La Madrastra Que Nunca Existió

Ni bien entramos nos separamos, los Condes y los hijos legítimos entraron como una familia feliz por la puerta en la que eran anunciados. Nosotras seguimos de largo hacia otra puerta que daba como a una entrada lateral, me gustó eso así no llamábamos la atención.

Nos acercamos a la mesa de dulces y con la señorita Fiona mirábamos toda la decoración, ella se acercó lentamente y me dijo

- Esta es la primera vez que estoy en un baile, creo que mi padre solo me dejó venir por eso de delatar a la que se acostaba con Caindel, puso una sonrisa super tierna asique sonreí con ella.

- Demos la bienvenida al duque del norte, Abel Heylon, todo el salón hizo una exclamación de asombro, y no es para menos. El duque Heylon era considerado un loco porque amaba destruir monstruos en la frontera. Los de la capital lo consideraban psicópata y él los consideraba unos mimados. Lo miré fijo unos segundos, ver un personaje de una novela en carne y hueso daba impresión, pensé que no iba a poder verlo en realidad, hice una media sonrisa recordando la cantidad de fanfics que habian de este hombre en esa aplicación de novelas, me giré para mirar a Fiona, ella no estaba reaccionando al duque Heylon, solo buscaba un dulce nuevo que comer, le sugerí uno de fresas y agarré uno igual, por lo menos iba a disfrutar de la comida.

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El temido Duque del norte siempre fue consciente de las miradas que provocaba, cuando fue presentado en este baile el pensaba encontrar las miradas de costumbre, admiración, miedo, lujuria, envidia, ya podía identificarlas fácilmente. Pero esta vez, hubo una mirada que no podía descifrar, ¿lujuria? mmm no, ¿me conoce? mmm no tampoco, cuando intentó verla de frente ella simplemente se giró, ¿dejé de importarle tan rápido?

El ego del gran duque estaba herido, mientras nobles insignificantes de acercaban buscando charla y reconocimiento él seguía pensando en esos ojos color miel, tenía que saber que era lo que pensaba. Buscando por todo el lugar la encontró riéndose junto a una niña albina, se acercó un poco, pero no mucho para no interrumpir el momento, la niña le dijo algo al oído y junto con la chica en cuestión salieron del salón.

Él solo necesitaba una oportunidad y rápidamente iba a averiguar todo.

- Disculpen señoritas, ¿podría hacerles una consulta?, dije sin pensar, si entraban en ese salón iba a tener que hacer guardia. Me disgustó mucho que esa chica se haya inclinado casi 90°, la pequeña hizo una reverencia y fue la única en hablar.

- Fiona Green saluda a su alteza el duque del Norte, y ahí lo entendí, ella no era noble y pensó que había cometido un error, vi como temblaban sus manos asique traté de hablar lo más rápido posible.

- Encantado señoritas, solo quería consultarles si sabían el nombre del postre con fresas -¿qué estoy diciendo? Creo que me volví loco- no suelo concurrir a estos eventos y no me gusta hablar con gente.

- Ah, según mi doncella se llaman tartaletas de fresas, si me disculpa me retiro a descansar. Y desapareció en el cuarto, pero ella siguió ahí, cierto que si no le hablaba tenía que esperar a que me vaya.

-Por favor, levántate, lo hizo pero sin mirarme a la cara asique me acerqué un paso hacia ella.

-¿Hay algo en que le pueda ayudar duque? Dijo muy cortésmente, y no sé por qué eso me hacía enojar, me acerqué un par de pasos más y quedé muy cerca de ella.

-¿Puedes mirarme un segundo?

-No me atrevería, duque. Si me lo permite me gustaría seguir a mi señorita. Salió un tipo de sonido afirmativo y ella desapareció, no pude confirmar su mirada, no pude hacer que me vea de nuevo, apreté mis puños y di vuelta para volver al salón de baile, tenía que hacer averiguaciones de esa familia Green.