocupación es el futuro de su hermana menor, Alma, de 15 años, y su pequeña hija, Sofía. Laura decide que su esposo, Máximo, debe hacerse cargo de Alma y Sofía para garantizar su bienestar. En sus últimos días, le pide a Máximo que se case con Alma cuando ella cumpla la mayoría de edad y que adopte legalmente a Sofía para cuidarla como si fuera su propia hija.
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Capítulo 6: Reorganizándose
Después de la partida de Laura, la casa se sintió vacía y silenciosa. Los días parecían arrastrarse con una monotonía pesada, y Máximo se encontró asumiendo nuevas responsabilidades mientras intentaba mantenerse fuerte para Alma y Sofía. Organizar el trabajo, el cuidado de Sofía, la escuela de Alma y las tareas del hogar se convirtieron en un desafío abrumador que parecía no tener fin.
Una mañana, mientras Máximo revisaba la interminable lista de tareas pendientes, Sofía entró corriendo en la habitación, con los brazos extendidos hacia Alma. La pequeña niña, con su energía desbordante y su sonrisa inocente, parecía haber encontrado un nuevo refugio en su tía, buscando su cercanía y consuelo en todo momento. Alma, siempre paciente y cariñosa, le devolvía esa necesidad de afecto con creces.
Máximo observó la escena con una mezcla de tristeza y gratitud. Sabía que Alma y Sofía habían encontrado una conexión especial en medio de su pérdida, y eso lo reconfortaba en los momentos más difíciles. Se daba cuenta de que, aunque Laura ya no estuviera físicamente con ellos, su amor y cuidado seguían presentes a través de los vínculos que había ayudado a crear.
—Alma, ¿puedes ocuparte de Sofía por un momento? Tengo una llamada importante que atender —dijo Máximo, buscando aliviar un poco la carga de su hermana. La realidad es que, a veces, sentía que todo se le venía encima, pero no quería que Alma lo notara.
Alma asintió, sonriendo a Sofía mientras se acercaba y la tomaba en brazos con naturalidad y ternura. —Claro, no te preocupes. Estaremos bien aquí.
Mientras Máximo salía de la habitación, Alma se sentó en el sofá con Sofía en su regazo. La pequeña niña se acomodó, apoyando su cabeza en el hombro de Alma con un suspiro de contento. Para Sofía, esos momentos de cercanía eran un bálsamo que mitigaba la ausencia de su madre.
—¿Qué tal si jugamos un poco, Sofi? —propuso Alma, acariciando su cabello suavemente, sintiendo la suavidad de los rizos oscuros entre sus dedos.
Sofía asintió con entusiasmo, su rostro iluminado por una sonrisa que parecía dispersar las sombras de tristeza que aún quedaban en la casa. Juntas, pasaron la mañana jugando y riendo, inventando historias con sus muñecas y construyendo torres con bloques de colores. Cada risa de Sofía era un recordatorio para Alma de la importancia de estos momentos compartidos.
Mientras tanto, Máximo se esforzaba por mantenerse al día con sus responsabilidades. Organizó su trabajo de manera que pudiera pasar más tiempo en casa, cuidando de Sofía y ayudando a Alma con las tareas del hogar. Aunque era difícil equilibrar todo, encontró fuerzas en el amor que sentía por su familia y en el recuerdo de Laura. A menudo, se sorprendía pensando en lo que Laura haría en su lugar, buscando en sus recuerdos la guía para enfrentar cada nuevo día.
Con el tiempo, Máximo, Alma y Sofía encontraron su ritmo en esta nueva vida juntos. A pesar de los desafíos y las dificultades, sabían que tenían el uno al otro para apoyarse, y eso era suficiente para mantenerlos unidos. Aprendieron a compartir las tareas, a celebrar pequeñas victorias y a consolarse mutuamente en los momentos de tristeza.
Y así, en medio del dolor y la pérdida, encontraron una nueva forma de ser una familia. Una familia marcada por el amor, la dedicación y la esperanza en el futuro. Se dieron cuenta de que, aunque la vida había cambiado para siempre, aún podían encontrar alegría y consuelo en los pequeños momentos compartidos. Laura, aunque ausente, seguía siendo el corazón invisible que los mantenía unidos, y en su memoria, seguían adelante, creando un nuevo capítulo lleno de amor y resiliencia.